lunes, 8 de mayo de 2017

Canarias: Encrucijada atlántica. (II)





La presencia europea no hispana en las Islas Canarias se inició en el Siglo XV, y ha continuado hasta la actualidad. Como resultado, las Islas Canarias han absorbido numerosas palabras, léxico y algunas construcciones gramaticales de diferentes orígenes europeos (castellano, catalán, italiano, inglés, flamenco, francés, y, especialmente galaico–portugués).

Las Islas Canarias fueron conocidas en la antigüedad en toda la región mediterránea, para ser olvidadas durante la Edad Media.

El desarrollo de la brújula, el timón, y la disponibilidad de los mapas más precisos estimuló la exploración del Atlántico al inicio del siglo XIII, y genoveses, moros, mallorquines, catalanes e incluso castellanos había visitado las Islas Canarias a finales de siglo. 

Angelino Dulcert. 1339. Primer portulano que identifica la isla de Lanzarote (la más oriental de la archipiélago Canario), como la isla de Lanzarotus Marocelus, una referencia al navegante genovés.

En 1336 el navegante genovés Lancelotto Malocello llegó a la isla de Lanzarote. El primer mapa conocido de las Islas Canarias se elaboró en Mallorca, en 1339.

En 1341, el rey de Portugal envió una expedición militar a las islas, bajo el mando de Niccoloso da Recco, con florentinos, genoveses, portugueses y castellanos enrolados en su tripulación.

Tras esta incursión militar, cuatro canarios indígenas fueron capturados y llevados como esclavos, junto con muestras de las “riquezas” isleñas: gofio, (alimento básico elaborado a partir de granos tostados de cebada, trigo y legumbres); gran cantidad de pieles de machos cabríos y de cabra; sebo animal; aceite de pescado; despojos de focas; madera encarnada que tiñe y, por último, tierra colorada.

Durante los años siguientes el rey de Aragón y el Papa de Aviñón Clemente VI autorizaron asentamientos, y alrededor de 1352 una expedición catalano-aragonesa, dirigida por Arnau Roger, llegó a las islas con la intención de establecer una colonia y la conversión de la población nativa guanche al cristianismo. 

Papa Clemente VI.

El naufragio de un buque castellano en 1382 trajo un breve período de presencia castellana en las islas, y en 1402 los conquistadores franceses recién llegados describen las actividades de los piratas castellanos y aragoneses previamente establecidos.

Por este tiempo, cientos de indígenas canarios habían sido vendidos como esclavos en Marruecos y Andalucía, mientras que las enfermedades europeas habían diezmado la población aborigen de las islas.

La colonización europea definitiva de las Islas Canarias comenzó con las invasiones francesas de 1402 y los años siguientes. 

Una gran parte de la población original canaria sufrió esclavitud. Quizás fue esa una de la razones por la que los suicidios rituales fueron tan comunes durante la Conquista, y lo que impulsó a muchos de ellos a vivir en el interior de las islas, como guanches alzados.

Los aborígenes resistieron tenazmente, pero los franceses se impusieron a lo largo de las zonas costeras, y unos años más tarde fue proclamado el Reino de las Canarias, vasallo del Reino de Castilla.

Los levantamientos indígenas y la resistencia no cesaron hasta las últimas décadas del Siglo XV, y en el mejor de los casos, las colonias europeas no eran más que enclaves costeros fortificados rodeados de nativos hostiles.

En 1424 las naves del príncipe portugués Enrique el Navegante intentaron tomar posesión de las Islas Canarias. 

Mapa de Gran Canaria realizado por Leonardo Torriani en 1590, más de un siglo después de la asimilación de la isla a la corona de Castilla. El interior insular es una vasta "terra ignota".

Estas escaramuzas iniciales fueron seguidas de incursiones portuguesas a gran escala en 1446 y 1468.

A finales del Siglo XV las Islas Canarias ya poseían una considerable población portuguesa, comenzando así un proceso de amalgama lingüística que empezó a modelar el emergente dialecto del español en Canarias.

Con la muerte del rey Enrique IV de Castilla en 1474 estalla la Guerra de Sucesión Castellana por la Corona de Castilla entre los partidarios de Juana de Trastámara, hija del difunto monarca Enrique IV de Castilla, y los de Isabel, hermanastra de este último. 

Excepto Canarias, durante el siglo XIV, todo el Atlántico oriental estaba controlado por los portugueses, lo que provocó el conflicto militar con Castilla y Aragón.

La guerra tuvo un marcado carácter internacional porque Isabel estaba casada con Fernando, heredero de la Corona de Aragón, mientras que Juana se había casado con el rey Alfonso V de Portugal. Francia también intervino, apoyando a Portugal para evitar que Aragón, su rival en Italia, se uniera a Castilla.


