lunes, 14 de diciembre de 2015

Sahara Occidental. Breve repaso histórico.



El Sáhara Occidental como un territorio distinto con su identidad propia surgió de una larga historia de implicación española en la zona.

Durante siglos, desde el momento del redescubrimiento y Conquista de de Canarias, los Reinos de castilla y Aragón, habían mostrado interés en el noroeste de África, aunque a lo largo del Costa atlántica, los españoles hicieron pocos progresos más allá de exploraciones ocasionales y otras actividades limitadas, como la casi mítica fundación de Santa Cruz de la Mar Pequeña.

La fortaleza de Santa Cruz de la Mar Pequeña fue construida en la Costa Africana, frente a Fuerteventura, por primera vez en 1476 a iniciativa de Diego de Herrera, uno de los conquistadores de las Canarias. En 1499, cinco tribus que habitaban el valle del río Draa: Tagas, Tagamart, Ufram, Taman arit y Aulaxamar, (que los castellanos incluían en un reino llamado Bútata), se declaran vasallos de los Reyes Católicos. 


Sello de correos español con temática del Sahara.


En 1500 inician la construcción de nuevas fortalezas en Cabo Bojador, la desembocadura del río Asaka y Cabo Nun, (desembocadura del Draa) pero el proyecto no fructifica. Santa Cruz de la Mar Pequeña es ocupada por tabores de los Jerifes Saaditas en 1524 y el resto de los asentamientos y factorías son paulatinamente abandonados. A finales del siglo XVI la presencia española en la costa occidental del Sahara había desaparecido.

Sin embargo, en la Conferencia de Berlín 1884-1885, España afirmó su derecho a una gran franja de territorio que se extendía hacia el interior desde la costa.
Se basa su reclamación en la pequeña empresa comercial española en Dakhla (llamada luego Villa Cisneros), que era una consecuencia de las instalaciones establecidas varios años antes al apoyo las operaciones de pesca de las Islas Canarias.
El territorio del Sáhara Occidental no fue controlado efectivamente por España hasta la década de 1930.


Se hicieron comunes las postales con motivos típicos del territorio saharaui, ampliamente difundidas debido a los españoles que vivían y trabajaban en el Sahara.

Con una superficie de 266.000 kilómetros cuadrados a lo largo de una larga sección de la costa occidental atlántica del desierto del Sahara, tiene fronteras con Mauritania, Argelia y Marruecos. El archipiélago de las Islas Canarias se encuentra a sólo 100 km de la frontera norte del Sahara Occidental.
A diferencia de la mayor parte del desierto del Sahara, esta zona costera no está totalmente cubierta por arena. En el norte, la Saqiyah al-Hamra está surcada por profundos barrancos y el Guelta Zemmur está en una zona de colinas con un relieve en cuesta, llenas de cuevas y oquedades.

Las características geográficas de la parte norte del Sáhara Occidental han facilitado los ataques de la guerrilla contra las fuerzas militares de ocupación, proporcionando cobertura a los movimientos insurgentes y a las pequeñas y dispersas bases de apoyo. También en el norte, las montañas Uarkziz, en Argelia han proporcionado oportunidades similares de ocultamiento y camuflaje.
La costa del Sáhara Occidental es áspera y acantilada; hay puertos en Dakhla, La Güera, Bojador, y Marsa-Puerto El Aaiún, aunque hay poca tradición de pesca entre los principales grupos de saharauis.


Ruinas de La Guera, pequeña ciudad pesquera situada cerca de Noadhiboum, Mauritania, ocupada primero por los mauritanos y luego por los marroquíes. Hoy se encuentra abandonada.


Históricamente, los pescadores en las aguas de la costa sur del Sahara provenían de las Islas Canarias (se llegó a llamar Banco Canario-Sahariano).
A pesar de que no son tan favorables a las actividades de la guerrilla, la superficie de la región sureña de Río de Oro, dispersamente poblada, es tan vasta que han demostrado ser de difícil control para las fuerzas gubernamentales, ya sea francés, español, mauritano o marroquí, incluso utilizando las fuerzas aéreas.
En 1912, Francia y España acordaron las fronteras para sus posesiones africanas del noroeste. Los franceses tomaron Argelia y Mauritania y el control de la mayor parte del nuevo protectorado de Marruecos.
Las zonas españolas del protectorado marroquí eran una pequeña porción de territorio a lo largo del costa norte, que incluía las regiones del Rif y Yebala, tenía frontera con las ciudades de Ceuta y Melilla y las plazas de soberanía (que no pertenecían al territorio del protectorado ya que eran territorio español), y la zona sur, también conocida como Cabo Juby, en la actual provincia marroquí de Tarfaya, denominada Villa Bens por los españoles, lindando con la colonia española del Sahara Español al sur, y al norte con el protectorado francés, con el río Draa como frontera.


