lunes, 19 de noviembre de 2012

Las Montañas de Ifara y Los Riscos




Las Montañas de Ifara y de Los Riscos destacan por ser dos conos volcánicos que se alzan enmedio de una suave llanura del sur de Tenerife. 

Los depósitos de proyección aérea y las coladas piroclásticas existentes han dado al lugar suelos susceptibles de ser cultivados, debido al material lítico que se desprende de los piroclastos por la acción del viento y la lluvia, que actúa como un protector del suelo frente a la erosión y permite un cierto recubrimiento vegetal, en este caso de una vegetación arbustiva y abierta (cardonal-tabaibal), típica de las zonas bajas de las Islas Canarias. 


Posee un clima subdesértico de franja costera y una humedad relativa media que aumenta desde la costa a las medianías. La insolación es muy importante en esta franja, por lo que las horas de sol son destacables. 

El paisaje que podemos divisar más nítidamente es el de las huertas, instalaciones agrarias, canales y charcas abandonadas, lo que convierte a este paraje en un espacio natural protegido que contiene una serie de improntas que definen el pasado y el presente de este sector de la comarca de Abona. 



Es un Monumento Natural que suma 288,1 hectáreas del término municipal de Granadilla de Abona y está rodeado por múltiples infraestructura de bastante peso territorial, como la Autopista, un gran núcleo de población (San Isidro) y zonas de cultivo que se están transformando en invernaderos. 


Comprende dos grandes conos volcánicos (Montaña Los Riscos, de 275 m.s.n.m. y Montaña Ifara de 302 m.s.n.m.) y campos de coladas asociados que discurren hacia el mar. 

Estructuralmente se disponen sobre una fisura directriz que sigue la orientación NE-SW, que parecen seguir muchos edificios volcánicos simples de este sector de Tenerife, como Montaña Centinela, Montaña Magua, Abades o Montaña de Fasnia. 



Son pequeños conos de escorias y lapilli, algo rubefactados en superficie y cuyos cráteres son aún reconocibles. El de Montaña Los Riscos es un perfecto cráter efusivo abierto hacia el mar de donde brotaron coladas basálticas muy potentes, que presentan una superficie de tipo “aa” o malpaís, muy denudadas y que presentan una dirección NO-SE, hasta el mar. Cubren formaciones del relieve anterior, al que se adaptan, no habiendo actuado la erosión lo suficiente para que en los barrancos aparezcan materiales asimilables a episodios anteriores. Son muy monótonos y poco característicos desde el punto de vista petrográfico. 

Estos centros de emisión se producen en el Cuaternario, y pertenecen a la Serie III. Con estas lavas se imbricaron depósitos de tobas sálicas de la Serie II y III, que predominan en algunos sectores, en los alrededores de Ifara especialmente. Estos mantos de tobas provienen de fenómenos de nube ardiente o “ash flow”, que se originan tras el cese de los episodios basálticos y rellenaron los cráteres de los dos volcanes. 



Existe una red de drenaje conformada por los barrancos de El Callao y de Ifara, no muy jerarquizados y el primero de ellos con amplias terrazas sedimentarias que se han aprovechado para cultivar. Este barranco ha desmantelado parcialmente las laderas occidentales de la Montaña Los Riscos, creando escarpes contraplomados. 

Hay procesos de taffonización, debido a la actividad química de la humedad del aire que son más evidentes en algunos sectores de basaltos de Montaña Los Riscos y sobre todo en depósitos de nube ardiente cercanos a la Montaña de Ifara.

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