En 1476 los Reyes Católicos, reclamaron la región africana portuguesa de Senegal, Gambia y Guinea, en un intento de frenar la expansión portuguesa y conseguir el control de comercio con los territorios de Guinea y la Mina de Oro (Ghana), muy ricos en oro y esclavos, estallando la Batalla Naval de Guinea. 

Linea paralela que delimitó, tras el tratado de Alcaçovas, las zonas de influencia de las potencias ibéricas: Portugal y los Reinos de Castilla y Aragón.



Los portugueses respondieron intensificando su agresión a las Islas Canarias, cobrando gran importancia la guerra naval en el océano Atlántico. Las flotas portuguesas se impusieron a las castellanas en la lucha por el acceso a las riquezas de Guinea (oro y esclavos).

El Tratado de Paz de Alcáçovas en 1479 dio lugar a que Castilla desistiera de sus pretensiones en África Occidental y la renuncia definitiva de los derechos de navegación en aguas africanas. Asimismo, repartió los territorios atlánticos entre, quedando la gran mayoría para Portugal, con la excepción de las "Islas de Canaria". 




Las islas Canarias eran pobres en recursos naturales. Los pinares fueron uno de ellos. Las bondades del pino canario propiciaron que durante los primeros años de colonización europea fueran deforestados los montes de las islas buscando madera, leña y pez.

Los territorios reconocidos a Portugal fueron los siguientes: Guinea, (con sus minas de oro), Islas de Madera, Puerto Santo e Desierto, Islas de Azores, Islas de Flores, e Islas de Cabo Verde.

Los territorios reconocidos a Castilla fueron: Lanzarote, La Palma, Fuerteventura, La Gomera, el Hierro, la Graciosa, Gran Canaria, Tenerife y todas las otras islas de Canaria ganadas e por ganar.

El rey portugués aceptó cejar en sus ataques a las Islas Canarias, pero la presencia portuguesa en las islas continuó creciendo, dominando la agricultura y el comercio durante el Siglo XVI. 

Riscos escarpados y cubiertos de abundante vegetación, propicios para que los guanches alzados vivieran en estas cumbres durante decenas de años tras el fin de la Conquista.
Los españoles decidieron culminar la conquista de las Islas Canarias a partir de 1461, con los ataques de Diego García de Herrera. Llegó a tomar posesión de la isla de Gran Canaria, recibiendo el vasallaje de los guanartemes de Telde y Gáldar, pero la isla volvería alzarse en armas.

En 1464 intentó penetrar en el interior de la isla de Tenerife, pero tras dos derrotas militares optó por negociar con el tagoror insular, liderado por Imobach de Taoro, y llegaron a un acuerdo (las Actas del Bufadero de Julio de 1464), que le permitía mantener un asentamiento en la isla (torre de Añazo), aunque algunos historiadores afirman que hasta la muerte de Diego y la iniciativa de su hijo Sancho no hubo asentamiento estable de españoles en Tenerife. 

Desembocadura del Barranco de Tahodio en la actualidad. Posiblemente aquí estuvo emplazada la Torre de Añazo, cabeza de playa que sirvió para la penetración castellana en Tenerife.
 
Hizo también numerosas expediciones a la costa africana para comerciar, traer esclavos a las islas y hostilizar a berberiscos y portugueses. En 1478 Diego de Herrera construye una torre en la desembocadura del río de la Mar Pequeña, en la costa occidental de África, siendo la primera vez que se posesionaba la Corona de Castilla de un territorio de este continente.

Ese mismo año, los Reyes Católicos enviaron otra expedición encabezada por Juan Rejón, que construyó un fuerte en Gran Canaria. A partir de esta cabeza de playa comenzaron sus ataques sistemáticos contra la población nativa, hasta la obtención de una rendición final en 1483. 

Barranco de Tagoro, en la comarca de Acentejo. La abundancia de fuentes y manaderos de agua en estas comarcas del norte de tenerife, favorecieron la existencia de numerosos asentamientos poblacionales guanches.
Los ataques españoles en Tenerife comenzaron en 1494, hasta la segunda batalla de Acentejo. Al final del Siglo XV las Islas Canarias estaban bajo el control nominal español, aunque la insurrección nativa continuó durante muchos años más. 
La ocupación española de las Islas Canarias coincidió con la disminución de la población original canaria, muchos de los cuales fueron enviados como esclavos a España y otros países europeos. Los guanches que se quedaron en las islas fueron obligados a trabajar en las haciendas y en las empresas dirigidas por los nuevos amos. 

Un contingente de judíos españoles expulsados ​​de la Península Ibérica llegó a las islas en 1492, pero, tras el establecimiento de la Inquisición en 1499, algunos emigraron a las Américas. 

El conocimiento de los recursos hídricos, sobre todo en los lugares más secos de nuestras islas, fue clave para la pervivencia de grupos de gaunches diseminados en un amplio territorio.

No hay comentarios: