domingo, 27 de septiembre de 2009

El Suroeste de Santa Cruz



El Distrito Suroeste de Santa Cruz de Tenerife es una zona realmente diversa y compleja. Con una extensión de 14,5 kilómetros cuadrados, comprende los distritos 11 (Añaza, Barranco Grande, El Sobradillo y Tincer) y 12 (Alisios, El Chorrillo, Llano del Moro, Santa María del Mar y El Tablero) del Municipio de Santa Cruz de Tenerife. Con una población de 43.523 habitantes en 2007, es uno de los sectores de la capital con más dinamismo demográfico en los últimos años.

Sin embargo, las diferencias entre los barrios se dejan sentir en una primera visita de campo. Hay barrios totalmente nuevos, que crecen sobre eriales o antiguos terrenos de cultivo, y barrios consolidados, que conformaban núcleos de población tradicionales y de vocación agrícola, pero que se ven sometidos a tensiones derivadas del afán constructor que nos ha llevado de la mano los últimos años.

Actualmente, la zona es sometida a numerosas actuaciones por parte de la administración. Colocada en la salida hacia el Sur de la isla del área metropolitana, y en la encrucijada entre los tres municipios de Santa Cruz, La Laguna y El Rosario, está destinada a albergar importantes infraestructuras e intervenciones en materia de vivienda y equipamientos.
Para entender el crecimiento y la absorción de estos núcleos rurales por parte del “Gran Santa Cruz” que ya pregonaban los concejales del Movimiento Nacional en 1959, hay que explorar gran cantidad de factores, desde la superpoblación inherente a las sociedades agrícolas canarias, a la tendencia a la macrocefalia de nuestras capitales.

En una primera fase de expansión urbana, tras la Guerra Civil, los núcleos de población de la zona de Taco surgieron desde santa Cruz en dirección sur, siguiendo el eje de la carretera de El Rosario. El sector creció desde 1945 a comienzos de los cincuenta un 253,5 por cien. Estaba claro que se necesitaba una ordenación y un planeamiento, pero no fue así. Los Planes Generales de Ordenación Urbana de Santa Cruz y de La Laguna en los años cincuenta no aportaron soluciones para la periferia, ya que entendían la orientación del crecimiento a través de la delimitación de usos. Las directrices para estos barrios se caracterizaron por la falta de realismo con que se abordó su crecimiento. Los planificadores eran conscientes del problema que planteaban los barrios espontáneos, pero la opción fue típicamente burguesa.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Resistencia

Varsovia, 1939.


Se conmemora en estos días el 70 aniversario del comienzo de la II Guerra Mundial. Este primer mes de guerra estuvo marcado por la valiente resistencia del ejército polaco frente a los invasores nazis y soviéticos, que terminó con la partición del país en dos sectores que fueron reabsorbidos por el Reich alemán tras la operación Barbarroja en 1941.
Tras la caída de Polonia, unos 100.000 combatientes polacos escaparon a Rumanía, Hungría y los estados bálticos. Una tercera parte llegaron a Francia donde se enrolaron en el ejército francés y combatieron en la Batalla de Francia, y tras la rendición de París, unos veinte mil pasaron el Canal de La Mancha y el Mediterráneo, donde formaron el germen del nuevo ejército polaco. Combatieron en Normandía, cerrando la brecha de Falaise, capturaron Monte Cassino en 1942, entraron en París con Leclerc y participaron en cientos de combates y escaramuzas.
Otra parte importante de la lucha polaca fue la organización de un frente partisano, como resistencia frente a la feroz represión alemana, que se terminó unificando en el Ejercito Territorial (Armia Krajowa), que llegó a contar con 400.000 miembros.

Los partisanos polacos se hicieron famosos por sus arriesgadas y misiones y fatales encuentros armados contra policías del Reich y miembros de la Gestapo, atacando también puestos fronterizos y numerosas misiones de sabotaje.
Informaron a los aliados sobre datos técnicos y logísticos de las bombas volantes V1 y los cohetes balísticos V2.
Ya, en el final de la guerra, contribuyeron a la rebelión de Wilno, Lwow y el levantamiento de Warszawa .
No podemos olvidar aquí a resistencia judía polaca, cuyo hecho más destacable fue la sublevación de la primavera de 1943 en el ghetto de Warszawa (con la colaboración del Armia Krajowa en armas y con apoyo táctico y logístico), pero también las rebeliones de los campos de exterminio de Sobibor,Treblinka o Auszwitch (por supuesto, unidos a judíos de otros paises).

jueves, 10 de septiembre de 2009

Ciudad vanidosa frente a ciudad sensata.