La Hamada.

Legalmente hablando, el protectorado de Marruecos no era una colonia, porque el sultán permaneció en el poder, donde Francia y España, administraban  Marruecos en nombre del sultán.
El Sahara español, era una colonia de pleno derecho de España. Bajo presión francesa, España ocupó el área de Sidi Ifni al norte de Tarfaya en 1934, mientras que los franceses se esforzaron por conectar las áreas clave en el sureste de Marruecos, con Argelia (Tindouf) y Mauritania (Zouerate). De esta manera, los franceses podrían rodear a los movimientos guerrilleros que los habían estado hostigando.

Después de la Segunda Guerra Mundial, España estableció una unidad administrativa colonial denominada África Occidental Española, que consistía en tres partes: Ifni, Saqiya Al Hamra y Río de Oro; aunque los dos últimos se denominaban simplemente Sahara Español o Río de Oro. 


Cuando Marruecos alcanzó la independencia en 1956, Madrid dudó en renunciar al África Occidental Española. Se crea el Ejército de la Liberación del Sur (ALS). Esta guerrilla saharaui, alentada y armada por grupos nacionalistas marroquíes cercanos al gobierno, comenzó a atacar los puestos de avanzada franceses en Argelia y Mauritania. Los militares españoles, carecían de fuerzas suficientes y claras instrucciones de Madrid, por lo que las bandas de guerrilleros se mueven a través del territorio español con sorprendente libertad y seguridad aunque los españoles proporcionan a los franceses información sobre sus movimientos.
En 1958, España y Francia coordinan la Operación Ecouvillon (en francés) u Operación Teide (en español) para aplastar la guerrilla. Esta intenta ponerse a salvo al norte del río Draa, es decir en territorio marroquí. El ejército marroquí impide la retirada de sus aliados, que son diezmados por las tropas europeas. De este momento data la profunda división entre dirigentes saharauis y marroquíes.


La labor de destrucción del patrimonio español tras la invasión de 1975 ha sido una constante en las autoridades de ocupación.


La Operación Huracán (o Teide), haciendo un amplio uso de paracaidistas y del ejército de tierras fuerzas francesas aeronavales eliminan a los grupos saharauis. La autoridad colonial española restablece el orden y desarma a los nómadas que se habían unido a las fuerzas del ALS.
En el Tratado de Angra de Cintra, (abril de 1958), España entrega a Marruecos la región de Cabo Juby, entre Villa Bens (Tarfaya) y Tiznit y se establece la frontera que actualmente limita el territorio saharaui en disputa. Es aquí donde se origina el nacionalismo saharaui moderno.
De hecho, muchos observadores españoles describen la entrega de esta zona, que era relativamente sedentaria y cierto carácter urbano, como una traición por parte de España a los residentes indígenas. Con la transferencia del territorio, los saharauis descubren que la administración marroquí podría ser más represiva que los españoles.
Al mismo tiempo se desata la Guerra de Ifni (1957-1958). Los españoles libran duros combates, pero finalmente se retiran a un perímetro de seguridad defensivo alrededor de la ciudad de Sidi Ifni.


Mapa del Sahara Español, realizado por los primeros exploradores españoles del territorio tras 1884.

La adopción de una estrategia militar defensiva provino en parte por el miedo del dictador español Francisco Franco (recordando sus experiencias en África del Norte décadas antes) a que los puestos avanzados españoles en el interior resultaran demasiado vulnerables y un sangría de tropas.




lunes, 30 de noviembre de 2015

Apuntes sobre la conquista de las Islas Canarias (III)




Tenerife, sin duda, fue la isla canaria que más resistió al invasor. Hay indicios en los registros históricos que incluso en las primeras etapas de Conquista de Canarias, se hicieron intentos para acceder a la isla mediante el comercio, en lugar de utilizar tácticas militares que tan nefastas consecuencias habían dado en La Palma o, incluso en La Gomera. 

En una táctica que pronto se repetirá una y otra vez a lo largo de la historia, a los indígenas se les ofreció alcohol (en forma de vino de Madeira y aguardiente o ron) y herramientas de hierro para ganar su cooperación. 

