Más
de sesenta años de cultivos industriales, basados en la química y en el regadío
excesivo, han acabado por dañar grandes cantidades de suelo agrícola.
La
cuestión principal que surge ahora es de qué modo se puede intervenir, para modificar el paradigma actual
que prima en nuestra agricultura e iniciar la transición hacia sistemas
agrarios menos dañinos para el medio natural, donde la recuperación de suelos
es un pilar fundamental. Pero antes se deben resolver algunas preguntas: ¿Cuánto
costaría la regeneración de esos suelos? ¿Cómo, dónde y cuánto tendrán que modificarse
los sistemas actuales? ¿Qué tipo de plantas deberían usarse?
No
se pueden aplicar soluciones genéricas, ya que debemos considerar las
soluciones por zonas agroclimáticas, al existir diferentes condicionantes, como
los climas locales, suelos diferentes, pendientes, exposición al sol o altitud.
Algunos
estudios plantean la regeneración de pastizales degradados mediante la mezcla
de leguminosas herbáceas, como la tedera o la chicharilla y arbustivas, como el
escobón y el tasagaste.
Los escobones son leguminosas arbustivas con una gran capacidad de regeneración de suelos. |
En
Canarias, el abandono de terrenos dedicados antaño a ciertos monocultivos de
exportación como plátano y tomate, trae consigo que existan importantes extensiones
de tierras muy degradadas por el uso masivo de fertilizantes químicos y
biocidas de síntesis, así como por el exceso de regadío (muchas veces con agua
de escasa calidad, salinizadas por sodio, cloruros o nitratos).
Recuperar
estos suelos para la agricultura ecológica parece un reto considerable, pero las
leguminosas pueden ayudar a ello, puesto que hay numerosas especies que sirven
para restaurar sustratos degradados.
Las
leguminosas pueden mejorar la carga de nutrientes del soporte edáfico y también
acelerar o facilitar la sucesión espontánea, debido a su marcada capacidad de
producir interacciones multidireccionales que parecen favorecer la mejora de la
estructura y la función del ecosistema.
La tedera
(Bituminaria bituminosa), posee la
capacidad de generar fitoestabilización de suelos contaminados y degradados por
metales pesados.
Actualmente,
existen estudios que se centran en investigar la capacidad que poseen algunas
especies de leguminosas para la fitorremediación de suelos contaminados con
hidrocarburos.
La esparceta o pipirigallo (Onobrychis sativa) es una leguminosa apta para climas frios o de montaña. |
La
presencia permanente de hidrocarburos en los suelos tiene un impacto negativo
en la salud de los humanos y del ecosistema, por lo que desarrollar opciones de
remediación es crucial. El uso de leguminosas para eliminar dichos
contaminantes puede conducir a tecnologías sostenibles desde el punto de vista
económico y ambiental.
Aunque
son más lentas que especies pertenecientes a otras familias, como las
gramíneas, algunas evidencias experimentales sugieren que, en algunos casos,
las leguminosas pueden aumentar la mitigación total de los hidrocarburos y
estimular la capacidad de atenuación de la comunidad microbiana del suelo, en
particular para los contaminantes que normalmente son más recalcitrantes a los
procesos de degradación.
Por
ejemplo, Melilotus albus (trébol
blanco de olor), posee una gran capacidad de biorremediación en suelos
afectados por derrames de hidrocarburos, en especial diesel.
Trébol blanco de olor |
El
uso de algunas especies de leguminosas, en especial del género Mimosa (unas setecientas especies) para corregir
suelos afectados por la minería del carbón y de la bauxita indica una mejora de
la carga de nutrientes (nitrógeno, potasio, materia orgánica) en el sustrato,
una composición diversificada de la cobertura arbórea y un destacado
establecimiento de árboles autóctonos con predominio de especies que pueden
atraer y mantener fauna autóctona.
Trébol blanco. |
Sembrar
alfalfa (Medicago sativa) o trébol
blanco (Trifolium repens) y
utilizarlas después como abono verde parece ser un tratamiento adecuado en
suelos con exceso de fertilizantes e
insecticidas de origen sintético.
Las leguminosas,
en general, toleran salinidad, aridez, sequía, suelos ácidos y alcalinos, calor
extremo, sequías y vientos, como las diferentes acacias (Acacia raddiana, Acacia ehrenbergiana, Acacia seyal, Acacia tortilis),
algarrobo
(Ceratonia siliqua), lingué (Afzelia africana), tali (Erythrophleum guineense), árbol de la
seda (Albizia julibrissin), flamboyán
(Delonix regia), y tamarindo (Tamarindus indica).
Crotalaria juncea, una leguminosa utilizada para recuperar suelos muy dañados. |
Todas
estas especies poseen usos múltiples, ya que en muchos casos se aprovecha el
fruto (vaina y semillas) y los arbustos y árboles son una buena fuente de
taninos. Además de fijar el nitrógeno, se desarrollan bien en suelos arenosos y
alcalinos con alta presencia de sales, pero otras se desarrollan en suelos
pesados arcillosos y con pH ácido.
