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El paisaje siempre ha sido un elemento
importante en la investigación geográfica, partiendo del presupuesto de que el objetivo
de la investigación del paisaje es tratar de describir, comprender y explicar
la realidad terrestre.
El
paisaje es lo que vemos a nuestro alrededor, lo que nos rodea. Es un totalizador histórico, en el medio natural, en las ciudades, zonas
periurbanas, en las montañas, en el litoral, en las zonas rurales y agrarias.
Desde
la perspectiva positivista, se consideró una expresión del funcionamiento
ecológico y económico de la sociedad.
La geografía
del paisaje, también llamada geografía física integral, geo- ecología o la ciencia del paisaje,
surge como una disciplina independiente de la geografía física a
principios del Siglo XX.
La
nueva disciplina es innovadora, ya que los pioneros centran sus investigaciones en las conexiones y relaciones entre los componentes
de la naturaleza, analizados hasta el momento de manera independiente por las
diferentes disciplinas de la
geografía física: geomorfología, climatología, hidrología,
geografía del suelo, biogeografía...
El
énfasis en la identificación de los nexos
entre los componentes investigados llevan a la ciencia del paisaje a acercarse
a la
ecología (ciencia fundada por el naturalista Ernst Haeckel en 1869, gran
defensor del evolucionismo, aunque la idea del estudio integral del paisaje y
la visión holística, está ya presente en Alexander Von Humboldt).
Ratzel
es el primer geógrafo que incorpora a la geografía el evolucionismo ecológico y
explica que la relación entre naturaleza y sociedad está condicionada por las
características ambientales. Elabora el concepto de espacio vital, que, para él, es el área en la cual se desarrollan los seres vivos.
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Esquema de la diversidad y la transformación del paisaje de la dehesa, un agroecosistema silvicola y pastoril mediterráneo muy complejo, que no hemos sabido manejar correctamente en los últimos años. |
Eliseo
Reclus, estudia los fenómenos de erosión y deforestación, argumentando la
necesidad que tienen las sociedades de adaptarse al medio en el que viven. Su
geografía era amena, hacía descubrir el mundo, describía los países
extranjeros, hablaba de las relaciones entre los hombres y la naturaleza, pero
también de sus luchas por el progreso y la libertad. Parte de su obra tiene un poso ecológico, al señalar las contradicciones inherentes al progreso y explicita la potencial degradación
de la naturaleza.
La
afinidad entre ecología y geografía se hizo visible cuando el término "ecología del paisaje" se
convirtió en sinónimo de una
nueva disciplina científica, articulando los resultados conseguidos por la geo grafía y la ecología.
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Portada de la edición española de El Hombre y la Tierra,
versión de Anselmo Lorenzo, revisada por Odón de Buen. Editado por la Escuela
Moderna. Lo más escogido del librepensamiento español de finales del Siglo XIX
y principios del XX
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Este
concepto comienza en 1898, con el geógrafo, padre de la edafología rusa, Vasili
Vasílievich Dokucháyev, que lo desarrolla en sus relevantes trabajos sobre el principio del análisis integral del
territorio. Orientó en gran medida las investigaciones y sirvió de
directriz para la solución de variados problemas teóricos, metodológicos y
prácticos en el estudio de la geografía en Rusia.
Más
tarde se prolonga por el geógrafo alemán Carl Troll, que introdujo en 1939 el concepto de ecología del
paisaje (landscape ecology) en el
ámbito científico.
Desarrolló
algunos conceptos de la ecología del paisaje y geografía de la alta montaña, como
resultado de aplicar la interpretación de fotografías aéreas en los estudios
sobre la interacción entre el medio natural y la vegetación. Destacan sus trabajos pioneros en glaciología
y geografía física en las altas cumbres andinas y en las montañas de Asia.
Durante los primeros años, la geografía del
paisaje se centra en la elaboración y
ensayo de nuevos métodos de investigación, anteponiendo la actividad
investigadora a la reflexión epistemológica, debido a que su carácter
integral la acerca más a las disciplinas aplicadas.
