jueves, 31 de octubre de 2024

EL PAISAJE ESPAÑOL DE LA DEHESA.

Una dehesa es un monte claro, arbolado, multiespecífico, que, manejado de forma adecuada por el ser humano, mantiene buena parte de la biodiversidad del mundo mediterráneo ibérico.
 
La dehesa, a pesar de su singularidad, no puede escapar de los problemas generales de la agricultura y ganadería existentes en estos momentos, fundamentalmente los elevados costes de producción frente a la caída de precios en origen, además de la dificultad a la hora de acceder a los créditos bancarios. Todo esto está produciendo un deterioro en los distintos sectores que está provocando el abandono de muchas explotaciones, fundamentalmente ganaderas.
 
 
Se basa en prácticas agro-silvo-pastoriles, heredadas de los prados de siega establecidos en el Fuero Juzgo ratificado por Recesvinto en el año 654, y que se asentaron con el avance de la Reconquista, cuando se iban estableciendo dehesas para asegurar los mejores pastos al ganado caballar que se empleaba en la guerra, como establecía el Fuero de Plasencia. En la dehesa, el ganado funciona como un elemento unificador de todo el agroecosistema.

El aprovechamiento de la dehesa se desarrolla en sectores de la Península Ibérica de clima mediterráneo continental, pero con tendencia oceánica, sobre suelos minerales débilmente desarrollados, de materiales no consolidados de origen eólico, aluvial o coluvial, casi originales, con ausencia de arcilla y materia orgánica.
 
Los cerdos ibéricos se alimentan principalmente de bellota en su fase final de cebo. De este modo, durante los meses de montanera (noviembre-febrero), los planes de pastoreo se organizan de modo que el ganado porcino sea la primera especie en alimentarse en las parcelas, con el objetivo de aprovechar la bellota.
 

Los suelos permiten un amplio rango de posibles usos agrícolas, pero con limitaciones asociadas a la topografía, su débil espesor, alta pedregosidad y elevada acidez. 
De gran extensión en tierras erosionadas, zonas semiáridas y regiones montañosas, son sustratos poco fértiles, por lo que, para que las dehesas sean productivas, deben abarcar una gran cantidad de territorio. Es el ejemplo más claro de sistema agroganadero extensivo ibérico.
 
Estos terrenos, en contra de lo que pudiera parecer, son variados y diversos, desde las lomas de grandes pendientes cubiertas de herbazales y matojos, hasta los bosquetes de chopos y fresnos en las riberas de ríos y arroyos.
Cerca de estas riberas encontramos lechos aluviales de inundación, ocupados por pastizales densos, de alta producción y agostamiento más tardío, que es aprovechado por vacas y cerdos. 
Las tierras de cereal de labor intensiva (trigo, cebada, avena, centeno) se cultivan todos los años, generando grano, paja y abundantes rastrojos.
 
Los elementos básicos de la dehesa lo constituyen en principio una superficie arbolada o no que sustenta un pastizal en el que conviven especies ganaderas y fauna silvestre, de tal manera que es el manejo del ganado el que mantiene el ecosistema y lo convierte en un sistema sostenible. La acción antropogénica en una actividad milenaria es la que ha ido conformando los sistemas adehesados, pero esta actividad en el devenir del tiempo, no ha sido la misma en todos los territorios, de ahí que la vicisitud histórica conforma distintos tipos de dehesa en los territorios.
 

Sin embargo, el sector más relevante es la dehesa propiamente dicha, de encinas y alcornoques; quejigos y algarrobos, donde pastan ovejas, vacas y los cochinos se ceban hozando durante la montanera, aprovechando la abundancia de bellotas. Las cabras ramonean matorrales como la maraña, el cantueso, la jara y los zarzales. 
Se siembran cereales cercados en régimen extensivo y hay pastizales inducidos de alfalfa, trébol, veza, esparceta y otras leguminosas, que consume el ganado durante las rastrojeras.
 