Las leguminosas
arbóreas suelen ser de crecimiento rápido y muchos de ellos, aunque muy
conocidos como árboles ornamentales tropicales, tienen muchos usos adicionales.
Fijan el nitrógeno en el suelo, lo que le permite crecer en suelos pobres y
actuar como una planta pionera, además de fertilizar las plantas circundantes.
Muchos
animales (salvajes y de uso ganadero) usan las hojas, las vainas y las semillas
como alimento, y se utilizan cada vez más como cultivo forrajero.
Néré (Parkia biglobosa), un árbol muy utilizado en las reforestaciones del Sahel, debido a los múltiples usos que posee y a su capacidad para crecer en suelos pobres y degradados. |
Atraen
insectos benéficos, (abejas, mariposas) y la madera puede usarse para muchas
cosas, desde muebles hasta leña.
En
contraste con otras familias botánicas, las especies polinizadas por el viento
son extremadamente raras en las leguminosas, que son en gran parte polinizadas
por insectos o auto-fertilizadas.
Aunque
no es exclusivo de las leguminosas, la polinización de insectos va acompañada
de adaptaciones, como el desarrollo de rasgos morfológicos específicos y la
producción de atrayentes volátiles.
Los
rasgos morfológicos incluyen tipos específicos de inflorescencia, como los
racimos, y una simetría floral zigomórfica (bilateral). Los volátiles florales
se han estudiado en varias leguminosas, que incluyen, entre otros, alfalfa y
trébol. Curiosamente, los volátiles foliares también juegan un papel importante
en las comunicaciones con insectos, particularmente como un mecanismo de
defensa para atraer depredadores de herbívoros.
Imagen que muestra los procesos de revegetación en algunos lugares de Níger. En la mezcla de semillas utilizadas en estas labores de reforestación siempre hay que incluir leguminosas. |
Son
árboles ideales en sistemas de permacultura para recuperar suelos dañados por
cultivos intensivos anteriores o por procesos erosivos graves y ayudan a
establecer jardines forestales de calidad.
Estos
árboles son muy útiles en los sistemas agroforestales, como recuperadores y
conservadores de suelos, y como mitigadores del cambio climático, por ser árboles
captadores de dióxido de carbono.
En
suelos degradados por la tala excesiva y dañados por la posterior erosión, como
pueden ser zonas amazónicas y del Sahel, las leguminosas cumplen un papel fundamental,
al poseer una mayor capacidad de secuestro de carbono y otros macronutrientes.
La
capacidad de capturar carbono por parte de las especies durante las fases de la
sucesión temprana es importante para la restauración exitosa del bosque, ya que
propicia la mezcla con otras especies de sucesión posterior.
Esquema que explica los procesos beneficiosos que se inician en los suelos degradados tras la siembra de leguminosas arbustivas y arbóreas. |
Esto
proporciona beneficios a largo plazo que ayudan a cumplir los objetivos de
restauración. La sucesión temprana con especies fijadoras de nitrógeno ayudan a
almacenar más carbono y otros nutrientes, pero también son plantas de poderosos
sistemas radiculares y que engrosan los tallos muy rápido, lo que contribuye a
fijar los elementos sueltos del suelo, acelerando la restauración del bosque.
Las
leguminosas promueven también el ciclo de otros nutrientes como potasio y
magnesio, por lo que se suelen recomendar para su uso en plantaciones de
restauración forestal en la región amazónica. Una caso claro es el uso del
kargoo (Bauhinia reticulata) y de la
espina de invierno (Faidherbia albida)
en el Sahel.
En
las repoblaciones de la selva amazónica se suele usar el jatobá (Hymenaea courbaril), guamo macheto (Inga densiflora), las diferentes
especies denominadas pashacos (Parkia
sp.) y el guapuruvú (Schizolobium
parahyba).
Jatobá (Hymenaea courbaril), árbol característico del interior del bosque primario, crece desde México al sur de Brasil. En el bosque los individuos se encuentran distanciados unos de otros. |
La elección de estas especies como moduladores en los procesos de rehabilitación de suelos muy degradados por el sobrepastoreo, han demostrado una mayor estimulación del crecimiento de la vegetación, ya que crean a su alrededor "islas de la fertilidad", que son aprovechadas por otras especies vegetales para medrar.
En
territorios dominados por ecosistemas áridos y semiáridos, con vegetación de
tipo matorral, se usan leguminosas como plantas nodrizas que promueven la
sucesión vegetal y mejoran la captación vegetal de nutrientes y agua.
En
repoblaciones forestales y programas de revegetación de zonas semiáridas, las
leguminosas presentan una mayor supervivencia de las plantas y un incremento de
la eficiencia en la producción de biomasa.
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