Las zonas de cumbre de la isla de Tenerife reúnen un
gran número de elementos arqueológicos y etnográficos de significativa calidad
patrimonial, bien conservados y que han posibilitado la identificación con
claridad de dos estrategias de ocupación del territorio muy similares.
Hace algunos años, recorriendo un barranquillo
cercano al Llano de Maja, encontramos restos de cerámica en el suelo,
fragmentos de unos cuantos centímetros de tamaño. A lo largo de la caminata de
aquel día, encontramos muchos más. Un arqueólogo que nos acompañaba, no prestaba
especial atención a estos pedazos y me explicó que eran cachos sueltos, que
carecían de contexto, probablemente trasladados allí por la escorrentía e
incluso por seres humanos. Al no situarse en un yacimiento y ser de tan pequeño
tamaño, carecían de interés científico.
Las Cumbres presentan distintas connotaciones como
lugar sagrado: zona de enterramientos, área de aprovisionamiento y
transformación de materias primas (tabonas de obsidiana), zona comunal de
pastoreo de varios menceyatos, (entre ellos el Menceyato de Güímar, en especial
los guanches que habitaban Arafo) y en cuyos bordes se registraban a veces
escaramuzas debido a los robos de ganado.
Media Montaña |
Era el punto culminante de la trashumancia vertical
que mueve el ganado en función del escalonamiento estacional de los pastos. Cuando
el pasto se agostaba en el resto de la isla, los rebaños subían durante los
veranos a aprovechar el ramoneo de las diferentes hierbas perennes y arbustos
que componen el matorral de la alta montaña canaria (alelí, escrofularia, tonática,
codeso, retama, hierba conejera y pajonera…).
En estos enclaves existía una organización
territorial de estos entornos bien conservados, aceptada por las comunidades
guanches a escala insular, con propósito de explotar los recursos ecológicos y
de realizar intercambios revestidos de simbolismo social o religioso. La
tradición cuenta que, tras el descubrimiento de la Virgen de Candelaria en
Chimisay, el Mencey de Güímar avisó al resto de menceyes del hallazgo, y estos
acudieron por las cumbre a visitar a la Chaxiraxi.
Un uso tan intenso del territorio, durante tanto
tiempo y con escasa presencia de pobladores tras la conquista castellana, ha
dejado una distribución singular de testimonios materiales comunes a los diferentes
menceyatos y a los diferentes momentos del tiempo.
Barrancos encajados en la zona alta de Agache. |
Las diferentes funciones que albergaron estas cumbres
hicieron de ellas un espacio con expresiones propias, con un gran repertorio de
yacimientos: cabañas, cuevas sepulcrales, de habitación, abrigos pastoriles semiconstruidos,
refugios naturales para personas y ganados, espacios ceremoniales, gambuesas y
corrales, canteras, talleres, sises, y tagorores.
Particularmente interesante para un geógrafo son los
senderos o rutas seguidas por los guanches, ya que la mayor parte de ellas continuaron
usándose hasta tiempos relativamente recientes. En especial, el Camino de
Chasna y el Camino de La Cumbre ,
que une los Valles de La
Orotava y Güímar por la Crucita y que se sigue usando como paso de los
romeros de Candelaria.
Interior del circo de Las Cañadas. |
En Arafo existían pasos de cabreros, muy peligrosos,
que unían unos barrancos con otros, como los pasos de Cheque, de Los Huecos o
el Paso de Amanse, en la actualidad olvidados y posiblemente, perdidos para
siempre.
En estos lugares suelen encontrarse, aun en la
actualidad, gran cantidad de restos materiales, algunos de ellos en buen estado
de conservación.
El interés científico de estos conjuntos se relaciona
con la diversidad de elementos, estado de conservación de los bienes materiales
y del territorio de referencia en que se inscriben, que permite a la
investigación arqueológica interpretar la interacción entre el sistema cultural
aborigen (organización socioeconómica basada en la ganadería y en la recolección)
y el sistema natural.
Cumbres entre Izaña y el Corral del Niño |
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