La dehesa es un paisaje heredado del pasado, que ejemplifica el contrato que la sociedad campesina ha firmado con ciertas especies animales, para servirse apoyo mutuo. En este contrato, también entra el medio ecológico, que la comunidad rural observa, explica, comprende y utiliza en su provecho.
La dehesa tiene una función económica que no debemos perder de vista, al ser un sistema agrosilvopastoril donde se caza, y del que se obtienen múltiples productos forestales (madera, corcho, leña y esencias aromáticas).
 
 La composición de la hierba bajo los árboles depende no solo del árbol como entidad física y biológica sino también de las condiciones ecológicas en las que se sitúa y su relación con el comportamiento del ganado (el otro gran componente del sistema) debido a sus preferencias por determinados árboles y localizaciones.

Este aspecto productivo debe hacernos reflexionar sobre el futuro de estos montes humanizados, si son manejados de un modo correcto y ajustado, ya que muchos de los frutos que se extraen de la dehesa poseen una evidente calidad y revalorización en el mercado actual:
  • El corcho, tapón de grandes vinos en todo el mundo y aislante eficaz, renovable y antialérgico.
  • El carbón de encina se ha encarecido como un combustible de cocina de alta calidad.
  • El cerdo ibérico, de menor cantidad de grasa, altas cualidades de gusto y sabor y plato estrella de una nueva gastronomía en auge.
  • Los olivos de comarcas montañosas, de escasa producción de aceitunas, pero de gran calidad y materia prima de aceites exquisitos.
  • Las esencias aromáticas extraídas de la lavanda, el romero, el tomillo y la retama, que alimentan una agroindustria perfumera con un futuro prometedor.
No podemos olvidar la función socio-recreativa de la dehesa, cada vez más relevante en la sociedad urbana del ocio y tiempo libre en la que vivimos, demandante de espacios
“naturales”.
 
Un elemento vital para las dehesas el mantenimiento del toro de lidia, perfecta obra de ingeniería realizada por los ganaderos a través de los siglos. Es un elemento de la dehesa que ha sido esculpido mediante siglos en un medio difícil gracias a sus características: sobriedad, rusticidad, longevidad, fertilidad alta, facilidad de parto y aptitud para el cruzamiento.

Su cometido medioambiental es claro, al ser un espacio que ha conservado su funcionamiento como complejo sistema ecológico. Sirve de albergue a una gran cantidad de fauna salvaje (rapaces como la lechuza, el elanio azul o el águila real; mamíferos como conejos, liebres, linces y ciervos; numerosos reptiles y anfibios), que convive con el ganado y los usos agrarios y silvícolas.
 
La contribución de la ganadería extensiva a la dehesa es sumamente importante por los siguientes aspectos: integración con el medio natural manteniendo un equilibrio con éste (producir conservando); disminución de la erosión y desertización de los suelos proporcionando materia orgánica y contribuyendo a la conservación de la cubierta vegetal; generación de un producto natural de alta calidad, aunque de precio más alto, y menos contaminante; prevención de incendios; aprovechamiento de recursos pastables; renovación de la hierba tras el pastoreo (sumidero de CO2).

En la sociedad de mercado y globalizada actual, que se rige por normas economicistas y utilitaristas, la dehesa debe hacer honor a su etimología y defenderse (dehesa viene de defessa, que significaba “defensa”).
Ha pasado de ser un sistema que era sostenible en lo local y en lo global (no utilizaba recursos exógenos, no generaba residuos en el ecosistema), a verse afectado por una serie de cambios en la economía española, como:
  • Decisiones políticas tomadas muy lejos (la Política Agraria Común contempla la dehesa como un valor paisajístico, pero no económico).
  • Cambios en el modo de vida de las comunidades cercanas, como el despoblamiento del campo español.
  • Escaso apoyo a los sectores agrarios y ganaderos y la pérdida de valor monetario de sus productos
La dehesa es un ente territorial dinámico, que debe mantenerse por los argumentos ya descritos y cuyos propietarios deben aprender a manejar de nuevo; que debe ser apoyada por las administraciones públicas, porque es un elemento fundamental del paisaje ibérico, un patrimonio irrenunciable de la Historia del espacio geográfico y de las sociedades que han coevolucionado con él.
 
