martes, 14 de junio de 2016

La Vegetación del Sahara y sus bordes (III).



Erosión eólica y substrato de ablación.

El transporte de las partículas arenosas por el viento y el efecto de barrido que se produce en gran parte de la superficie sahariana debido (denominado deflación), afecta en un primer momento a las líneas de menor resistencia de las rocas (diaclasas).

Donde el sustrato subyacente contiene muchas gravas y cantos, la arena y los finos superficiales son despejados por la deflación, transportados y acumulados en los campos de dunas, dejando tras de sí las gravas y cantos más pesados, generando extensas llanuras pedregosas cubiertas por el “pavimento desértico”, también denominadas hamadas, Reg (Sahara occidental), o Serir (Sahara oriental).

Estos cantos y cascajos están pulidos por el efecto de la corrasión (abrasión mecánica del polvo llevado por el viento), dando origen a piedras que pueden quedar reducidas a formas aerodinámicas, con la punta estrecha en el lado de barlovento, llamadas ventifactos. 

Aspecto de la superfice de ablación de un tramo de desierto pedregoso. Gardaya, Argelia.


Substratos eólicos de acumulación.

Los productos transportados por el viento se depositan en los puntos donde la velocidad del viento disminuye, por ejemplo el borde de los relieves. El régimen general de los vientos permite que se acumule arenas en regiones enteramente ocupadas por dunas, que se llaman Ergs. Las dunas que tienen alturas de poco a decenas o centenares de metros se forman por arenas extremadamente finas, que proceden de lugares variables, arenas silíceas o calcáreas.

Estas arenas son un medio inestable para el asentamiento de la vegetación. Sin embargo algunas plantas que se adaptan a este sustrato, conforman la llamada vegetación psammófila. 

Campo de dunas en el desierto arenoso argelino.


La Sociedad Humana

El Sahara ha sido habitado por comunidades humanas desde muy antiguo. Se han hallado algunas estaciones de grabados rupestres en Libia, Tassil N'Haggar, Aïr, Ennedi o Fezzan fechadas hace unos doce mil u ocho mil años, realizadas por grupos humanos que ya pulían hachas de piedra silícea. Representan jirafas, leones, elefantes, búfalos y otros animales que corresponden a una sabana fructífera, capaz de sustentar civilizaciones que recogían cereales silvestres. Hace unos siete mil años, el habitante del Sahara escenificaba rebaños de animales domesticados y pastores.

Los investigadores asumen que las fases secas y húmedas se han alternado varias veces durante los últimos millones de años.

Fósiles encontrados en testigos de los sedimentos de la cuenca del Lago Chad muestran que el Sahara había pasado por períodos desérticos hace siete millones de años. 

Grabados rupestres realizados por seres humanos del Neolítico. TAMRIT. Valle de los Taruts. Grabado denominado el Gran Muflón.

Durante el Pleistoceno (desde hace dos millones hasta hace unos doce mil años), el Sahara era más rico en agua y con una cobertura vegetal verde. Las numerosas pinturas rupestres y 1.000 km de ramblas (que fueron ríos con cursos permanentes de agua que nacían en las montañas), demuestran este hecho.

En el siglo V A.C., una economía basada en los oasis comenzó en el centro del Sahara. Con el paso del tiempo, los yacimientos de agua subterránea se agotaron, lo que fuer mermando las actividades agrarias en torno a los oasis. La conquista por los árabes musulmanes marcó el final de esta provechosa época.

Sin embargo, el aumento de la presión demográfica en los márgenes del desierto, el desarrollo de la ganadería en detrimento de una agricultura cada vez menos productiva por la falta de agua, el uso del fuego para propiciar las plantas herbáceas, la tala de arbustos para leña, así como las sequías cíclicas en el Sahel, han tenido repercusiones muy negativas para el desarrollo de una vegetación que debe enfrentarse a serios condicionantes naturales. 

