Desde
la realización del primer viaje de Colón, las Islas Canarias eran una estación
de paso obligatorio para los buques de la Corona española que navegan hacia
América. Estos barcos debían fondear en las islas durante varias semanas para
realizar ajustes necesarios para un viaje de dos meses por el Oceáno y embarcar
agua y provisiones.
Muchos canarios,
desde entonces, participaron activamente en el establecimiento y desarrollo de
la América española.
Las
Islas Canarias aunque eran bien conocidos por los antiguos navegantes, pasaron al
olvido durante las invasiones bárbaras y la Alta Edad Media.
Después
de las primeras descripciones de Plinio el Viejo, que cita el viaje del
rey Juba II de Mauritania a las islas en el año 40 a.C. y se refiere a ellas
por primera vez como Islas Afortunadas y
otros autores de la época, más de mil años tuvieron que pasar antes de que las Islas
Canarias fueron mencionadas en los textos europeos.
Los
italianos del siglo XIII llevaron a cabo exploraciones y ocupaciones
temporales, de al menos una de las islas canarias: Lanzarote, que todavía
lleva, corrompido, el nombre de su invasor genovés, que en 1312 llego a la isla
que los majos denominaban Tyterogaka, palabra de origen amazigh que significa
Montaña Colorada. Este hecho fue el redescubrimiento medieval de las canarias
después de mucho tiempo de olvido desde la época romana.
Se
estableció en la zona norte de la isla en la que construyó una torre de
vigilancia. Su estancia duro veinte años hasta ser expulsado por una rebelión
de los habitantes de la isla.
Una de las primeras representaciones medievales de las Islas Canarias. Sólo aparecen las islas orientales y algunas de las islas menores.(Blog Canarias a través de la Cartografía, de Juan Tous Meliá) |
Su
primera referencia se halla en un mapa portulano del mallorquín Angelino
Dulcert fechada en 1339 en la que aparecía nombrada como Insula de Lançarote Mallucellus y en otros mapas del siglo XIV, la
cruz de Génova está claramente marcada en la isla.
Lancelloto
arribó a la isla cuando viajaba en busca de los hermanos desaparecidos, también
genoveses, Ugolino y Vandino Vivaldi, que en 1291 habían emprendido una
expedición alrededor de África rumbo a India, '' para buscar el este a través del oeste”. Ésta empresa se desvaneció
con todos sus hombres.
Mucho
tiempo después otra expedición toca la costa africana y encontró a un anciano
blanco que decía ser un superviviente, aunque nunca se confirmó. Es probable
que la expedición genovesa intentó dar la vuelta África, pero se encontró con el desastre muy
lejos de su camino y muy cerca de Canarias.
En este
período, muchos italianos exploran este sector del Atlántico, lo que ha quedado
reflejado en los nombres que se les dio a numerosas islas del Archipiélago de
las Azores y de Madeira, aunque muchos, tras el redescubrimiento lusitano, dio
paso a equivalentes portugueses o sustitutos. Así, Leiname se tradujo como Madeira,
y se convirtió Li Conigi (Isla de los Conejos) en Flores.
Esquema realizado del mapa original de Abraham Cresques en 1375. Aparecen ya las casi todas las Islas Canarias (falta La Palma). Lanzarote sigue con su atribución a Lancelotto Malocello ya la República de Génova. (Blog Canarias a través de la Cartografía, de Juan Tous Meliá) |
Cuando
el Almirante de la Mar Océana, comenzó sus viajes al Nuevo Mundo, las
Islas Canarias estaban parcialmente asimiladas a los reinos hispánicos, ya que
se estaba finalizando la Conquista de La Palma y Tenerife aún permanecía fuera
del control español.
Desde
el principio, las Islas Canarias fueron consideradas como una base marítima
desde donde comerciar por mar con África y después con el Nuevo Mundo, así como
servir de estorbo a las ansías expansionistas de Portugal, la otra nación
ibérica dispuesta a colonizar las nuevas tierras puestas en conocimiento de los
europeos.
Con los
descubrimientos de Colón, las Islas Canarias se convirtieron en puntos de
parada obligatoria en el camino hacia el Nuevo Mundo, y gran parte de la
producción de las islas se dedicó a reabastecer a los barcos que atracan en sus
puertos: cereales, carne animal, agua, marinería para tripulaciones.
Aunque Sevilla
mantuvo el monopolio sobre el comercio americano hasta bastante avanzado el
siglo XVIII, las clases comerciantes canarias en creciente aumento y cada vez
más influyentes (compuestas por una amalgama de nacionalidades diferentes
amparadas por los reinos de los Austrias: flamencos, genoveses, milaneses, andaluces, castellanos,
mallorquines, catalanes, portugueses)
desafiaban continuamente el monopolio.
El soplo de los alisios convierte a Canarias en escala obligada de todos los veleros trasatlánticos. |
Las
islas estaban perfectamente situadas para influir en el comercio trasatlántico,
y los comerciantes canarios comenzaron a implementar su propia agenda, llegando
incluso a armar barcos para navegar directamente a las Américas.
Las
Islas Canarias fueron también el lugar donde se implementan las primeras
plantaciones de azúcar de propiedad española, y cuando el azúcar se introdujo
en las Antillas, provenía de Canarias, gracias a expertos agricultores canarios
en el cultivo del azúcar.
