sábado, 22 de junio de 2013

Agricultura, desarrollo y subdesarrollo.






Hace como unos diez o doce mil años, los seres humanos comenzaron a domesticar las plantas y animales para la alimentación.
Antes de esta revolución de la agricultura, las personas dependían de la caza y la recolección para obtener los suministros de alimentos. Si bien todavía hay grupos de cazadores y recolectores en el mundo, la mayoría de las sociedades dependen de los cultivos para comer, beber, vestirse, e incluso hacer funcionar sus máquinas.

Los inicios de la agricultura aparecen casi simultáneamente en todo el mundo (los famosos centros Vavilov, de los que ya hemos hablado aquí), posiblemente a través de prueba y error con diferentes plantas y animales o por la experimentación a largo plazo. 
Desde las primeras revoluciones agrícolas del Neolítico y el siglo XVII, la agricultura se mantuvo más o menos dentro de los mismos parámetros, con puntuales mejoras, como la aportación árabe a los regadíos, o la introducción de nuevas plantas del continente americano.

Otra de los grandes pasos que se produjeron durante la época moderna fue la economía de plantación, donde se cultivaban plantas que, más allá de su poder alimenticio, se convirtieron en una mercancía destinada a su venta, con un gran valor añadido, como producto de lujo, como el caso de la caña de azúcar, el tabaco, el café y el cacao. También se empezó a depredar de modo masivo el bosque para la obtención de maderas preciosas (caoba, ébano, teca) o de otros recursos, como la copra. Todavía hoy, muchos de los países que fueron colonias, todavía siguen inmersos en este tipo de economía de plantación, abandonando incluso el cultivo de alimentos para sus habitantes.


Huerto de policultivo de autosuficiencia en Los Sauces, La Palma. Millo, leguminosas, calabazas, ñames, platanera, cítricos y un goro para cabras o cochinos.

En el siglo XVIII, una segunda revolución agrícola logró una mayor eficiencia de la producción, así como de la distribución de alimentos, que permite a más personas emigrar a las ciudades, lo cual fue uno de los factores desencadenantes de la primera revolución industrial. Buena parte de esta Revolución Agrícola se basó en la generalización de las rotaciones de cultivos y el abandono de los barbechos, lo que permitía explotar toda la tierra todo el tiempo. Una de las más célebres es la Norfolk, a cuatro hojas, de trigo, nabos, cebada y trébol. Algunos investigadores canarios han descubierto en zonas de Tenerife rotaciones a cinco hojas, que incluyen crucíferas (coles), solanáceas (papas), gramíneas (millo), liliáceas (cebollas) y leguminosas (alfalfa, chícharos o chochos).

La agricultura del siglo XXI es, en el mundo desarrollado, una industria altamente cualificada y tecnificada, que usa la cibernética, la química o la teledetección, mientras que las regiones pobres siguen con prácticas vernáculas similares desde hace miles de años.

Alrededor del 45% de la población mundial vive directamente de la agricultura, pero mientras en los Estados Unidos, solamente hay un 2% de agricultores, en algunos países africanos y asiáticos su población está compuesta de un 80% de campesinos, pero hay una baja productividad de las explotaciones agropecuarias. 

Esto demuestra que en el mundo hay dos tipos de agricultura: la comercial, también llamada de exportación o capitalista y la de subsistencia. En este sentido, conviene recordar, que en muchos países pobres coexisten los dos tipos de agriculturas, pero denominamos a la capitalista por su nombre clasico: de plantación. 

Plantación de te en Darjeeling (India). Esta agricultura ha transformado los paisajes originales, y ha convertido a las poblaciones vernáculas en altamente dependientes de los vaivenes del mercado.
Hay millones de agricultores de subsistencia en el mundo, aquellos que sólo producen cultivos para alimentar a sus familias. La cuestión es que muchos de ellos utilizan sistemas poco eficientes, como es el caso de la tala, roza y quema, que es una técnica utilizada por alrededor de 150 a 200 millones de personas, y muy habitual en África, América Latina y el Sudeste Asiático. 

