lunes, 17 de octubre de 2016

La Vegetación del Sahara y sus bordes (VI).




VEGETACIÓN DE LOS MÁRGENES DEL SAHARA

A igual latitud, podemos encontrar rasgos climáticos claramente opuestos originados por la influencia del relieve, de la cercanía o alejamiento del mar, de las corrientes marinas, así como por la orientación de las costas con relación a los vientos húmedos.
Los bordes del desierto son un tanto arbitrarios, pero podemos determinar que si usamos la vegetación como un bioindicador geográfico, determinamos que el límite norte se dibuja para coincidir con la isoyeta de 100 mm y el límite sur para coincidir con la isoyeta de 150 mm (según Quézel, 1965 La végétation du Sahara, du Tchad à la Mauritanie).
En el borde norte la lluvia cae durante la estación fría con dos máximos, en otoño y primavera. A pesar de que la lluvia cae todos los años, hay una considerable variación de un año a otro, tanto en la distribución y cantidad y las precipitaciones disminuyen rápidamente hacia el sur.

Grabado que representa una aldea de la Kabilia en 1886.

Corresponde más o menos al límite norte del cultivo de la palmera datilera (Phoenix dactylifera) y al límite sur del esparto o atocha (Stipa tenacissima), que son dos de las especies características de la zona de transición de la región Mediterráneo-Sahara.
La zona central sería el espacio entre ambas isoyetas. En el centro de la región la lluvia es de carácter episódico y de escasa cantidad. Entre 18° y 30°N, las medias anuales de precipitación pueden ser inferiores a 20 mm, excepto en lo alto de las montañas. En grandes áreas del desierto de Libia prácticamente no llueve nunca. El Sahara Occidental es el borde con mayor humedad debido a la cercanía al mar, pero aun así pueden pasar varios años sin una gota de lluvia.

Mapa de las precipitaciones anuales del Norte de África. El aumento de las mismas desde la isoyeta de los 100-200 mm hacia el norte y hacia el sur, es más evidente en las zonas de montaña.


La isoyeta de 150 mm corresponde más o menos con los límites meridionales de Cornulaca monacantha, Stipagrostis pungens y Panicum turgidum, y los límites septentrionales de varias especies, como la Hierba del Sahel, llamada “cram-cram”, Cenchrus biflorus, y, entre las plantas leñosas, mirra africana (Commiphora africana) y mandiarha (Boscia senegalensis)
El límite sur del Sahara es mucho menos abrupto que el norte debido a la ausencia de rasgos diferenciadores pronunciados, por lo que existe una gran zona de transición donde los elementos del Sahel y del Sahara se distribuyen en forma de mosaico, y la situación precisa de cada elemento florístico viene determinado por cambios geomorfológicos del territorio. Uno de los árboles dominantes es Acacia tortilis.

Estepas en los limites meridionales del Sahara. Azufaifos y matorrales de orgaza.

La vida vegetal está adaptada a larguísimos periodos de sequía: raíces profundas, órganos de evaporación muy reducidos, semillas altamente resistentes y duraderas. Además de las gramíneas, duras y muy cortas, que a la menor precipitación forman los pastos efímeros tan buscados por los pastores nómadas del Sahara, cabe encontrar matorrales espinosos y algunos arbustos raquíticos, adaptados a los suelos arenosos, rocosos o salados.

VEGETACIÓN DEL BORDE NORTE: CUENCA MEDITERRÁNEA.

Las regiones saharianas mediterráneas presentan, según el grado de pluviosidad, dos formas de vegetación: el bosque y la estepa. El bosque mediterráneo, frágil, constantemente amenazado y destruido por los incendios, la intervención del hombre o el pastoreo de cabras y ovejas, sólo existe en forma de islotes en las montañas mejor regadas por las lluvias: Atlas marroquí, El Rif y los macizos costeros de Argelia (Kabilia) y de Tunicia.

Montañas del país bereber, la Tamazgha. En los valles es abundante la vegetación arbustiva y arbórea, sobre todo si hay presencia de aguas constantes.

Estas zonas poseen una historia natural muy rica, de alta diversidad ecológica, concentrada en pequeños espacios de valles rodeados de montañas, con presencia de coníferas y bosques de montaña (según Quezel, Barbero y Loisel, en su artículo de 1990: Reforestación en la región mediterránea. Impactos biológicos y económicos, publicado en Forét méditerranéenne).
Estos bosques están formados por árboles como araar (Tetraclinis articulata), abeto africano (Abies maroccana), cedro del Atlas (Cedrus atlantica), pino negro del Atlas (Pinus nigra mauritanica), arce (Acer granatensis), carrasca (Quercus rotundifolia), pino marítimo (Pinus pinaster maghrebiana), que nos hablan de una gran diversidad de especies en África del Norte, muchas de ellas compartidas con la cuenca mediterránea. 

