miércoles, 2 de junio de 2010

El Valle. 1964

Foto aérea del Pico del Valle, Caldera de Pedro Gil, y Montaña de Las Arenas (Municipio de Arafo) en 1964.
Fuente: IDE Canarias


Esta foto aérea de hace 46 años de las Cumbres de Arafo, tiene muchas interpretaciones, pero recomiendo fijarse en el hecho de que no existen pinares en todo el interior del Valle, por lo que son claramente observables los Barrancos de Casme y de Hoya Fría, así como los depósitos de piroclastos de color oscuro, fruto de la erupción de 1705. 
 
Tampoco estaba construida la pista que une la Carretera General con Güímar y Arafo a través de Las Arenas, por lo que podemos ver la acumulación de sedimentos del lugar conocido como el Natero, justo detrás del cono de cinder del Volcán de Las Arenas.

¿Y si había tan pocos pinos, que vegetación es la que salpica la foto?. Posiblemente, codesos, (nombre por el que también era conocida la zona), escobones, escobonillos y alguna retama escapada desde las zonas más altas.

Podemos intuir el Camino (heredado con toda seguridad de nuestros antepasados guanches) que nos permite cruzar la Cumbre por La Crucita y que une el Valle de La Orotava con el Valle de Las Higueras. 
Esta ruta era mucho más frecuentada en aquellos tiempos que en la actualidad, porque la gente usaba los montes para aprovisionarse de recursos necesarios para la vida diaria: escobones y otros forrajes para los ganados domésticos; leña y carbón, para el fogal que había que encender todos los dias; cisco de retama y pinocho para cama del ganado (y de algunas personas).
 
El Camino de la Cumbre era transitado por numerosos comerciantes, a pie o a lomos de bestias, burros y caballos (los "tratantes" de Icod el Alto, Aguamansa, Pinolere, Camino de Chasna, Benijos...) que vendían ( o sometían al trueque) cochinos de sereta, pero también cestos y herramientas, incluso papas y otros productos agrícolas.

Algo que no es observable en esta imagen, pero sí en la original, es que la densidad de los castañeros de Las Arenas no ha variado sensiblemente, es decir, que, más o menos, tenemos hoy los mismos ejemplares que hace casi medio siglo. 
 
Pero, claro, en aquella época, con tan pocos habitantes en la isla, cuando se cogían las castañas de Las Arenas se desplomaban los precios del Mercado de Santa Cruz, debido a la cantidad, y sobre todo a la calidad, porque (y esto no es chauvinismo aldeano), las castañas de Arafo tenían fama en todo Tenerife, por su tamaño y por sus cualidades al gusto y al olfato.

La masa de pinos del Monteverde sí que ha crecido desde entonces, a costa de antiguos campos de cultivo, que en aquel momento estaban todavía en explotación, como Lo Santiago, Las Vigas, la Planta y La Haya.

Los seres humanos han modificado el paisaje natural a lo largo de la historia compartida, de los procesos de coevolución, que han modelado de modo dialéctico el territorio, transformándolo en un artificio que nos permite sentirnos muy a gusto, en nuestras ciudades y pueblos, en nuestras fincas y playas.

La existencia en 1964 de tal cantidad de arbustos en una zona en la que los biogeógrafos dicen que potencialmente debían existir masas forestales de pinos, seguramente es consecuencia de procesos de tala que degradaron los bosques primarios, favoreciendo la aparición de arbustos como el codeso y el escobón. 
Si 46 años más tarde, poseemos montes tan densos que es difícil reconocer la geomorfología subyacente, es porque la sociedad decidió replantar pinos y aplicar normas para su conservación.

No nos engañemos: hasta los paisajes naturales lo son, porque los seres humanos hemos decidido que así lo sean.



La misma zona. 30 de enero de 2021


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