jueves, 27 de noviembre de 2008

LA CRISIS DEL MEDIO RURAL Y CAMPESINO EN LATINOAMERICA ( y 3)















 
4. LA RESPUESTA VIOLENTA DE LOS EXPOLIADOS: LAS GUERRILLAS CAMPESINAS.

Nos centraremos en el análisis de dos movimientos guerrilleros que surgen en naciones centroamericanas, que comparten ciertas características, pero que difieren en otras.

En Nicaragua, gracias a la ayuda militar y económica de los EE.UU., la dinastía tiránica de los Somoza se mantiene entre 1936 y 1979. Decenas de miles de campesinos fueron asesinados en este período, pero a pesar de esta sangrienta represión, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, logra llevar a la rebelión a campesinos, obreros, estudiantes, comerciantes y parte de la Iglesia Católica.

La guerrilla rural tiene en Guatemala su exponente más reciente, a partir de los años sesenta, en contradicción con las guerrillas urbanas de tupamaros uruguayos o montoneros argentinos.

Los movimientos que más encontraron arraigo en las regiones rurales, si exceptuamos la guerrilla castrista, o los históricos movimientos de Sandino, Zapata o Villa, fueron los sandinistas del F.S.L.N. y la guerrilla guatemalteca. No contamos aquí los movimientos peruanos maoistas de Sendero Luminoso, por sus extrañas connotaciones mesiánicas.

Sin embargo, excepto el aún activo E.Z.L.N. de Chiapas y el Tupac Amaru peruano (sacrificado en el asalto a la embajada japonesa durante el mandato del gángster Fujimori), la gran mayoría de los movimientos guerrilleros están formados por blancos y mestizos. Por ejemplo, en Nicaragua o Guatemala, que tienen una población indígena del 40%, sus movimientos guerrilleros carecen prácticamente de indios.

Los campesinos que se adhieren a la guerrilla suelen ser hombres no muy jóvenes, debido a que las mujeres campesinas, por su educación y su concepción machista de la sociedad, están menos dispuestas a comprometerse activamente en un movimiento político. A la causa de la guerrilla rural se adhieren pequeños campesinos, arrendatarios, peones y también personas vinculadas con la Iglesia, como ex-seminaristas, monjes o curas. Debemos recordar en este punto que las F.A.R.C. colombianas fueron fundadas por el cura español Camilo Torres, y el peso que ha tenido la Teología de la Liberación, con representantes como Ernesto Cardenal, Monseñor Arnulfo Romero, Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino, Dom Hélder Cámara y otros, que han denunciado activamente las situaciones de injusticia desde un punto de vista cristiano.

Sin embargo, en la población rural, los objetivos revolucionarios y los métodos de lucha de la guerrilla encuentran una receptividad oscilante, que si bien a veces llega a una solidaridad activa (Nicaragua, Cuba), en otros casos como en Perú con el caso de Sendero Luminoso o la tentativa boliviana del “Che”, encuentran en los campesinos a sus peores enemigos.

En el caso de Guatemala, una de las motivaciones posibles al impulso revolucionario fueron los gobiernos de Arévalo y de Arbenz (1944-1954), que había autorizado partidos políticos, sindicatos libres, decretó leyes sociales, disminuyó la influencia del capital extranjero y puso en marcha una amplia reforma agraria, pero que fue derrocado por un ejército de mercenarios entrenados y equipados por la C.I.A.

En Nicaragua se contaba con la referencia de una figura heroica, Sandino, general insobornable que fue apoyado por campesinos y trabajadores y que expulsó a las tropas estadounidenses que ocupaban Nicaragua desde hacia decenios, siendo asesinado por Anastasio Somoza y el apoyo de los “marines” U.S.A.

Significativamente, las zonas donde se inició la reforma agraria de Arbenz en 1952 o el norte y noroeste de Nicaragua, donde Sandino tuvo a sus partidarios, se convirtieron en focos de disturbios sociales y políticos y en las canteras de donde salían los futuros guerrilleros.

En todos ellos, el final es parecido: el FSLN logra que se le unan cada vez más capas de la sociedad hasta el levantamiento general y el triunfo del 19 de julio de 1979.

La primera ley decretada por el gobierno sandinista, el mismo día de la liberación, fue la reforma agraria. Las grandes explotaciones de Somoza y sus compinches fueron nacionalizadas. Los obreros agrícolas, en torno al ATC (sindicato agrario), podían participar en la gestión y recibían un “sueldo social”, mejorándose las escuelas en los campos, los centros de salud, las campañas de vacunación y de alfabetización, la educación de adultos, y la construcción de viviendas, todo gratuito. En paralelo, las organizaciones de masas (AMNLAE, Juventudes Sandinistas19 de julio) movilizan cada año miles de voluntarios para ayudar a recoger las cosechas de café y de algodón.

La segunda fase de la reforma agraria empezó en 1981. La nueva ley estipula que los campos sin cultivar serán repartidos entre los campesinos pobres y sin tierras.

Entre 1981 y 1986, 115.000 familias de las más pobres se aprovecharon de esta nueva ley y recibieron individualmente o en cooperativas el derecho a la propiedad sobre más de 2.240.000 hectáreas de terreno cultivable.

En 1984, la tenencia de la tierra se presentaba de la siguiente manera:

- 22 % propiedad del Estado.

- 63 % grandes propiedades terratenientes

- 14 % pequeñas y medianas propiedades y cooperativas.

Sin embargo, la Revolución nicaragüense fue atacada desde el año 1981, cuando la C.I.A. reorganizó a los antiguos guardias somocistas en la FDN. El Congreso de Estados Unidos, con la presión del presidente Reagan, ponía 19 millones de dólares a disposición de los diferentes grupos de la “contra”.

El país, agotado y cada vez más hundido en la crisis económica, celebra unas elecciones a finales de los años ochenta que gana Violeta Chamorro, al frente de una coalición de partidos antisandinistas: U.N.O. (Unión Nacional Opositora). Esta representante de una de las familias más ricas de Nicaragua y viuda de un político asesinado por Somoza, llegó a la presidencia esgrimiendo el conseguir la paz y la ayuda económica de los Estados Unidos si los sandinistas perdían el poder. Desde entonces, Chamorro pone en marcha la contrarreforma y los siguientes gobiernos, representantes de partidos de la extrema derecha, han vuelto a colocar a Nicaragua en la lista de los países más pobres e injustos de la América Latina. La posterior división del F.S.L.N. y las luchas entre los partidarios del comandante Daniel Ortega, antiguo presidente y Sergío Ramírez, representante del sandinismo más moderado, en nada han ayudado a que la verdadera transición política se culmine en esta nación centroamericana.

En Guatemala, la guerrilla logra aglutinar un movimiento de protesta que se manifiesta en un intento de Golpe en 1960. Los escuadrones de la muerte se ponen en marcha a partir de 1966, y bañan en sangre amplias zonas del país, sobre todo sectores rurales y de población indígena. La guerra sucia llega a las más altas cotas durante el gobierno del general Rios Mont, a principios de los años ochenta.

La paz se firma en los años noventa con representantes del gobierno y de UNRG, y se le concede el Premio Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú, defensora de los indígenas y en especial de las mujeres.

Sandino.

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