Las ciudades siguen creciendo gracias a la dinámica de los barrios periféricos, porque los centros urbanos se encuentran colapsados, el precio del suelo es muy alto y existe una tendencia social a preferir la vida “en el campo”. Nuestros políticos necesitan registrar altas tasas de crecimiento de la población para asegurar subvenciones e inversión, aunque a veces parece que estas inversiones no llegan a estos sectores de rápido crecimiento que tanto lo necesitan.
Lugares para vivir.
No podemos seguir sacrificando los espacios verdes a la vivienda: las periferias también tienen que respirar. Si queremos elevar la densidad de lugares con un marcado carácter rural, como El Tablero, Barranco Hondo o Araya tenemos que saber lo que piensan los residentes ya existentes y desarrollar racionalmente zonas no urbanizadas, sin destruir los valores patrimoniales, sin sobrecargar las instalaciones existentes, los servicios públicos y las infraestructuras, creando atractivos espacios públicos y privados, y mejorando, más que destrozando, la biodiversidad, el agua y la calidad del aire.
Adosados en Tacoronte |
Lugares donde trabajar.
La promoción de centros ciudadanos de barrio puede garantizar su adaptación a diversas actividades y servicios, con fácil acceso, bien equipado, dinámico y donde la gente participe. Incluso puede llegar a ser el foco de un modesto parque con aparcamientos de disuasión, y desde donde el transporte público flexible mejore la conectividad dentro y fuera del barrio. Un ejemplo claro sería La Cuesta, pero también se podría hacer en los territorios degradados de La Montaña de Taco, entre San Matías y Las Moraditas.
También es el momento de empezar a descentralizar el empleo, para reducir la intensidad de los desplazamientos pendulares diarios a los lugares de trabajo (casi todos situados en los centros urbanos), fomentando oficinas, comercios en esos mismos barrios.
Lugares donde jugar. |
Lugares para jugar
Mientras que los centros de las ciudades se están convirtiendo en el foco de la vida de la comunidad y se potencia el comercio y las actividades culturales (en algunas ciudades con más éxito que en otras), los barrios de las periferias también necesitan parques, jardines, y espacios y equipamientos cercanos a los hogares, para el deporte, el ocio, las actividades recreativas que sean seguros para las familias, los niños y los jóvenes.
Mientras que los centros de las ciudades se están convirtiendo en el foco de la vida de la comunidad y se potencia el comercio y las actividades culturales (en algunas ciudades con más éxito que en otras), los barrios de las periferias también necesitan parques, jardines, y espacios y equipamientos cercanos a los hogares, para el deporte, el ocio, las actividades recreativas que sean seguros para las familias, los niños y los jóvenes.
Se puede proteger de modo más activo, alguno de los espacios informales en las periferias, como plazas, avenidas y ramblas, para sumarlos al capital urbano de todos los ciudadanos, así como el paisaje y los elementos patrimoniales emblemáticos en el ámbito local, sin necesidad de que puedan tener importancia histórica o valor arquitectónico. Existen innumerables alpendes, molinos, eras, ermitas, cruces, caminos…. Este patrimonio común, incluso el más moderno y reciente, refuerzan la identidad y la cultura locales.
El refuerzo de la vida en los barrios, sin convertirlos en simples “almacenes de casas” fruto de un desarrollo residencial frenético, rodeados de vías que cortan y compartimentan el espacio ciudadano, si tratamos a los barrios sin considerarlos vertederos de cosas y personas, tenemos una oportunidad para avanzar en la planificación urbana y mejorar la sostenibilidad de los nuestras ciudades. La calidad de vida diaria en una ciudad y su capacidad para atraer y retener ciudadanos cualificados y motivados, determinarán su salud y prosperidad.
Huertos urbanos: el campo invade la ciudad. |
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