En
los últimos años, los científicos han dirigido
su atención a la escasez de debates dedicados a los fundamentos metodológicos de la investigación del paisaje y
los efectos adversos de esta
situación para el estatus científico de esta disciplina. Algunos de los temas y
cuestiones a los que se intenta responder en los últimos años son los
siguientes:
· ¿Cuáles son los objetivos de la
investigación del paisaje?
· ¿Debemos justificar la
identidad como disciplina científica independiente a través de un método
diferente?
· ¿Qué papel juega la subjetividad y la
sensibilidad cognitiva en los resultados de las investigaciones?
· ¿Tiene la ciencia del paisaje su propio
método de explicación científica?
· ¿Existe un paisaje típico (expresión de la
diferencia territorial), resultado de la interacción entre cada sociedad, los
usos del suelo, la política, la gestión y el medio natural particular?
· ¿Es el método geográfico el más adecuado para
el estudio del paisaje?
· ¿Es la planificación la solución a los
conflictos del paisaje?
La
dinámica de los paisajes es también otro campo de investigación, estudiando los
factores, fuerzas y presiones que generan los cambios, en el pasado y en la
actualidad, su origen, tanto natural como humano y las variaciones en el tiempo
y el espacio.
Comprender
los mecanismos y procesos que dan lugar a variaciones en el paisaje a diferentes
escalas geográficas, desde lo mundial a lo local, permite anticipar cómo la
actividad humana tiene la capacidad de afectar al paisaje y los efectos que las
crisis del paisaje tienen en las sociedades.
En
el mundo anglosajón existe un enfoque particular que busca metas prácticas,
como la protección del paisaje, su gestión y planificación y que plantea
comprender el paisaje como patrimonio natural y cultural en dialéctica
constante con la gente que lo habita o visita en especial los paisajes de gran
importancia representativa, como serían Monument Valley, Yosemite, o el Teide
en el caso canario.
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El Teide es un elemento del paisaje más que reconocible,
sobre todo para los canarios, y también es objeto de más de dos millones y
medio de vistas al año.
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¿Cómo
valorar objetivamente el paisaje? Cada persona, individualmente, o en grupo,
percibe y experimenta el paisaje de un modo diferente, debido a las diferencias
sociales, educativas, género, origen o experiencia previa.
Tradicionalmente,
el paisaje siempre se ha visto como una expresión meramente visual, pictórica o
fotográfica, interpretado por la perspectiva propia de cada pintor, fotógrafo o
turista.
Todavía
hoy, muchos de nuestros planificadores solamente prestan atención al carácter visual
del paisaje. Pero las imágenes son ilustraciones compuestas de granos, puntos,
pinceladas, tramas, colores, pixeles e incluso marcos, que simplifican la
realidad, y no es bueno simplificar lo que realmente es el resultado de una
realidad compleja.
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Puertito de Güímar en los años setenta del siglo veinte. La transformación de litoral ha sido espectacular en los últimos cuarenta años. |
Por
tanto cada paisaje posee unas señas de identidad aceptadas de manera particular
por las personas que lo habitan, más allá de la visión académica o política.
Por
ejemplo, tras el paisaje de plataneras que vemos desde el Mirador de Humboldt,
subyacen decisiones que se han tomado, en La Orotava, en el Parlamento de Canarias,
incluso en Bruselas o Madrid. Muchas de esas decisiones son colectivas o han
sido socializadas, pero otras muchas obedecen a intereses o creencias
individuales.
Uno
de los retos actuales es alcanzar un consenso sobre la percepción colectiva que
atribuye al paisaje un valor justo, buscando la participación de las personas
en la planificación, apreciando los intereses mayoritarios, pero respetando a
las minorías.
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Paisaje de las plataneras en el valle de Aridane, La Palma.
Posiblemente, este cultivo ya no existiría en Canarias, si no fuera por las
ayudas del POSEI y de la PAC europeas.
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