sábado, 18 de agosto de 2012

Soberanía alimentaria





Uno de los soportes de las sociedades libres, fuertes, e independientes es el conseguir que los pueblos adquieran la soberanía alimentaria. No puede existir soberanía económica y política si los habitantes de un territorio no son capaces de alimentarse a sí mismos y de potenciar las economías campesinas, si no son capaces de generar ingresos justos y condiciones laborales justas para los agricultores y agricultoras, de garantizar el consumo sano y responsable de la ciudadanía, y de generar entornos ecológicamente sostenibles.

Manifestación en contra de la instalación de un subcentral
y un tendido eléctrico en Los Nateros, La Matanza.


Desde hace algo más de un año, nuestra familia ha emprendido la tarea de recuperar tierras abandonadas para dedicarlas de nuevo al cultivo de alimentos, pero este verano no ha sido muy propicio, puesto que sembrando calabacines, tomates y rábanos, me lesioné una pierna que me ha tenido alejado del campo durante más de mes y medio. Sin embargo, es una satisfacción ver como la tierra yerma reverdece y empieza a dar sus primeros frutos.


Otra experiencia que me ha servido para reafirmar mi opinión de que debemos volver a los campos y cultivarlos es un reciente viaje que he realizado a Euskal Herria, y me ha asombrado como en esas tierras vascas, con tanta agua, pero con tan poco sol, los meses de verano son aprovechados por centenares de horticultores desde Bilbo a Donibane, y de Hondarribia a Vitoria Gasteiz para, en pequeños terrenos, muchos de ellos de un par de cientos de metros cuadrados, cultivar judías, tomates, pepinos, calabazas y todo tipo de verduras frescas.

Policultivo de secano en las honduras de Icod de Los Vinos
Papas, viñas, frutales. Estas zonas se verán afectadas
por el cierre del Anillo Insular.

Las personas que siempre nos hemos situado en la izquierda del espectro político debemos aceptar que a veces se ha olvidado por nuestra parte las reivindicaciones del pequeño agricultor. Siempre recuerdo la famosa frase que se oye en los campos canarios: “El campo embrutece, envejece y empobrece”, con la que se animaba a los jóvenes a abandonar la guataca y el bergo, para convertirse en albañiles o camareros.

Hoy, las cosas han cambiado. Hasta los movimientos ecologistas han comprendido que el apoyo a las luchas campesinas para fortalecer el agro son también luchas por nuestra Madre Tierra, (como la reciente lucha contra la subestación eléctrica de Los Nateros en La Matanza). 

Goro de cochinos negros junto a plataneras al aire libre, en el norte de La Palma. Ni que
decir tiene que la dieta de los animalitos está enriquecida con los plátanos de repudio.

Los recientes casos de incendios forestales que han afectado a Canarias durante todo el verano han demostrado que en los campos que se encontraban arados, cuidados, desherbados, o en aquellas zonas donde pastaban cabras, los incendios no se propagaban o se detenían. No todo el monte es orégano, y en los campos abandonados crecen las hierbas y los matorrales que tanto ayudan a la propagación del fuego, como jaras, jaguarzos, inciensos, vinagreras o magarzas (por cierto, todas ellas excelentes forrajes para el ganado).


El interés social y político por la calidad de vida de los campesinos, de sus tierras y de sus producciones deben ser parte fundamental de todo proceso de cambio, y son señas de identidad de un pueblo que quiere decidir su futuro, sobre fundamentos estables, sólidos y sostenibles. No podemos seguir reivindicando nuestra canariedad solamente una vez al año en romerías de plexiglás, diseñadas en otra época y otro lugar para escaparate de turistas y disfrute de urbanitas.

Tierras abandonadas y llenas de malas hierbas en San Antonio,
La Orotava,  uno  de los suelos más fértiles de la  Isla de Tenerife.
La presencia de la grúa advierte de cual será el futuro de esta parcela

Alcanzar la soberanía alimentaria, por el camino de la agroecología, impidiendo la desaparición de nuestro campo canario y de las personas que lo mantienen con su esfuerzo, debería ser primordial en las agendas políticas de todos los partidos que se llamen canarios…Pero también debería formar parte de nuestras rutinas diarias: en vez de ayudar al enriquecimiento de las multinacionales de la distribución de alimentos, podemos acudir a los mercados del agricultor de nuestros pueblos e invertir nuestro dinero directamente en nuestros vecinos, sin intermediarios, y sabiendo que los alimentos que vamos a tomar proceden de nuestras tierras, y han crecido con nuestra agua y con nuestro sol.

¿A dónde iríamos a parar los canarios si dejamos desaparecer la base de nuestra vida, las raíces de nuestra identidad, el paisaje que nos legaron nuestros mayores? ¿Llegará el momento en que compremos gofio envasado en China?.

Rebaño de cabras. Numerosas experiencias han demostrado que el
pastoreo vigilado de estos animales elimina zonas de hierbas y malezas
que, de otro modo, aumentarían el riesgo de incendio forestal.

Pero son muchos los escollos. Los Ministerios y Consejerías de los diferentes gobiernos mantiene actitudes prepotentes y de intransigencia contra los sindicatos agrarios alternativos y combativos. Las políticas capitalistas y neoliberales, la Política Agraria Común, los tejemanejes de la Organización Mundial del Comercio, están dibujando un escenario catastrófico: 

Frente a la soberanía alimentaria, siguen imponiendo un modelo agroindustrial, en el que priman los intereses de las grandes empresas intermediarias; donde se prioriza el monocultivo para el consumo masivo y atemporal; donde se privatizan y se especula con los bienes naturales como el agua y la tierra; donde se criminaliza el intercambio de semillas entre agricultores; donde importamos alimentos por barco y avión que antaño producíamos en Canarias, como cebollas, batatas, papas, calabazas o ajos; donde la salud de los consumidores no es prioritaria; donde uso y abuso de semillas y alimentos transgénicos (piensos, alimentos envasados y precocinados) se ha convertido en un negocio jaleado por políticos e incluso científicos y donde se imponen normas fitosanitarias que sólo se pueden cumplir mediante el uso de venenos químicos, herbicidas, o fertilizantes de síntesis.

Tableros en Barlovento, La Palma. Agroecosistema que convive con
zonas de monte bajo y matorral, como los brezales.


La búsqueda de un nuevo modelo económico y social, debe empezar por la soberanía alimentaria, y existen muchas propuestas para conseguirlo: generar espacios económicos locales, que posibiliten la potenciación de las economías campesinas, como los mercados locales que se han venido potenciando en los últimos años, favorecer los créditos blandos para la producción agroecológica y priorizar la consideración de la tierra fértil, como oposición al suelo rustico que acaba siendo urbanizable, favoreciendo los intereses de la especulación y fuente de corruptelas.

El campo canario necesita la esperanza cierta de que existe otra manera de escapar de la crisis, que existe otro modelo para nuestras islas, de que podemos desarrollarnos sin abandonar nuestras raíces y respetando nuestro medio natural y cultural.

Sin comentarios.(Foto: Foro contra la Inicineracion).











1 comentario:

Anónimo dijo...

No puedo por menos que estar absolutamente de acuerdo con el planteamiento que desarrollas, así como con las conclusiones finales. De nada sirve ser soberanista si la huerta más grande de Tenerife es el muelle de Santa Cruz