En el Sureste de Tenerife, todavía es posible reconocer en el
paisaje huellas de las antiguas religiones de nuestros antepasados,
como numerosos grabados en rocas basálticas o fonolíticas, y conjuntos de
cazoletas y canales labrados en la tosca donde los sacerdotes ancestrales
derramaban leche y otros líquidos con fines propiciatorios.
También es posible visitar los dos primeros santuarios
cristianos de nuestra isla (y algunos dicen de toda Canarias): Cueva de San Blas
(Achbinico para los guanches), Cueva de Chinguaro, lugar de habitación del
mencey de Güímar y donde residió Nuestra Señora, la Virgen de Candelaria, la
Chaxiraxi guanche.
Capilla de San Agustín Chiquito en el Barranco de Añavingo. |
Estos elementos y el paisaje que los rodean ejemplifican los
significados culturales complejos asociados a los paisajes modernos y la
forma en que el simbolismo del paisaje puede cambiar radicalmente con el paso del tiempo.
La investigación de los paisajes asociados a las creencias
humanas, es un exponente de la necesidad de la ciencia de comprometerse con lo
intangible, lo ideal y lo sentido, que se concreta en espacios para la
creencia, en paisajes mágicos, en lugares sagrados, que ocupaban un nicho vertebral en los paisajes del pasado.
Estos elementos (el
patrimonio intangible, los sistemas de creencias) generalmente han sido
descartados como irrelevantes o incognoscibles por la epistemología de áreas de
conocimiento e investigación que favorecen la observación empírica.
Chinguaro: capilla actual y cuevas del mencey, junto con el ere del Barranco de Las Cruces (o barranco de Chinguaro). |
Este sesgo en contra de las investigaciones sobre la plasmación
de las creencias en el paisaje fue reconocido hace unos años (gracias a trabajo
de grupos de geógrafos como el GORABS) pero,
con excepciones notables, sigue limitando el conocimiento geográfico
contemporáneo.
Estos elementos fueron erigidos hace centenas de años, en
origen, por sociedades que ya no existen, persistieron a todos los cambios
sociales y económicos habidos en Canarias desde entonces, y siguen en pie in situ en la actualidad. Y, quizá más importante,
es que los hombres y mujeres del Siglo XXI, siguen acudiendo a Achbinico (San
Blas), Chimisay (El Socorro) y Chinguaro, como lo hicieron aquellos guanches
del pasado.
Calvario en San Juan del Reparo. Garachico. |
Hay, por lo tanto, una conexión demostrable entre lugares de
culto guanche y las nuevas creencias desarrolladas
tras la Evangelización, tanto la temprana, como la desarrollada
tras la Conquista.
Estos sitios, y otros, incluyendo roques y montañas, llanos y
playas, barrancos y manantiales sagrados, fueron parte integral de una
percepción mágica del paisaje,
en la que los campesinos canarios envuelven aquellos hechos inexplicables,
oscurecidos por el analfabetismo o la superstición, o que se encuentran más
allá de su sencilla capacidad de comprensión, como las luces de Mafasca, San Borondón,
brujas de la Laguna Grande, la niña de las peras del Barranco de Badajoz, o las
brujas del Llano de Maja.
Todas estas leyendas traspasan el medio ambiente normal, el
mundo sensorial habitual, y ya sea por la llegada de la noche o por ciertas
condiciones meteorológicas, lo transforman en un mundo alternativo al que sólo
pueden acceder algunos elegidos.
Cruz grabada en la pared de un pequeño cuarto en los altos de Candelaria. ¿Devoción particular o restos de una pequeña capilla?. No lo sabemos. |
Una segunda dimensión religiosa-mágica de muchos de estos
lugares descansa en su asociación con los entierros, ya que muchos de ellos
fueron cementerios durante algún tiempo.
La tradición popular habla de esos lugares especiales en los
que se enterraba a las personas que, aunque no se normalizan hasta el Siglo
XIX, estaban presentes con anterioridad, en lugares de enterramientos masivos
asociados a epidemias que desbordaban la capacidad de iglesias y ermitas. Hoy,
muchos de estos lugares se encuentran olvidados.
