jueves, 5 de abril de 2018

LEGUMINOSAS: A MODO DE CONCLUSIÓN.





LEGUMINOSAS Y CAMBIO CLIMÁTICO.
Se está produciendo un cambio en las  condiciones climáticas a nivel global, con un aumento claro de las temperaturas y la alteración del régimen de precipitaciones. Del mismo modo, nuevas plagas de insectos y enfermedades se asientan en extensas regiones del globo, disminuyendo el rendimiento de las cosechas. Estos dos factores se perfilan como las principales amenazas que limitan la producción y la productividad de los cultivos a nivel mundial.
Al igual que muchos otros cultivos importantes, las leguminosas de grano se ven afectados negativamente por diferentes estreses bióticos y abióticos.
Las zonas subtropicales semiáridas del mundo, con muy poca lluvia y suelos frágiles, como es el caso de Canarias, son más vulnerables al cambio climático.
Hay una necesidad urgente de aumentar en los cultivos la resistencia a enfermedades, la tolerancia al estrés abiótico (subida de temperaturas, escasez de lluvias) y potenciar las características agronómicas relacionadas con la nutrición, para mejorar la capacidad de recuperación y el mantenimiento de la agricultura. 

Potentes sistemas radiculares de las leguminosas, capaces de soportar el estrés generado por los agentes externos.

Desde siempre, nuestros abuelos, gracias a los conocimientos tradicionales transmitidos de generación en generación, sabían que algunas leguminosas, como los garbanzos, chícharos, chochos, las judías, las lentejas y algunos tipos de arvejas, poseen altos niveles de resistencia o tolerancia a suelos pobres y de escasa calidad y a los condicionantes meteorológicos adversos.
Todas estas leguminosas de grano han sido siempre muy apreciadas, tanto para ser consumidas en verde (habichuelas), como para su consumo en grano.
Tampoco podemos olvidar la repercusión que tendrán muchas de las especies forrajeras, como la alfalfa, el trébol, la tedera, los escobones, tagasastes, la esparceta, la veza, dado su carácter de plantas para alimentar ganados, servir de abono verde o como complemento esencial en los ciclos de rotación de cultivos.

Los restos del cultivo de legumbres se pueden usar como un excelente mulching que protege el suelo.
  
LEGUMINOSAS Y NUTRICIÓN.
Las leguminosas son altamente nutritivas, y la mayoría son tolerantes a la sequía, lo que les convierte en ideales para los agricultores de las zonas subtropicales, ya que son cultivos altamente eficaces para mejorar la dieta, pero también para renovar el suelo agrícola.
Las leguminosas de grano efectúan una tarea vital como fuente de proteínas en una dieta equilibrada. Como ya he dicho, estos cultivos suelen ser de tipo temporal o estacional, la semilla no suele ser cara, existe una amplia variedad de simientes, y poseen múltiples usos (alimentos, forraje, combustible, medicinas), lo que ofrece muchas oportunidades de sustento a los agricultores.
Existen entre unas 19.000 especies de leguminosas, que se dividen en unos 750 géneros. En comparación con otras familias importantes en la nutrición humana y animal, las gramíneas tienen solo unas 10.000 especies y las crucíferas unas 3.500 especies.

El tarwi es una legumbre de origen andino. Su alto contenido de proteínas, lo hace una planta de interés para la nutrición humana y animal.
Los diversos roles de las plantas de leguminosas a menudo se pasan por alto. Las leguminosas de grano proporcionan aproximadamente un tercio de todo el nitrógeno proteínico de la dieta y un tercio del aceite vegetal procesado para el consumo humano.
En muchos lugares del mundo, las leguminosas complementan a los cereales o a los tubérculos, las principales fuente de carbohidratos, en términos de composición de aminoácidos.
Además del efecto reductor del colesterol en sangre, las leguminosas de grano generalmente también tienen un efecto hipoglucémico, reduciendo el aumento de glucosa en sangre después de una comida y, por lo tanto, insulina en sangre. Las legumbres, por lo tanto, se incluyen en la dieta de los diabéticos insulinodependientes.

Cultivos intercalados de leguminosas y millo. Excelente asociación de cultivos.
La soja (Glycine max) y el cacahuete (Arachis hypogeae) proporcionan más del 35% del aceite vegetal procesado del mundo y una rica fuente de proteínas dietéticas para las aves de corral y la ganadería porcina.
Las legumbres registran alto contenido de proteínas, desde un 20% en el caso del frijol común (Phaseolus vulgaris), hasta un 45% en el caso del tarwi (Lupinus mutabilis).
Estas proteínas tienen una calidad similar a las del huevo cuando son consumidas junto con cereales. Por lo tanto, la combinación de leguminosas y cereales en la alimentación humana ofrece una dieta muy equilibrada. 

Cultivando frijoles en las montañas de Uganda. Estas leguminosas frenan la erosión en zonas de pendiente y aportan nitrógeno a suelos muy esquilmados por cultivos como la mandioca o el té.