Esto no resultó demasiado eficaz, puesto que la isla se mantuvo independiente durante casi un siglo después de la llegada de los primeros europeos conquistadores, pero sí logró que los bandos del Sur, más sensibles al comercio, y muy castigados por las razzias para el secuestro de esclavos  adoptaran una postura de mayor colaboración.
El Bucio era un instrumento de comunicación utilizado por guanches y canarios hasta hace muy pocas décadas.
Sin embargo, estas mismas tácticas funcionaron de modo más efectivo para lograr colaboradores en África que facilitaron la trata de esclavos y, por supuesto, más tarde resultaron devastadoras para los amerindios. 

Está generalmente reconocido que la esclavitud no era aceptada por el pueblo  guanche, bravamente soberanos. Algunos autores apuntan que en las islas ya colonizadas, las masivas conversiones al cristianismo se hicieron para obtener la manumisión debido a que en 1435, el Papa Eugenio IV emitió la bula Sicut Dudum, donde ordenó liberar a todos los habitantes de las Islas Canarias que habían sido esclavizados por los portugueses y en 1462 Pío II declaró que la esclavitud de los neófitos (recientes conversos al cristianismo) era un gran crimen. Más tarde, Sixto V en 1476 excomulga a los que esclavizan neófitos.

Los Reyes Católicos reciben a Cristóbal Colón en Barcelona. Las islas Canarias jugarán un papel fundamental en las comunicaciones de las recién descubiertas tierras americanas con a metrópoli ibérica.
En 1492, los Reyes Católicos, terminan la Reconquista, expulsando al último rey musulmán de Granada. Luego se dedicaron a consolidar y extender su poder. 
Utilizaron la Inquisición para expulsar, eliminar o convertir a los judíos españoles, que dentro del panorama político y religioso de la época eran vistos por las autoridades como enemigos internos. Es a partir de la Edad Media cuando se empieza a popularizar la idea de que ser judío no sólo era un criterio religioso, sino también racial. Este concepto permite a la Inquisición perseguir también a los judíos conversos al cristianismo,  y a los gobiernos españoles plantear las leyes de limpieza de sangre.
Un siglo más tarde, esta doctrina también se utiliza para apresar esclavos africanos, aunque hubieran obtenido la liberación por el bautismo, saltándose así la bula Papal. 

La política exterior de los Reyes Católicos fue un constante intento por superar los éxitos imperiales de Enrique el Navegante, que había fomentado los viajes de João Gonçalves Zarco, Gonçalo Velho Cabral, Nuno Tristão, Diogo Gomes, propiciando la presencia portuguesa en el África Occidental y las islas atlánticas, excepto Canarias. Para ello financiaron los viajes de descubrimiento, incluyendo el de Cristóbal Colón en 1492.

Rosa de Vientos de la Fortaleza de Sagres, mandada a construir por Enrique el Navegante.
Por ello era crucial que las Islas Canarias estuviesen bajo el dominio de la Corona española, puesto que eran una base fundamental en el viaje de ida hacía las Indias Occidentales.
Superada la Conquista de La Palma, y con Gran Canaria firmemente pacificada, con todas las tierras y cautivos repartidos entre los antiguos soldados y mecenas de la Conquista, solamente quedaba una parte del pastel por obtener y repartir: Tenerife.

El tres de mayo de 1494, Alonso Fernández de Lugo desembarcó en la playa de Añaza, llegando desde Gran Canaria a la cabeza de un contingente de unos dos mil quinientos efectivos. Era una fuerza de invasión considerable, puesto que iban unos doscientos hombres a caballo. Dentro del contingente caminaban tropas nativas, canarios cristianizados procedentes de Gran Canaria. 

Alonso De Lugo, había realizado una intensa labor diplomática a través de los misioneros franciscanos del obispado canario de Telde, para que los cuatro menceyatos (más pobres, más castigados por el pillaje, menos poblados y con poblaciones más dispersas) del sur y del este (Anaga, Güímar, Abona y Adeje), no cruzaran armas con este formidable ejército de conquista.

Añaterve, mencey de Güímar durante la Conquista. Grupo escultórico de Jose Abad, Candelaria, 1994.
Bencomo, mencey de Taoro, al frente de los bandos del norte (Tegueste, Tacoronte, Taoro, Icoden y Daute), estaba dispuesto a luchar y nombró a Tinguaro, su hermanastro, lugarteniente. 
Alonso de Lugo, al frente de las tropas españolas, armadas con arcabuces, ballestas y caballería, y el mismo sentido de arrogancia que caracterizó los procesos de conquista del Nuevo Mundo, desde el propio Colón hasta Cortés, Pizarro, o Almagro, penetraba por la isla,
Mientras, los guanches, mediante bucios se avisaron de la entrada del ejército invasor, hasta el Barranco de Acentejo, la comarca que sirve de puerta al territorio de Taoro. 