Techo verde del Ayuntamiento de Chicago.


Por motivos de trabajo, me he "gozado" la Ciudad de Santa Cruz todo el verano. Como he tenido que moverme por diferentes lugares de la misma, y, por culpa de la recuperación de los precios de la gasolina y de que, según muchos, pertenezco a la cofradía de la "Virgen del Puño Cerrado", muchos de los desplazamientos los he hecho caminando (también porque es bueno para el medio ambiente, para la salud cardiovascular y porque hay que intentar equilibrar el balance calórico de nuestros organismos).

Santa Cruz es una ciudad agobiante, terrible para caminar por ella. La sombra brilla por su ausencia, y el afán de la reforma urbana obliga al peatón a una jinkama neurótica entre aceras estrechas (y muy sucias), pasajes imposibles entre vallas y montones de escombros. En las Ramblas he aprendido a hacer slalom buscando el fresco de los árboles y huyendo del tórrido sol que quema el asfalto. En las calles del Barrio de Salamanca debes acostumbrarte a esquivar contenedores de basura apoyados contra las aceras, rebosando y chorreando de todo tipo de lixiviados tóxicos.
Pensaba que eso era una cuestión exclusiva de esta ciudad atlántica, pero he encontrado estos dos artículos en los que se cuenta lo mismo de otras ciudad españolas: La epidemia de palurdismo... y Desolación de Volver.
Una de las coincidencias que poseen estas ciudades es que todas tienen un alcalde que lleva un montón de años al frente del grupo de gobierno (para mí, más de cuatro años son un montón), y al parecer, se creen la reencarnación de Tutmosis III. Todos han resucitado al Le Corbusier más psicótico y sólo creen en grandes edificios emblemáticos, de muchas plantas, que rasquen el cielo con sus antenas y en avenidas abarrotadas de coches...el peatón, el guaguero, el ciclista debe sobrevivir a duras penas en ciudades tristes, sin chispa, cenicientas y uniformes.

Lo que me llena de confusión es que hay ciudades (de las de verdad, de las de más de un millón de habitantes) que apuestan firmemente por buscar una ciudad confortable de manera sostenible a lo largo de todo año y por buscar disminuir el gasto de recursos naturales y energía.


Una de ellas es Chicago. En los últimos años ha hecho un esfuerzo por crear carriles bicis, plantar miles de árboles, reciclar el agua de lluvia para regar y se ha invertido en personal y en medios para mantener todo esto funcionando.

Aquí, en los momentos de expansión, nos gastamos los dineros en edificios emblemáticos que tienen una utilidad cuestionable, como poco (Auditorio de Tenerife), o en convertir espacios con un gran simbolismo e importancia en lagos artificiales, que no sabemos gestionar, (Plaza de España) y que se llenan de aguas sucias y malolientes. Eso, sin hablar del dinero que hemos gastado en los sistemas ferroviarios (línea 2 del tranvía) o de espacios públicos que hemos dejado en el abandono (parque marítimo).

Ahora, cuando todo el mundo dice que no hay parné, nos los tenemos que comer, y sin papas, porque están muy caras.
Ni de hablar ya de los aires acondicionados a toda marcha que se encuentran en muchos organismos oficiales, o de lo mal que lo han pasado los funcionarios de justicia en la Audiencia Provincial, o los defectos de diseño del Edificio Usos Múltiples II (he tenido la ocasión de comprobar que existen oficinas públicas que necesitan del aire, incluso en los más crudo del crudo invierno, porque están colocados al lado de las salas de redes telefónicas, que generan demasiado calor. Ese diseñador de interiores se sacó el curso en una tómbola).
No creo que nadie de los que tienen la capacidad para dar un viraje al rumbo de esta nave (que, en mi modesta opinión, va rumbo al marisco) lea esto, pero de todos modos, les dejo un vínculo a la pagina del Chicago Center for Green Technology.



martes, 8 de septiembre de 2009

Sobre paisajes y paisanos: addenda.