La
industria azucarera del Caribe floreciente superó a la producción originalmente
próspera canaria, iniciando una crisis en este monocultivo que llevó a las
islas a un descenso económico que provocó una fuerte emigración a las Américas.
Con el
cultivo del azúcar en horas bajas, los isleños se encaminan hacía el cultivo de
la viña para la elaboración de vino y aguardientes.
Los
vinos canarios fueron muy demandados, tanto en España como en América, sin
olvidar la exportación a Inglaterra y otros países europeos, alcanzando gran
fama.
Sin
embargo, la reducción de la superficie vinícola provocada por la crisis de los
alimentos de subsistencia, el cese de la exportación a Inglaterra debido a la
Guerra de Sucesión Española y el cambio en el gusto de los consumidores,
condujo a que el sector quedara relegado en una pequeña actividad comercial y
como producto para los mercados interiores.
Vista de los muelles de la Isla de los Perros, en el Tamésis, Londres, a principios del siglo XIX. Aquí estuvieron las dársenas que recibían el tráfico de buques que comerciaban con las Islas Canarias. (El actual Canary Wharf). |
Era
difícil para Canarias que sus productos de exportación de las Islas Canarias pudieran
competir económicamente con América, y en un número cada vez mayor, los
canarios tuvieron que emigrar, temporalmente
o de modo permanente.
Tal
cadena de sucesos: crisis de un monocultivo de exportación-aumento de la
emigración canaria, se repetiría cíclicamente en la historia de nuestras islas
hasta casi la actualidad.
Desde
el Siglo XVI, España estableció centros administrativos en las Islas Canarias,
en un intento por detener el contrabando y el comercio ilícito flagrante entre
las islas y el continente americano.
Se
instituye en las islas (tras darle al Archipiélago Canario privilegio de
comercio directo con América, a pesar de que el comercio de Castilla con las Indias
era un monopolio controlado desde Sevilla) de Tenerife, Gran Canaria y La Palma,
un Juzgado de Indias. Hacia 1564 se
crea el el Juzgado Oficial de la Casa de la Contratación de Indias en Santa
Cruz de la Palma y en 1566 se añaden dos nuevos en Tenerife y en Gran Canaria.
Edificio Casabuena, en la Plaza de La Concepción de San Cristóbal de La Laguna. Fue la sede del Juzgado de Indias de Tenerife. |
Esta
entidad se comprometió, entre otras funciones, a la inspección de los barcos
que se dirigían hacia y desde las Américas, para asegurar el cumplimiento de
las leyes españolas. Su funciones
principales en el ámbito fiscal y comercial eran la comprobación de que los
barcos que fueran a las Indias con sus correspondientes registros y que se
cobraran asimismo los derechos a los barcos.
Cumplía también otras funciones tales como luchar contra el contrabando, autorizando un sistema de concesión de licencia para comerciar a comerciantes canarios con las Indias con el fin de reanimar la vida y economía canaria. Hasta la apertura que implanta el Reglamento de Libre Comercio de 1778 el comercio de ida y vuelta a las Indias pasando por Canarias, el tonelaje y nuevos órganos compartieron o sustituyeron dichas tareas, tales como el Juzgado Superintendente de Canarias (1657) o la Intendencia General (1718).
Cumplía también otras funciones tales como luchar contra el contrabando, autorizando un sistema de concesión de licencia para comerciar a comerciantes canarios con las Indias con el fin de reanimar la vida y economía canaria. Hasta la apertura que implanta el Reglamento de Libre Comercio de 1778 el comercio de ida y vuelta a las Indias pasando por Canarias, el tonelaje y nuevos órganos compartieron o sustituyeron dichas tareas, tales como el Juzgado Superintendente de Canarias (1657) o la Intendencia General (1718).
Mapa del Puerto y Villa de Garachico, antes de la erupción de 1706. Hasta ese momento era uno de los puertos más importantes de Canarias en el comercio con América. |
El
comercio de América con las Islas Canarias era limitado en un primer momento,
debido a las estrictas prácticas monopolistas españolas que limitaban el tráfico de mercancías y personas oficial a un puñado de puertos, en especial caribeños, pero la anexión
de Portugal al Reino hispánico (1578-1640), significó un buen número de plazas marítimas
del Brasil donde comerciar desde Canarias.
Comenzando
en el siglo XVIII y continuando hasta la independencia colonial en la década de
1820, España proclamaba el comercio libre, forzado por el creciente descontento
de los colonos y comerciantes, las reiteradas solicitudes en tal sentido hechas
desde Canarias, así como por una aguda crisis económica que venía afectando a
la economía española desde la llegada al trono de los Borbones.
Era
tarde para tratar de enderezar el rumbo de la nave comercial canaria, puesto
que la competencia de los puertos peninsulares era mayor y la decadencia
canaria manifiesta,
Barcos
canarios viajaban regularmente a La Habana, Santiago de Cuba, Santo Domingo, La
Guaira, Cumaná, Chagres, Portobelo, Riohacha, Santa Marta, Cartagena, Veracruz,
Campeche, Omoa, y a varios puertos más pequeños.
Mapa de las posesiones de ultramar españolas durante la vigencia de todo el período colonial. |
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