Cruz que marca el supuesto lugar de desembarco de Alonso de Lugo en 1494 y fundación de la Ciudad de Santa Cruz.
En el fondo del barranco cayó el ejército en una emboscada de Tinguaro. Impedidos por el ganado robado que llevaban, y que los silbos de los guanches desde los riscos habían puesto en movimiento, fueron finalmente masacrados por los guerreros de refresco que acompañaban a Bencomo y que cierran la salida del barranco. La columna española fue tomada por sorpresa, bombardeada desde arriba por enormes rocas, y perdiendo el 80% de los conquistadores que murieron en cuestión de minutos.
Alonso de Lugo fue gravemente herido y se vio obligado a huir, dejando los cadáveres de sus hombres expuestos a guirres, cuervos y perros. 
Esta victoria, casi olvidada, de un pueblo del Neolítico frente a un ejército profesional pertrechado con armas modernas se puede poner al mismo nivel histórico de la victoria de los nativos lakota, cheyenne y sioux en Little Big Horn frente al Séptimo de Caballería o la victoria de los zulúes frente a británicos y boers en Ia Batalla de Isandhlwana.

Tumbas de guerreros cheyenne muertos en Little Big Horn. Los epitafios en estas tumbas hablan de la defensa del modo de vida cheyenne, y su patria, 
Los guanches pensaron que su invasor había sido expulsado permanentemente, ya que pensaban que después de tales pérdidas aplastantes no podría rehacerse.
Alonso Fernández de Lugo pudo escapar hacia Gran Canaria, donde preparó un nuevo asalto con tropas mejor adiestradas y más recursos financieros aportados por comerciantes genoveses y nobles castellanos. Los guanches, dueños de la situación, destruyeron el fortín construido por los castellanos
Desembarca en Añaza sólo dos años más tarde, 1496, reconstruye el fortín de Añazo y guiado por la cutela, construye la fortaleza de Gracia, como puesto avanzado y donde retirarse si es necesario. 
Los mexicas pensaron que los españoles eran dioses, pero los guanches conocían que eran hombres y, como tal, despreciaban su comportamiento.

La topografía abrupta de la isla favoreció e refugio de los guanches y la realización de emboscadas. La Crucita, cerca de a Montaña de La Negrita, lugar de un combate anterior a la Conquista entre guanches del Sur y del Norte.


Comenzada la que se llamaría Batalla de Aguere, en la llanura cercana a la actual Cruz de Piedra en La Laguna, la vanguardia española constituida por infantería de a pie y ballesteros desordenó las filas guanches, y entraron en acción la caballería seguida de los piqueros, hiriendo y matando a los fugitivos. En el enfrentamiento murieron unos 600 guerreros nativos, junto a Tinguaro, jefe militar y el Mencey Bencomo.
Los guanches se reagruparon bajo el hijo de Bencomo: Bentor, el último mencey de Taoro.

Primera batalla de Acentejo, llamada La Matanza por los conquistadores.
Miles de guerreros presentaron  batalla en un barranco del actual municipio de La Victoria de Acentejo, muy cerca del lugar en donde se había producido la gran victoria guanche meses atrás. Pero Lugo no pensaba ahora consentir que la impedimenta y el ganado robado le estorbasen en sus movimientos: divide al ejército en dos grupos, el primero de ellos con las armas de fuego y los ballesteros, y la caballería en los flancos, que cargó tras la primera lluvia de saetas y descargas de arcabuces. La victoria castellana fue total.

