viernes, 4 de septiembre de 2009

Agua en el Sur de Tenerife.



La percepción que tenemos las personas sobre el agua cambia de forma significativa según el espacio en el que nos encontramos y según el territorio del que procedemos.
Evidentemente, no es lo mismo vivir en Bergen (donde llueve prácticamente todo el año), que vivir en los campamentos de refugiados saharauis en Argelia.

El Sur de Tenerife, si exceptuamos la Ciudad Turística y su hinterland compuesto preferentemente de ciudades satélite-dormitorio, sigue siendo un territorio ignoto, pero apasionante.

La gente del sur hemos identificado tradicionalmente los escasos lugares donde había una fuente con agua y los hemos convertido en puntos de referencia, lugares de reunión, incluso a algunos de ellos los hemos sacralizado, como es el caso de Añavingo, en Arafo, o de los Lavaderos de Tajo, en Arico (el primero vinculado al prodigio de San Agustín, que hizo manar las aguas tras años de sequía y pérdida de los manantiales, y el segundo a la Vírgen de Tajo).

Pero hay muchos más : la Fuente de Tamaide en San Miguel, los Charcos de Cataño en Agache, la Ermita del Hermano Pedro en El Hoyo, el Eres del Hermano Pedro en El Médano, la Fuente Benítez, el Barranco del Infierno, el Barranco del Natero...todos ellos tienen una comunidad que ha vivido cerca de estos manaderos de agua, y, que en muchas ocasiones, tiene su razón de ser gracias a estos aportes hídricos.

El 1 de septiembre empezó el año agrícola. Esperemos que sea pródigo en aguas, y esperemos aun más que sepamos aprovechar con sentido común este escaso bien de todos.






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