La Geografía Física seguidora de los planteamientos de Troll, Rougerie, Bertrand, Sochava, Martinez de Pisón, María de Bolós, Pérez Chacón, Yanes Luque lleva muchos años provocando una reflexión epistemológica en las ciencias de la tierra, que se enfrentan desde los años 60 del siglo XX a la crisis medioambiental, la búsqueda del desarrollo sostenible real y a la necesidad de ordenación del territorio, siempre desde la óptica geográfica. Hace ya algunos años manejan con acertada puntería cuatro conceptos revolucionarios: el geosistema, el territorio, el paisaje y el sistema GTP (Geosistema-Territorio-Paisaje). Todo ello desde una visión holística e integradora.

El geosistema parte de un planteamiento naturalista y evoluciona introduciendo caracteres antropicos. Al mismo tiempo se revisan el territorio y el paisaje para introducir las dimensiones socio-económica y cultural en el análisis del medio ambiente. Por fin se diseña el sistema GTP, que acentúa el carácter complejo del medio geográfico y la imposibilidad de limitarse en su estudio a un solo modelo.


La ciencia del paisaje le ha devuelto a la geografía su sello integrador (que algunos matan por la obsesión por el análisis, por los compartimentos estancos y por el reduccionismo).
Por tanto, se ha diseñado un concepto en tres dimensiones, el GTP, es decir Geosistema ("dimensión antrópica de un concepto naturalista"), Territorio ("dimensión naturalista de un concepto social"), Paisaje ("dimensión cultural de la naturaleza").



Paisaje agrario de invernaderos.

Estos estudios deben ser siempre interdisciplinarios: en el estudio del territorio (presentándose éste como medio ambiente artificializado), que tiene una dimensión social, espacial, antrópica, histórica y patrimonial, y debiendo entender que los conjuntos crean grandes subconjuntos que se unen, intersectan, se parten, se diferencian y se complementan. No se puede estudiar el territorio sin prestar atención a sus aspectos naturales.


Otro campo cada vez más necesario es el estudio de las relaciones históricas entre la sociedad y naturaleza (arqueología del paisaje) que se concretan en el paisaje, entendido como expresión del trabajo de la sociedad humana sobre la naturaleza, a la vez con y contra esta.


Resumiendo:

  • El Geosistema es un concepto (noción y método) naturalista que trata el medio ambiente como fuente, y que permite analizar la estructura y el funcionamiento biofísico de un espacio geográfico tal como funciona actualmente, es decir, con su grado de antropización.
  • El Territorio trata el espacio geográfico como recurso y se basa sobre los procesos de transformar el medio ambiente en un artificio. Este concepto permite analizar las repercusiones de la organización y de funcionamiento social y económico sobre el espacio considerado.
  • El Paisaje es el input socio-cultural en el sistema ambiental, que proviene de la conversión del medio ambiente en un recurso, mediante el acto de la percepción o del uso directo y se basa en criterios estéticos y artísticos.
Paisaje agrario de terrazas en Indonesia.

Sobre paisajes y paisanos I




Leo en el blog ensalada de espacio y tiempos esta afirmación, que me remite al blog de Juan Freire:


Los paisajes se construyen con nuestras experiencias y existen solo desde nuestra subjetividad. De este modo, los paisajes, por muy reales que parezcan, son siempre inexistentes.


Para comprender bien y analizar mejor el paisaje, tanto su significante, como su significado, debemos llegar a una definición lo más abierta posible, puesto que es un término que nos debe permitir recurrir a él en numerosas ocasiones.

Muchos geógrafos opinan que el paisaje, es un producto condicionado por numerosas intervenciones, fenómenos y factores.
Otros investigadores (los más), que provienen en su mayor parte de otras disciplinas, insisten en que el paisaje es porque es percibido y es como es percibido por los individuos y por las sociedades humanas, lo que nos conduce a veces a un reduccionismo estético.
Una corriente ecléctica y equidistante de las anteriores se interesa del uso que se hace de los paisajes, tanto los usos existentes, como los usos potenciales e idóneos (buscan la lógica del paisaje).
Otros se interesan de la manera en que los objetos producidos, dispuestos en el espacio, forman imágenes potencialmente perceptibles, un paisaje visible.

Color, textura, grano, forma, tamaño, orientación, tono.




