Una dehesa es un monte claro, arbolado, multiespecífico, que, manejado de forma adecuada por el ser humano, mantiene buena parte de la biodiversidad del mundo mediterráneo ibérico.
Se basa en prácticas agro-silvo-pastoriles, heredadas de los prados de siega establecidos en el Fuero Juzgo ratificado por Recesvinto en el año 654, y que se asentaron con el avance de la Reconquista, cuando se iban estableciendo dehesas para asegurar los mejores pastos al ganado caballar que se empleaba en la guerra, como establecía el Fuero de Plasencia. En la dehesa, el ganado funciona como un elemento unificador de todo el agroecosistema.
El aprovechamiento de la dehesa se desarrolla en sectores de la Península Ibérica de clima mediterráneo continental, pero con tendencia oceánica, sobre suelos minerales débilmente desarrollados, de materiales no consolidados de origen eólico, aluvial o coluvial, casi originales, con ausencia de arcilla y materia orgánica.
Los suelos permiten un amplio rango de posibles usos agrícolas, pero con limitaciones asociadas a la topografía, su débil espesor, alta pedregosidad y elevada acidez.
De gran extensión en tierras erosionadas, zonas semiáridas y regiones montañosas, son sustratos poco fértiles, por lo que, para que las dehesas sean productivas, deben abarcar una gran cantidad de territorio. Es el ejemplo más claro de sistema agroganadero extensivo ibérico.
Estos terrenos, en contra de lo que pudiera parecer, son variados y diversos, desde las lomas de grandes pendientes cubiertas de herbazales y matojos, hasta los bosquetes de chopos y fresnos en las riberas de ríos y arroyos.
Cerca de estas riberas encontramos lechos aluviales de inundación, ocupados por pastizales densos, de alta producción y agostamiento más tardío, que es aprovechado por vacas y cerdos.
Cerca de estas riberas encontramos lechos aluviales de inundación, ocupados por pastizales densos, de alta producción y agostamiento más tardío, que es aprovechado por vacas y cerdos.
Las tierras de cereal de labor intensiva (trigo, cebada, avena, centeno) se cultivan todos los años, generando grano, paja y abundantes rastrojos.
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Los elementos básicos de la dehesa lo constituyen en principio una superficie arbolada o no que sustenta un pastizal en el que conviven especies ganaderas y fauna silvestre, de tal manera que es el manejo del ganado el que mantiene el ecosistema y lo convierte en un sistema sostenible. La acción antropogénica en una actividad milenaria es la que ha ido conformando los sistemas adehesados, pero esta actividad en el devenir del tiempo, no ha sido la misma en todos los territorios, de ahí que la vicisitud histórica conforma distintos tipos de dehesa en los territorios. |
Sin embargo, el sector más relevante es la dehesa propiamente dicha, de encinas y alcornoques; quejigos y algarrobos, donde pastan ovejas, vacas y los cochinos se ceban hozando durante la montanera, aprovechando la abundancia de bellotas. Las cabras ramonean matorrales como la maraña, el cantueso, la jara y los zarzales.
Se siembran cereales cercados en régimen extensivo y hay pastizales inducidos de alfalfa, trébol, veza, esparceta y otras leguminosas, que consume el ganado durante las rastrojeras.
La dehesa es un paisaje heredado del pasado, que ejemplifica el contrato que la sociedad campesina ha firmado con ciertas especies animales, para servirse apoyo mutuo. En este contrato, también entra el medio ecológico, que la comunidad rural observa, explica, comprende y utiliza en su provecho.
La dehesa tiene una función económica que no debemos perder de vista, al ser un sistema agrosilvopastoril donde se caza, y del que se obtienen múltiples productos forestales (madera, corcho, leña y esencias aromáticas).
La dehesa tiene una función económica que no debemos perder de vista, al ser un sistema agrosilvopastoril donde se caza, y del que se obtienen múltiples productos forestales (madera, corcho, leña y esencias aromáticas).
Este aspecto productivo debe hacernos reflexionar sobre el futuro de estos montes humanizados, si son manejados de un modo correcto y ajustado, ya que muchos de los frutos que se extraen de la dehesa poseen una evidente calidad y revalorización en el mercado actual:
- El corcho, tapón de grandes vinos en todo el mundo y aislante eficaz, renovable y antialérgico.
- El carbón de encina se ha encarecido como un combustible de cocina de alta calidad.
- El cerdo ibérico, de menor cantidad de grasa, altas cualidades de gusto y sabor y plato estrella de una nueva gastronomía en auge.
- Los olivos de comarcas montañosas, de escasa producción de aceitunas, pero de gran calidad y materia prima de aceites exquisitos.
- Las esencias aromáticas extraídas de la lavanda, el romero, el tomillo y la retama, que alimentan una agroindustria perfumera con un futuro prometedor.
“naturales”.
Su cometido medioambiental es claro, al ser un espacio que ha conservado su funcionamiento como complejo sistema ecológico. Sirve de albergue a una gran cantidad de fauna salvaje (rapaces como la lechuza, el elanio azul o el águila real; mamíferos como conejos, liebres, linces y ciervos; numerosos reptiles y anfibios), que convive con el ganado y los usos agrarios y silvícolas.
En la sociedad de mercado y globalizada actual, que se rige por normas economicistas y utilitaristas, la dehesa debe hacer honor a su etimología y defenderse (dehesa viene de defessa, que significaba “defensa”).
Ha pasado de ser un sistema que era sostenible en lo local y en lo global (no utilizaba recursos exógenos, no generaba residuos en el ecosistema), a verse afectado por una serie de cambios en la economía española, como:
Ha pasado de ser un sistema que era sostenible en lo local y en lo global (no utilizaba recursos exógenos, no generaba residuos en el ecosistema), a verse afectado por una serie de cambios en la economía española, como:
- Decisiones políticas tomadas muy lejos (la Política Agraria Común contempla la dehesa como un valor paisajístico, pero no económico).
- Cambios en el modo de vida de las comunidades cercanas, como el despoblamiento del campo español.
- Escaso apoyo a los sectores agrarios y ganaderos y la pérdida de valor monetario de sus productos
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La dehesa alberga un gran patrimonio medioambiental y cultural y constituye la base de actividades económicas diversas que generan gran valor socioeconómico y cultural |
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