Muchos guanches que ofrecieron resistencia estaban en una posición casi inexpugnable en las montañas, y la táctica española fue más de asedio que de batalla. Sin embargo, la resistencia guanche se debilitó por culpa de la “modorra”, una enfermedad que llevó a la muerte a cientos de ellos con síntomas similares a la gripe.
Controvertida ha sido la naturaleza de la modorra (también llamada peste por los españoles). Hay autores que defienden que eran enfermedades comunes traídas por los españoles contra las que los guanches no tenían inmunidad. Algunos autores restan importancia a la misma.  La tradición oral habla claramente de arma química gracias a la cual se pudo culminar la Conquista.
Como era incapaz de enfrentar a Lugo en batalla abierta, Bentor huyó hacia el interior, entre Tigaiga y el Teide, y continuó los ataques guerrilleros desde allí. A partir de entonces, era sólo un irritante asunto a pequeña escala y los españoles habían aprendido a lidiar con la resistencia de la guerrilla. Hasta que Bentor perdió la esperanza y se arrojó desde de El Lance, antes que someterse al imperio español. 
Fortaleza de Ichasagua, donde el último mencey resistió al invasor hasta la Batalla de las Mesas de Guaza.
Para los habitantes de la isla, la victoria del Adelantado significaba la esclavitud y el exterminio a través de la enfermedad y el exceso de trabajo.
Aún existió una última batalla de la Conquista de Tenerife, acaecida en La Mesas de Guaza, Arona, concretamente en el lugar conocido como Los Magotes (hoy Los Mogotes) un destacamento integrado por 50 espingarderos alemanes al mando de un mercenario llamado Jorge Grimon entró en combate contra los guanches de Ichasagua, que permanecía refugiado en la Fortaleza de Ahiyo o Roque de Hío (actualmente Roque Del Conde).
Llanos de Guaza y Los Magotes, lugar de la última batalla de la Conquista de Tenerife.
Tras la derrota guanche y el suicido ritual de Ichasagua, los guanches, hombres, ancianos, mujeres y niños, son confinados en la desembocadura del Barranco de Aquilino o de Los Ceres en una suerte de campo de concentración donde sufrirán tortura, violaciones, humillación y muerte.
La Conquista había sido llevada a término en poco menos de dos años. (CONTINUARÁ).

La resistencia guanche a un invasor superior en armas y efectivos pervive en el ideario colectivo de los canarios.

martes, 3 de noviembre de 2015

Riesgos y desastres. (II)





Un desastre es una gran prueba de la capacidad de gobierno de una ciudad, isla, región o estado. Si no hay estudios previos de riesgos, si los recursos tecnológicos están dispersos o son insuficientes, la confusión y las pérdidas se acrecientan.
La mayoría de las fuentes estadísticas indican que se ha pasado de unos 100-150 episodios catastróficos en la década de los 70, a unos 250-300 en la de los 90. Antonio Cendrero, Catedrático de Geodinámica de la Universidad de Cantabria, explica que el número de grandes desastres se ha multiplicado por nueve, "algunos no relacionados con una posible intervención humana, pero otros sí." 

David Saurí, profesor titular del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), explica que los desastres aumentan porque nos exponemos más a las fuerzas de la naturaleza: "Construimos en zonas peligrosas, acumulamos personas y bienes materiales en áreas de riesgo".

Efectos de un deslizamiento de tierra en El Salvador, provocado por movimiento sísmico. 2001

Jorge Olcina, Catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante (UA), la clave se encuentra en que se ha incrementado el riesgo ante las catástrofes naturales: "El número de peligros naturales no ha aumentado significativamente en las últimas décadas. Sin embargo, los efectos económicos y sociales catastróficos sí han aumentado, debido al ser humano, que ha ido creando nuevos territorios de riesgo".

Las Naciones Unidas han mostrado preocupación por estos temas y resaltan que, en cuanto a inversiones, es necesario mostrar con claridad que si se invierte en mitigación y prevención existen ventajas económicas. El Coordinador General de Cruz Roja Española, Antoni Bruel, ha explicado que por cada euro que se gasta en prevención se ahorran hasta tres euros en la fase de emergencia tras una catástrofe. 

Consecuencias del Huracán Mitch en Centroamérica. 1998.

El pensamiento económico dominante de la austeridad en el gasto público y la búsqueda rápida de beneficios empresariales debería transformarse a la luz de estas comprobaciones. 
En una catástrofe influyen factores como duración del fenómeno, soporte territorial preexistente, exposición al riesgo, vulnerabilidad, pero también la importancia que la sociedad adjudica a esos factores, es decir, una cultura del riesgo.

Los factores externos que influyen en el desastre dependen de cambios ambientales a gran escala (cambio climático), de procesos demográficos (migraciones masivas), de crisis económicas, mejores conocimientos científicos o nuevas tecnologías.
A pesar de que cada vez se comprende mejor la necesidad de establecer políticas de respuesta a la emergencia y atenuación de los efectos, estamos lejos de que el sistema funcione bien. 

Erupción del Eyjafjallajökull de 2010.

