El Sahara aloja una comunidad relativamente escasa de
plantas silvestres, con las concentraciones más altas localizadas a lo largo de
los márgenes norte y sur y cerca de los oasis y los wadis. Las plantas han desarrollado
múltiples adaptaciones a las condiciones ambientales descritas en capítulos
anteriores.
Cerca de las ramblas y los oasis, plantas como palmeras,
tarajales y acacias echan raíces largas para llegar al nivel freático.
En zonas muy áridas, las semillas de los terófitos brotan rápidamente después de una lluvia, echan raíces poco profundas, y
completan su ciclo de crecimiento y la producción de nuevas semillas en
cuestión de días, antes de que el suelo se seque. Las nuevas semillas pueden permanecer
en estado latente en el terreno seco durante años, a la espera de la próxima
lluvia para repetir el ciclo.
Desierto inundado por las intensas lluvias en Mauritania. Las lluvias, irregulares u de gran intensidad horaria, no ayudan a la formación de un sustrato vegetal potente. |
En las zonas más severas (por ejemplo Tanezrouft, entre
Argelia, Mali y Niger, un mosaico temible de salinas, piedra arenisca y dunas
de arena), las plantas se han establecido sólo en aquellos
lugares más favorables, dejando gran parte del paisaje prácticamente estéril.
La comunidad vegetal del centro del Sahara comprende
quizá quinientas especies. En comparación, en la selva amazónica de América del
Sur (la región con mayor biodiversidad en el Ecosistema Tierra) la comunidad de
plantas incluye, de acuerdo con las estimaciones de algunas autoridades, más de
40.000 especies.
Tanezrouft, uno de los lugares más desolados del desierto del Sahara. Aquí la vegetación es casi inexistente. |
Los desiertos subtropicales ubicados cerca de la costa
son un ejemplo interesante de la aparente contradicción en el funcionamiento de
los procesos atmosféricos.
La parte occidental del Sahara es bañada por el Océano
Atlántico. La llegada del aire cargado de humedad marina, aumenta la humedad
relativa sobre el desierto, y se podría esperar que se generen precipitaciones,
debido a que, la temperatura del aire superficial puede elevarse hasta 50º C
durante el día en verano. La elevación del aire caliente húmedo hasta la
altitud de la formación de nubes (1-3 km) podría contribuir a desarrollar
precipitaciones.
Lo que detiene la formación de las precipitaciones en las
regiones subtropicales es la fuerte influencia de las células de Hadley que dan
lugar a potentes anticiclones dinámicos que generan inversiones térmicas y un
descenso del aire frío y seco. Esta misma célula de circulación de Hadley se
desplaza hacia el norte durante el verano boreal, aliviando la presión en el
borde norte del Sahel, donde se presentan mayores precipitaciones durante el
verano.
Esquema del funcionamiento de las diferentes células que forman la máquina climática del planeta. La oscilación en latitud de la Zona de Convergencia Intertropical es lo que permite las lluvias en el Sahel. |
El factor que determina en primera instancia la
vegetación en los desiertos subtropicales es la precipitación, debido a que la
productividad de la vegetación está estrictamente limitada por la baja
disponibilidad de agua.
La vegetación no cubre completamente la superficie de la
tierra. A mayor sequedad ambiental, más escasa es la vegetación y mayor es la
fracción de suelo desnudo.
Las características del suelo desnudo, ya sea rocoso o
arenoso (mayor albedo, mayor rugosidad, y menor retención y disponibilidad de
agua) generan un balance radiativo en la región negativo, es decir, hay una
pérdida de calor por radiación neta sobre el desierto.
Esta pérdida es causada por el albedo alto del desierto,
ya que hasta un 40% de la radiación incidente se refleja de vuelta al espacio.
En 1977, los mecanismos de radiación en el Sahara fueron estudiados por primera
vez por Jule Charney en su artículo A
Comparative Study of the Effects of Albedo Change on Drought in Semi–Arid
Regions y señaló que la pérdida de calor debido al alto albedo conduce a un
gradiente de temperatura horizontal e induce una circulación atmosférica que
mantiene el movimiento descendente de las masas atmosféricas secas y suprime
las precipitaciones sobre la región.
Stipagrostis plumosa, gramínea típica de vaguadas y zonas con cierta acumulación de finos |
Esta retroalimentación positiva no es uniforme en todo el
desierto ya que las márgenes presentan diferencias. En el Sahel encontramos
pastizales y matorrales enselvados y pradera semidesérticas en el Norte.
La presencia de matorrales está muy restringida, sobre todo confinada a
los afloramientos rocosos. Las laderas superiores de las montañas Gurgeil
y Marrah, (Sudán) en el pasado
estuvieron cubiertas de matorrales boscosos, y en la actualidad han sido
sustituidos por pastizales secundarios.
Varios tipos de matorrales arborescentes y pastizales
enselvados se encuentran en el Macizo de Ennedi y en las Montañas de Aïr.
Podemos hallar gramíneas cespitosas de escasa altura sobre arcillas muy
antiguas del Pleistoceno, sobre todo en la meseta sudanesa
La presencia de árboles de hoja perenne coincide con las
zonas de más lluvia, en la división florística entre el Reino Paleártico y el
Reino Afrotrópico, que discurre a través del centro del Sahara.
Los elementos florísticos del Norte del Sahara, poseen
una mayor afinidad mediterránea, siendo incluso predominantes, mientras que
están casi ausentes en el Sur del Sáhara, donde la flora es abrumadoramente
tropical. Por lo tanto la flora de la zona central está compuesta por una
mezcla de elementos de ambos Reinos.
