martes, 8 de septiembre de 2009

Sobre paisajes y paisanos I




Leo en el blog ensalada de espacio y tiempos esta afirmación, que me remite al blog de Juan Freire:


Los paisajes se construyen con nuestras experiencias y existen solo desde nuestra subjetividad. De este modo, los paisajes, por muy reales que parezcan, son siempre inexistentes.


Para comprender bien y analizar mejor el paisaje, tanto su significante, como su significado, debemos llegar a una definición lo más abierta posible, puesto que es un término que nos debe permitir recurrir a él en numerosas ocasiones.

Muchos geógrafos opinan que el paisaje, es un producto condicionado por numerosas intervenciones, fenómenos y factores.
Otros investigadores (los más), que provienen en su mayor parte de otras disciplinas, insisten en que el paisaje es porque es percibido y es como es percibido por los individuos y por las sociedades humanas, lo que nos conduce a veces a un reduccionismo estético.
Una corriente ecléctica y equidistante de las anteriores se interesa del uso que se hace de los paisajes, tanto los usos existentes, como los usos potenciales e idóneos (buscan la lógica del paisaje).
Otros se interesan de la manera en que los objetos producidos, dispuestos en el espacio, forman imágenes potencialmente perceptibles, un paisaje visible.

Color, textura, grano, forma, tamaño, orientación, tono.




Por supuesto que muchos estudiosos del paisaje se encargan de tocar varios de los temas expuestos anteriormente, planteando la dominancia de cada una de las categorías anteriores en paisajes diferentes, introduciendo conceptos como tipo de sociedad, población y momento histórico.
Resumiendo:
  • El paisaje es un producto social
  • El paisaje es una realidad formal y visible.
  • El paisaje es lo que es percibido
  • El paisaje es un sistema que depende de sus usos y del orden de esos usos.
Todos estos conceptos tienen algo en común: se desarrollan en una porción del territorio, mayor o menor, por lo que el paisaje es geográfico. Todos los paisajes se sitúan sobre la superficie terrestre, y varían según varíe la escala de análisis.
Por lo tanto, también es el resultado de la interacción de todos los elementos que coexisten en la citada superficie terrestre.

Los paisajes evolucionan con el tiempo. Son dinámicos y cambiantes, y las variaciones pueden afectar a todo el conjunto o a alguno de sus componentes, por lo que no debemos olvidar jamás el análisis de la variable temporal e histórica de un paisaje.
La aprehensión de los paisajes privilegia uno de los cinco sentidos: la vista. Ya se trate del Pico del Teide, del panorama del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, observado desde Los Campitos o del Valle de La Orotava, desde la Carretera General, nuestro primer acercamiento es visual.
Sin embargo, los otros sentidos pueden participar también en su aprehensión. Los sonidos del viento y del viento en las copas de los pinos en los altos de Vilaflor, lejos de las carreteras, el murmullo urbano de los barrios periféricos de La Laguna desde el Mirador de Jardina, nos muestran diferentes paisajes auditivos.
Sentémonos una mañana calurosa de verano en el borde de cualquier camino de ascenso a la cumbre y notemos el perfume de la resina de los pinos, el peculiar olor de los juaguarzos y el interesante aroma de las flores de los castañeros.
El tacto y el gusto en una isla como Tenerife se deja sentir en el frío intenso del aguanieve cayendo sobre nosotros en la Cumbre de Izaña o sentir las brumas del alisio humedeciendo la piel en Taborno nos ayudan a asentar nuestro conocimiento del paisaje y la interacción de los diferentes elementos.

¿Paisajes estables?

Los acercamientos a los paisajes, ya sean con una base científica o, simplemente especulativa, nos llevan a preguntarnos sobre la relevancia de la información que somos capaces de procesar: componentes, espacio físico soporte, factores externos...pero también sobre los sujetos que lo observan, que lo perciben, que lo construyen (o destruyen), y que, demasiadas veces, lo mitifican y lo transforman en un suceso maravilloso.
Muchos pedagogos y algunos métodos didácticos se basan en la "lectura" del paisaje, pero implica demasiada subjetividad, con los errores que pueden traer aparejados.
El paisaje es un totalizador histórico, y cambia según los grupos sociales que lo habitan y el tiempo que les ha tocado vivir.
Su apariencia depende de las combinaciones diversas de elementos y de factores que se disponen en todo el planeta. Es producto de fuerzas complejas que evolucionan continuamente y dependen de la acción del medio natural y del medio humano. Cualquier cambio en la relación entre factores y elementos produce un cambio en el paisaje.

Sin embargo, el paisaje no se entiende hasta que es percibido desde puntos de vista diferentes: arte, arquitectura, urbanismo, geografía, pero también por las personas que viven en el y que lo usan.
Llegamos, por fin a una conclusión que no pretende cerrar el discurso y sus posibles añadidos y enmiendas: el paisaje es polisémico, plural y múltiple, y se presenta en una amplia gama de aspectos.

Mina a cielo abierto.

No hay comentarios: