domingo, 23 de febrero de 2025

EL PAISAJE DEL ENTORNO DE LA MONTAÑA DE ABADES (ARICO). PARTE II.



El jueves, 14 de mayo de 2009, en este mismo blog, publiqué una entrada titulada «El paisaje del entorno de la Montaña de Abades (Arico). Parte I.» Han pasado más de quince años, y nunca llegué a publicar la segunda parte. He encontrado las notas de campo en las que basé aquel escrito, así que he decidido actualizarlas y publicarlas.

Los análisis de paisaje deben escapar cada vez más de los condicionantes subjetivos de los observadores y analistas del mismo. La interpretación del paisaje debe ser entendida como la búsqueda de las huellas que las sociedades han dejado en él, ya que lo entendemos como un totalizador histórico en el que se reflejan cuestiones relacionadas con el poblamiento tradicional, la búsqueda de recursos, la técnica, las manifestaciones religiosas, sociales y culturales, incluso las ideas políticas. La armonía o falta de la misma en el paisaje sirve de herramienta de análisis para medir el grado de desarrollo de un territorio.

Los paisajes del entorno de Abades están marcados por una homogeneidad de texturas y colores que en realidad enmascaran varios aspectos de cierta diferenciación que se aprecian cuando aumentamos la escala de análisis.

Este paisaje de zona árida, situado en plano inclinado, está informado por una relativa ausencia de cobertera vegetal que deja ver el soporte geológico subyacente, por lo que cualquier actuación en el mismo es rápidamente identificada.

Caleta del Ganado

 

Para el análisis del paisaje y el establecimiento de las diferentes unidades, se han tenido en cuenta, principalmente, criterios que tienen que ver con la intervención humana en el territorio.

La satisfacción de las diferentes necesidades humanas en un territorio nada propicio para su ocupación, (debido a una estructura geológica rocosa y abundante en altas pendientes y sustratos rocosos, y unas condiciones climáticas determinadas por alta insolación, escasas lluvias y fuertes y constantes vientos), han conducido a la adopción de una serie de estrategias que han dejado sus huellas en el paisaje.

En la actualidad, la disposición de las grandes infraestructuras es determinante a la hora de seccionar y compartimentar el paisaje. La zona se sitúa justo al este de la Autopista del Sur, una gran zona de paso entre los dos núcleos poblacionales, productivos y económicos de la isla: el Sur Turístico y el Área Metropolitana.

Mareta de Abades. Al fondo la playita de Agua Dulce.

 

Paisaje de barranquillos, eriales naturalizados, cultivos abandonados, y el océano.

Se observa un paisaje con trazas de ocupación humana pasada, en forma de nateros, canteros, muros, paredes, atarjeas, charcas y caminos.

En la actualidad está cubierto por diversa vegetación desde restos de la vegetación potencial preexistente (tabaibas, salados, cardones), hasta matorrales y herbazales de sustitución, algunos de ellos alcanzando densidades y aspectos de gran naturalidad. Estos matorrales, muy abiertos, dejan percibir la base geomorfológica, formada por algunas zonas abruptas y fondos de barrancos con perfiles suaves, alternadas con lomos. Permanece con algunas alteraciones destacables, en forma de alguna pista, canteras y extracciones, bancales y vertidos puntuales de escombros.

La franja litoral posee un paisaje donde la intervención humana ha sido menor, con un aspecto natural en forma de playas de callaos y gravas, cantiles,  cordones litorales y rasa intermareal. La presencia del mar, la línea del horizonte y sus interacciones en el sector litoral, son los aspectos más destacados de esta unidad. El contraste de colores entre bajamar y pleamar, nos informa de la gran dinámica de este paisaje. Los callaos aportan diferencias en la textura y el color del paisaje circundante, sobre todo al introducir el grano grueso y el oscuro del basalto, contrastando con el claro de las pumitas.

Cordón litoral de callaos.


Las panorámicas son máximas aquí, solamente recortadas por la línea del horizonte y por pequeñas depresiones y elevaciones, pero obteniendo visibilidad absoluta del paisaje circundante.

