Es posible que el
imperialismo ideológico de la Europa central haya influido poderosamente en
nuestros conceptos de lo que es un paisaje estéticamente “bonito” y lo que no
lo es.
Cuando yo era un joven estudiante
de Instituto, no paraban de decirnos que el paisaje del Sur de Tenerife era árido,
que la autopista del sur era monótona. Nosotros, acomplejados, defendíamos que éramos
de Arafo, de Güimar o de Candelaria, y que nuestro sur era diferente. Los compañeros de instituto que eran de Agache, Arico o
de Fasnia, no tenían esa suerte.
Ahora sabemos
que nuestro paisaje es excepcional, que las tobas pumíticas son fruto de un
proceso geológico singular y que el paisaje de los jables y las zahorras esculpido
por los campesinos es único en el mundo.
Arafo desde el aire. Todavía es posible distinguir algunas zonas roturadas y otras con cultivos |
Las bandas del sur,
surcadas por profundos barrancos y hoyas crean, numerosas cuencas
diferenciadas, de mayor o menor grado de incisión y encajamiento, que han
dejado entre ellos un sistema de interfluvios o lomos, cuyas crestas y cimas se
disponen en forma de bóvedas convexas semicurvas, la mayor parte de ellos en
rampa.
Algunas de las cimas de estos lomos, presentan una morfología característica, en forma de tablero plano, en general de escasa entidad territorial, nunca más allá de unas decenas de metros cuadrados y constituidos por tobas soldadas, fuertemente alteradas por la erosión.
Algunas de las cimas de estos lomos, presentan una morfología característica, en forma de tablero plano, en general de escasa entidad territorial, nunca más allá de unas decenas de metros cuadrados y constituidos por tobas soldadas, fuertemente alteradas por la erosión.
En estos lomos es donde
se han situado los poblamientos: Barranco Hondo, Igueste, Lomo de Mena, La
Medida, La Zarza, Lomo de Arico, Arico Viejo, Arico Nuevo, El Río, Chimiche,
San Miguel, Charco del Pino…
Barrancos muy
importantes surcan el sur, algunos de ellos con surgencias de agua hasta hace
bien poco: Chacorche, Añavingo, Badajoz, Herques, Los Caballos, La Linde, El
Río, La Orchilla. Muchos de ellos fueron en tiempo de los guanches límites de los
menceyatos, o sede del auchón de los clanes destacados.
Las Haciendas, Araya de Candelaria (2003). Lo común era y es encontrar bancales abandonados. |
Hemos hablado bastante
en este blog del medio natural del sur de Tenerife, por lo que daremos unas cuantas
pinceladas acerca del paisaje tallado por las sociedades humanas, que ha estado
presente en este territorio desde la época aborigen.
La agricultura en esta región
de Tenerife, se ha visto condicionada por diferentes factores naturales, que
han llegado a convertirse en duras condiciones,
como la alta maresía, por su cercanía al mar; de ciertos sectores
costeros, intensa insolación, y, sobre todo, el viento constante e intenso
generado por los alisios procedentes del Noreste, el cual había que atajar, bien
con socos de caña, o con plantaciones de
setos y construcciones de paredes, para proteger sus cultivos. El topónimo “soca”
aparece en Güímar, Arico y San Miguel.
Las diferentes
comunidades campesinas diseñaron múltiples estrategias para adaptarse al
abrupto terreno, sorribando bancales para salvar las pendientes y así lograr
superficie susceptible de ser cultivada
y que evitara la pérdida de los escasos elementos terrosos por culpa de la
escorrentía debida a las lluvias invernales.
Topónimos relacionados con la rugosidad y pedregosidad del territorio son arrife, morra, resbaladero, chapa, acerado, que aparecen por todos los municipios del Sur.
Topónimos relacionados con la rugosidad y pedregosidad del territorio son arrife, morra, resbaladero, chapa, acerado, que aparecen por todos los municipios del Sur.
La Mesa de Igueste. El campesino supo aprovechar hasta la última fanegada de terreno para cultivar, incluso en lugares tan escarpados e inaccesibles como estos. |
Otro mecanismo de
“defensa” contra un medio natural tan hostil era aprovechar las escasas e
irregulares lluvias mediante la construcción de nateros y hoyas en los
barranquillos de escasa entidad, que se llenaban de agua en invierno y
permitían el cultivo de cereales resistentes a la sequía, durante la primavera,
como el centeno, el trigo morisco, o la cebada pelona. Ambos son dos topónimos
muy comunes.
También se intentaba ocupar todos los pisos bioclimáticos,
desde el nivel del mar hasta alturas cercanas a los dos mil metros y la
elección de una amplia diversidad de plantas cultivadas que asegurase el suministro
alimenticio, a lo largo de todo el año, y a pesar de malas lluvias o presencia
de plagas y enfermedades.
El suelo pedregoso, con
un recubrimiento terroso muy fino, no ha
ayudado a la actividad agrícola, por lo que hay
zonas donde nunca se ha cultivado.
Estos sectores fueron aprovechado por los ganaderos, que con un sistema de ganados trashumantes o semiestabulados, heredado probablemente de los antepasados aborígenes, recorrieron todo el sur con sus ganados, principalmente caprinos, pero también ovejas, vacas, bestias de cargas, e incluso camellos.
Estos sectores fueron aprovechado por los ganaderos, que con un sistema de ganados trashumantes o semiestabulados, heredado probablemente de los antepasados aborígenes, recorrieron todo el sur con sus ganados, principalmente caprinos, pero también ovejas, vacas, bestias de cargas, e incluso camellos.