El estudio geográfico de la disposición de los cementerios, aunque
se puede abordar desde diferentes áreas de conocimiento, tiene una gran
relación con los sistemas de creencias, puesto que son lugares donde los velos
del paganismo y de las antiguas doctrinas aún permanecen en forma de usos y costumbres
que hemos sincretizado.
Cementerio de El Escobonal. |
Por lo general, estos sitios se encuentran asociados con
lugares de importancia religiosa, sobre todo antiguos Calvarios, pero no
necesariamente iglesias. La particular ubicación de la mayor parte de los
cementerios está en consonancia con el uso de sitios de relevancia espacial
dentro del devenir cotidiano. Muchos de estos lugares de acogida se sitúan en cruces
de caminos y en las afueras de los caseríos. Los cementerios son localizados de
manera significativa en el paisaje, y siguen patrones que se repiten en muchos
lugares de nuestro contexto sociocultural.
Otro aspecto a estudiar, relacionado con las creencias antiguas,
pero también con el cristianismo son los lugares sagrados cerca de lugares con
agua, tanto pequeños cursos de agua que fluye (que son raros en estas
islas de la sequía, pero quizá no eran tan raros en el pasado), como el mar.
El agua era un elemento esencial, para la vida, y por lo
tanto, clave en los ritos de las creencias guanches. Pero también es
fundamental para la liturgia cristiana, puesto que, una vez bendecida, se usa
para bautizar, para santiguarse y para bendecir mediante la aspersión. Por lo tanto, vincular santuarios con la
presencia de agua quizás pueda referirse a las prácticas de bautismo, y a lo mejor fue una táctica para la evangelización
de los naturales isleños, bautizando a las almas perdidas que acudían a los
santuarios de tradición precristiana.
Por supuesto, todas estas propuestas de
hipótesis deben ser refrendadas mediante la elaboración de mapas y pruebas
documentales, a través de consistentes campañas de trabajo de campo.
Cruz de la Gorgolana o del Humilladero. |
Otro de los elementos reconocibles en el paisaje, y que se
han convertido en un foco de historias y creencias, son las cruces y calvarios, mencionados con anterioridad. Es tal su abundancia en el territorio que
difícilmente se podrían abarcar todas. Para entender la naturaleza de las
cruces, hay que buscar explicaciones en hechos luctuosos, promesas o acciones
de gracias.
Son muchas las leyendas tejidas sobre su emplazamiento: lugares
donde ocurrían hechos sobrenaturales; lugares donde las personas se refugiaban
de las brujas, y también eran lugares donde se podían manifestar los
aparecidos, seres que regresaban del Más Allá. En aquellos tiempos, estos seres
eran tangibles y caminaban por el mundo, revoloteaban por el paisaje emitiendo sonidos, y podían transmitir desgracias, como accidentes o enfermedades mortales.
Cazoletas y canales. San Miguel de Abona. |
Aquellas personas experimentaron y dieron forma en el
pensamiento colectivo a esos mundos mágicos, dejando evidencias en las leyendas
transmitidas por la tradición oral.
Muchos de estos paisajes eran usados solamente durante
ciertos momentos del día, unos eran evitados, otros ni siquiera eran nombrados
y algunos no es posible recordarlos.
El período que va desde la Conquista hasta
la actualidad es un tiempo en el que se han forjado los modos vigentes, modernos
y racionales, de pensamiento. Sin embargo, sigue existiendo un substrato
compuesto por entidades intangibles que compartían el mundo en la psique de
nuestros ancestros.
En la actualidad, muchos de estos lugares son difíciles de
interpretar, principalmente por un sesgo hacia lo racional, lo que lleva a una
falta de interés hacia el estudio de las creencias religiosas en general, y con las
creencias “informales” en particular. También por la ausencia de investigación sobre
las supersticiones actuales y antiguas a través de los aspectos materiales que
han dejado huellas en el paisaje actual.
Playas de Chimisay, donde apareció la Virgen de Candelaria. |
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