lunes, 1 de diciembre de 2014

Los procesos de trasformación del suelo.






Desde que nuestros antepasados prehistóricos comenzaron a excavar en busca de piedra para hacer utensilios, en lugar de recoger el material suelto, los seres humanos han modificado el paisaje a través de la excavación de roca y suelo, generación de residuos y la creación de suelo artificial. 

Se estima que el acarreo anual mundial de materiales por la actividad humana es de 57.000 millones de toneladas y supera casi por tres veces a la de transporte por los ríos a los océanos (22.000 millones de toneladas).


Movimientos de tierra con maquinaria pesada en la costa de Arico para urbanizar y edificar.

Los humanos esculpen y transforman el paisaje a través de la modificación física de la forma y las propiedades de la superficie del suelo y del subsuelo. Como tal, los humanos son los principales agentes geológicos y geomorfológicos y el factor dominante en la evolución del paisaje en los últimos diez mil años.

La magnitud del impacto (cantidad y extensión espacial) de material movido y su tasa se ​​correlaciona con el aumento de la población. La explotación del paisaje y de su subsuelo para satisfacer las necesidades de la sociedad es impulsada por los cambios en los parámetros socioeconómicos, tecnológicos, políticos y culturales.

El impacto geológico y geomorfológico de estos procesos se refleja en la cantidad de tierra que ha sido transformada en suelo agrícola en los últimos años.


La construcción de grandes plataformas para el establecimiento de invernaderos ha generado grandes taludes que invierten la topografía. Medianías de Arico.

Pensemos en las toneladas de tierra que han sido transportadas en Canarias, tras procesos de excavación, molido, cernido y mixtura para mejorar su granulometría. Sin estos procesos sería difícil entender la actividad agrícola del plátano o del tomate. Si nos remontamos aún más en el tiempo, el proceso de abancalamiento de pendientes que ha creado paisajes tan característicos como Valle Gran Rey o los jables del Sur de Tenerife, significó la transformación absoluta de esas vertientes.

Otro proceso es la interrupción de la transferencia de sedimentos naturales debido a la construcción de presas. Ejemplos claros en Canarias tenemos la Presa de Las Peñitas en Betancuria, de apenas sesenta años de construida y en la actualidad totalmente rellena con los sedimentos. 


Presa de Las Peñitas, Betancuria, Fuerteventura. En la actualidad está casi totalmente aterrada por los sedimentos que descienden por el Valle de Vega de Río Palmas.

Mientras que las extracciones de áridos y la generación de fincas agrícolas son acciones deliberadas (extraer, transportar, reutilizar o descartar rocas, y suelo), la interrupción del flujo de sedimentos no es deliberado, ya que las presas se construyen para retener agua, por lo que la acumulación de sedimentos y el entarquinamiento de los embalses son una involuntaria consecuencia de los procesos antropogénicos, donde la retención de tierras no era el objetivo principal. 

Los procesos humanos donde la roca o el suelo se excava deliberadamente, son transportados y depositados por las personas incluyen la minería (subterránea y cielo abierto), el procesamiento de minerales metálicos, la generación de residuos, la construcción de infraestructuras de transportes, la industria, el relleno con escombros y la construcción de edificios. 


Todavía es posible encontrar restos de escombreras de canteras de losa chasnera. Arico.

Las acciones involuntarias se relacionan con una combinación de procesos de erosión eólica, hidrológica y dinámica de vertientes relacionados con la pérdida de suelo y vegetación, debido sobre todo a la modificación del paisaje agrícola de pastos y tierras de cultivo, la construcción de infraestructuras y la edificación descontrolada. 

La actividad turística e industrial, el transporte en general y la urbanización acelerada durante los últimos años se asocian con un aumento de la entrada de dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4) en la atmósfera. A esto deberíamos añadir que la modificación deliberada del paisaje para construir viviendas y como soporte de la actual cultura humana basada en la explotación de recursos, la construcción, y la producción de basuras y desechos constituyen procesos de transformación del territorio tan profundos como jamás había experimentado este planeta. 


Extracciones de áridos abandonadas en los cauces de los barrancos. La Palma.

A esto debemos añadir un crecimiento significativo de la población, la industrialización y la explotación a gran escala de los recursos del subsuelo. Aunque hay que puntualizar que estos procesos de transformación del paisaje se iniciaron ya, en una escala menor, antes del siglo XVIII y el inicio de la revolución Agrícola, Industrial y Urbana.

