jueves, 28 de junio de 2012

El Norte de África





La calima (polvo en suspensión) que invade estos días las Islas Canarias nos manifiestan la presencia y cercanía del continente africano como ninguna otra prueba geográfica. 

Las islas Canarias son una realidad geográfica del continente africano, y más concretamente del Norte del mismo, y comparten muchas características, incluyendo similitudes geográficas y climáticas pero, nos separa el devenir histórico, y las diferencias sociales y culturales.

El norte de África se divide en sub-regiones:

1. El Magreb, palabra árabe que significa "donde se pone el sol" (la región occidental de África, que incluye Marruecos, Sahara Occidental, Argelia y Túnez), de la que formaríamos parte. Si se puede hacer una similitud, algunos geógrafos llaman a las islas de Cabo Verde el “Sahel insular”, Canarias sería el “Magreb insular”

2. El Mashreq "donde nace el sol" (la región este de África como Libia y Egipto).

Las formas de relieve que caracterizan esta región son la cadena montañosa Atlas, el desierto del Sahara al sur y los ríos Dráa y Ziz, una excepción en una región en la que prácticamente no existen cursos de agua superficiales, con la notable excepción del Nilo, en Egipto.



Uadi que desciende desde la cordillera del Atlas. Argelia.
Es una región de clima mediterráneo, con un índice reducido de precipitaciones, salvo en las zonas montañosas. Las condiciones climáticas mediterráneas dominan las regiones costeras de Marruecos, Argelia, Túnez, la mayor parte de Libia y Egipto. En las zonas desérticas y semidesérticas (estepa) acontecen escasas precipitaciones a lo largo del año.  El clima se torna continental de forma progresiva a medida que nos alejamos de las costas.

La vegetación predominante en el Magreb es la típica del clima mediterráneo, con árboles como pino, cedro, argan, azufaifo, sabina, encina y alcornoque. El Sahara tiene una vegetación escasa, dominada por herbazales resistentes a la sequía y por arbustos arborescentes, como la acacia. Los oasis y los fondos de los uadis de mayor tamaño permiten la existencia de cultivos y palmeras. 

Argán (Argania spinosa).


La característica dominante del norte de África es el desierto del Sahara, que cubre aproximadamente 8.2 millones de kilómetros cuadrados desde el Atlántico en el oeste hasta el Nilo en el este, desde las montañas del Atlas y el Mediterráneo en el norte hasta el paralelo 16 en el sur.

Las temperaturas en el desierto suben hasta más de 50º C durante el día, y pueden caer por debajo de cero durante la noche. Las precipitaciones son escasas, más común en las regiones del sur que el norte, y suelen ser torrenciales, lo que produce inundaciones repentinas.

Las tormentas de arena se mueven periódicamente a través del desierto, moviendo toneladas de arena en todo el continente, llegando incluso a afectar el sur de Europa o a las Canarias. A los vientos que mueven esas arenas se le dan numerosos nombres: harmatán, simoun, sirocco, aunque el que suele traer polvo a Canarias es el harmatán, generado por la célula anticiclónica subtropical del Atlántico Norte cuando se sitúa sobre el continente e impulsa vientos secos y muy cálidos.


Fotografía de satélite de las reciente tormenta de polvo de
junio de 2012. La calima cubre las islas Canarias y
penetra cientos de kilómetros en el Atlántico.
Cuando pensamos en el Sahara, pensamos en dunas de arena que se mueve o en grandes extensiones de arena, llamadas ergs. 

Sin embargo, el desierto es muy rocoso, (tres cuartas partes de este desierto son rocas) lleno de mesetas rocosas, llamadas hamadas, también contiene dayas, que son cubetas de fondos arcillosos, y pueden inundarse durante lluvias excepcionales, Chott son importantes depresiones cuyo fondo suele estar colmado por una costra de sales. El Sahara contiene en su interior diferentes zonas montañosas como los macizos de Adrar, Ahaggar, Tibesti y Tassili n Ajjer.

El Sahara está salpicado de oasis, pequeños parajes fértiles abastecidos con agua de reservas y acuíferos subterráneos o arroyos de montaña.

En los oasis se suelen sembrar cultivos de subsistencia, y frutos como dátiles e higos. También son importantes los abrevaderos de agua para los viajeros del desierto y los pastores.

Cultivos en las montañas marroquíes. El sistema de bancales en el fondo de los
valles recuerda a nuestros nateros y gavias.

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