Riesgos y pobreza van unidos de la mano. La prevención debería incluir transferencia de recursos a zonas deprimidas y en riesgo, combinadas con oportunidades para que la población desarrolle sus propias estrategias locales tanto de prevención como de respuesta ante un desastre.
Los riesgos y la vulnerabilidad dependen más de lo social que de lo natural. El soporte físico y las acciones humanas son el marco donde se desarrolla la catástrofe. Modificar este decorado es una tarea social, de adaptación, y debería ser parte esencial de la planificación y ordenación territorial. La consideración del desastre como una unidad modular de sistemas interrelacionados entre sí, nos permite captar la complejidad del proceso. 

Inundaciones del Río Ebro a su paso por Navarra y Aragón. 2015

La investigación se transforma así en un amplio campo multidisciplinario, donde el método geográfico orientado hacia la ecología social puede servirnos para adquirir conocimientos sobre los riesgos y la vulnerabilidad existentes en el medio que nos rodea y elaborar este conocimiento en la comunidad. Las autoridades deberían impulsar, apoyar, liderar y estructurar este esfuerzo.

La difusión a todos los niveles de los planes preventivos existentes o impulsar su creación, favoreciendo su revisión en busca de mayor claridad organizativa y distribución de responsabilidades servirá para tener en cuenta los aspectos más relevantes relativos a riesgos, en toda iniciativa legislativa. 
La solución a los eventuales desastres debe plantearse como un ejercicio de prevención y deben favorecer al conjunto de la sociedad.
El conocimiento tradicional y local complementa a la ciencia moderna y contribuye a la capacidad de los seres vivos para sobreponerse a situaciones adversas, en un plano individual y de la sociedad en conjunto. 

Elaboración de una faja cortafuego por las Brigadas Forestales.

El conocimiento de las señales de alerta temprana en la naturaleza (por ejemplo, identificación tradicional e histórica de lugares inundables) puede ser vital para ayudar a que se tomen acciones anticipadas para mitigar el impacto de los desastres, tanto de evolución rápida como lenta, tales como sequías, olas de calor, tormentas e inundaciones. 

En conjunto, unido al conocimiento científico existente (informes meteorológicos, sismógrafos, satélites), el conocimiento local es vital para las labores de prevención y se puede transmitir de generación en generación.

Destrucción causada por el terremoto de Lorca (Murcia). 2011
Como ya hemos dicho, el grado de devastación, en pérdida de vidas humanas y daños materiales, que causan las manifestaciones extremas de fenómenos naturales resulta de la combinación entre las fuerzas de la naturaleza y la actividad humana.

El efecto que estos peligros naturales tienen sobre las poblaciones depende en gran medida de decisiones que tomamos, a nivel individual o colectivo, respecto a nuestras formas de vida y al medio ambiente: desde la planificación de nuestras ciudades y el cultivo de los alimentos, hasta la enseñanza que recibimos en las escuelas. La actividad humana también influye en la frecuencia y la intensidad de estos fenómenos, por ejemplo, a través del calentamiento global.
La puesta en marcha de sistemas de prevención, alerta temprana, preparación y recuperación rápida disminuyen el riesgo y mitigan los efectos devastadores de las fuerzas de la naturaleza.

Temporal de Mar. Garachico. Tenerife.

lunes, 26 de octubre de 2015

Riesgos y desastres.(I)





Ha vuelto a llover y de nuevo han vuelto a producirse grandes inundaciones, esta vez más concentradas en Gran Canaria, pero en Tenerife también han existido problemas. Es cierto que las lluvias han sido torrenciales y continuadas y que este final de verano y comienzo del otoño ha sido muy lluvioso. En la estación de la Morra del Tanque se registraron en Agosto 50 mm en Septiembre 73 mm y en lo que llevamos de Octubre, 272 mm. 

Sin embargo, no podemos esquivar que las lluvias en Canarias son muy irregulares, así como torrenciales y con gran intensidad horaria. Y no podemos olvidar que vivimos en un territorio con una altísima densidad de población, con un poblamiento difuso y continuo y con una orografía particularmente abrupta. Quizá ha llegado el momento de revisar nuestro geosistema y comenzar a realizar cambios básicos en la ordenación y estructura del mismo.

Barranco de Santos, verdadero colector pluvial de la zona metropolitana, cumpliendo su función de evacuar todas las aguas caídas en el reciente episodio de lluvias.

Las fuerzas de la naturaleza están en perpetua acción. Sus efectos son diferentes: lentos, como una sequía; de violencia instantánea como una inundación. Los daños dependerán del lugar particularmente perjudicado. 