Por supuesto que muchos estudiosos del paisaje se encargan de tocar varios de los temas expuestos anteriormente, planteando la dominancia de cada una de las categorías anteriores en paisajes diferentes, introduciendo conceptos como tipo de sociedad, población y momento histórico.
Resumiendo:
  • El paisaje es un producto social
  • El paisaje es una realidad formal y visible.
  • El paisaje es lo que es percibido
  • El paisaje es un sistema que depende de sus usos y del orden de esos usos.
Todos estos conceptos tienen algo en común: se desarrollan en una porción del territorio, mayor o menor, por lo que el paisaje es geográfico. Todos los paisajes se sitúan sobre la superficie terrestre, y varían según varíe la escala de análisis.
Por lo tanto, también es el resultado de la interacción de todos los elementos que coexisten en la citada superficie terrestre.

Los paisajes evolucionan con el tiempo. Son dinámicos y cambiantes, y las variaciones pueden afectar a todo el conjunto o a alguno de sus componentes, por lo que no debemos olvidar jamás el análisis de la variable temporal e histórica de un paisaje.
La aprehensión de los paisajes privilegia uno de los cinco sentidos: la vista. Ya se trate del Pico del Teide, del panorama del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, observado desde Los Campitos o del Valle de La Orotava, desde la Carretera General, nuestro primer acercamiento es visual.
Sin embargo, los otros sentidos pueden participar también en su aprehensión. Los sonidos del viento y del viento en las copas de los pinos en los altos de Vilaflor, lejos de las carreteras, el murmullo urbano de los barrios periféricos de La Laguna desde el Mirador de Jardina, nos muestran diferentes paisajes auditivos.
Sentémonos una mañana calurosa de verano en el borde de cualquier camino de ascenso a la cumbre y notemos el perfume de la resina de los pinos, el peculiar olor de los juaguarzos y el interesante aroma de las flores de los castañeros.
El tacto y el gusto en una isla como Tenerife se deja sentir en el frío intenso del aguanieve cayendo sobre nosotros en la Cumbre de Izaña o sentir las brumas del alisio humedeciendo la piel en Taborno nos ayudan a asentar nuestro conocimiento del paisaje y la interacción de los diferentes elementos.

¿Paisajes estables?

Los acercamientos a los paisajes, ya sean con una base científica o, simplemente especulativa, nos llevan a preguntarnos sobre la relevancia de la información que somos capaces de procesar: componentes, espacio físico soporte, factores externos...pero también sobre los sujetos que lo observan, que lo perciben, que lo construyen (o destruyen), y que, demasiadas veces, lo mitifican y lo transforman en un suceso maravilloso.
Muchos pedagogos y algunos métodos didácticos se basan en la "lectura" del paisaje, pero implica demasiada subjetividad, con los errores que pueden traer aparejados.
El paisaje es un totalizador histórico, y cambia según los grupos sociales que lo habitan y el tiempo que les ha tocado vivir.
Su apariencia depende de las combinaciones diversas de elementos y de factores que se disponen en todo el planeta. Es producto de fuerzas complejas que evolucionan continuamente y dependen de la acción del medio natural y del medio humano. Cualquier cambio en la relación entre factores y elementos produce un cambio en el paisaje.

Sin embargo, el paisaje no se entiende hasta que es percibido desde puntos de vista diferentes: arte, arquitectura, urbanismo, geografía, pero también por las personas que viven en el y que lo usan.
Llegamos, por fin a una conclusión que no pretende cerrar el discurso y sus posibles añadidos y enmiendas: el paisaje es polisémico, plural y múltiple, y se presenta en una amplia gama de aspectos.

Mina a cielo abierto.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Agua en el Sur de Tenerife.



La percepción que tenemos las personas sobre el agua cambia de forma significativa según el espacio en el que nos encontramos y según el territorio del que procedemos.
Evidentemente, no es lo mismo vivir en Bergen (donde llueve prácticamente todo el año), que vivir en los campamentos de refugiados saharauis en Argelia.

El Sur de Tenerife, si exceptuamos la Ciudad Turística y su hinterland compuesto preferentemente de ciudades satélite-dormitorio, sigue siendo un territorio ignoto, pero apasionante.

La gente del sur hemos identificado tradicionalmente los escasos lugares donde había una fuente con agua y los hemos convertido en puntos de referencia, lugares de reunión, incluso a algunos de ellos los hemos sacralizado, como es el caso de Añavingo, en Arafo, o de los Lavaderos de Tajo, en Arico (el primero vinculado al prodigio de San Agustín, que hizo manar las aguas tras años de sequía y pérdida de los manantiales, y el segundo a la Vírgen de Tajo).

