martes, 14 de agosto de 2012

Apuntes sobre el paisaje de Las Cañadas del Teide.




La cumbre de la isla de Tenerife se localiza por encima de los 2.000 metros s.n.m., presentando una notable unidad morfológica, pese a la heterogénea disposición de los materiales volcánicos, así como sus diversos orígenes, litologías, y momentos eruptivos. 

El tapiz vegetal, donde predomina un matorral abierto, compuesto por retamas y codesos, constituye un elemento secundario en la configuración paisajística, caracterizada por la dominancia de las formas del relieve (estratovolcán Teide-Pico Viejo, Caldera de Las Cañadas, conos volcánicos, llanos endorreicos, etc.). 

Este paisaje arranca en la dorsal volcánica de Pedro Gil y entra en contacto con el conjunto geomorfológico del Teide y Las Cañadas, con una serie de edificios volcánicos y pequeñas hoyas que se superponen en el territorio. Posee rasgos evidentes de naturalidad y de escasa actuación humana en el paisaje, aunque existen numerosas pistas forestales y la carretera de La Laguna a Guía de Isora atraviesa el espacio. Este tipo de paisajes es altamente vulnerable, debido, no solo a la inestabilidad evidente de los edificios constituidos por piroclastos, sino también por las numerosas cuencas visuales existentes. 

Desde el punto de vista cromático dominan las tonalidades ocres y marrones, y se alternan los oscuros del basalto u la obsidiana con los claros de las pumitas y las traquitas, debido a la influencia del componente geomorfológico sobre el resto. No existen variaciones ni evoluciones cromáticas destacables, teniendo su origen los únicos contrastes en las diferentes coloraciones de las coladas sálicas y basálticas. 


La diversidad paisajística es elevada debido a la variedad topográfica y textural de los elementos volcánicos, siendo uno de los recursos paisajísticos de mayor interés los relacionados con factores climáticos, ante las ocasionales precipitaciones en forma de nieve. Dada la escasez de cobertura arbórea y la existencia de topografías y relieves “abiertos” su fragilidad visual es alta con dificultad para absorber impactos o modificaciones en su estructura. 

El área de Las Cañadas y del Pico Teide tiene un clima frío y seco, con precipitaciones que oscilan en torno a los 250 - 400 litros por metro cuadrado. En invierno una parte de estas precipitaciones se da en forma de granizo o nieve. 

Otro fenómeno típico de las zonas altas es la cencellada, que se produce cuando el vapor de agua del aire se deposita en forma de grandes cristales de hielo adheridos al ramaje de las retamas o de cualquier obstáculo orientado en la dirección del viento húmedo. 





La nieve se presenta casi todos los inviernos por encima de los 1800 metros y, sólo en casos excepcionales, la nieve aparece en cotas inferiores. La oscilación térmica, anual y diaria, es muy amplia. Al encontrarse por encima del mar de nubes la insolación es muy intensa. 

Por encima de las zonas afectadas con regularidad por el mar de nubes, las precipitaciones experimentan un marcado descenso y una mayor concentración en los meses de noviembre, diciembre y enero. La media de Izaña es de 564 litros por metro cuadrado. El verano, junio, julio y agosto, es prácticamente seco, aridez que se ve aumentada por la fuerte insolación. La nieve afecta mucho más a las laderas orientadas a barlovento, cumbres de Izaña y las laderas del Teide.


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