En mis años de carrera, existía un término peyorativo muy en boga que yo no entendía muy bien: geógrafo del sistema.
Este adjetivo salía de pequeños grupos
de profesores y alumnos de diversas áreas de conocimiento, que tenían en común su
interés por seguir a Marx y Engels, y a geógrafos anglosajones, residentes en universidades
americanas, como John Hopkins (David Harvey), Clark (James McCarthy), Berkeley
(George L. Henderson). Aparecía algún que otro europeo como Yves Lacoste (y la
revista Herodote), Pierre George o Massimo Quaini. Como geógrafos del Tercer Mundo, siempre contaban con Milton Santos.
Otra cosa, que me llamaba la atención era la defensa de un geógrafo español,
Manuel de Terán Álvarez, y la crítica a otro: José Manuel Casas Torres.
Cita del maestro de geografos Manuel de Terán. |
Estos profesores y alumnos hablaban
del análisis marxista del espacio, y coincidían en una crítica feroz al
neopositivismo y a sus seguidores, a los que tachaban de poco brillantes, tutelados
por los intereses políticos y empresariales y muy centrada en los patrones
espaciales.
Las desigualdades sociales están presentes a escala del estado español. Este mapa es anterior al comienzo de la crisis. |
La geografía del sistema se olvida del
tiempo y de los resultados de los complejos procesos e interacciones entre sociedades
y espacios habitados. Tampoco tiene en cuenta los cambios espaciales en función
de la escala.
Otro mito de la geografía neopositivista
es la creencia en una falsa sensación de objetividad, por medio de la
separación artificiosa del sujeto y objeto de observación, negando la
existencia de fuertes vínculos de correspondencia entre ellos y afirmando el
carácter neutro del observador.
A veces es difícil ser un estudiante crítico. Te juegas el cero patatero. |
Como consecuencia de esa misma
intención de objetividad, el uso de lenguajes matemáticos o geométricos actúa
de filtro de los factores sociales y éticos, impidiendo el planteamiento de
opciones de organización social opuestas al statu quo realmente existente.
En el fondo, la geografía positivista está
ideológicamente alienada con el sistema
imperante y las estructuras del poder. No existe la tan aireada neutralidad
analítica. Las soluciones que se plantean no van más allá del reformismo
liberal que no busca justicia social.
La Geografía Marxista se interesa por
el análisis de los modos de producción y de las formaciones socioespaciales,
que nacen de las formaciones socioeconómicas del marxismo clásico. Se consideran
fundamentales los modos de producción, en tanto las formaciones socioespaciales
son las resultantes geográficas de tales procesos históricos, apareciendo el
concepto de tiempo social, que se corresponde a los tiempos convencionales que
establecen las sociedades modernas, basado en las relaciones sociales.
Barriadas obreras en la trama de la nueva ciudad. ¿Cómo integrar estas dos realidades?. La respuesta de muchos urbanistas es la misma: caterpillar y a otra cosa mariposa. |
Cada modo de producción histórico,
crea una formación socioespacial diferente. Esta formación socioespacial se
refleja en el paisaje, que es transformado por la acción de humana. Para su análisis
es elemental la noción de escala temporal a largo plazo, para poder interpretar
los procesos sociales amplios.
Describir, analizar, comprender e intentar
dar respuesta a las crisis sociales y espaciales, forma parte del trabajo de un
geógrafo marxista, puesto que las tesis marxistas dicen que el objetivo de los filósofos
(y de los geógrafos) es transformar el mundo.
El peso de la filosofía marxista es
evidente en estos geógrafos radicales, no sólo de las obras de Marx, sino las
de Engels, y su análisis urbano y de la vivienda. También han sido influyentes Antonio Gramsci, o Louis Althusser.
Los temas de estudio son variados,
aunque es clara la importancia de la geografía social: pobreza, injusticia, marginación
de las minorías, crisis ambiental, la cuestión de género, segregación social y
espacial en la ciudad (guetos), etc.
La geografía marxista propone atacar
la revolución neopositivista teorética y cuantitativa, no con una contrarrevolución,
sino con una Revolución de Octubre, que introduzca los problemas sociales en
los esfuerzos del investigador. La noción de producción social del espacio es
primordial, ya que permite articular el estudio del espacio y sus relaciones
con la estructura social que lo forma.
Pobreza y desigualdad en los países desarrollados. Hoy, más que nunca se hacen patentes. |
La metodología marxista aplica el
materialismo dialéctico a la cuestión del espacio, planteando los estudios
sociales como centrales. Esto acerca la geografía a otras ciencias sociales, y
abre un debate interdisciplinar que llevó a que muchos geógrafos abandonasen la
tradición ombliguista para a incorporarse a foros de discusión científica,
compartir conceptos, justificar resultados. La geografía radical ennobleció una
ciencia que, en muchos casos no era apreciada por el resto de la comunidad científica.
La geografía marxista aporta un sólido
fundamento teórico, sacudiendo los viejos postulados vidalianos de la región,
removiendo el determinismo físico, y creando una nueva plataforma con la que analizar
los actuales problemas ambientales.
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