viernes, 27 de enero de 2012

Otra vez la sequía


En este año 2012, la región del Sahel, nuestros vecinos del continente africano, se encuentra de nuevo con altas probabilidades de tener que enfrentarse a una grave crisis alimentaria que podría poner en riesgo vidas y los medios de subsistencia como ya pasó en las últimas crisis alimentarias de 2005, 2008 y 2010, que afectaron a más de 10 millones de personas. 

África tiene múltiples dificultades con el agua, pero quizás las más graves son las cuestiones relacionadas con la pérdida de agua en las grandes cuencas hidrográficas como el Níger, el Nilo y el Lago Chad. 

El Lago Chad merma año tras año, debido al calentamiento global
la escasez de agua y la sobreexplotación de los acuíferos.

La voluntad política y las inversiones internacionales, pueden ayudar a proporcionar agua a millones de pequeños campesinos que luchan por conseguir alimentos suficientes para comer. Hay que apoyar iniciativas locales que impliquen directamente a estas comunidades de campesinos para almacenar el agua de lluvia, utilizando el agua de una forma más eficaz y preservando los recursos hídricos para años siguientes. Estas personas no tienen acceso a un mínimo de 20-50 litros diarios necesarios para cubrir sus necesidades básicas, y, por supuesto, carecen de agua suficiente para tener sistemas de saneamiento adecuados. 

Trabajos de aprovechamiento de la humedad del suelo, mediante
caballones, bancales y mulching de paja.


Diferentes agencias y ONG’s han implementado iniciativas concretas para cambiar la situación de la falta de agua, como AECID, FAO, Intermón, Oxfam, Acción Contra el Hambre, o Caritas Internationalis. 

Unas y otras convienen en que el sector agrícola debe asumir su responsabilidad para evitar la escasez de agua, encontrando maneras más efectivas para regar las tierras agrícolas usando menos agua. Producir alimentos suficientes es fundamental en la lucha contra el hambre y para mejorar las condiciones de vida, pero la agricultura consume casi el 70 % del agua dulce y hasta un 95 % en algunos países en desarrollo. 

Los gueltas son depósitos de agua de lluvia que se producen en los fondos
de los wadis tras las lluvias y que se pueden mantener todo el año.
Son aprovechados por los pastores nómadas para abrevar a sus ganados.

Para hacer frente a la escasez, incluso cuando aumenta la demanda de alimentos, hay que producir más comida con menos agua, protegiendo la salud de los ríos y lagos, preservando los bosques y optimizando el riego de los cultivos y la cría de ganado. 

Hay que actuar a escala local y regional, apoyando proyectos de regadío de escala local, a corto plazo y en cada aldea, con métodos sencillos, baratos y eficaces, en relación al coste que cada campesino pueda asumir para regar sus campos. En estas zonas de lluvias irregulares también es importante apoyar sistemas comunitarios para la recogida y almacenamiento del agua de lluvia. 

Huertos familiares en algunas aldeas del Sahel que son regados con sistemas
de goteo y suministran hortalizas a la familia.

Aunque es urgente ayudar a la gente a recuperarse de una sequía o crisis alimentaria, proporcionándoles semillas, abonos, ganado y regadíos, el objetivo final es romper con la dinámica de auxilio y socorro “in extremis”, ejecutando programas posibles y sostenibles a largo plazo, pero para lograrlo hay que cambiar las políticas de cooperación regionales, mejorando la gestión de los recursos y superando las barreras nacionales. 


Solucionar la escasez de agua no solamente tiene que ver con la mejora agraria, sino con el uso sensato del medio ambiente local, la lucha contra el calentamiento global, el establecimiento de precios justos para el agua, el reparto equitativo del agua para la agricultura, el turismo, la industria y el consumo doméstico. 


Pozos profundos que se llenan con agua de lluvia, bien mediante alcogidas
artificiales, bien mediante suministro freático. Suelen mantener el agua todo
el año, incluso en los momentos de sequía.



jueves, 19 de enero de 2012

Barrancos del Sur de Tenerife.

Cabecera del Barranco del Infierno (Barranco del Tragatrapo),
sobre Ifonche. Al fondo la Pica de Imoque y Los Roques
de Los Brezos. Primavera de 2000.

Barranco de Tajo, Arico, cauce abajo de donde de encuentran los Lavaderos. En los años de
muchas lluvias es posible ver rezumes y charcos en estos lugares, por lo general secos.
Verano de 2002.

Cauce medio-alto del Barranco de Añavingo, poco después del Nicho de San Agustín.
En estas paredes verticales se refugian numerosos endemismos locales.
Otoño de 1996.

Cauce del Barranco de Añavingo desde la Chapa del Drago. Se puede ver el sifón de
Amance. En esta zona aparecen arboles de la laurisilva como el palo blanco, el madroño, follao, acebiño
o hayas, pero también del piso termófilo, como la sabina.
Primavera de 2001.

