domingo, 9 de noviembre de 2014

Apuntes de la Conquista de Canarias (II).




Durante el todo el S.XIV, las Islas Canarias habían sido castigadas por las incursiones para secuestros ocasionales de esclavos organizadas por mallorquines, genoveses, portugueses y andaluces. 

Ya en el recién estrenado S.XV, con el respaldo de Enrique III de Castilla, el mercenario y pirata normando Jean de Bethencourt desembarcó en Lanzarote en 1402 e inmediatamente construyó el castillo de El Rubicón, como un punto fuerte para atacar y refugiarse, al más puro estilo de los cruzados. 

Los normandos llevaban años atravesando una dura crisis, debido a los conflictos armados entre Francia e Inglaterra (la Guerra de los Cien Años estaba en uno de sus momentos más crueles) y a las guerras entre navarros y franceses, por lo que, Bethencourt, como otros muchos caballeros de su época y de su región, tenían que ponerse a las órdenes de cualquier señor para conseguir fortuna, tierra y título. 


Pretendidas ruinas de la Torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña, en la Costa del Sahara, cerca de Cabo Bojador. Fue una importante factoría comercial, basada en la captura de esclavos.

Bethencourt ocupa y conquista Lanzarote, Fuerteventura, y, más tarde, El Hierro (1405),tras lo que obtiene el título de "Señor de las islas de Canaria". 
En estos primeros momentos, no existía un plan programado y adecuado de explotación, ya que estas islas eran en extremo secas y pobres, por lo que, aparte de vender nativos como esclavos, utilizarlas como bases para razzias a otras islas, poco más se podía hacer. 
El asunto de la esclavitud tuvo que haber sido importante, puesto que en 1434 el papa Eugenio IV emite una bula por la que prohíbe el comercio de esclavos con nativos de las Islas Canarias.

Mientras tanto, otras islas como Gran Canaria eran blanco constante de razzias, tanto hispanas, como portuguesas.
En 1480, tras algunos años de conflicto entre Castilla y Portugal, en el que el territorio de Canarias y Norte de África eran tierra de nadie, se firma el Tratado de Alcaçovas. Resumiendo: 
Tratado de paz entre el reino de Portugal y los reinos de Castilla y Aragón. Fin a las rivalidades tras la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479). Alfonso V renunció al trono de Castilla e Isabel y Fernando renunciaron a cambio al trono de Portugal.
Reparto de los territorios del océano Atlántico: Portugal mantuvo el control sobre sus posesiones de Guinea, la Mina de Oro, Madeira, las Azores, Flores y Cabo Verde. A Castilla se le reconoció la soberanía sobre las islas de Canaria.
Reconoció a Portugal la primacía de la conquista del Reino de Fez. 


Plantación de caña de azúcar (Saccharum officinarum). Canarias y Madeira fueron los primeros lugares donde se puso en marcha la economía de plantación, que ha sido la base económica del colonialismo y del imperialismo.

A raíz de esto, la fortaleza de Santa Cruz de la Mar Pequeña fue construida en la Costa Africana, frente a Fuerteventura. Este puerto y el Real de Las Palmas (Muelle de San Telmo) se convirtieron en mercados regulares de esclavos (en contraposición a las redadas irregulares de esclavos ), y se convirtió en un trampolín para los esclavistas, que llegaban desde el Sur de la Costa Occidental africana. 

En 1484, con el respaldo financiero, principalmente de capitalistas genoveses, portugueses y alemanes, incluyendo los Welser de Augsburgo, las Canarias se convirtieron en islas del azúcar. 
Europa adquirió el gusto por el azúcar como especia del Oriente Legendario durante las Cruzadas. Cuando las plantaciones de Tierra Santa se perdieron, en la Península Ibérica se cultivaban en Málaga, Motril y el Levante árabe. Los portugueses la introducen en Madeira, que fue la primera isla atlántica donde se cultivó (y donde se eliminó el ecosistema primigenio para expandir la cañadulce).


Casa de El Paseo, San Juan, Güímar de Arriba. Sede del ingenio azucarero que fue el primer asentamiento europeo de importancia en Güímar.

La unión de capital y de mano de obra “barata” conlleva que guanches y esclavos africanos sean puestos al servicio de la construcción de bancales y el trabajo agotador de cortar caña, (un matrimonio de importancia histórica: la esclavitud y el azúcar). 

La caña supuso la canalización de muchos manantiales naturales (y en algunos lugares su agotamiento) y la deforestación temprana de muchas zonas, tanto para abrir hueco a los cultivos, como para alimentar el fuego de los trapiches, necesarios para refinar el azúcar.