Aspectos Geomorfológicos.

Entre la urbanización de Abades-Los Abriguitos y el poblado costero de Las Listadas, nos encontramos ante un territorio que puede describirse, en un primer momento,  como una rampa  irregular inclinada, surcada por varios  barrancos, barranquillos y hoyas con cierto paralelismo, que confluyen en una cuenca de cierta importancia, jerarquizada y diferenciada.

El resto son un conjunto de barranquillos de mayor o menor grado de incisión y encajamiento, que han dejado entre ellos un sistema de interfluvios o lomos, cuyas crestas y cimas se disponen en forma de bóvedas convexas, la mayor parte de ellos en rampa. Algunas de las cimas de estos lomos, presentan una morfología característica, en forma de tablero de escaso tamaño, nunca más allá de unas decenas de metros cuadrados y constituidos por tobas soldadas, fuertemente alteradas por la erosión.

Las áreas de escasa pendiente tienen ubicaciones muy concretas en semejante contexto general, y  se encuentran en los sectores más cercanos al litoral.

Aspecto general de la zona, donde se observa el Barranco de Las Revueltas y la Montaña Centinela al fondo.

 

El Barranco más importante del sector es el de Las Revueltas, que desemboca en el Charco de Las Lisas y la Mareta de Abades. El resto de barranquillos y hoyas poseen una entidad geomorfológica mucho menor, destacando entre todos ellos el Barranquillo de El Cornical.

El contacto con el mar se resuelve en forma de una rasas y cantiles que tienen interrumpida su continuidad espacial por playas de arenas gruesas, guijarros y callaos.

Los sectores de lomos con cimas convexas son interfluvios de entidad superficial variable que adquieren formas alomadas. La escorrentía, combinada con la deflación eólica, produce la eliminación paulatina de los finos, que son los restos de la matriz volcánica primigenia, dejando esos fragmentos líticos sueltos, originando un incipiente pavimento desértico compuesto por gravas y guijarros de diferente calibre.

Los fondos de barranco y hoyas, como el Barranco de Las Revueltas que es el que posee mayor importancia, poseen terrazas aluviales muy transformadas en la actualidad por los antiguos cultivos. El álveo del barranco  se ve alterado por desniveles de altura variable, desde decímetros a decámetros. Las márgenes poseen algunos depósitos de ignimbritas. El cauce se expande y el fondo se allana y desparecen las acumulaciones de finos, estando presente solo la desnuda roca basáltica o pumítica, fuertemente meteorizada. Los otros cauces menores tienen en sus fondos acumulaciones de sedimentos finos y en algunos sectores más erosionados afloran los basaltos de la Serie II.

Hoya de Las Revueltas.

 

El litoral (el contacto con el mar), se resuelve en cantiles, una rasa intermareal interrumpida por playitas de arena y  por cordones de guijarros y callaos. La rasa intermareal fonolítica, es alterada por basaltos y por las tefritas haüynicas de la Caleta Mansa y Los Morretes, tras la que se sitúan playas de callaos y guijarros y un importante cordón litoral a modo de berma de máxima pendiente, sobre todo en la desembocadura del Charco de Las Lisas, en todo lo que se conoce como Callao de Abades. Precisamente,  la intensa  dinámica marina influye en la escasa relevancia de los depósitos de arena de playa, dando primacía a los materiales más gruesos (gravas, cantos y bloques).

Estos materiales más groseros presentan una morfología pulida y redondeada (por lo que los procesos de upwash y backwash deben ser bastante enérgicos, generados en momentos de intensas tormentas del suroeste, lo que se revela en la orientación y colocación de los callaos en el supralitoral de la rasa) y en su mayoría provienen de rocas básicas, como ponen en evidencia sus colores oscuros.

Montaña de Abades al fondo. En primer plano, el Charco de Las Lisas, desembocadura del Barranco de Las Revueltas.

 

lunes, 16 de diciembre de 2024

LOS NUEVOS CENTROS URBANOS EUROPEOS.