Pero hay muchos más : la Fuente de Tamaide en San Miguel, los Charcos de Cataño en Agache, la Ermita del Hermano Pedro en El Hoyo, el Eres del Hermano Pedro en El Médano, la Fuente Benítez, el Barranco del Infierno, el Barranco del Natero...todos ellos tienen una comunidad que ha vivido cerca de estos manaderos de agua, y, que en muchas ocasiones, tiene su razón de ser gracias a estos aportes hídricos.

El 1 de septiembre empezó el año agrícola. Esperemos que sea pródigo en aguas, y esperemos aun más que sepamos aprovechar con sentido común este escaso bien de todos.






miércoles, 2 de septiembre de 2009

El Buen Salvaje

Mapa del creciente fértil, donde se iniciaron las grandes civilizaciones de la Historia, debido sobre todo a los avances agrícolas.

Hace algunos años que no hago trabajos sobre asuntos agrarios, aunque al comienzo de mi vida académica y primeros tiempos como licenciado fueron temas que me apasionaron.
Hace poco he tenido conocimiento de un artículo aparecido en Quaternary Science Reviews, donde William Ruddiman (Universidad de Virginia) y Erle Ellis (Universidad de Maryland-Baltimore) plantean la hipótesis de que las sociedades humanas comenzaron a tener influencia sobre el clima hace miles de años, debido a los métodos primigenios de cultivo, basados en la tala y la roza y quema de bosques, como estrategia de una humanidad que abandonaba poco a poco la caza, pesca y recolección, debido a la necesidad de satisfacer la demanda de alimentos de una población creciente. Para ello se han investigado trabajos procedentes de la arqueología, antropología, dinámica de la población y climatología.
La agricultura itinerante que utilizaba el fuego como herramienta para transformar bosques, malezas y prados en un terrazgo enriquecido por las cenizas, susceptible de ser cultivado, consumía grandes cantidades de terreno y generaba importantes emisiones de dióxido de carbono. Los resultados obtenidos con este tipo de agricultura son exiguos y los suelos se agotan con facilidad, por lo que las sociedades primitivas, levantaban los poblados y se dirigían a otro sector, donde se repetía el proceso.
Evidentemente hemos recorrido un largo camino desde entonces, y a nadie se le escapa que la Revolución Agraria del siglo XVIII, con los sistemas de rotaciones de cultivo a tres, cuatro y hasta cinco hojas, (que supusieron el abandono del barbecho), permitió el despegue demográfico de la Humanidad, que no ha parado hasta hoy. Por supuesto, la Revolución Verde ha tenido mucho que decir en todo esto, con la llegada del uso (y abuso) de los fertilizantes de síntesis y de los biocidas masivos.
Canarias es un ejemplo de esto. La concentración de actividades agrícolas bajo plástico en las costas, propició el abandono de grandes zonas de cultivo marginales, sobre todo en los altos y cumbres de las islas, que, poco a poco, han sido recolonizadas por la vegetación potencial, sobre todo el pinar, y permite mantener una población en las islas muy superior a la de finales del S. XIX, durante la crisis finisecular que impulsó "el hambre de la tierra". También es verdad, que la mayor parte de los alimentos los importamos y que somos dependientes del comercio mundial de los mismos.
Todo ello ha sido gracias al uso masivo de combustibles fósiles, que permiten la generalización de la electricidad, el abaratamiento de los transportes, la diversificación económica sobre los sectores secundarios (industrias, cosntrucción) y terciarios (servicios, turismo), que a su vez han provocado un aumento de los gases de invernadero que están conduciendo al cambio climático.
De todos modos, estos estudios no son nada nuevo. Sin salir de Canrias, citaré dos artículos:

  • ¿Influyó la ganadería de los mahos en el deterioro paleoambiental de la isla de Lanzarote? de Constantino Criado Hernández y Pablo Atoche Peña (Tenique: revista de cultura popular canaria, ISSN 1139-2053, Nº. 6, 2004 , pags. 137-157)

  • Sobre la posibilidad de morfodinámica inducida por la población prehispánica en la isla de Gran Canaria, de Alex Hansen Machín y Constantino Criado (Tabona: Revista de prehistoria y de arqueología, ISSN 0213-2818, Nº. 11, 2002 , pags. 87-94).
Ambos artículos nos pueden ayudar a alejar el concepto de "buen salvaje" que todavía poseen muchos activistas y estudiosos canarios y pensar que también las poblaciones aborígenes tuvieron algo que decir en el deterioro ambiental del Archipiélago.