Refugio de pastores nómadas utilizado en la actualidad, cerca de Ennedi, norte de Chad.


Tomemos el ejemplo del sobrepastoreo. El aumento de los ganados ha producido la degradación florística, ya que los animales consumen más unas especies que otras, lo que favorece que las no consumidas se multipliquen hasta ser hegemónicas.

Otra actividad negativa es la de la sobreexplotación de los pozos y manantiales, que origina el descenso del nivel freático, con consecuencias perniciosas para las plantas: pérdida de humedad edáfica y aumento de la desecación.

En la actualidad, el desierto llega prácticamente al río Níger y las orillas del Lago Chad retroceden año tras año. De acuerdo con los pronósticos del IPCC, si la cota del agua continúa disminuyendo al ritmo actual, el lago desaparecerá en pocos años. Su superficie ha pasado por diferentes períodos, dependiendo de manera directa con las sequías cíclicas del Sahel. De los 25.000 km², en 1960, a tan solo 900 km² en 2006, o 2.500 km² en 2009, aunque las crónicas relatan que en el año 1908, el Lago se evaporó por completo. La amenaza de la desaparición gradual del lago Chad es un desastre ecológico que afecta, en primer lugar, a los millones de personas que viven de los recursos que proporciona (pesca, ganadería, agricultura y comercio). Sin embargo, la cubeta norte se ha recuperado en los últimos cinco años, así como la vegetación que la rodea, lo que ha permitido que en la actualidad el Lago tenga unos 14.000 km2 de superficie. 

Evolución de la superficie mojada del Lago Chad entre 1963 y 2007.


En las profundidades de las formaciones rocosas del Sahara hay una enorme reserva de agua: El Sistema Acuífero de Piedra Arenisca de Nubia, llamado también el Mar Savornin. Estos recursos hídricos alimentan los oasis aislados y manantiales artesianos. Cubre unos 2.000.000 de km² en la parte oriental del Desierto del Sáhara, entre Libia, Egipto, Chad y Sudán y se estima que contiene unos 150.000 km³ de agua.

De acuerdo con las investigaciones más recientes, este depósito se originó de la lluvia que cayó en medio del Sahara en la región montañosa entre Libia, Egipto, Sudán y el Chad. La recarga de las aguas subterráneas ha tenido lugar durante diferentes períodos húmedos en el pasado. La datación por radiocarbono indica que la edad del agua subterránea provienen de dos grandes períodos: en el Pleistoceno hace unos 20.000 años y en el Holoceno hace entre 14.000 y 4000 años, coincidiendo con el comienzo del Último Máximo Glacial, época de la máxima extensión de la capas de hielo, y los diferentes períodos Tardiglaciares. 

Ounianga Kebir, el segundo lago más grande del norte de Chad. Estos lagos son alimentados por surgencias del nivel freático de los diferentes acuíferos subterráneos saharianos.

Además, se estima que las formaciones rocosas bajo el Sahara poseen alrededor de 800.000 kilómetros cúbicos de aguas subterráneas, que es la cantidad de agua que el río Nilo lleva en 500 años. Durante los últimos 60 años, Libia y Egipto han estado utilizando esta agua subterránea a gran escala para proyectos de riego.

La importancia de los oasis en el Sahara es capital, aunque su extensión es reducida (sólo hay 315 Hectáreas de oasis frente a 9 millones de kilómetros cuadrados de desierto).

Para los habitantes del desierto, que pueden cultivar en ellos y abrevar a sus animales son verdaderos paraísos. Las plantas del desierto han sido usadas por el hombre como alimento del ganado, combustible, material de construcción, medicinas, herramientas...los ganados nómadas deben recorrer grandes extensiones de territorio para alimentarse y beber. En algunas regiones se estima que cada cabeza de ganado dispone de 6 hectáreas para sobrevivir, dependiendo de las escasas reservas de vegetación y de que no existan sequías muy prolongadas.

Acuiferos subterráneos del Sahara.

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