lunes, 16 de noviembre de 2009

Mártires



La madrugada del 16 de noviembre de 1989, un grupo de asesinos con uniformes del ejercito salvadoreño (batallón Atlacatl) irrumpió en la Universidad Centroamericana (UCA) de San Salvador para asesinar a los jesuitas Ignacio Ellacuría, Segundo Montes e Ignacio Martín-Baró. No podían quedar testigos de la infamia y del crimen, y entonces también asesinaron a tres sacerdotes – Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López – la trabajadora de la Universidad, Julia Elba, y su hija de quince años, Celina Ramos.

Había sido una muerte anunciada y señalada por elementos de las Fuerzas Armadas ,que habían calificado la UCA como un “refugio de subversivos” y Ellacuría, empeñado en buscar una solución negociada a la guerra civil, se había convertido en uno de las piezas más buscadas por los cazadores de hombres con uniforme (como 9 años antes había sido anunciada y ejecutada la sentencia de Monseñor Romero).
Cinco de los jesuitas asesinados eran españoles, personas tan destacadas en sus labores académicas, que, cualquier Universidad o centro de formación los hubiera acogido en la plácida España o la católica Italia pero, aún conociendo el riesgo que corrían, no regresaron a su país de origen.
Hoy se cumplen 20 años de aquel día en que fueron vilmente asesinados

 
Estos hombres buenos, se convierten en un símbolo de la labor apostólica ejercida por los miembros de la Compañía de Jesús, con el mismo espíritu de su fundador, San Ignacio de Loyola, con el mismo espíritu de Cristo.

Observar el mundo, meditar
, luego redactar, comunicar de viva voz, denunciar la injusticia, buscar la paz, fue lo que provocó el odio, el encono y la saña de sus matadores. Al igual que tantos y tantos cientos de mártires de la Iglesia actual, la opción por los pobres, en el seguimiento de Jesucristo, les costo la vida.

Que no me digan que la Iglesia, militante y comprometida, de la que formamos parte, no defiende el Evangelio del carpintero de Nazareth.


1 comentario:

Poverello dijo...

Querido amigo... he visitado por primera vez tu blog. Antes de nada, gracias por tu invitación...
En tu artículo "mártires" haces una reflexión final con la que no estoy muy de acuerdo contigo, lamentablemente no lo estoy... No estoy del todo convencido de que la opción preferencial, real, tajante, coherente, servicial y de entrega actual de la Iglesia sea una opción preferente por los pobres.
Esa opción implicaría vivir pobre, comer pobre, vestir pobre, hasta incluso -tristemente para algunos y felizmente para otros- pensar pobre y no termino de creer que esos seguidores actuales del carpintero vivan hoy así, no, no lo creo ni lo veo... Si hoy un pobre tocara en la puerta de nuestra casa y nos invitara a dormir con él bajo un puente ¿Lo haríamos?... ¿Seríamos capaces de padecer con él sus miserias?... Ahí empieza la radicalidad. Es cierto que eso -afortunadamente- lo hace mucha gente, mucha... y eso si es ser radical, pero no creo (estoy convencido de ello) que no sea la opción preferente de los cristianos de hoy. No estoy de acuerdo contigo porque vivir el Evangelio es vivir en radicalidad, las 24 horas del día, no a "ratitos" para tranquilizar conciencias...
En fin, en estos últimos 20 años ha muerto mucha más gente víctima de esa radicalidad, pero ni tan siquiera eran ilustrados y ni mucho menos se hicieron famosos con su muerte. Pero de ellos es el Reino de los cielos...
La única ventaja que nos queda es que, como dijo el propio Nazareno, "a los pobres los tendréis siempre...", quizás en algún momento podamos recapacitar y, además, cambiar de actitud.
En fin querido amigo... un abrazo en fraternidad.