Los canarios hemos utilizado ese sistema en el pasado, hasta hace relativamente pocos años, aunque la finalidad más reciente era la de obtener pastos para el ganado trashumante, quemando el exceso de matorrales leñosos y propiciando los pastos herbáceos. El sistema es simple: una porción de tierra se limpia y se quema, se siembra y se esperan las lluvias. Con este sistema se pueden obtener hasta tres cosechas sucesivas, casi siempre cereales. Cuando la tierra se agota, otro mosaico de tierra se roza y se quema, para obtener otra ronda de cultivos. Este sistema apura los nutrientes de suelos que suelen ser poco fértiles, y contribuye a la deforestación de las masas arbóreas tropicales. Se suele identificar con aquellas partes del mundo donde los agricultores no saben mucho sobre el riego, el suelo y la fertilización.

La agricultura comercial, centra su objetivo principal en vender el producto en el mercado. Está extendida por todo el mundo e incluye grandes plantaciones de frutas en Centroamérica, y plantas no alimenticias, como algodón, caucho, lino, o cáñamo, y de así como grandes plantaciones de cereales y soja con destino a la alimentación del ganado o producción de carburantes.


Cultivo de papas de secano para el mercado interior. Icod de Los Vinos.

Una de las zonas más fuertemente tecnificadas, y donde los negocios agrícolas son más importantes, es el medio oeste de Estados Unidos, donde tradicionalmente, los geógrafos hemos identificado dos grandes cinturones de cultivos: la zona triguera (las Dakotas, Nebraska, Kansas y Oklahoma) y el maíz, que se cultiva principalmente para alimentar al ganado, (desde el sur de Minnesota, a través de Iowa, Illinois, Indiana y Ohio). No podemos olvidar que en estas zonas también encontramos grandes extensiones de soja y colza.

La agricultura de plantación, es una herencia del pasado colonial del Tercer Mundo, que determinó su actual estructura económica, basada en monocultivos de exportación que, además de ocupar las tierras más fértiles, están a la merced de las fluctuaciones de precios en los mercados de futuros internacionales, puesto que al ser productos de lujo, en períodos de crisis, su demanda baja. 

Está dirigida por empresas de los países desarrollados, y muy capitalizada; posee un nivel técnico elevado; se cultiva siguiendo las pautas del mercado; los rendimientos por hectárea son elevados (muchas veces agotando suelos o recursos acuíferos); utilizan abundante mano de obra barata indígena y los productos derivados de esta agricultura se dirigen a la exportación. 

Como consecuencia, los países en los que se hallan radicadas las plantaciones no obtienen beneficios, y a veces sí muchos prejuicios, como el envenenamiento de ríos y bosques por abuso de pesticidas y fertilizantes.

Cosecha de maíz en Indiana: Alta mecanización y también dependencia de combustibles fósiles y aumento de la emisión de gases de efecto invernadero.

Según Yves Lacoste, el subdesarrollo se puede identificar con la carencia de alguna necesidad humana básica: carencia de alimentos, (malnutrición o desnutrición), carencia de condiciones higiénicas y sanitarias, (elevada mortalidad infantil, corta esperanza de vida) carencia de formación, (analfabetismo).
La agricultura de subsistencia tiene varias características clásicas: nivel técnico y mecánico rudimentario, métodos de cultivo tradicionales, descapitalización y rendimientos por hectárea y por productor muy bajos, lo que suele llevar a la escasez, inseguridad, hambre y emigración. Además, las condiciones climáticas y edáficas tampoco contribuyen a la productividad, lo que conlleva la degradación de los espacios agrarios de subsistencia, debido a escasa e irregulares lluvias, desaparición de los suelos, y procesos de desertización. Estos países difícilmente llegan a ser autosuficientes en la alimentación de su propia población.

La agricultura utiliza cerca de un tercio de la tierra de nuestro planeta y se calcula que el 65 % del agua dulce consumida en la tierra se destina a la agricultura. Dedican la vida al campo unos dos mil quinientos millones de personas. 
Es importante entender de dónde viene nuestra comida, y cómo se produce el café de la media mañana, el cacao de la merienda o el azúcar al que nos hemos vuelto adictos.

Muchos cultivos de subsistencia están en la actualidad abandonados, debido a la falta de riego o la lejanía. Cerezos. Pendientes de Gorgo. Arafo.

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