miércoles, 11 de septiembre de 2013

Geografía Crítica. Tercer capítulo: El Marxismo.



En mis años de carrera, existía un término peyorativo muy en boga que yo no entendía muy bien: geógrafo del sistema.
Este adjetivo salía de pequeños grupos de profesores y alumnos de diversas áreas de conocimiento, que tenían en común su interés por seguir a Marx y Engels, y a geógrafos anglosajones, residentes en universidades americanas, como John Hopkins (David Harvey), Clark (James McCarthy), Berkeley (George L. Henderson). Aparecía algún que otro europeo como Yves Lacoste (y la revista Herodote), Pierre George o Massimo Quaini. Como geógrafos del Tercer Mundo, siempre contaban con Milton Santos. Otra cosa, que me llamaba la atención era la defensa de un geógrafo español, Manuel de Terán Álvarez, y la crítica a otro: José Manuel Casas Torres.

Cita del maestro de geografos Manuel de Terán.
Estos profesores y alumnos hablaban del análisis marxista del espacio, y coincidían en una crítica feroz al neopositivismo y a sus seguidores, a los que tachaban de poco brillantes, tutelados por los intereses políticos y empresariales y muy centrada en los patrones espaciales.


Las desigualdades sociales están presentes a escala del estado español. Este mapa es anterior
al comienzo de la crisis.

La geografía del sistema se olvida del tiempo y de los resultados de los complejos procesos e interacciones entre sociedades y espacios habitados. Tampoco tiene en cuenta los cambios espaciales en función de la escala.

Otro mito de la geografía neopositivista es la creencia en una falsa sensación de objetividad, por medio de la separación artificiosa del sujeto y objeto de observación, negando la existencia de fuertes vínculos de correspondencia entre ellos y afirmando el carácter neutro del observador.

A veces es difícil ser un estudiante crítico. Te juegas el cero patatero.

Como consecuencia de esa misma intención de objetividad, el uso de lenguajes matemáticos o geométricos actúa de filtro de los factores sociales y éticos, impidiendo el planteamiento de opciones de organización social opuestas al statu quo realmente existente.
En el fondo, la geografía positivista está  ideológicamente alienada con el sistema imperante y las estructuras del poder. No existe la tan aireada neutralidad analítica. Las soluciones que se plantean no van más allá del reformismo liberal que no busca justicia social.

La Geografía Marxista se interesa por el análisis de los modos de producción y de las formaciones socioespaciales, que nacen de las formaciones socioeconómicas del marxismo clásico. Se consideran fundamentales los modos de producción, en tanto las formaciones socioespaciales son las resultantes geográficas de tales procesos históricos, apareciendo el concepto de tiempo social, que se corresponde a los tiempos convencionales que establecen las sociedades modernas, basado en las relaciones sociales.

Barriadas obreras en la trama de la nueva ciudad. ¿Cómo integrar estas dos realidades?. La respuesta de muchos urbanistas es la misma: caterpillar y a otra cosa mariposa.

Cada modo de producción histórico, crea una formación socioespacial diferente. Esta formación socioespacial se refleja en el paisaje, que es transformado por la acción de humana. Para su análisis es elemental la noción de escala temporal a largo plazo, para poder interpretar los procesos sociales amplios.
Describir, analizar, comprender e intentar dar respuesta a las crisis sociales y espaciales, forma parte del trabajo de un geógrafo marxista, puesto que las tesis marxistas dicen que el objetivo de los filósofos (y de los geógrafos) es transformar el mundo.
El peso de la filosofía marxista es evidente en estos geógrafos radicales, no sólo de las obras de Marx, sino las de Engels, y su análisis urbano y de la vivienda. También han sido influyentes  Antonio Gramsci, o Louis Althusser.

William Bunge durante las expediciones de finales de los sesenta y comienzos de los setenta: el Gueto de Fitzgerald (Detroit) visto y vivido desde dentro. Al final acabó trabajando de taxista. Hoy Detroit es una ciudad muy parecida al panorama reflejado en la película Robocop. Parece que su análisis no estaba tan descaminado.
Los temas de estudio son variados, aunque es clara la importancia de la geografía social: pobreza, injusticia, marginación de las minorías, crisis ambiental, la cuestión de género, segregación social y espacial en la ciudad (guetos), etc.

La geografía marxista propone atacar la revolución neopositivista teorética y cuantitativa, no con una contrarrevolución, sino con una Revolución de Octubre, que introduzca los problemas sociales en los esfuerzos del investigador. La noción de producción social del espacio es primordial, ya que permite articular el estudio del espacio y sus relaciones con la estructura social que lo forma.
Pobreza y desigualdad en los países desarrollados. Hoy, más que nunca se hacen patentes.
La metodología marxista aplica el materialismo dialéctico a la cuestión del espacio, planteando los estudios sociales como centrales. Esto acerca la geografía a otras ciencias sociales, y abre un debate interdisciplinar que llevó a que muchos geógrafos abandonasen la tradición ombliguista para a incorporarse a foros de discusión científica, compartir conceptos, justificar resultados. La geografía radical ennobleció una ciencia que, en muchos casos no era apreciada por el resto de la comunidad científica.
La geografía marxista aporta un sólido fundamento teórico, sacudiendo los viejos postulados vidalianos de la región, removiendo el determinismo físico, y creando una nueva plataforma con la que analizar los actuales problemas ambientales.


Un mundo en el que la mayor parte de sus habitantes pasan hambre frente a un mundo en el que la comida se tira a la basura.



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