  


El modelado de la ciudad posmoderna.

Los centros de la ciudad albergan grupos sociales cada vez más vulnerables y marginados, hasta que la degradación social y espacial, la inseguridad ciudadana, los fenómenos de okupación, el desplome de los precios del suelo y de la vivienda generan procesos de «gentrificación» o elitización social, que expulsa a esos habitantes y “regenera” los cascos históricos, bajo una nueva apariencia de modernidad.

Es cierto que los procesos de degradación de los barrios históricos del centro de algunas ciudades españolas, como Lavapiés o El Raval, favorece una huida de los moradores tradicionales, una crisis del comercio tradicional y la pérdida de valor de las propiedades.

Barrio de Lavapiés. Madrid.

Muchas ciudades están adaptando sus patrones de desarrollo a una economía líquida, basada en el turismo de masas, la uniformización comercial, la pérdida de la identidad de los barrios, los servicios y el ocio.

Los trastornos políticos de principios de los noventa, con la caída del bloque soviético y de su economía dirigida, también ha generado cambios espaciales impulsados ​​por el mercado en muchas ciudades de la Europa Oriental.

En estas transformaciones, la búsqueda de la rentabilidad económica a corto plazo ha sacrificado la calidad ambiental, la equidad social o la salud de los residentes. 

El comercio tradicional urbano se muere poco a poco
 

 

Ciudades y calidad del aire

Según el Informe sobre Calidad de Aire en Europa de 2019, publicado por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), las concentraciones de partículas finas, generadas por la combustión en motores de vehículos y de la industria, fueron responsables de unas 422.000 muertes prematuras en 41 países europeos en 2015, de las que cerca de 391.000 se produjeron en los 28 estados miembros de la UE.

En una evaluación cronológicamente más amplia, que se remonta a 1990, se observa que las muertes prematuras causadas por las partículas finas se han reducido en cerca de medio millón de casos al año.

El motivo es la aplicación de las políticas europeas de calidad del aire y a la introducción de medidas, a escala nacional y local, que han permitido, por ejemplo, que los vehículos, la industria y la producción de energía sean más «limpios». 

Las ciudades canarias se ven afectadas con frecuencia de intrusiones de polvo sahariano que empeoran la calidad del aire

 Estos datos de calidad de aire y de la cuantificación de su impacto en la salud, analizados los resultados de concentraciones para contaminantes específicos, muestran una alta variabilidad en las diferentes zonas urbanas funcionales entre los diferentes países, pero también dentro de los estados.

La predicción de patrones futuros de calidad del aire y los resultados parciales muestran que, en términos generales, las concentraciones crecerán ligeramente entre 2010 y 2050, aunque se pueden generar aumentos más importantes si no se corrige el alza del transporte urbano individual o no se siguen aplicando medidas de control de calidad de aire para las industrias.

La población urbana: urbanización y territorio

Se han tomado los siguientes datos de European cities: territorial analysis of characteristics and trends, un informe técnico del Centro Común de Investigación, del Servicio Científico Interior de la Comisión Europea,  cuyo objetivo es proporcionar apoyo científico basado en evidencias al proceso de formulación de políticas europeas. (JRC ScienceHub. https://ec.europa.eu/jrc)

En la UE no hay cambios considerables en el grado de la urbanización, aunque la población está aumentando principalmente en zonas ya densamente pobladas. No existe un patrón espacial claro de urbanización. Dentro de cada país, es posible encontrar regiones que se están volviendo más densamente pobladas y regiones donde ocurre el fenómeno opuesto. 

La desaparición física de las instalaciones de la Refinería de Petróleos de Santa Cruz de Tenerife, permitirá el crecimiento de la ciudad sobre los otrora suelos industriales.

 

Desde 2010, la proporción de la población que vive en ciudades, pueblos grandes y periferias dentro de la Unión Europea fue la más alta del mundo. Las previsiones indican que en los próximos veinte años, esta proporción continuará aumentando como en las últimas décadas; luego disminuirá su velocidad de crecimiento y alcanzará su límite para 2050.