Valle de Arriba, Santiago del Teide, cuando el Sur se vuelve húmedo y fresco. |
Esta manufactura de
espacio útil costó miles de jornadas de esfuerzo humano y animal en una obra
casi siempre comunitaria y basada en el órgano básico de la sociedad: la
familia, que funcionó como los clanes aborígenes, trazando vínculos que
llegaban a parientes lejanos y que constituían la Comunidad que habitaba un
determinado territorio, buscando perpetuar el sistema de reproducción social a
través de los años.
El resultado de este
proceso es un paisaje transformado profundamente, pero en el que el campesinado
mantuvo una íntima relación con los elementos naturales que estaban presentes
en el territorio, ya que también necesitaba de ellos para el mantenimiento del
precario sistema de subsistencia.
Así, aprovechó los
productos que le ofrecía el pinar, como pinocho, leña, resina, tea, piñas….,
promovió la extensión de ciertas plantas que se usaron como forrajeras (el
escobón, la tedera, la vinagrera, los tagasastes), sin hablar del
aprovechamiento de muchas plantas silvestres como fuente directa de
alimentación o como plantas medicinales.
Arafo, años setenta del S.XX. Buena parte del terrazgo (Perdomo, Sevilla, El Perú, Las Cuestas) se encontraba cultivado. No había aparecido la invasión de los "cuartos de aperos". |
La puesta en práctica
de todas estas estrategias exigen de una profunda observación del paisaje en el
que la Comunidad vive, y de un esfuerzo continuo por entender la lógica del territorio,
entendiendo el mismo como un elemento profundamente dinámico, que varía y
cambia, ya sea, a lo largo del día (día y noche), del mes (fases lunares) o del
año (variaciones estacionales).
Los seres humanos
precisaban de este conocimiento, perfeccionado por la herencia de usos y
costumbres, cimentada en el tanteo y error, para poder mantener sus
agroecosistemas, generación tras generación e intentar asegurar la supervivencia de la Comunidad.
El giro económico, político
y social que la colonización europea de la isla generó un intenso proceso de
deforestación de sus bosques, debido a la búsqueda de beneficios de esa
sociedad protocapitalista que se asentó en un territorio sobre los que poseía
derechos de conquista.
Restos de agricultura en el Valle de Güímar, rodeados de extracciones de áridos que alguien pretende reabrir otra vez. |
Los bosques del Sur,
especialmente los de Arico, Fasnia y Agache, fueron talados, para vender la
madera y también para obtener la pez, materiales que se usaban en la
construcción de edificios y de barcos y que incluso se llegó a exportar fuera
de la isla.
La Laurisilva del Valle de las Higueras, sufrió una pronta deforestación, puesto que se usó como combustible del ingenio azucarero de San Juan (Güímar de Arriba). En Arafo, uno de los primitivos asentamientos se denominó El Aserradero.
La Laurisilva del Valle de las Higueras, sufrió una pronta deforestación, puesto que se usó como combustible del ingenio azucarero de San Juan (Güímar de Arriba). En Arafo, uno de los primitivos asentamientos se denominó El Aserradero.
El otro gran momento de
cambio en el territorio tuvo lugar a partir de los años treinta del siglo
veinte, coincidiendo con la perforación de las primeras galerías de agua, así
como la mejora en las comunicaciones con el resto de la isla, generadas por la
llegada de la Carretera General del Sur hasta las cabezas municipales y la
mejora en las infraestructuras portuarias de los puertos de abrigo como El
Porís de Abona, o El Médano, Los Abrigos y Las Galletas.
El Sur entra de lleno en la agricultura capitalista mediante el cultivo del tomate.
El Sur entra de lleno en la agricultura capitalista mediante el cultivo del tomate.
Esta agricultura de regadío, tuvo gran arraigo en la
postguerra española (recuerden, desde abril de 1939, hasta diciembre de 1978) y transformó las costas del Sur debido a las necesidades
termófilas del tomates y por su resistencia al riego con aguas salobres.
Desde La Centinela, en San Miguel, la costa del Sur aparece cubierta de invernaderos de tomate. |
Fueron unos cultivos
dedicados al comercio, dando lugar a unas instalaciones dedicadas a su
manipulación y empaquetado, las cuales
se pueden observar todavía, pero sin el uso para el cual fueron construidas.
Este tipo de
agricultura representó un papel muy importante en la economía de la comarca y
propició un flujo inmigratorio de gente para trabajar en esta actividad,
procedentes, en su mayoría de islas periféricas como La Gomera o Fuerteventura,
y de algunos sectores del Norte.
Los cambios generados
en los últimos treinta años han transformado radicalmente el paisaje agrario
del Sur, y existen numerosas tesis muy competentes que los analizan y explican.
Existen algunos factores que podemos valorar para intentar comprender estos cambios y el impacto que tienen sobre el paisaje, entre los que destacamos:
Existen algunos factores que podemos valorar para intentar comprender estos cambios y el impacto que tienen sobre el paisaje, entre los que destacamos:
- El abandono de la agricultura y ganadería tradicional, y la consiguiente pérdida de superficie útil agrícola.
- Otra consecuencia de esto es la exposición del suelo a la erosión eólica y fluvial.
- La implantación de nuevos modelos de explotación agrícola, que traen mayores producciones, pero una mayor contaminación por uso de productos fitosanitarios, y la uniformización del paisaje percibido.
- La proliferación de viviendas y cuartos de aperos, tanto en la Costa como en la Medianía y la Cumbre.
- El avance de ciertas formaciones de sustitución sobre las tierras agrarias abandonadas, sin ningún tipo de gestión, lo que aumenta el riesgo de incendios forestales.
- La apertura de pistas y vías de comunicación de manera indiscriminada.
Paisaje de Arico y Fasnia desde Icor. |
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