El paisaje y su subsuelo funcionan como registros que evidencian los procesos humanos acaecidos en la historia, ya sea en forma de erosión o en forma de construcciones.
Las rocas, el suelo, y los depósitos humanos (procesados o manufacturados) se han manipulado históricamente para crear tierras agrícolas, asentamientos humanos o vías de comunicación.
El resultado pueden ser una estructura construida o un depósito difuso en el territorio. Otros resultados pueden ser excavaciones, que representan el material natural que ha sido eliminado y extraído para un uso humano, como las minas o las canteras.
El flujo de material asociado a procesos humanos de remoción, transporte y deposición son similares a los procesos geológicos de erosión, transporte y sedimentación.
Desmontes para la construcción del cierre del Anillo Insular de autopistas de Tenerife, a la altura de Guía de Isora. |
La construcción de viviendas y de infraestructuras
Los restos de moradas excavadas en cuevas artificiales han sido registrados por los arqueólogos con una cronología histórica bien definida.
Sin embargo, la necesidad del ser humano de construir lugares donde habitar ha dejado una profunda huella en el territorio y en el subsuelo.
Muchas ciudades establecidas desde hace tiempo tienen considerables espesores de suelo artificial, debido a las sucesivas fases de construcción de la vivienda sobre los restos de construcciones anteriores.
Esto puede dar lugar potencias de muchos metros de tierra compuesta de escombros de construcción e incluso de residuos o, en las grandes ciudades, subsuelos muy heterogéneos, compuestos de alcantarillado, sótanos, túneles de metro, etc.
Esta complejidad del suelo artificial bajo las ciudades comenzó con el inicio de la centralización urbana en la época romana, cuando se construyeron los edificios, las vías de transporte, el suministro de agua y el riego agrícola y la recogida de desechos y agua residual. Por poner ejemplos, la Cloaca Máxima comenzó a construirse en el 600 A.C. y estuvo en uso hasta hace poco.
En fases sucesivas de desarrollo, los elementos se suman a los anteriores, o en algunos casos se han reutilizado y reciclado, dejando una compleja estratigrafía de depósitos, como desagües, vertederos, pozos, sótanos, cimientos y trincheras entre otras características.
Desde muy temprana edad, la infraestructura que soporta las viviendas incluye la construcción de sistemas de riego, seguido de canales, carreteras, vías férreas y túneles para el transporte.
Estos han sido excavados por debajo de la superficie de la tierra, en trincheras a través de montañas, o sobre taludes encima del terreno natural, formando nuevo suelo. A partir de la Revolución Industrial, la escala de estas actividades se ha incrementado y los volúmenes de material ahora movidos durante la construcción de infraestructuras son considerables.
En Canarias, los depósitos modernos para construcción de carreteras e infraestructuras se compactan para poder soportar obras de ingeniería cada vez mayores. La mayoría de este material acumulado es de origen local o regional (Puerto de Granadilla), aunque en las zonas costeras pueden haber sido importados (Playa de Las Teresitas).
Playa de Las Teresitas, construida con arena importada desde el Sahara Occidental. |
En los últimos años, el volumen de material desplazado por la expansión urbana, la construcción de canales, tranvías, carreteras, autopistas, túneles y construcción de edificios es significativo, pudiéndose cifrar en varios millones de toneladas.
La explotación de los recursos naturales.
La necesidad humana de minerales, energía y materiales de construcción se ha traducido en la minería y las canteras.
La importancia relativa de los factores culturales, socio-económicos, políticos y ambientales como motores del crecimiento de la población han incidido en el cambio del uso de los recursos naturales a través del tiempo.
Restos de raíles y vagonetas sobre la escombrera de la Galería de La Paloma. Güímar. |
La existencia de recursos minerales superficiales han generado excavaciones a cielo abierto en el paisaje y han degradado miles de toneladas de suelo fértil que se ha considerado en ocasiones como gangas sin valor.
Las canteras están presentes desde la Antigüedad, en primer lugar para la construcción en piedra (Canteras de Asuán, en Egipto), y más tarde para la extracción de arcillas para fabricar ladrillos, y canteras para extraer tierras cementeras (como las de Pozzuoli), han dejado zonas transformadas a gran escala.
Interior de una Mina o cueva de jable, usada en el pasado para extraer zahorra destinada a los campos de cultivo. Sureste de Tenerife. |
Canteras de rocas ígneas y metamórficas son visibles en Egipto (Edfu, Wadi Hammamat) España (mármol de Macael), Italia (Travertino en Tívoli) y por supuesto en Canarias, donde existen canteras para extraer diferentes rocas volcánicas, desde basaltos, a pumitas, pasando por ignimbritas o losa chasnera.