En la mayoría de las áreas urbanas funcionales ya se han alcanzado estos umbrales, por lo que las ciudades medianas, las poblaciones más pequeñas y también las áreas rurales serán los territorios principales de la urbanización en el futuro.

Sobre el crecimiento de la población, en 2010, el 65% de la población de la UE vivía en zonas urbanas funcionales. Se espera que el número alcance el 70% para 2050. La población general de la UE crecerá un 4’6%, la mayor parte en zonas urbanas. El resto del territorio europeo (incluidas muchas ciudades de Europa Central) perderá población. 

El crecimiento del Área Metropolitana de Tenerife hacia el sur se hizo ocupando campos de cultivo

 

La densidad poblacional ponderada, en 2010, de la población en zonas urbanas en los países de la UE fue aproximadamente 95 personas por hectárea (diez mil metros cuadrados). Para 2050, la mayoría de los países verán una disminución de la densidad ponderada en ciudades y áreas rurales y aumentará en las periferias y pueblos de tamaño medio.

Movilidad urbana

La accesibilidad potencial es más alta en las áreas urbanas del noroeste europeo, a pesar de la considerable inversión en infraestructuras de los nuevos estados miembros de Europa, como ocurrió con España y Portugal en los años 80 y 90 del Siglo XX, o está ocurriendo en la actualidad en Polonia, Hungría o República Checa.

Es indiscutible que el diseño urbano tiene un impacto considerable en las distancias promedio recorridas y, por lo tanto, en la dependencia energética del transporte dentro de las ciudades. Las ciudades con grandes y dispersos extrarradios tienen una mayor dependencia del transporte que las densas y compactas. 

Resolver los problemas de movilidad urbana es uno de los grandes retos de la planificación en los próximos años.

 

El caso más claro son los archipiélagos españoles de Canarias y Baleares, donde cada isla se comporta como una región urbana: territorios muy urbanizados con las capitales insulares actuando como elementos vertebradores de la isla, a las que se dirigen la mayoría de los movimientos pendulares. Se caracteriza también por las redes de comunicación muy densas, aunque los sistemas de transportes manifiestan serios problemas de eficiencia.

El nuevo ensanche de Santa Cruz de Tenerife hacía el suroeste, sobre los terrenos de la extinta refinería de petróleos.

jueves, 31 de octubre de 2024

EL PAISAJE ESPAÑOL DE LA DEHESA.

Una dehesa es un monte claro, arbolado, multiespecífico, que, manejado de forma adecuada por el ser humano, mantiene buena parte de la biodiversidad del mundo mediterráneo ibérico.
 
La dehesa, a pesar de su singularidad, no puede escapar de los problemas generales de la agricultura y ganadería existentes en estos momentos, fundamentalmente los elevados costes de producción frente a la caída de precios en origen, además de la dificultad a la hora de acceder a los créditos bancarios. Todo esto está produciendo un deterioro en los distintos sectores que está provocando el abandono de muchas explotaciones, fundamentalmente ganaderas.
 
 
Se basa en prácticas agro-silvo-pastoriles, heredadas de los prados de siega establecidos en el Fuero Juzgo ratificado por Recesvinto en el año 654, y que se asentaron con el avance de la Reconquista, cuando se iban estableciendo dehesas para asegurar los mejores pastos al ganado caballar que se empleaba en la guerra, como establecía el Fuero de Plasencia. En la dehesa, el ganado funciona como un elemento unificador de todo el agroecosistema.

El aprovechamiento de la dehesa se desarrolla en sectores de la Península Ibérica de clima mediterráneo continental, pero con tendencia oceánica, sobre suelos minerales débilmente desarrollados, de materiales no consolidados de origen eólico, aluvial o coluvial, casi originales, con ausencia de arcilla y materia orgánica.
 
Los cerdos ibéricos se alimentan principalmente de bellota en su fase final de cebo. De este modo, durante los meses de montanera (noviembre-febrero), los planes de pastoreo se organizan de modo que el ganado porcino sea la primera especie en alimentarse en las parcelas, con el objetivo de aprovechar la bellota.
 

