viernes, 22 de mayo de 2009

Otra sobre el agua

Paisano refrescando el gaznate con un porrón de morapio. Hay que conservar las esencias patrias


Planteamiento:Leo en El País que el gobierno de España plantea inundar las Tablas de Daimiel, en La Mancha, con aguas depuradas de Villarubia, Alcázar y Daimiel, porque la extracción abusiva de las aguas del acuífero subterráneo manchego las acabó por secar varias veces en los últimos quince años.
Reflexión: Es curiosa la relación de los españoles con el agua a lo largo de la historia. Los romanos aportaron acueductos, evacuación de residuales, termas, baños y suministro urbano. Los árabes aceñas, tuberías, jardines, cultivos de regadío en las vegas( como la caña de azúcar, o el comienzo de la horticultura a gran escala). Luego, los reyes europeos (austrias y borbones), aportaron la cultura de la jofaina, el botijo y la escasa higiene.
Tampoco se utilizaba mucho el agua para beber, porque somos un pueblo que creemos que el exceso de agua en la barriga cría mujo, y que no hay que desperdiciar los grandes caldos de la Rioja, Penedés, Valdepeñas o Ribera del Duero.
Evolución: En las últimas décadas, tras el crecimiento urbano, industrial y turístico, y la política de grandes obras públicas propiciadas por el régimen de Franco, el consumo de agua se ha multiplicado exponencialmente, y no nos paramos a pensar que España es un país mediterráneo, que nunca ha sido pródigo en aguas, y eso nos lo indica nuestra vegetación esclerófila, nuestras dehesas de encinas y alcornoques, los quejigos, las adelfas, los palmitos, y las estepas.
Discusión: En Canarias siempre hemos tenido, tradicionalmente, un gran cuidado por los asuntos del agua. Aljibes de Lanzarote, gavias de Fuerteventura, tomaderos de Gran Canaria, eres de Tenerife, pozos someros de La Gomera, galerías de La Palma, alcogidas de El Hierro.
Era tradicional ver los patios con vegetación de hoja que le conferían a la casa frescura en verano. En una esquina, la piedra de estila y la talla, y la dueña de la casa salpicaba con un balde los suelos de cemento y barría para quitar la suciedad y no levantar polvo.
De eso hemos pasado a tener piscinas, campos de golf, ajardinamos nuestras áridas tierras del sur con plantas que consumen ingentes cantidades de agua,...resultado: nuestros acuíferos se están agotando.
Solución: no hay problema, ya que podemos desalar agua del mar, que es inagotable.
Pregunta: ¿Con qué funcionan las desaladoras?.
Respuesta: Con electricidad, que en Canarias la conseguimos quemando combustibles fósiles.
Consideración: Algo no funciona entonces como debiera. Estamos consumiendo un producto escaso, caro y que está pendiente de los vaivenes internacionales para producir el agua que necesitamos para beber, para regar nuestros campos, para llenar las piscinas que demandan los turistas de los que vivimos.
Conclusión: El camino debe ir entonces hacia políticas de ahorro de agua, pero también el plantear que las desaladoras (que son necesarias), funcionen con energías alternativas, como el viento o el sol.
El agua es necesaria, fundamental, y no la podemos hacer depender de los caprichos de un elemento tan volátil como el petróleo.

1 comentario:

eqrEQWReqwre dijo...

Anoche publiqué un artículo muy relacionado con este, una especie de estudio de campo con fines educativos sobre el agua embotellada. Se tocan dos puntos que tú también citas: las desaladoras, con el caso del agua de Las Palmas con exceso de boro porque la desalinización tampoco es un proceso perfecto,y el descenso de los niveles freáticos que está causando excesos de flúor en el agua corriente de una serie de zonas de Tenerife.
Y por supuesto un problema, grave, de fondo: el abandono de una cultura de uso del agua por una cultura del derroche en apenas dos generaciones.