Los problemas económicos nacionales dominan la escena informativa actual, pero también escuchamos noticias sobre naciones cercanas, como la crisis económica de Grecia, Irlanda y Portugal, las elecciones presidenciales francesas, la recuperación económica y las primarias republicanas en los Estados Unidos, o los asuntos relacionados con la revuelta árabe, (en especial la guerra civil siria), la amenaza del DAESH y las provocaciones de la dictadura comunista norcoreana.
Otro debate territorial abierto es el discurso de algunos sobre la crisis de las autonomías, los intentos independentistas en España y, como reacción centralista, la devolución de competencias autonómicas al Estado y ayuntamientos. Esto significaría la voladura del sistema autonómico y la vuelta al estado centralizado preconstitucional.
Otro debate territorial abierto es el discurso de algunos sobre la crisis de las autonomías, los intentos independentistas en España y, como reacción centralista, la devolución de competencias autonómicas al Estado y ayuntamientos. Esto significaría la voladura del sistema autonómico y la vuelta al estado centralizado preconstitucional.
Como geógrafo opino que, si la presión mediática sobre estos asuntos lleva a gran parte de los habitantes de esta nación (en especial los estudiantes) a revisar un atlas o a explorar mediante Google Earth las naciones, las comunidades autónomas o los municipios de los que se habla, bienvenido sea el interés (a veces desbordado) de los periodistas.
El sistema educativo español nunca ha hecho un buen trabajo para impulsar el conocimiento geográfico. Los estudiantes españoles, al parecer, están a la cola en muchas de las áreas de conocimiento y disciplinas científicas que se imparten en la Educación Secundaria y el Bachillerato, pero en el asunto de la geografía, a veces la cosa es de película de terror, puesto que a veces sigue siendo una disciplina de memorización, con un enfoque regional ya ampliamente superado por los profesionales que nos hacemos llamar geógrafos.
Y lo triste del asunto es que, por primera vez en la historia, gracias a las herramientas que nos proporciona Internet, en especial Google Earth o los visores IDE de las diferentes agencias gubernamentales, o incluso iniciativas abiertas y comunitarias como Open Street Map, disponemos de una ingente cantidad de información primaria de tipo geográfico al alcance de un clic de ratón.
Todos nuestros escolares han localizado su casa por medio del satélite o incluso su fachada mediante el Google Street Wiew, que usamos para planificar nuestras salidas de fin de semana o localizar restaurantes o tiendas. Sin embargo, estas herramientas, muy conocidas en el entorno doméstico, son escasamente utilizadas en el aula. El indudable poder de la educación geográfica no está en acaparar un simple compendio enciclopédico de hechos y fenómenos geográficos (municipio más alto de España, capital de tal país, río más largo de Europa, los afluentes del Duero por su derecha y por su izquierda), que pueden ser muy útiles para participar en un concurso de televisión, pero inservibles en la vida profesional futura de los estudiantes.
La geografía no es una erudición basada en la memorización y la nemotécnica, sino una ciencia que estudia procesos y que busca entender el funcionamiento del mundo natural y humano, respondiendo a preguntas básicas en el acontecer diario de nuestra vida: ¿Por qué este río fluye por aquí? ¿Cuáles son las causas del cambio climático? ¿Por qué la economía española está sufriendo la crisis más que la alemana o la china?
La clave de los estudios geográficos es que permiten a los estudiantes ampliar sus campos de visión y lograr enfoques más completos, mucho más radicales que los estudios sectoriales, como la demografía, la política, la sociología o la economía. El objeto de estudio de la geografía es el territorio, combinando varias disciplinas a la vez, usando un zoom que nos permite variar las escalas de análisis, y con ello, variar la intensidad del enfoque multi-disciplinar.
Los autores contemporáneos que han estudiado los procesos de globalización, han formulado la teoría de que el mundo es cada vez más pequeño, ya que Internet, la transmisión intensiva de datos, el turismo de masas, la televisión, los teléfonos vía satélite, y las migraciones han reducido las distancias entre pueblos, etnias y culturas. Pero muchas veces, nuestro conocimiento del mundo exterior es un sumario de datos superficiales sin fundamento basados en información geográfica primaria de pésima calidad.
Podemos discutir horas con alguien sobre el misil norcoreano, y sin embargo, la persona con la que discutimos es incapaz de situar Corea del Norte en un mapamundi ¿Sabemos la evolución del régimen norcoreano desde la Guerra de Corea? ¿Entendemos las implicaciones del gobierno de China en el mantenimiento del régimen estalinista de Pyongyang?
La unificación de los estudios geográficos con otras ciencias afines, creando ese cajón de sastre llamado "ciencias sociales" donde se engloban la geografía, la historia, el arte y hasta la ética y la cívica. Todavía quedan (pocos, porque se han ido jubilando), profesores que estudiaron la carrera de Filosofía y Letras e imparten geografía. El resultado es una ausencia de orientación geográfica, que se refleja en el deficiente conocimiento por parte de los estudiantes sobre el mundo que les rodea.
La mayoría de los estudiantes viven en un espacio muy limitado. Sus profesores llaman a las salidas de campo, “excursiones”. Los viajes de estudio se sustituyen por viajes a esquiar o a un parque temático. Los trabajos de geografía son de copiar y pegar. Hemos logrado producir varias promociones de analfabetos geográficos, que se sienten perdidos y sin brújula cuando abandonan los rediles seguros del instituto y la academia y quieren ponerse a trabajar.
Las clases de geografía bien planeadas, diseñadas y presentadas, con conocimientos basados en datos actuales y problemas atractivos y retadores, junto con profesores convencidos de lo que hacen, actualizados y preparados podrían paliar estas carencias.
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