Bosquetes de acacias en Malí, al pie de la Falla de Bandiagara en la frondosa época de lluvias. |
La vegetación que está presente en las hamadas, y en los
bancos de arena de las ramblas está compuesta por elementos mediterráneos,
mientras que la vegetación predominante en las ramblas rocosas, caracterizada
por Acacia (Vachellia) tortilis y Panicum
turgidum, consiste en especies tropicales.
Acacia ehrenbergiana, sobre una pequeña duna, todavía con un porte arbustivo. |
A mayor precipitación, hay más vegetación. Uno de los
factores que se relaciona con esto vuelve a ser el albedo. En estas zonas, las
formaciones superficiales, incluso los incipientes suelos, son más oscuros, y
el albedo es menor, la temperatura de la superficie es mayor, y el gradiente de
temperatura entre la tierra y el mar aumenta, lo que amplifica la circulación
monzónica y las corrientes térmicas ascendentes de aire caliente. El resultado:
la precipitación en verano en estas regiones aumenta.
Mapa de los Reinos o ecozonas biogeográficas del Planeta Tierra. |
Otra retroalimentación positiva vegetación-precipitación
se basa en la capacidad de las plantas vasculares para transpirar el agua del
suelo, lo que mejora la evapotranspiración en comparación con suelo desnudo,
que lleva a un aumento de la humedad atmosférica y por último, a las
precipitaciones.
Tamarix boveana, típico de fondos de wadis, zonas costeras y depresiones salinas. |
Esta retroalimentación hidrológica ha sido estudiada por
la climatóloga australiana Ann Henderson-Sellers Surface albedo data for climatic modeling publicado en 1983 en Reviews of Geophysics, y por los profesores Yongkang Xue y Jagadish Shukla, en sus
artículos The influence of land surface
properties on Sahel climate. Parte I: Desertification (1993), y la Parte II: Afforestation (1996),
publicados ambos en Journal of Climate.
FLORA
En general, la flora sahariana se caracteriza por una
pobreza acusada, conforme a Pierre Ambrunaz Quézel, en su texto de 1978, Analysis of the Flora of the Mediterranean
and Saharan Africa son 1620 especies las que se pueden encontrar en esta
zona del planeta, de las cuales casi un 12%
son endémicas. Eso es apreciable en un territorio continental, sin
relieves destacados, muy uniforme y que produce en la vegetación un estrés
tanto térmico como hídrico. Casi un 23% son elementos compartidos con los
desiertos de Arabia y un 21% son elementos de la flora de la Región Mediterránea.
Pero el grupo de mayor presencia, con un
33% son especies de las regiones tropicales.
Randonia africana, arbusto halófilo con una gran presencia en todo el desierto. |
GÉNEROS Y ESPECIES ENDÉMICOS.
Los géneros endémicos de la vegetación del Sahara son
pocos, y principalmente son monoespecíficos. No existen taxones endémicos por
encima del rango de Género, Citando de nuevo a Pierre Quezel, existen 16
géneros endémicos, incluyendo Foleyola, Monodiella, Nucularia, Tibestina, Warionia,
Ammospermum, Amodaucus, Battandiera, Eremophyton, Lifago, Lonchophora,
Muricaria, Oudneya y Quezelia.
Existen varios géneros que sin ser endémicos, encuentran
en el Sahara su principal región, tales como Agathophora, Anábasis, Anastatica, Neurada, Ochradenus, Rhanterium,
Schouwia y Zilla, que se extienden hasta los desiertos del suroeste
asiático.
Panicum turgidum |
Casi la mitad de las especies están extendidas en amplias
regiones, mientras que las restantes presentan una distribución más
restringida. El Sahara atlántico costero (incluyendo el enclave macaronésico) y
las montañas son zonas relativamente ricas en especies.
La zona sur del
Sahara es exigua en endemismos debido a la escasez de plantas y a que a menudo
se producen procesos de hibridación con otras especies similares, como en el
caso de los géneros Phoenix y Tamarix.
Al mismo tiempo, la influencia zonal se diluye y aparece la importancia de los
diferentes hábitats azonales, tales como sustratos rocosos, arenosos,
encharcados, etc.
La vegetación de la costa atlántica y de la costa del Mar
Rojo es, a veces, bastante diferente a la del interior, así como la vegetación
de la mitad occidental del Sahara (Maghreb) es más diversa y mejor estudida que
la mitad oriental (Mashreq).
Nucularia perrinii. |
VEGETACIÓN
DEL CENTRO DEL SAHARA.
La vegetación de esta zona, que se puede considerar como
el desierto hiperárido, donde no caen más 50 mm anuales, se ve directamente
influida por el sustrato y por la existencia de los macizos montañosos centro-saharianos.
En las hamadas (mesetas estructurales de suelos
pedregosos) encontramos acacias arbustivas y arbustos rupícolas enanos, como Anabasis aretioides y Limonastrum feei. Entre
las hierbas, una gramínea es dominante: Panicum
turgidum.
En las zonas arenosas, sobre dunas móviles o
estabilizadas, sin importar el lugar geográfico que estudiemos, una importante
vegetación psammófila intenta colonizar estos ambientes tan hostiles, compuesta por arbustos
como Calligonum azel, Calligonum comosum,
Retama retam, o Ephedra alata. Las herbáceas están representadas por
especies del género Aristida (A.pennata,
A.pungens) y por Stipagrostis plumosa, que tienen una distribución
extendida desde el Atlántico hasta Arabia.
En los chotts, que son depresiones intracontinentales de
suelos salados y periódicamente encharcados (Solonchaks) encontramos comunidades de arbustos halófilos
dispersos, como Tamarix boveana y
suculentas, tanto anuales como perennes: Suaeda
s.p., Randonia africana y Nanophyton s.p.
Paisaje vegetal típico del desierto sahariano. Pequeños árboles, como acacias y Tarajales, se mezclan con arbustos y, sobre todo hierbas. |
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