La dehesa alberga un gran patrimonio medioambiental y cultural y constituye la base de actividades económicas diversas que generan gran valor socioeconómico y cultural
 

domingo, 8 de septiembre de 2024

LOS GRANDES DESAFÍOS URBANOS

 


Es probable que en el siglo XXI la vida urbana cuente con una serie de condicionantes nunca antes experimentado, ya que más de la mitad de los habitantes del planeta se definirán como población urbana. Este crecimiento será asimétrico y las ciudades crecerán mucho más rápido y de modo más intenso en zonas situadas en países en vías de desarrollo, tal y como plantea el sociólogo neozelandés David C. Thornsen su libro de 2002, The Transformation of Cities: Urban Theory and Urban Life.

En este texto, se examina la transformación de la ciudad a finales del siglo XX y explora las formas en que se estructura la vida de la ciudad.

La metamorfosis de las ciudades modernas-industriales a las ciudades “posmodernas”, basadas en la sociedad de la información y del consumo se dibuja a lo largo del libro, cambiando el enfoque, sin centrarse exclusivamente en América y Europa, al analizar también ciudades en otras partes del mundo, ya que el crecimiento de las ciudades en el siglo XXI será predominante fuera de estas regiones.

Cadiz es una de las ciudades españolas que ha mantenido un pérdida de población continuada en los últimos treinta años.

La ciudad es un ente cambiante, que depende mucho de las tendencias económicas, culturales, políticas, ambientales y sociales, de cada momento histórico.

Ese mayor impacto en la urbanización será determinado por el equilibrio entre fuerzas que hoy se plantean como antagónicas: el empuje global y la inercia local. La dialéctica planteada por estas fuerzas debe entenderse para explicar las tendencias de los procesos de urbanización y las transformaciones socioespaciales que lleven aparejadas.

Sin embargo, no podemos dejar de estudiar los sistemas urbanos de las ciudades medianas y pequeñas y de los sistemas urbano-rurales, que han sido (y seguirán siendo) fundamentales para el desarrollo socioeconómico de la mayoría de las regiones del planeta.

Linares, en la provincia de Jaén. Una ciudad que ha perdido población debido a las altas tasas de desempleo relacionadas con la crisis del sector industrial automotriz, del que era muy dependiente.

 El proceso de globalización puede llegar a transformar en profundidad  el tejido económico y sociocultural de las grandes zonas urbanas y remodelar su estructura espacial, hasta el punto de que uno de los grandes retos de la planificación estratégica es asegurar que el territorio urbano sea útil a la economía, la sociedad y la cultura, pero siempre de un modo equitativo, que no provoque procesos de desigualdad socioeconómica o cultural que se plasmen en el territorio en fenómenos de segregación espacial.

Cubrir las necesidades de todos los habitantes urbanos es una de las tareas más complejas a las que se enfrenta el gobierno urbano, por lo que, la gobernanza urbana competente y responsable es un factor clave en la contribución potencial de las ciudades al desarrollo integral de sus habitantes.

Dentro de las ciudades y pueblos, las nuevas infraestructuras públicas, la gestión de servicios como el abastecimiento de agua, el saneamiento, la recolección de residuos sólidos, el transporte y las comunicaciones pueden hacerse, sencillamente copiando y repitiendo esquemas del pasado ya caducos, o servir de punta de lanza para plantear, desde los gobiernos urbanos, un uso más eficiente y equilibrado de los recursos, desde una planificación estratégica racional, hasta el uso respetuoso del medio ambiente.