La hidrominería o el aprovechamiento de las fuerzas naturales (agua, gravedad) para descubrir, lavar y derrumbar las vetas minerales), es utilizado por primera vez en la época romana (que la llamaban Ruina montium). Para conseguir las grandes cantidades de agua necesarias para este proceso, fue necesario construir grandes acueductos, canales y embalses en lo alto de las montañas, así como una compleja red de galerías por las que pasaba el agua, arrancando la roca y el mineral de oro.
Este sistema fue utilizado en Las Medulas, mina de oro romana en el El Bierzo, provincia de León, comunidad autónoma de Castilla y León, donde la evidencia arqueológica generalizada de estos procesos ha estimado que se removieron 500 millones de m3.
Otras muestras de la explotación mineral a cielo abierto, sobre todo para el carbón, hierro y cobre, las tenemos en Asturias y Minas de Riotinto (Huelva).
Hoyos dejados por las canteras y extracciones de áridos de los barrancos de Fregenal y Chamoco, en Güímar. |
La minería en galerías subterráneas se ha traducido en derrumbes y rebajes que han creado hundimientos del terreno natural. Este hundimiento es una prueba del suelo artificial 'oculto'.
Las labores subterráneas de carbón se llevaron a cabo inicialmente utilizando técnicas de extracción con pilares, dejando al azar patrones regulares de galerías con pilares de apoyo.
Cuando las explotaciones subterráneas han sido rellenadas con gangas y escombros para la estabilización del suelo, o donde el equipo y la infraestructura han quedado bajo tierra, se crea suelo artificial.
Vertedero insular de Tenerife en Arico. Estas montañas se han construido apilando basura y áridos para su cubrición. |
Los impactos industriales en el subsuelo poco profundo están muy extendidos y surgen no sólo de la infraestructura física asociada a la industria minera, sino también de los procesos químicos y biológicos que subyacen a estas actividades.
El ejemplo más claro de esto es el Rio Tinto, cuyas aguas rojas se caracterizan por su pH entre 1,7 y 2,5 (muy ácido), con alto contenido en metales pesados: hierro, cobre, cadmio, manganeso.
En Canarias, la minería en el subsuelo ha sido, mayoritariamente para extraer un recurso mineral escaso y fundamental: el agua.
Desde finales del siglo XIX, la minería del agua en galerías se convirtió en una técnica y una actividad económica, que avanzó a medida que se precisaba agua en los diferentes ciclos económicos canarios y se posibilitó por los avances tecnológicos que permiten la perforación neumática, el entibado de los techos, el uso de explosivos potentes y la ventilación, así como el transporte de materiales por el túnel hasta su vertido en el exterior, donde se generaron escombreras más o menos grandes.
Extracciones de áridos. Cantera de Achipenque. Arico. |
Otro mineral extraído por la humanidad desde tiempos remotos es la sal. Existen vestigios de la extracción de sal gema a cielo abierto desde hace más de 6.000 años, en el Valle Salino de Cardona siendo uno de sus momentos de auge en época romana. Las salinas de Imón son unas salinas actualmente en explotación, situadas en el valle del río Salado en Imón (Sigüenza, Guadalajara, España). Son las mayores salinas de la zona y durante mucho tiempo las de mayor producción en la península Ibérica.
A través de los puertos del Mediterráneo distribuyeron la sal, convirtiéndose en un negocio muy lucrativo gracias a su elevada demanda. Era costumbre añadirla en las verduras (de ahí el origen del nombre ensalada) y al vino. Su uso se generalizó pudiendo encontrarse en cualquier mercado romano alimentos ya salados, como el garum.
Interior de una antigua galería de agua. La Madre de Arriba. Barranco de Añavingo. Arafo, Tenerife. |
La función de conservante de la sal era bien conocida (los celtas ya la utilizaban) y así fue con los salazones de carne y pescados, lo que posibilitó largos viajes por el mar. Pero su uso no quedaba restringido a la alimentación sino que también usaban ingentes cantidades de sal para arrasar los campos, vengándose así de sus enemigos.
Adquirió tanta importancia que se la comparaba con el “oro blanco”, pagando con sal en algunas ocasiones los servicios de los soldados (de ahí el origen de la palabra salario), incluso se puso el nombre de Vía Salaria a la calzada romana de Roma que parte desde la Porta Salaria de la Muralla Serviana.
En Canarias, la sal se extraía en salinas, y en todas las islas se pueden hallar restos de las mismas, y algunas en funcionamiento, como las Salinas de Fuencaliente en La Palma; Salinas de Bufadero en Bañaderos, Arucas; Salinas de Bocacangrejo, Salinas de la Florida y Salinas de Arinaga en Agüimes,; Salinas de Tenefé en Pozo Izquierdo, Santa Lucía, (todas en Gran Canaria); Salinas del Carmen en Antigua, Fuerteventura; Salinas de los Agujeros en Teguise, y Salinas de Janubio en Yaiza, Lanzarote.
Salinas de El Carmen, en Fuerteventura. |
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