martes, 22 de junio de 2010

La necesidad de ser sostenibles.


Las personas debemos obtener la energía que precisamos para vivir como organismos, y por tanto, para el funcionamiento de nuestro mundo de otros seres vivos.
Aprendimos a manejar a estos seres vivos para que nuestro abastecimiento de energía sea inagotable a escala humana, lo que ha ocurrido durante milenios: la humanidad ha firmado un contrato con los animales, plantas y el territorio para coexistir y proporcionarse ayuda mutua.
El problema se plantea cuando los humanos deciden romper ese contrato de forma unilateral, sin consultar a los otros firmantes. La ruptura del contrato se traduce en la aparición de serios desequilibrios que comprometen la vida de las especies y la de la propia sociedad humana.
Desde que las primeras comunidades decidieron sembrar semillas en un lugar, y repetir la operación año tras año (la invención de la agricultura), son muchas las estrategias que ha desarrollado el agricultor para conservar la fertilidad del suelo durante generaciones, y cada paso que se ha dado ha supuesto una verdadera revolución: de la agricultura itinerante de “tala y quema”, practicada todavía hoy por algunos pueblos africanos, al aprovechamiento agro-silvo-pastoril de la dehesa mediterránea, en el que los ganados incorporan el papel de desbrozadores del terreno y fábricas móviles de abonos orgánicos.
La aparición de la rotación a tres hojas supone un salto cualitativo importante, al intensificarse el uso del suelo (desaparece el barbecho) y permitir la obtención de más recursos en menos tiempo. Algunos autores coinciden en que la llegada de la rotación Norfolk a cuatro hojas en la Inglaterra del siglo XVIII fue clave en la revolución agrícola moderna y permitió la Primera Revolución Industrial.
Los campesinos siempre han querido aumentar la fertilidad de sus tierras. El caso del Valle del Nilo, donde la agricultura dependió de sus aluviones durante seis mil años es paradigmático, o la explotación de todas las vegas españolas, como Cullera, Granada o Córdoba. En Canarias se abancalaron las fuertes pendientes, y se gestionaron recursos no agrarios, como el pinocho o el cisco de retama. En las huertas de Valencia se usaron las basuras urbanas para abonar los campos.
Hoy, el modelo ha cambiado, ya que en aras de una mayor productividad, que genere unos mayores beneficios monetarios, que no siempre son reinvertidos en la actividad agraria, los cultivos se sacan fuera de su contexto, es decir, pierden la relación con el espacio circundante.
Pongamos el ejemplo del plátano canario:

a. Se riega con aguas que son extraídas de acuíferos distantes, y que son traídas por canales decenas de kilómetros, cuando no con agua desalada mediante la quema de combustibles fósiles, que son caros, foráneos y contaminantes.
b. Se abona con fertilizantes procesados al otro lado del Planeta.
c. Se trabaja con mano de obra “importada” de países lejanos.
d. Se llega al extremo de mantenerlos bajo plástico que lo aísla del aire, insectos y aves circundantes.

Se ha pasado de un modelo sostenible, a un modelo que rompe el equilibrio y crea distorsiones entre los diferentes espacios.
Todos los sistemas agrarios locales han generado a su vez un tipo de poblamiento, incluso un tipo de organización social, que se relacionaba con su entorno inmediato, lo sabía interpretar y del que sabía obtener sus recursos de forma sostenible.
Tras la Tercera Revolución Industrial (basada en el neoliberalismo, el modelo tecno-informático, la ingeniería financiera y la especulación), con una población urbana que no es capaz de generar sus propios alimentos, con la pérdida de la autonomía e identidad de los espacios y con la visión uniforme de los actuales patrones culturales, las comunidades humanas se han desvinculado del territorio que habitan, y se han convertido en segmentos de una red global, jerarquizada, que depende de centros de decisión cada vez más alejados de los lugares que habitamos.
Hoy, más que nunca, el espacio ha dejado de ser un componente más del geosistema, interrelacionado con los otros, para servir de mero soporte de un cúmulo de actividades humanas que le son ajenas, y que crean serios desequilibrios al propio sistema.

1 comentario:

Uno de tantos.Uno que somos todos,quizá. dijo...

Formidable análisis.Riguroso y sintético,tanto que aparenta sencillo.Pero no lo es.La claridad de su enfoque ilumina los problemas y vislumbra las soluciones.El video que lo acompaña es bueno,pero forma parte del sistema.Habla de nosotros,diluyendo la acción crítica.Y proyecta la acción al futuro.En fin,que al final no es tan bueno.