Las políticas consensuadas, la responsabilidad social y ecológica, la participación ciudadana son esenciales para lograr un desarrollo saludable, productivo, de entornos habitables y equitativos.

Desde principios de los años ochenta, se han desarrollado tendencias comunes en la Región Europea. La urbanización ha seguido aumentando, especialmente en Europa Central y Oriental y en Turquía. 

Con una población de casi setecientos mil  habitantes, Zaragoza es la quinta ciudad más poblada de España. Su privilegiada situación geográfica la convierte en un importante nudo logístico y de comunicaciones; se encuentra a unos 300 km de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Toulouse.

La población y el empleo han crecido más en las ciudades mayores de medio millón de habitantes, que en las ciudades más pequeñas.

La gran megalópolis del entorno europeo ampliado no es Londres, París o Moscú, sino Estambul, que cuenta con una población en 2023 (según la web del gobierno local) de 15.660.000 de habitantes, con una densidad de población de más de 10.000 habitantes por kilómetro cuadrado y un crecimiento anual del 3%. Los especialistas sugieren y predicen que la población en la ciudad de Estambul nunca dejará de crecer y el rápido crecimiento se mantendrá en el mismo nivel de manera que la población podría superar los 17 millones de personas a principios de 2035.

Estambul, ciudad histórica que es un claro ejemplo de un entorno urbano con una situación privilegiada.

 

En muchas de estas ciudades de crecimiento exponencial, la exclusión social, la migración, la segregación espacial y los crecientes y graves problemas medioambientales, se unen a la ya difícil gestión del transporte público y los servicios básicos, para crear espacios urbanos que afrontan graves y  complejos desafíos de gestión urbana.

Existe una percepción generalizada de que la calidad de vida urbana está disminuyendo. La descentralización y la conurbación han roto los esquemas tradicionales de segregación espacial, con gente que se traslada de los centros de la ciudad a los suburbios de chalets adosados, unidos al centro urbano por complejas redes de transporte terrestre, no siempre eficientes, lo que provoca también la fuga de importantes actividades económicas del centro a las áreas periféricas. 

Ciudad de México, una de las megalópolis mundiales, creciendo a la sombra de un volcán activo, el Popocatépetl.

 

viernes, 30 de agosto de 2024

ENSEÑAR E INVESTIGAR


 

 

ENSEÑAR E INVESTIGAR.

La importancia básica de enseñar cómo investigar radica en tener la capacidad, no solo de transmitir métodos de investigación y prudencia con respecto a las diversas fuentes de información que usaremos en nuestros trabajos (bibliografía, documentos, información oral, estadísticas, encuestas), sino también radica en convertir al alumno en un actor de su propio proceso de aprendizaje, capaz de contribuir eficazmente a su construcción personal.

En este punto es donde descansa el vínculo fundamental entre docencia e  investigación en Historia y Geografía a nivel de secundaria y bachillerato.

En el momento en que la enseñanza de estas ciencias se relaciona con el proceso de desarrollar una relación crítica con el mundo, con la sociedad y con el conocimiento, queda claro que la edad, los conocimientos previos y la experiencia de nuestros estudiantes tienen poca importancia en este proceso.

Cualquier estudiante, aunque tenga doce años o veinte, es capaz de hacer preguntas sobre cualquier problema social o un fenómeno territorial, tal y como hacemos los científicos sociales continuamente (aunque de un modo distinto y a otra escala).

El trabajo del docente es conducir a los estudiantes hacia este proceso de interrogación, incluso si esto significa dejar espacio para improvisar, ya que la respuesta final es menos importante que el trabajo que hace el estudiante en la construcción del problema, porque la clave es fomentar el deseo de buscar respuestas.

Media Montaña. Arafo.


Enseñar el escepticismo, desarrollar un espíritu de pensamiento crítico, alentar a los jóvenes a construir su propia cultura histórica, a cimentar su propia relación con el pasado y el presente…la mayoría del profesorado estaría de acuerdo con que estos objetivos son el núcleo de su tarea.