La urbanización es otro proceso fundamental, puesto que el crecimiento de las ciudades ha sido una consecuencia del crecimiento de la población, por lo que el suelo clasificado como urbano ha aumentado significativamente. 

La ciudad ha aumentado, en tamaño y en número y se encuentra en constante crecimiento, lo que ha traído aparejado procesos de centralización de la explotación de los recursos y de generación de residuos. Aunque por lo general las ciudades han estado localizadas en el territorio, han supuesto una significativa modificación humana del paisaje a partir del Neolítico.


Campos de cultivo en jable. Este paisaje típico del Sur de Tenerife es producto de labores del abancalamiento y sorriba para generar uno de los paisajes agrarios más característicos de Canarias, y con una gran productividad.

En Canarias tenemos evidencias de que ya los aborígenes usaban el fuego para quemar matorrales y propiciar pastos, usaban la ganadería y amontonaban restos de malacofauna y otros detritos, generando basureros prehistóricos, especialmente en Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria. Todas estas pruebas, sugieren que la modificación del paisaje puede haber comenzado con la aparición de la sociedad humana en las islas. Sin embargo, su extensión espacial es probable que haya sido limitada 

La evidencia de la modificación del paisaje deliberada significativa se reconoce con la llegada de los primeros europeos, en el Siglo XIV, ya que la nueva sociedad transforma el modo de vida cultural de recolectores, pastores y proto-agricultores en un nuevo modelo de base agrícola, ganadera y comercial. Se remueven grandes cantidades de tierra para generar suelo agrícola y se construyen los primeros asentamientos modernos, que precisaban de cuantiosas cantidades de madera y piedras para su edificación.

El comercio de mercancías con el resto del mundo en este momento se refleja en la explotación temprana de los recursos vegetales para su exportación, como la madera o la producción de pez en los bosques de pino canario.


La búsqueda de agua bajo tierra através de galerías, generó grandes cantidades de escombros que han sido vertidos en muchos barrancos de la isla de Tenerife. Galería Los Eritos. Arafo-Candelaria.

La deliberada transformación del paisaje a través de la explotación del suelo, el procesamiento de materias primas y la generación de residuos se aceleró durante la Edad Moderna y el Siglo XIX. En esta época la alteración del paisaje aumentó al mismo tiempo que la población. Se promueven las primeras obras públicas destacables, como puertos y muelles (lo que incide en cambios en la dinámica de los sedimentos marinos) y una centralización de la población en pueblos y ciudades. 

Sucesivas fases posteriores de expansión urbana actuaron como motor para la modificación del paisaje de estos pueblos y ciudades y en el paisaje circundante que proporcionó los recursos para apoyar su desarrollo. Sin embargo, este proceso es diacrónico, puesto que existen otros puntos en nuestras islas que permanecen prácticamente sin variaciones. 

La actividad humana y el uso de la tierra han dejado una huella en la superficie y en el subsuelo en forma de suelo artificial. Este suelo artificial incluye las áreas agrarias, donde los materiales terrígenos superficiales han sido colocados por los seres humanos sobre el terreno natural primigenio, pero también las zonas donde se sabe que la superficie de la tierra preexistente ha sido excavada, como en las canteras de piedra y las cuevas artificiales.


La acumulación de basuras fue capaz de producir verdaderas montañas, que hoy han sido regeneradas y transformadas en parques. El Palmetum. Santa Cruz de Tenerife.

El recurso mineral más explotado en Canarias, el agua, también ha generado grandes escombreras y profundas minas artificiales. 

Curiosamente, muchos de estos lugares, han cubierto depósitos patrimoniales, algunos de ellos con gran potencial. Estos depósitos en el subsuelo poco profundo creados por la actividad humana, se han convertido en parte del registro arqueológico.

El duro trabajo de culturización del suelo acometido por generaciones de campesinos canarios ha conformado paisajes característicos. La paradoja actual es que, debido a su disposición en ambientes terrestres, y por la edificación, el abandono de las actividades agrarias y los procesos de erosión natural, el potencial a largo plazo de conservación de estos suelos artificiales es incierto.

Mediante la comprensión de los impactos producidos por los cambios históricos y actuales en el uso del suelo urbano y rural, tal vez sea posible predecir la respuesta futura del suelo poco profundo de Canarias a los cambios ambientales.


Extracciones de áridos, acumulaciones de escombros y basuras. Barrando de Risco de Tierra. Arafo.

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