lunes, 28 de noviembre de 2016

La Vegetación del Sahara y sus bordes (VII).






VEGETACIÓN DEL BORDE SUR: EL SAHEL.


El Sahel se sitúa al sur del desierto del Sahara, a lo largo de 5.400 km entre el Océano Atlántico en el oeste hasta el Mar Rojo en el este. Conforma un cinturón que varía entre unos cientos y los mil kilómetros de ancho, cubriendo un área de más de tres millones de kilómetros cuadrados. 
En esta gran extensión de territorio se pueden distinguir zonas de bosque y sus facies de degradación; bosques de ribera y galería, sabanas y zonas de vegetación esteparia variada, con arbolado más o menos denso y espinoso.   
En el Sahel, la lluvia es determinante en el crecimiento vegetal y la composición florística. Por eso, la vegetación es el reflejo de las variaciones que se producen de sur a norte en cuanto a disminución de las precipitaciones, siendo el sur más lluvioso, y el norte más seco y árido.

Paisaje típico saheliano, cerca de Bahr- El - Gazel. Oeste de Sudán del Sur
Sin embargo concurren factores locales, tales como el tipo de suelo y la disponibilidad de agua en la superficie terrestre, que son importantes, especialmente cerca de las zonas de transición entre climas, donde hay suelos endurecidos por costras salinas o donde se encuentran cursos de agua subterránea que afloran a la superficie, así como ríos con flujos permanentes y lagunas efímeras generadas tras importantes episodios de lluvia.
Durante la larga estación seca las hierbas anuales mueren y muchos árboles pierden sus hojas. La gran variación en las precipitaciones interanuales también provoca cambios en la composición de las especies, especialmente en las gramíneas anuales.
Los pastizales y algunos arbustos se han vuelto más prominentes debido a las quemas frecuentes y la alta presión de pastoreo. 

Combretum glutinosum
La extensión de los bosques en el sur ha disminuido como resultado de la tala para madera y leña, y la conversión de estas zonas (anteriormente dedicadas a la agrosilvicultura extensiva), en tierras de cultivo y de pastoreo.
Estos procesos han estado en curso desde el final del Período Húmedo Africano hace 5.000 años, pero se han acelerado en el último siglo.
No obstante, los estudios realizados en los últimos treinta años, indican que la vegetación del Sahel ha experimentado un aumento de su crecimiento, tanto en extensión como en biomasa, desde las sequías de las décadas de 1970 y 1980. 

En ocasiones, las intensas lluvias generan charcos efímeros que aprovechan los ganados para abrevar. En este caso, burros y ganado vacuno.
La recuperación de la vegetación, empero, no ha sido tan acusada como la recuperación de las precipitaciones. Mientras que las lluvias se han desplazado hacia el norte a un ritmo de unos nueve kilómetros por año durante el período comprendido entre 1982 y 2006, la vegetación ha respondido progresando entre el 33 y el 50 % de esa distancia hacia el norte.
La proporción entre el crecimiento vegetal y el aumento de la precipitación es una medida de la capacidad de la vegetación para convertir ese incremento de la disponibilidad de lluvias en biomasa verde, y por lo tanto, una forma de comparar la eficacia del crecimiento vegetal entre años con diferentes precipitaciones o entre zonas con suelos diferentes. Las tendencias indican que la vegetación no se ha recuperado a su pleno potencial.

Serie cronológica de las lluvias en el Sahel.
Para explicar esta escasa respuesta en el desarrollo de la vegetación, existen varias hipótesis:
  1. En los últimos años se han producido grandes fluctuaciones en la cantidad y regularidad de las precipitaciones, con algunas sequías muy graves (1912-15, 1941-42, 1968-74, 1983-85). Como consecuencia, la cubierta vegetal desaparece y el suelo se cubre de finos arenosos. Al no existir barreras naturales, el desierto prosigue su avance, ayudado por los alisios del noreste que mueven y acumulan la arena y resecan el suelo.
  2. La composición de la vegetación ha variado. Las especies oportunistas y más resistentes a los largos períodos de sequía han proliferado, mientras que muchas de las especies que formaban parte de la vegetación potencial, desaparecen. Este tipo de vegetación de sustitución, es menos eficiente a la hora de utilizar plenamente cantidades más abundantes de lluvia, causando un retraso en la respuesta al aumento de las precipitaciones.
  3. Otra causa podría ser la degradación del suelo por la acción humana, lo que reduce o elimina los horizontes de retención de agua y disminuye la capacidad de suministro de nutrientes. 
Mapa del Sahel, dividido en zonas según su grado de aridez.


La vegetación de origen tropical de los hábitats adyacentes convive con la más típica saharo-síndica. El desierto se transforma en una sabana desértica con árboles aislados, que ocupa grandes extensiones en Malí, Chad, Sudán, Níger, Mauritania. El harmatán sopla duramente, impulsado por los vientos alisios, y la presión humana ha deforestado muchas zonas, escasas ya de árboles por naturaleza, lo que alimenta una retroalimentación negativa: menos árboles, menos lluvia, menos suelos, que son barridos por los episodios torrenciales y por el constante viento.

Acacia senegal
 
Los matorrales espinosos del género Ephedra y Calligonum  y los ejemplares arbustivos de Combretum glutinosum se mezclan con Acacia radiata y Acacia scorpioides. Sin embargo, la especie arborescente dominante en el Sahel, en aquellos sectores que han sufrido menos la degradación antrópica, es Acacia seyal, pero también está presente, en muy menor medida el Karité (Vitellaria paradoxa). Acompañando a estas especies, encontramos gramíneas de los géneros  Panicum (Panicum anabaptistum, Panicum turgidum) y Aristida (Aristida stipoides, Aristida sieberana).


Aldea dogón, grupo étnico que vive en la región central de Malí, en la región de Mopti. Aprovechan los escasos recursos hidricos para cultivar mijo, sorgo y arroz, así como cebollas, tabaco, cacahuetes y otras verduras. También crían ovejas, cabras y gallinas.
En estas zonas llanas, cubiertas de arenas amarillas, se entremezclan sectores de vegetación esteparia con sectores de matorrales muy abiertos y zonas de matorrales cerrados dominados por arbustos arborescentes alguno de ellos del género Pterocarpus.
En los glacis (laderas) que descienden desde las mesetas rocosas, se pueden encontrar formaciones semiboscosas que se aprovechan de la presencia de regatos que recogen aguas que escurren desde las mesetas. Estos sectores suelen estar ocupados por diversas gramíneas, alguna de ellas ya nombrada y árboles del género Acacia.

Pastizales con algunos arboles y arbustos aislados.
En las llanuras, durante la estación de lluvias y si las precipitaciones han sido favorables, se genera una densa alfombra de hierba.  En etapas de degradación son visibles algunas leñosas (Rogeria adenophylla). 
La estación de lluvias en el Sahel dura de mayo a septiembre, pero se suelen concentrar en el mes de agosto, cuando el cinturón de convergencia intertropical alcanza su posición más septentrional. 
La trashumancia de pastores y rebaños desde hace siglos buscando pastos ha alterado la composición florística de estas zonas, favoreciendo pastizales mezclados con especies leñosas tolerantes al fuego y al ramoneo. 

Rogeria adenophylla

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