Los suelos permiten un amplio rango de posibles usos agrícolas, pero con limitaciones asociadas a la topografía, su débil espesor, alta pedregosidad y elevada acidez. 
De gran extensión en tierras erosionadas, zonas semiáridas y regiones montañosas, son sustratos poco fértiles, por lo que, para que las dehesas sean productivas, deben abarcar una gran cantidad de territorio. Es el ejemplo más claro de sistema agroganadero extensivo ibérico.
 
Estos terrenos, en contra de lo que pudiera parecer, son variados y diversos, desde las lomas de grandes pendientes cubiertas de herbazales y matojos, hasta los bosquetes de chopos y fresnos en las riberas de ríos y arroyos.
Cerca de estas riberas encontramos lechos aluviales de inundación, ocupados por pastizales densos, de alta producción y agostamiento más tardío, que es aprovechado por vacas y cerdos. 
Las tierras de cereal de labor intensiva (trigo, cebada, avena, centeno) se cultivan todos los años, generando grano, paja y abundantes rastrojos.
 
Los elementos básicos de la dehesa lo constituyen en principio una superficie arbolada o no que sustenta un pastizal en el que conviven especies ganaderas y fauna silvestre, de tal manera que es el manejo del ganado el que mantiene el ecosistema y lo convierte en un sistema sostenible. La acción antropogénica en una actividad milenaria es la que ha ido conformando los sistemas adehesados, pero esta actividad en el devenir del tiempo, no ha sido la misma en todos los territorios, de ahí que la vicisitud histórica conforma distintos tipos de dehesa en los territorios.
 

Sin embargo, el sector más relevante es la dehesa propiamente dicha, de encinas y alcornoques; quejigos y algarrobos, donde pastan ovejas, vacas y los cochinos se ceban hozando durante la montanera, aprovechando la abundancia de bellotas. Las cabras ramonean matorrales como la maraña, el cantueso, la jara y los zarzales. 
Se siembran cereales cercados en régimen extensivo y hay pastizales inducidos de alfalfa, trébol, veza, esparceta y otras leguminosas, que consume el ganado durante las rastrojeras.
 
La dehesa es un paisaje heredado del pasado, que ejemplifica el contrato que la sociedad campesina ha firmado con ciertas especies animales, para servirse apoyo mutuo. En este contrato, también entra el medio ecológico, que la comunidad rural observa, explica, comprende y utiliza en su provecho.
La dehesa tiene una función económica que no debemos perder de vista, al ser un sistema agrosilvopastoril donde se caza, y del que se obtienen múltiples productos forestales (madera, corcho, leña y esencias aromáticas).
 
 La composición de la hierba bajo los árboles depende no solo del árbol como entidad física y biológica sino también de las condiciones ecológicas en las que se sitúa y su relación con el comportamiento del ganado (el otro gran componente del sistema) debido a sus preferencias por determinados árboles y localizaciones.

Este aspecto productivo debe hacernos reflexionar sobre el futuro de estos montes humanizados, si son manejados de un modo correcto y ajustado, ya que muchos de los frutos que se extraen de la dehesa poseen una evidente calidad y revalorización en el mercado actual:
  • El corcho, tapón de grandes vinos en todo el mundo y aislante eficaz, renovable y antialérgico.
  • El carbón de encina se ha encarecido como un combustible de cocina de alta calidad.
  • El cerdo ibérico, de menor cantidad de grasa, altas cualidades de gusto y sabor y plato estrella de una nueva gastronomía en auge.
  • Los olivos de comarcas montañosas, de escasa producción de aceitunas, pero de gran calidad y materia prima de aceites exquisitos.
  • Las esencias aromáticas extraídas de la lavanda, el romero, el tomillo y la retama, que alimentan una agroindustria perfumera con un futuro prometedor.
No podemos olvidar la función socio-recreativa de la dehesa, cada vez más relevante en la sociedad urbana del ocio y tiempo libre en la que vivimos, demandante de espacios
“naturales”.
 
