viernes, 7 de agosto de 2009

Las Bandas del Sur.

Foto de Mataparda


La diversidad de paisajes volcánicos que encontramos en la isla de Tenerife, es fruto de la yuxtaposición en el espacio de diferentes dinámicas eruptivas (pliniana, estromboliana), que han generado gran diversidad de materiales que yacen por toda la isla, por lo que la historia geológica se estructura como una sucesión de dinámicas eruptivas de diferente naturaleza, ya que, pese a que la construcción insular está principalmente ligada a dinámicas estrombolianas, es posible diferenciar depósitos de oleadas piroclásticas que indican dinámicas plinianas, así como vulcanismo hidromagmático en aguas someras.
Las denominadas "Bandas del Sur" ofrecen una cierta homogeneidad, tanto en lo referido a su constitución geológica como a la articulación de su relieve.

Acumulación de piroclastos en la costa de Arico, cerca de El Porís.

Comprenden un dilatado territorio que ocupa las faldas meridionales del Edificio Central de la isla, prolongándose hasta la costa, como resultado de los sucesivos aportes de materiales volcánicos emitidos por los centros eruptivos localizados a lo largo de uno de los ejes estructurales que configuran el bloque insular (la dorsal NE), así como por la actividad efusiva que construyó el Edificio Precaldera (que coronaba la isla antes de la aparición de la Caldera de Las Cañadas y el Complejo Teide-Pico Viejo).
Geológicamente, se detectan materiales correspondientes a toda la columna volcano-estratigráfica de Tenerife, aunque con un predominio de los pertenecientes a la Serie Cañadas Inferior y Superior o Serie II, en el sector NE de la comarca de Abona (Agache, Fasnia, Arico) y de los correspondientes a la Serie III y IV, en el sector SE de aquélla (Granadilla, San Miguel).

Pero el rasgo geológico más peculiar de las Bandas del Sur, es la presencia de extensos depósitos pumíticos de naturaleza traquítica-fonolítica que cubren una amplísima superficie de toda esta vertiente sur de la isla. Los mantos de pómez constituyen un ejemplo extraordinario de lluvias y coladas piroclásticas relacionadas con erupciones plinianas de alta energía, habiéndose diferenciado hasta 18 mantos superpuestos. 

Depósitos de piroclastos de gran potencia. Costa de Granadilla.

Estos extensos depósitos de materiales piroclásticos superpuestos se han venido considerando tradicionalmente como el resultado acumulativo del paroxismo explosivo asociado a la actividad ultrapliniana precursora de la génesis de la Caldera de Las Cañadas, (que cesa al formarse dicha depresión), con una cronología comprendida entre los 700.000/500.000 años (últimas manifestaciones del Edificio Pre-Caldera) y los 130.000. 

No obstante, y pese a que el volumen más importante de tales materiales parece estar vinculado a este episodio paroxístico, los depósitos de pómez aparecen prácticamente en toda la columna volcano-estratigráfica, coincidiendo con episodios sálicos y alcalinos de todas las Series, por lo que deben representar fracciones muy gaseadas de los mismos magmas que produjeron en fases más tranquilas las emisiones lávicas. 

Al final de cada Serie se asistiría a un proceso de diferenciación magmática, incrementándose la naturaleza sálica de los materiales, lo que confiere mayor explosividad a las erupciones, y expulsando un volumen importante de materiales en forma de lluvias de pumitas o coladas piroclásticas.


Cueva excavada en la tosca. Carretera general del sur. Agache.

Tras estas manifestaciones volcánicas, el resto de la actividad eruptiva de la comarca ha estado asociada a un vulcanismo de tipo estromboliano, de baja explosividad, y coladas, muy masivas pero de escaso recorrido. Casi todos estos conos pertenecen a las Series III y IV, como la Montaña Magua, Montaña Centinela, Montaña de Beñamo, Montañas de Ifara y Los Riscos, Montaña de Los Erales, Montaña de Fasnia, que han generado extensos malpaíses en las zonas de Costa, en la actualidad muy desvirtuados por la erosión y las actividades humanas.

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