En Samarines, desde los tiempos aborigenes siempre han existido personas realizando usos y aprovechamientos vinculados a su localización geográfica y su gran diversidad biológica y ecológica, cultural. es uno de los lugares del Valle de las Higueras con más usos y prácticas históricas y tradicionales.
Gran parte de las especies vegetales y animales presentes en Samarines tuvieron usos agroganaderos o medicinales en la estrategia productiva de la sociedad de autoconsumo que ocupó este territorio desde tiempos prehispánicos.
Riscos del Filo del Cuchillo. Un lugar privilegiado para la pesca con caña. |
Desde los guanches y su uso del látex de la tabaiba amarga como agente tóxico para la pesca (embarbascar) en los chacos litorales, al cosco usado como materia prima para la elaboración de gofio en épocas de escasez de grano de cereal, pasando por las especies usadas como forrajeras, el rico y variado medio biológico de Samarines ha permitido la gestación de toda una serie de tradiciones y prácticas culturales vinculadas su histórico uso común.
Samarines fue una zona de recreación y baño, debido a la cueva que se encuentra en la playa y que servía como un lugar de descanso y avituallamiento al refugio del intenso sol veraniego.
Fundamentalmente fue usada por los vecinos de Malpaís de Candelaria y algunos de la Villa de Arafo, que en la temporadas en las que las labores agrícolas decaían, y en los meses de intenso calor, bajaban a pasar alguna jornada junto al mar.
Se solía pescar y mariscar y avituallarse de agua en el pozo del Aguadulce, en La Viuda. Actualmente sigue siendo usada por muchas personas que quieren un lugar de baño alejado de los núcleos urbanos, y ha sido usada en temporadas como playa para practicar el nudismo.
A lo largo de los acantilados encontramos interesantes poblaciones representantes del cinturón halófilo costero: lechuga de mar, salado y tabaiba dulce. |
Samarines, tanto en su litoral como en los fondos marinosy en la cercana cima del cantil de La Magdalena y San Blas, posee un innegable valor que va más allá del mero patrimonio natural.
Los usos tradicionales, han permanecido inalterables a lo largo de los siglos, especialmente los vinculados a la pesca.
La dificultad del terreno y los factores climáticos, dan lugar a una agricultura de secano, probablemente de trigo morisco y cebada pelona, por su gran resistencia a la sequía y a la falta de suelo. Estos cultivos de subsistencia fueron necesarios para matar el hambre que ha asolado Canarias en diferentes épocas.
El paisaje que podemos observar en Samarines es el resultado de la actividad humana en el Sur empobrecido y si deja ver la huella del pasado, recuerdo de actividades agrarias como los bancales abandonados. Mayormente la vida de las personas estaba relacionada con la pesca y la recolección de mariscos, desenvolviéndose con soltura por los riscos, pesqueros y profundidades de las cuevas donde habitan los moluscos.
Hoy en día, ya que es una zona de gran exposición solar, es usada por la gente para la recreación marítima y el baño.
La arqueología de Samarines, está relacionada con las celebraciones aborígenes en la cueva de Achbinico, y el recuerdo de los samarines que posiblemente habitaban en las cuevas que existen en el tramo inferior del barranco cerca de la playa.
Miembros de una orden de culto religioso y la adivinación eran sacerdotes de la clase de los guañameñes. Una clase sacerdotal educada en especies de seminarios, llamados sámaras, de donde viene el nombre de las cuevas de esta denominación. De todas las islas sólo existen testimonios geográficos y tradicionales en Fuerteventura y Tenerife. [Bethencourt Alfonso (1880) 1991: 295].
La orden de los samarines, eran también conocidos por agoreros, adivinos, hechiceros y profetas así como por guañameñes por llevar éste último nombre el sumo pontífice o el summus aruspex, vestían completamente de negro con el guatimac o idolillo de barro colgado al cuello. [Bethencourt Alfonso (1911).
También se encuentra a medio camino entre el lugar donde aparece la Virgen de La Candelaria, en las playas de Chimisay; su primera residencia, en las cuevas del Mencey en el Barranco de Chinguaro y su posterior ubicación en la Cueva de Achbinico (San Blas).
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