De modo paralelo, el exceso de azúcar facilitó la siembra de viñas para producir vino  (los vinos se “encabezaban” con azúcar). Madeira y Canarias comienzan la exportación de caldos, que se mantiene hasta nuestros días. El azúcar generó también una floreciente industria destiladora (ron, caña, aguardientes).


Cueva del Negro, Agache. La tradición oral nos cuenta que el lugar se llama así porque en una cueva se descubrió el cadáver de un esclavo que se había escapado de la Casa Fuerte de Adeje.

Un aspecto escasamente conocido es que el alcohol sirvió como moneda de cambio en los intercambios de esclavos, ya que los comerciantes (la mayoría norteafricanos musulmanes que no consumían alcohol) pagaban a los caciques locales con alcohol para que les facilitaran esclavos. Estos jefes borrachines (adictos en realidad) promovieron el comercio de esclavos de sus regiones africanas para conseguir alcohol.

El alcohol era fundamental en el sistema esclavista, puesto que se suministraba a los esclavos para que pudieran soportar las agotadoras y largas jornadas de trabajo y para mantenerlos calmados y tranquilos en los momentos de descanso.

Después de la Conquista de Tenerife, siete ingenios azucareros se establecieron en la isla y no tenemos ninguna razón para dudar de que la brutalidad impuesta contra los trabajadores esclavos de las plantaciones, como atestiguan numerosas leyendas de esclavos negros que huían de los ingenios y se refugiaban en los montes y cuevas de los montes, reflejándose en la toponimia: Cueva del Negro, Cueva de la Negra, Cruz del Roque.


Esclavos negros en una plantación de caña de azúcar en Cuba. Los esclavos africanos (muchos de ellos bereberes) se trajeron a Canarias para trabajar en los ingenios y plantaciones de azúcar.

La opción de la supervivencia para muchos naturales de Canarias pasaba por adoptar la religión cristiana, europeizarse y algunos que lograron escapar de la esclavitud, fueron obligados a participar en capturas de esclavos, a las órdenes de los comerciantes de miseria humana en la tierra firme de África. 

Desapareció su idiosincrasia local, perdieron su fe, su lengua, su espíritu de hermandad y la independencia se redujo al individualismo adquisitivo de sus conquistadores (muchos castellanos decían: sólo le debo lealtad al rey y que permanezca muy lejos).


Grabado de Le Canarien que representa la isla de Gran Canaria. Esta isla sufrió los ataques de los esclavistas durante todo el S. XV, hasta que culminó su conquista. 

En última instancia, desaparecieron de la historia como una cultura distinta, como un pueblo independiente. La reducción drástica de población guanche durante la conquista y tras ella se debió a las enfermedades (la “modorra”), las bajas acaecidas en combates y ejecuciones y la venta de esclavos.

Un objetivo importante de la trata de esclavos española en el África continental desde las Canarias eran los pueblos bereberes (imazighen), conjunto de etnias autóctonas del norte de África, denominado Tamazgha. 

En 1499, cinco tribus que habitaban el valle del río Draa: Tagas, Tagamart, Ufram, Taman arit y Aulaxamar, (que los castellanos incluían en un reino llamado Bútata), se declaran vasallos de los Reyes Católicos. En 1500 inician la construcción de nuevas fortalezas en Cabo Bojador, la desembocadura del río Asaka y Cabo Nun, (desembocadura del Draa) pero el proyecto no fructifica.


Grabado que representa los manantiales del Barranco del Río en Güímar (La Ilustración de Tenerife, finales del S.XIX). De estas aguas se nutrieron la primigenias plantaciones de caña dulce y los ingenios y trapiches azucareros

Santa Cruz de la Mar Pequeña es ocupada por tabores de los Jerifes Saaditas en 1524 y el resto de los asentamientos y factorías son paulatinamente abandonados. A finales del siglo XVI la presencia española en la costa occidental del Sahara había desaparecido.

Las plantaciones de caña azucarera en Madeira y Canarias estuvieron muy vinculadas al nacimiento del capitalismo y del imperialismo.
Las ideas etnocéntricas y racistas europeas e ibéricas se originan para justificar la esclavitud y el colonialismo en África y en el Nuevo Mundo. También estaba presente la arrogancia moderna temprana, la creencia de que las culturas vernáculas tradicionales deben desaparecer para el avance de lo que muchos llaman progreso y civilización occidental, que no es otra cosa que vileza, egoísmo y avaricia.

Estas ideas han causado estragos a través de la historia, debido a los esquemas capitalistas de la inversión, el desarrollismo y la obtención del máximo rendimiento monetario a través de la explotación de los recursos naturales (en este caso, los propios humanos convertidos en mercancía, el suelo, la vegetación y el agua).


Foto antigua de la Casa Fuerte de Adeje. Los Marqueses poseían esclavos y potestad para tener "horca y cepo"

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