miércoles, 29 de enero de 2014

La Nueva Geografía Regional. CAPÍTULO 2º





El pensamiento geográfico alemán (en especial Hettner) influyó en gran medida en autores como William Morris Davis y su discípulo Ellsworth Huntington, que desarrollaron la geografía norteamericana.

La influencia de Hettner es muy evidente en los trabajos de Richard Hartshorne. Su obra principal La naturaleza de la geografía, publicada en 1939, sigue siendo uno de los textos fundacionales de la epistemología geográfica. 

Hace énfasis Hartshorne en la objetividad del estudio corológico del paisaje, en el estudio de la interrelación de los fenómenos, ya que éstos adquieren un “significado geográfico”, es decir, una interrelación espacial, y entonces el espacio, de ser objeto de estudio, pasa a definirse como método.

La geografía es una ciencia como todas las demás, pero que tiene un punto de vista diferente en el proceso de adquisición del conocimiento. Y es aquí donde nace ese concepto de “excepcionalidad” de la geografía, tan criticado por el neopositivistimo, desde la publicación del trabajo de Fred Schaeffer en 1953.


William Morris Davis aplica conceptos evolucionistas a la geomorfología, e introduce la idea de ciclo
para explicar algunos fenómenos.


La manera cómo Hartshorne perfila ciencias corológicas (geografía, astronomía y geofísica) y ciencias cronológicas (historia y paleontología, aparte de las ciencias sistemáticas) se origina en Kant y llega hasta él desde Hettner.

Hartshorne, plantea lo siguiente “Aunque el enfoque con el que la geografía trata de aprehender la realidad es distinto, los ideales fundamentales que dirigen esa búsqueda de conocimientos son los mismos que los de otras partes de este campo total de conocimiento para el que no tenemos otro nombre que ciencia”

A partir de los años cincuenta del siglo veinte, la geografía, especialmente la anglosajona, estuvo sometida a la epistemología neopositivista. Prima la explicación de los fenómenos ya descritos, y sobre todo el asentamiento del paradigma nomotético: hay que buscar las leyes que lo rigen todo. El esfuerzo se focaliza en realizar modelos teóricos, simulaciones, cibernética. Estos modelos son peligrosamente abstractos, deshumanizados y no explican los procesos históricos.

En este agitado panorama sobreviven geógrafos como Eric Dardel (1899-1967), precursor de la fenomenología, que se nutre de la tradición filosófica ilustrada por Heidegger o Jaspers y explora las dimensiones del saber geográfico en su dimensión histórica y en su expresión individual, saber, mito y arte, que se expresa sobre todo, en el paisaje.

Dardel hereda los planteamientos renovadores de la geografía de finales del Siglo XIX, donde
el acento se debe poner en el estudio de las relaciones entre la sociedad y su medio. No en vano, su
obra de referencia es homónima de la de Eliseo Reclús.

En 1952, en su obra El Hombre y la Tierra dice: “conocer lo desconocido, alcanzar lo inaccesible, la inquietud geográfica precede y conduce a la ciencia objetiva. El amor al suelo natal o la investigación del desarraigo, una relación concreta se establece entre el hombre y la tierra, una geograficidad del hombre como modo de su existencia y su destino."

Dardel plantea que la etimología misma de la palabra geografía define su carácter: la Tierra es un texto que debe ser interpretado en términos de la condición humana.

Los pensamientos de Dardel recibieron mayor atención en la década de 1970 cuando la filosofía fenomenológica se introdujo a la geografía angloamericana. 

En los años ochenta la geografía regional es redefinida, apareciendo nuevas concepciones o revisiones de enfoques clásicos.

En la geografía anglosajona el concepto de "región", es ampliamente sustituido por el de "lugar", definido por Doreen Massey como la combinación de identidad, instituciones locales y vínculos globales. La particularidad surge de las diferentes combinaciones de dichos elementos.

Los SIG aplican los conceptos clásicos del análisis regional: análisis por capas, para
lograr una síntesis explicativa.

En la década de 1980 aparece la llamada "nueva geografía regional". 
Mary Beth Pudup, de la Universidad de Santa Cruz en California, en su obra de 1988 «Arguments within regional geography», plantea que el objetivo de esta nueva modalidad de estudios regionales es utilizar el marco conceptual de las ciencias sociales en la geografía. Las variaciones regionales son pues, respuestas locales a lo hegemónico (el modo de producción capitalista). 

Según Anne Gilbert la nueva geografía regional francesa precisa la región como un “territorio” con especificidades propias que la distinguen del resto. Esto es debido a la herencia de la geografía humanística a través de la cual el hecho cultural de la región es entendido y creado desde la perspectiva subjetiva, experiencial e intencionada de los habitantes, por lo que hay que observar las expresiones individuales y colectivas.

La nueva geografía regional debe ser, necesariamente, crítica.

Claude Raffestin y Roger Brunet afirman que la geografía anglosajona es más psicológica, y se acerca al espacio vivido a través del concepto de "percepción". El espacio regional es un contexto donde actúan los individuos solos o agrupados ya que hay un conjunto de relaciones (económicas, sociales, políticas, culturales, representativas), que implican a todos los aspectos de la vida. 

La nueva geografía regional, sin embargo, es una geografía “comprometida”, no se trata sólo de un enfoque para la comprensión científica del mundo espacio-temporal (como planteaba Hartshorne), sino de un instrumento para la acción. 

Decidir si la "nueva geografía regional" es un innovador paradigma o sólo una rama tangente de una larga tradición, no nos compete a nosotros. Sin embargo, recordando a Dardel,  la geografía es la ciencia que estudia los signos inscritos en la superficie terrestre. En este supuesto, debemos prestar atención a la región, ya que el objetivo de la geografía regional es explicar los fenómenos específicos que ocurren en un determinado espacio terrestre y en un determinado momento temporal. 
Puede ser un enfoque tradicional, pero de ningún modo una posición anticuada.

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