Cedro del Atlas en las montañas del Rif

La vegetación, sin embargo no es uniforme y en la zona de la Kabilia varían las especies, encontrando rebollo (Quercus pyrenaica), quejigo moruno (Quercus canariensis), en el Monte Bouhasem, aliso (Alnus glutinosa), e incluso existen zonas pantanosas donde podemos hallar el musgo Sphagnum auriculatum, por lo que estas zonas poseen un valor biológico excepcional y un interés biogeográfico insustituible.
Estos paisajes muestran una cobertura forestal de gran heterogeneidad, dentro del piso termomediterráneo, pero con evidentes variaciones climáticas locales, que van desde las zonas subhúmedas a las húmedas y perhúmedas.
También existen cambios debidos a la litología, ya que hay grandes diferencias entre la vegetación calcífuga de los terrenos silíceos, como Quercus suber y Quercus canariensis, a la vegetación calcícola de los terrenos calizos, como Quercus rotundifolia, quejigo común (Quercus faginea) y Abies maroccana.

Grabado de la mirra africana

Una vez degradado, este tipo de bosque no se reconstituye y deja paso a formaciones de matorrales de sustitución: la garriga sobre suelo calizo, como en el Atlas Medio oriental; la maquia sobre suelo silíceo, en los macizos interiores de Argelia y Tunicia.
A medida que nos alejamos de los núcleos hiperáridos saharianos, la vegetación gana en riqueza y variedad, recibiendo influencias de la zona tropical o de la vegetación mediterránea. La Siccideserta va dando paso a una estepa que se llega a convertir en sabana arbolada o matorral mediterráneo. En condiciones edáficas favorables encontramos el Acheb que es una vegetación compuesta por efímeras (geófitas, criptófitas, en algunos casos terófitos) que en pocos días cumplen su ciclo vegetativo (germinación y floración), permaneciendo en reposo durante meses y años. Suelen localizarse en los bordes de los uadis y allí donde hay aguas subálveas.

  Imesseken. Planta rastrera anual. Es una de las especies más típicas del acheb.

En el Acheb encontramos imesseken (Convolvulus fatmensis), pimpinela azul (Anagallis foemina) corregüela (Convolvulus althaeoides), colleja (Vaccaria hispanica), hierba oruga (Scorpiurus muricatus), boca de dragón (Antirrhinum majus), mostaza silvestre (Sinapis arvensis), y alcaluz (Anchusa azurea).
Las gramíneas más frecuentes son aoukraz (Cynodon dactylon), raigrás (Lolium rigidum), alpiste (Phalaris brachystachys), y la avena (Avena sterilis).

Cuando encontramos la estepa mediterránea, es muy heterogénea, escasa, dispersa y adaptada a la aridez, con un estrato herbáceo formado por esparto (Stipa tenacissima) y diversas labiadas, como tomillo (Thymbra capitata, Thymus maroccanus), espliego (Lavandula angustifolia, Lavandula dentata, Lavandula abrotanoides) y romero (Rosmarinus officinalis), que a veces evoluciona a un matorral subarbustivo de incienso (Artemisia s.p.,) y orgaza (Atriplex halimus), con palmitos (Chamaerops humilis) y azufaifos (Ziziphus lotus). La estepa se desarrolla sobre suelos ligeros y secos y suelen ser asociaciones monoespecíficas.

Frutos del palmito. Esta palmera es abundante en toda la cuenca mediterránea y zonas del Norte de África
 
Sobre las grandes extensiones de arena y guijarros, se produce un esporádico recubrimiento de perennes herbáceas acompañadas de arbustos de los géneros Acacia y Ziziphus.
Hay numerosos oasis, debido a la existencia de acuíferos subterráneos (Draa, Tafilalet, Touat, Djerid), donde hay palmeras datileras (Phoenix dactylífera).

Azufaifo

Esta zona ha soportado una gran presión antrópica, sobre todo el Valle del Nilo, verdadero oasis que se restringe a las márgenes más inmediatas del río, donde se planta arroz, algodón, leguminosas y donde los juncos, papiros, nenúfares y otras plantas acuáticas introducen una nota discordante en el árido desierto.


Valles del Rif. La vegetación es típicamente mediterránea con bosques de araar, muy degradados.

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