Las leguminosas son ricas en lisina, un aminoácido esencial para la formación del colágeno que constituye a los cartílagos y tejidos conectivos. Aunque las leguminosas son deficitarias en aminoácidos azufrados como la metionina y cistina, en cambio estos abundan en los cereales, cuyas proteínas de semilla son deficientes en lisina. Por eso hay que combinar ambos alimentos.
El tarwi es uno de los cultivos leguminosos más valiosos por su alto contenido de proteínas (44 a 47%), y de grasas y aceites (20 a 22%), tanto como la soja.
Las lentejas (Lens culinaris), registran un alto contenido de hierro, elemento básico para combatir a la desnutrición. Son ricas en B1, B3 y B6, y no lo son tanto en ácido fólico. Abunda el zinc y el selenio, antioxidantes y fibras.
El garbanzo (Cicer arietinum) se cultiva principalmente por sus semillas ricas en proteínas. Además de proteínas, las semillas de garbanzo también son fuentes ricas en fibra, minerales (calcio, potasio, fósforo, magnesio, hierro, y zinc), β-caroteno, y ácidos grasos insaturados.

Existe una amplía variedad de legumbres para la alimentación humana.

Las habas (Vicia faba) son ricas en proteína vegetal de excelente calidad biológica, también poseen hidratos de carbono que nos dan energía, fibra que nos ayuda a regular el tránsito intestinal y su contenido en grasas es casi nulo, por lo que resultan ser un alimento excelente y muy saludable para las personas que estén haciendo dieta para adelgazar o que vigilen el peso.
En cuanto a las vitaminas del grupo B, entre ellas el ácido fólico o B9 (imprescindible durante el embarazo y lactancia), o B1 (también para el embarazo y lactancia, periodos de estrés y depresión).

Sembrando garbanzos usando un tiro de caballerías, a la vieja usanza.



Particularmente interesante me parece el chocho o altramuz (Lupinus albus), que se cultiva principalmente como aperitivo, pero también como forrajero y renovador de suelos. Su sistema radicular, denso y profundo, ayuda a resistir la sequía, y se cultiva en las laderas de las montañas para cohesionar los suelos y reducir los procesos de erosión. Tiene un alto contenido de proteína en las semillas (~39%) si se compara con la de otras leguminosas de grano importantes, como habas o guisantes

La arveja (Pisum sativum), en semilla descascarada se utiliza para cocinar varios platos. Tiernos inmaduros, sus semillas verdes y vainas también se consumen frescos como verdura. Además de los alimentos, también se utiliza como forraje, combustible, y medicina.

La almorta o, como lo conocemos en Canarias, el chícharo (Lathyrus sativus), se cultivaba preferentemente como cereal que ocupaba aquellos espacios de peor calidad. Existen varios platos de la gastronomía canaria a base de chicharos, en especial el potaje. La harina de almorta es la base fundamental de las gachas manchegas, pero consumido en grandes cantidades puede resultar tóxica.

Almorta o chícharo. Humilde, pero muy alimenticia,
Un efecto beneficioso de las leguminosas es, que gracias a su intensa floración, atraen a multitud de insectos polinizadores, y, como ya se ha explicado, ayudan en la mejora de la fertilidad del suelo mediante la fijación biológica de nitrógeno.

CONCLUSIÓN.

Estos cultivos también son vitales para la sostenibilidad de la agricultura de ganado y cultivos mixtos y proporcionan recursos genéticos excepcionales para la adaptación a ambientes agresivos y marginales que prevalecen en las zonas semiáridas.

Debido a varias características y beneficios únicos, estos cultivos desempeñan un papel importante en los sistemas de agricultura sostenible en las zonas de secano.

El trébol violeta es una leguminosa vivaz, que aparece de forma natural en los prados de diente y siega y que se
utiliza habitualmente para la implantación de praderas de siega en zonas de clima húmedo,



Las leguminosas fueron de las especies vegetales que primero se domesticaron, en Asia Menor y África, aunque son especies que poseen orígenes en muy diversas partes del mundo. La soja es originaria de China; de Abisinia, las lentejas, las habas y el garbanzo; del Mediterráneo, habas y arvejas; del Creciente Fértil, los chochos; de América, numerosas especies y variedades de frijoles y judías.

El intercambio y la rotación de semillas mejoran genéticamente estos cultivos e impide que sean vulnerables al estrés biótico y abiótico en diferentes regiones agroecológicas, evitando las plagas y epidemias, en especial de algunos insectos minadores, masticadores y también de hongos, siendo especialmente vulnerables a los del género Fusarium.

La adaptabilidad de muchas leguminosas a las tierras marginales en condiciones de secano, aunque tengan una baja productividad, son imprescindibles cuando se plantea recuperar tierras abandonadas para la agricultura o buscar nuevas zonas de cultivo. Aunque son vulnerables a la salinidad del agua, a las heladas y a las olas de calor, medran en suelos con altos contenidos en cal.

Enterrando plantas de soja para la posterior siembra de crucíferas, como el nabo o las coles.

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