Profundo cañón del Barranco del Río, a su paso por la Carretera General del Sur.
Invierno de 2004.

Barranco del Charcón, cerca de la Montaña de Ifara, en Granadilla.
Este pequeño barranquillo era rico en eres y charcos que aprovechaban los del
lugar para abrevar el ganado y obtener agua en la aridez del Sur de Tenerife.
Otoño de 1999.

lunes, 9 de enero de 2012

Enseñar geografía




Uno de los mayores desafíos que enfrenta la sociedad española de principios del siglo XXI se refiere a la educación. La necesidad de mejorar las habilidades de la fuerza laboral para afrontar los retos de la ciudadanía democrática que evoluciona muy rápido en un mundo cada vez más complejo, presenta enormes desafíos educativos 

Las jóvenes generaciones de estudiantes deben ser una prioridad de
la enseñanza y didáctica de la geografía.

¿Qué necesitan saber los ciudadanos del mañana para funcionar eficazmente en un mundo caracterizado por una economía globalizada y circunstancias locales cambiantes e interdependientes? 

¿Cuál debe ser el tipo de escuela que enseñe a unos estudiantes que están abocados a tener diferentes tipos de puestos de trabajo durante el curso de sus vidas? 

Las modernas técnicas de recogida de datos y análisis de los mismos han facilitado el trabajo de los geógrafos en el campo y en el gabinete.

¿Qué experiencias educativas pueden motivar y promover el enriquecimiento y la formación personal, colectiva y social en la era de la televisión, internet, las telecomunicaciones, los smart phones, los ordenadores y la supermovilidad? 

Está claro que la geografía debe ser parte de cualquier esfuerzo serio para enfrentar los desafíos educativos implícitos en estas cuestiones. Los estudiantes necesitan estar expuestos a ideas y perspectivas que atraviesen la línea divisoria entre lo físico y lo humano; que tomen en cuenta la evolución del espacio; de las influencias de los  lugares; que centren la atención en el posible determinismo de los territorios locales sobre el saber y las actividades de sus habitantes, y que fomenten un aprecio por la diversidad de pueblos y paisajes que componen la superficie de la Tierra. 

Este fue mi primer atlas. Con él aprendí cuestiones básicas que me ayudaron durante todo mi recorrido formativo.
La geografía no es un lujo en los programas de estudios. Por el contrario, es un componente necesario de cualquier iniciativa de reforma a fin de preparar a los estudiantes para los retos del siglo XXI. Debe seguir presente en los programas escolares, reflejando un creciente reconocimiento de que la comprensión de las cuestiones territoriales y ambientales es esencial para que los estudiantes de hoy puedan moverse con eficacia en el mundo del mañana. 

La geografía es una materia esencial, pero no sólo por el conocimiento geográfico “per se” (que considero fundamental, para nuestros actos cotidianos, como viajar, hacer turismo, entender un mapa, presentar una reclamación catastral etc.) sino porque la enseñanza de la geografía es un vehículo para aumentar la atención en el aula de los temas contemporáneos y para integrar objetivos de aprendizaje y competencias asociadas a otras materias básicas (las matemáticas, la biología, la química, la física, la historia, el arte). 

Moderno sistema de información geográfico. Nada que ver con los mapas desplegados en el suelo de la primera fotografía expuesta más arriba.

Habría que trabajar en asentar una serie de cuestiones, tanto desde la Academia, como desde el Colegio de Geógrafos o desde otras asociaciones profesionales, para lograr los objetivos de enseñanza y didáctica de la geografía que mejoren la formación de la misma en primaria, secundaria y bachillerato. 

  • Prestar mayor atención a la investigación, que debe tener en cuenta ciertas cuestiones básicas metodológicas y conceptuales de la geografía que sean especialmente relevantes para las inquietudes y necesidades sociales (cambio climático, crisis ambiental, geografía del paro y del empleo, industrialización, nuevas tendencias en agricultura, urbanismo). 
  • Priorizar e impulsar proyectos transversales que tengan como denominador común los asuntos territoriales.

  • Investigar en la mejora de los procesos de comprensión de la alfabetización geográfica, la mejora de la didáctica, el saber sobre la resolución de problemas y el papel de la información geográfica en la educación, incluyendo las estrategias de aprendizaje interactivo y espacial de sistemas de información geográfico que sirvan de soporte a la toma de decisiones. 
  • Normalizar la enseñanza de la geografía para mejorar los resultados académicos en las escuelas, examinando periódicamente los resultados para identificar los temas que deben ser consolidados y asentar la base del conocimiento de la geografía actual (reciclaje y formación continua de los formadores). 



  • Mejorar las competencias geográficas de la población general, en especial de miembros de grupos de interés en todos los niveles. 
  • Fortalecer los vínculos entre la geografía académica y los usuarios de sus investigaciones. La geografía debe ser percibida como una “ciencia útil”.