Sin embargo, la elección del camino hasta alcanzar este núcleo, y el uso de diferentes herramientas pedagógicas es lo que produce desacuerdos entre los docentes.

Aprender hechos, fechas, y lugares, es básico en nuestras materias y veo casi imposible conocer nuestras ciencias sin estos elementos. La cuestión es que esta información debe presentarse como el resultado de un trabajo tangible, fruto de un proceso de análisis, porque no podemos seguir pensando que los estudiantes aún no tienen los conocimientos adecuados para afrontar un proyecto de investigación.

Madrid oeste

 

Transmitir conocimientos exclusivamente desde una exposición oral no suele ser muy eficaz, excepto en aquellos estudiantes que poseen las herramientas precisas para poder construir su propio aprendizaje.

La piedra angular de la enseñanza es convertir a los estudiantes en actores en su propio proceso de aprendizaje, pero a veces, el marco rígido de las lecciones tradicionales, los posiciona con demasiada facilidad como consumidores pasivos.

Tendríamos que primar los procesos frente a los resultados. Cuando el alumnado está muy comprometido con la construcción de su aprendizaje, conoce el temario y se encuentra lo suficientemente maduro académicamente para plantear revisiones y adaptaciones del mismo. Tiene además la suficiente sensatez y cercanía para plantearlo libremente y pueden solicitar concreción, capacidad de síntesis, un discurso más eficiente, acorde con su capacidad de atención.

Las clases-conferencia impulsan al alumnado a iniciar estrategias de dilación o de escape. Eso nos lleva a los docentes a intentar que los contenidos sean más atractivos, reducidos, anecdóticos, intrascendentes o más fáciles, demostrando falta de criterio a la hora de afrontar el proceso de aprendizaje de nuestros discentes. 

Pico del Valle, desde Las Arenas.


En el caso de la adaptación de estos contenidos a las diferentes realidades de nuestras aulas, habrá que determinar hasta qué punto afectaría a la programación anual de la materia, y considerar si esas adaptaciones podrían resultar un problema insalvable, pero también debemos estar dispuestos a aprender a escuchar a los sujetos y objetos de nuestra tarea como docente.

Sin embargo, algo que no debemos dejar pasar por alto es el respeto a nuestros derechos como educadores, y hasta qué punto, nos puede molestar, disgustar o crear insatisfacción ceder ante solicitudes de nuestros discentes, ya que eso sería un factor perturbador de el equilibrio emocional necesario para entrar todas las mañanas en el aula.

La comprensión llega cuando los estudiantes hacen suyo un tema. Una clase que comienza con una pregunta central, avanza como un proceso de investigación colectiva y concluye con una respuesta, moviliza a los estudiantes en un grado mucho mayor que una conferencia, incluso si esta pregunta se presenta en forma de una hipótesis planteada por el profesor con una respuesta ya conocida. 

Pino solitario en los malpaíses cerca de Chío, Guía de Isora.
Pino solitario en los malpaíses cerca de Chío, Guía de Isora.

 

Una vez más, la clave está en concretar el vínculo entre la investigación y la docencia. Esto no significa necesariamente tratar a los estudiantes como si fueran investigadores meritorios, sino más bien alentarlos, en su posición de principiantes, a utilizar mecanismos de construcción del conocimiento que exijan un grado de saber hacer, como lo haría un historiador o un geógrafo en su trabajo.

Para ello, la pregunta que impulsa al grupo puede incluso ser examinada y planteada por los propios alumnos. No es una pérdida de tiempo permitir que los estudiantes articulen sus propias preguntas sobre un tema que ha sido planteado previamente.

¿Por qué el profesor debe presentar siempre el material desde una posición de conocimiento, incluso relativamente simplificada, cuando hay muchas posibilidades de que esto parezca alienante para los estudiantes y, por lo tanto, inútil y poco interesante?