Un elemento vital para las dehesas el mantenimiento del toro de lidia, perfecta obra de ingeniería realizada por los ganaderos a través de los siglos. Es un elemento de la dehesa que ha sido esculpido mediante siglos en un medio difícil gracias a sus características: sobriedad, rusticidad, longevidad, fertilidad alta, facilidad de parto y aptitud para el cruzamiento.

Su cometido medioambiental es claro, al ser un espacio que ha conservado su funcionamiento como complejo sistema ecológico. Sirve de albergue a una gran cantidad de fauna salvaje (rapaces como la lechuza, el elanio azul o el águila real; mamíferos como conejos, liebres, linces y ciervos; numerosos reptiles y anfibios), que convive con el ganado y los usos agrarios y silvícolas.
 
La contribución de la ganadería extensiva a la dehesa es sumamente importante por los siguientes aspectos: integración con el medio natural manteniendo un equilibrio con éste (producir conservando); disminución de la erosión y desertización de los suelos proporcionando materia orgánica y contribuyendo a la conservación de la cubierta vegetal; generación de un producto natural de alta calidad, aunque de precio más alto, y menos contaminante; prevención de incendios; aprovechamiento de recursos pastables; renovación de la hierba tras el pastoreo (sumidero de CO2).

En la sociedad de mercado y globalizada actual, que se rige por normas economicistas y utilitaristas, la dehesa debe hacer honor a su etimología y defenderse (dehesa viene de defessa, que significaba “defensa”).
Ha pasado de ser un sistema que era sostenible en lo local y en lo global (no utilizaba recursos exógenos, no generaba residuos en el ecosistema), a verse afectado por una serie de cambios en la economía española, como:
  • Decisiones políticas tomadas muy lejos (la Política Agraria Común contempla la dehesa como un valor paisajístico, pero no económico).
  • Cambios en el modo de vida de las comunidades cercanas, como el despoblamiento del campo español.
  • Escaso apoyo a los sectores agrarios y ganaderos y la pérdida de valor monetario de sus productos
La dehesa es un ente territorial dinámico, que debe mantenerse por los argumentos ya descritos y cuyos propietarios deben aprender a manejar de nuevo; que debe ser apoyada por las administraciones públicas, porque es un elemento fundamental del paisaje ibérico, un patrimonio irrenunciable de la Historia del espacio geográfico y de las sociedades que han coevolucionado con él.
 
La dehesa alberga un gran patrimonio medioambiental y cultural y constituye la base de actividades económicas diversas que generan gran valor socioeconómico y cultural
 

domingo, 8 de septiembre de 2024

LOS GRANDES DESAFÍOS URBANOS

 


Es probable que en el siglo XXI la vida urbana cuente con una serie de condicionantes nunca antes experimentado, ya que más de la mitad de los habitantes del planeta se definirán como población urbana. Este crecimiento será asimétrico y las ciudades crecerán mucho más rápido y de modo más intenso en zonas situadas en países en vías de desarrollo, tal y como plantea el sociólogo neozelandés David C. Thornsen su libro de 2002, The Transformation of Cities: Urban Theory and Urban Life.

En este texto, se examina la transformación de la ciudad a finales del siglo XX y explora las formas en que se estructura la vida de la ciudad.

La metamorfosis de las ciudades modernas-industriales a las ciudades “posmodernas”, basadas en la sociedad de la información y del consumo se dibuja a lo largo del libro, cambiando el enfoque, sin centrarse exclusivamente en América y Europa, al analizar también ciudades en otras partes del mundo, ya que el crecimiento de las ciudades en el siglo XXI será predominante fuera de estas regiones.

Cadiz es una de las ciudades españolas que ha mantenido un pérdida de población continuada en los últimos treinta años.

La ciudad es un ente cambiante, que depende mucho de las tendencias económicas, culturales, políticas, ambientales y sociales, de cada momento histórico.

Ese mayor impacto en la urbanización será determinado por el equilibrio entre fuerzas que hoy se plantean como antagónicas: el empuje global y la inercia local. La dialéctica planteada por estas fuerzas debe entenderse para explicar las tendencias de los procesos de urbanización y las transformaciones socioespaciales que lleven aparejadas.