Algunos procesos económicos o culturales aumentan el impacto: construcción en lugares inadecuados o infraestructuras incapaces, prácticas agrícolas incorrectas, depósitos de escombros o vertidos irregulares, miseria e ignorancia, entre otros. 

Los daños dependen de los rasgos de la zona afectada y el tipo de agente causal. Cada desastre presenta rasgos únicos y por lo tanto también variará el tipo de respuesta. Sin embargo, en todos los desastres surgen problemas similares. 

Tsunami de Japón en 2011. las consecuencias del terremoto y tsunami aún se dejan sentir en Japón, sobre todo las relacionadas con la actividad de la Central Nuclear de Fukushima: un riesgo tecnológico detonado por un desastre natural.

De un modo u otro, la población sufrirá daños (pérdidas económicas, falta de agua potable o electricidad, daños en viviendas, pérdida de vehículos). Más tarde será primordial emprender la reconstrucción, no sólo de infraestructuras o lugares, sino también una verdadera reparación social.

El impacto de un desastre es sentido por la sociedad en una serie de círculos concéntricos encadenados. 
En el círculo central se registra la zona de impacto total, con los más afectados (la zona cero). 
En las zonas de impacto marginal hallaremos daños y víctimas, pero considerablemente menos. 
Más alejada está la zona de filtración: allí no hay daños directos, pero sí disfunciones. 

Mapa de las erupciones volcánicas históricas de Tenerife. La de 1706 en Garachico provocó la ruina económica de esa localidad, de la que nunca se recuperó ¿Que pasaría hoy en Tenerife, con nuestra actual densidad de población y modelo de ocupación del territorio si hubiera una erupción como la de Arafo de 1705?

El círculo más amplio encierra las posibilidades de ayuda organizada, nacional o internacional. La severidad del desastre debe medirse en relación a la realidad del lugar siniestrado y no en términos cuantitativos absolutos. La pérdida de cien viviendas valoradas en un millón de euros en una zona deprimida, es peor socialmente que perder una mansión de dos millones de euros que afecte a una sola persona. La pérdida de un colegio o de un hospital ¿no excede de lo meramente monetario?

Las pérdidas se dividen en directas e indirectas, y son estas últimas las más difíciles de apreciar. No hay métodos universalmente aceptados y valorar las disrupciones sociales es casi imposible. En realidad, toda estimación de pérdidas económicas es imprecisa. 

Los incendios forestales se han convertido en uno de los desastres naturales más recurrentes de nuestro país y de los que consumen más recursos para su mitigación, además de las evidentes consecuencias ecológicas.

Un conjunto de decisiones, conscientes o rutinarias, deben adoptarse durante la reconstrucción pero todo objetivo es inalcanzable si no hay una preparación previa. La preparación ante contingencias debe estar integrada en la planificación para la normalidad. 
Por tanto, se puede concluir que los daños de un desastre dependen de dos factores: el tipo de agente causal (lluvias, sequía, terremotos, tsunamis, volcanes, incendios forestales, riesgos tecnológicos…) y la realidad previa en el lugar perjudicado. No nos dejemos llevar por las cifras: debido a la complejidad en valorar daños y a la falta de herramientas ajustadas y reconocidas, todo recuento de daños es un incorrecto acercamiento.

Playa de Los Gigantes, donde dos mujeres perdieron la vida cuando un talud de piedra se precipitó desde unos 40 metros de altura sobre la playa. El riesgo por desprendimientos no es desdeñable en unas islas tan abruptas como las nuestras.

La realidad social atenúa los daños o los empeora. Es ineludible conocer las realidades locales de las zonas en riesgo de impacto y los posibles agentes que los causan. La planificación preventiva o los eventuales planes de reconstrucción para crear condiciones de vida más seguras, dependerán de estos conocimientos. 
Por tanto, urge analizar la situación de las zonas en riesgo, los agentes externos que pueden afectarlas y los recursos existentes para enfrentarse a posibles pérdidas. 
Sería necesario poner en marcha un proceso de revisión de los instrumentos disponibles para calcular pérdidas. Es preciso quitar importancia a las cifras netas y destacar la relación entre la situación preexistente y los daños ocurridos, lo que nos dará una apreciación mucho más correcta. 
La sociedad adquiere la comprensión real de una catástrofe cuando deja atrás el shock del momento. Luego comienza la recuperación, un conjunto de acciones sociales comunes a todas las catástrofes. 