Sin embargo, no podemos dejar de estudiar los sistemas urbanos de las ciudades medianas y pequeñas y de los sistemas urbano-rurales, que han sido (y seguirán siendo) fundamentales para el desarrollo socioeconómico de la mayoría de las regiones del planeta.

Linares, en la provincia de Jaén. Una ciudad que ha perdido población debido a las altas tasas de desempleo relacionadas con la crisis del sector industrial automotriz, del que era muy dependiente.

 El proceso de globalización puede llegar a transformar en profundidad  el tejido económico y sociocultural de las grandes zonas urbanas y remodelar su estructura espacial, hasta el punto de que uno de los grandes retos de la planificación estratégica es asegurar que el territorio urbano sea útil a la economía, la sociedad y la cultura, pero siempre de un modo equitativo, que no provoque procesos de desigualdad socioeconómica o cultural que se plasmen en el territorio en fenómenos de segregación espacial.

Cubrir las necesidades de todos los habitantes urbanos es una de las tareas más complejas a las que se enfrenta el gobierno urbano, por lo que, la gobernanza urbana competente y responsable es un factor clave en la contribución potencial de las ciudades al desarrollo integral de sus habitantes.

Dentro de las ciudades y pueblos, las nuevas infraestructuras públicas, la gestión de servicios como el abastecimiento de agua, el saneamiento, la recolección de residuos sólidos, el transporte y las comunicaciones pueden hacerse, sencillamente copiando y repitiendo esquemas del pasado ya caducos, o servir de punta de lanza para plantear, desde los gobiernos urbanos, un uso más eficiente y equilibrado de los recursos, desde una planificación estratégica racional, hasta el uso respetuoso del medio ambiente.

Las políticas consensuadas, la responsabilidad social y ecológica, la participación ciudadana son esenciales para lograr un desarrollo saludable, productivo, de entornos habitables y equitativos.

Desde principios de los años ochenta, se han desarrollado tendencias comunes en la Región Europea. La urbanización ha seguido aumentando, especialmente en Europa Central y Oriental y en Turquía. 

Con una población de casi setecientos mil  habitantes, Zaragoza es la quinta ciudad más poblada de España. Su privilegiada situación geográfica la convierte en un importante nudo logístico y de comunicaciones; se encuentra a unos 300 km de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Toulouse.

La población y el empleo han crecido más en las ciudades mayores de medio millón de habitantes, que en las ciudades más pequeñas.

La gran megalópolis del entorno europeo ampliado no es Londres, París o Moscú, sino Estambul, que cuenta con una población en 2023 (según la web del gobierno local) de 15.660.000 de habitantes, con una densidad de población de más de 10.000 habitantes por kilómetro cuadrado y un crecimiento anual del 3%. Los especialistas sugieren y predicen que la población en la ciudad de Estambul nunca dejará de crecer y el rápido crecimiento se mantendrá en el mismo nivel de manera que la población podría superar los 17 millones de personas a principios de 2035.

Estambul, ciudad histórica que es un claro ejemplo de un entorno urbano con una situación privilegiada.

 

En muchas de estas ciudades de crecimiento exponencial, la exclusión social, la migración, la segregación espacial y los crecientes y graves problemas medioambientales, se unen a la ya difícil gestión del transporte público y los servicios básicos, para crear espacios urbanos que afrontan graves y  complejos desafíos de gestión urbana.

Existe una percepción generalizada de que la calidad de vida urbana está disminuyendo. La descentralización y la conurbación han roto los esquemas tradicionales de segregación espacial, con gente que se traslada de los centros de la ciudad a los suburbios de chalets adosados, unidos al centro urbano por complejas redes de transporte terrestre, no siempre eficientes, lo que provoca también la fuga de importantes actividades económicas del centro a las áreas periféricas. 

Ciudad de México, una de las megalópolis mundiales, creciendo a la sombra de un volcán activo, el Popocatépetl.