En las democracias suelen surgir grupos de opinión, políticos o técnicos que influyen en la concreción de proyectos encaminados a la recuperación.
Los daños dependen de los riesgos latentes y de la vulnerabilidad, ambos conceptos de origen cultural y, como tales, opinables. 

Las coladas del volcán Pico Do Fogo, en Cabo Verde, destruyendo por completo la localidad de Portela.

La asistencia y la reconstrucción no son procesos ni puramente objetivos ni neutrales. En los procesos de recuperación pueden distinguirse tres etapas: la emergencia, que asegura la supervivencia; la restauración o rehabilitación, que apunta a retomar la continuidad de la vida social y la reconstrucción, que busca recuperar el estado territorial y social anterior a la catástrofe. Grosso modo, cada una de las etapas dura diez veces más que el tiempo de la etapa previa.

La emergencia puede justificar un formidable traslado de recursos nacionales y/o internacionales a la zona afectada. Posteriormente, los recursos locales son el sostén de las acciones que se realicen. La ayuda internacional alcanza su tope durante la emergencia y disminuye drásticamente desde el momento en que los medios de comunicación dejan de ocuparse del asunto.

La Gran Ríada en Valencia de 1957. El Río Turia, típico rio mediterráneo se salió de su cauce e inundó buena parte de su vega, incluida la ciudad de Valencia. Murieron más de cien personas y los daños materiales fueron incalculables. Hoy, tras una gran obra hidráulica (el Plan Sur), el Turía tiene un nuevo cauce que lo ha logrado domar, y el antiguo cauce es un parque y zona verde y diferentes instalaciones e infraestructuras.

Si hay previsión, organización y conocimientos, habrá personal idóneo; si hay recursos, habrá capital para gastos e inversiones. El proceso de recuperación es una oportunidad para mejorar la preparación ante desastres futuros, es decir, la recuperación y reconstrucción debe reducir la vulnerabilidad.

La vulnerabilidad depende del tipo y la dinámica del desarrollo social en el lugar en riesgo, y de su relación con un conjunto de contextos: los medios económicos, la política de prevención, la experiencia de catástrofes anteriores, las contingencias estructurales de ayuda y socorro, las medidas administrativas vigentes, la existencia de fondos para emergencias o de seguros contratados.

CONTINUARÁ

Las sequías, normales en el clima subtropical y mediterráneo pueden llegar a poner en riesgo la vida y la actividad económica.

sábado, 24 de octubre de 2015

Windows (Ventanas).



Ventanas de una vieja casa de la periferia sur de San Miguel de Abona. La de abajo correspondía con una ventana de la estancia principal, mientras que la superior corresponde con el granero.

Ventana-puerta hecha en un muro de una huerta. Aldea Blanca. Un raro ejemplo de huecos en arco, con dovelas realizadas en sillería de piedra tosca, típica del sur de Tenerife.

Ventana de un cuarto de aperos en Hoya Alchoga, Arico.

Ventana de un cuarto en el Mirador de Don Martín, sobre la Ladera de Agache. la cercanía al risco nos lleva a contemplar buena parte del Valle de Las Higueras.

Ventana de una casa reformada en Camino Atravesado, Los Realejos. Difícil saber si la carpintería es de madera o de aluminio.

Ventanas de una de las antiguas bodegas de Chivisaya, Candelaria. Las carpinterías, realizadas en madera de tea, todavía se encuentran en relativo buen estado.

Ventana de la Casa de La Mesa, Candelaria. Dintel, jambas y alfeizar, labrados en roca de tosca, no muy común en este lugar, pero con importantes vetas algunos cientos de metros más abajo.

Lo que puede parecer un pequeño postigo, no lo es. Es la boca de un horno, en una casa derruida en Pasacola, Igueste de Candelaria. La eliminación del horno permite que veamos el paisaje de tuneras y huertas abandonadas a través del hueco que comunicaba la cámara del horno con la habitación, posiblemente la cocina.

Ventana de aluminio de persiana. Casa situada junto a la Carretera General, Icor, Arico.

Ventana y puerta de un cuarto de aperos construido con bloques de cantería de tosca. Camino La Hoya. San Miguel de Abona. Sobriedad, huecos pequeños, lo justo para que entrase algo de luz para ver, en algo que solo servía de almacén y depósito.

Ventana y puerta en Casa Urbano, Arico. Si nos fijamos bien, deducimos que la ventana ocupa el hueco originario de una puerta, debido a que la base fue rellenada con losas de diferente factura a los cantos de las jambas. Dinteles ligeramente arqueados, con dovelas de losa de piedra de tosca y clave central del mismo material.