miércoles, 3 de febrero de 2010

Aquel día fueron rotas todas las fuentes del gran abismo y hubo lluvia sobre la tierra.

Interior de la Parroquia de La Concepción de Santa Cruz de Tenerife (Foto: Foro contra la Incineración Tenerife)


Ante las recientes lluvias en Canarias, no puedo añadir más a lo que se ha aportado en aquellos foros con sentido común, alejados del sensacionalismo y de la autocomplacencia.
No es culpable del crimen una simple borrasca del Suroeste, tan común en Canarias, que se las llama "tiempo majorero" o "tiempo galletero".

No estamos ante el Huracán Katrina, ni ante el Volcán Pinatubo, ni ante el Tsunami de Lisboa Estamos en una tierra que, se supone, con los cientos de millones de euros que hemos gastado en ellas desde nuestra incorporación a la Unión Europea (25 años ya), en la construcción de estas infraestructuras "de lujo", que tardan decenas de años en completarse y entregarse, y que nos cuestan más que los médicos y los hospitales, los maestros y las escuelas juntas, algunos creían que iban a funcionar, pero no fue así.

Desengañémonos, el único que no falló fue el Barranco de Santos, que, tras todas la diabluras que le han hecho, cumple su trabajo de colector general de todas las pluviales del área capitalina, hasta que llega al Puente de Hierro ente el Hospital y La Iglesia de La Concepción, y se inunda todo Bravo Murillo y la Avenida Marítima. La Parroquia Matriz de Santa Cruz de Tenerife, tan defendida por el particularismo y por los gallos claudios del periodismo chicharrero, convertida en un lodazal.

Ni hablar ya de la Ermita de Regla, que como siga así se va acabar disolviendo en el agua sucia como una pastilla efervescente. Nuestro patrimonio canario hecho una basura.
No quiero citar el colector por el que nos tragamos tantas colas, tantos atascos y tantos millones gastados, y se convierte en un geyser con las débiles lluvias del sábado y del domingo, imaginen lo que ocurrió el lunes.

Ni nombrar a la plataforma tranviaria, culpable de uno de los peores desaguisados, con tierra y picón, y catenarias en el suelo, y socavones en el asfalto... creo que muestra arteria principal del transporte capitalino padece de una arteriosclerosis que nos lleva, cada dos por tres, al infarto.

No mencionaré la pasarela peatonal de María Jiménez, no hablaré de los túneles de Buenos Aires... y ni nombrar los cientos de barranquillos obstruidos en la Vuelta Los Pájaros, La Cuesta, La Gallega, El Sobradillo, que han recuperado lo que es suyo, aunque sea inundando jardines, patios traseros, garajes, y demás monumentos a la construcción desaforada.

No quiero tocar el espinoso asunto de Tabaiba-Radazul, donde un urbanismo carroñero (fomentado por un ayuntamiento ávido por "vender" permisos de obra) ha ocupado barrancos, barranquillos, cauces menores, mayores, permitiéndose el lujo de fabricar piscinas y jardines en lo que eran antiguos pasos del agua (sin hablar del riesgo de construir en laderas y de no estabilizar de manera suficiente los taludes). 

Es curioso como la Santa Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar (este gobierno socialista es especialista en eufemismos) no ha tocado ni un bloque en esta zona litoral, que da hasta miedo, y demolió el Cho Vito y va a por más.

Y otra cosa. Los que hablan de períodos de retorno y semejantes majaderías, que no saben ni entienden, ni son capaces de discernir lo que significa ese término, aquí no hay periodo de retorno que valga: Temporal de Reyes (enero) de 1999, 31 de marzo de 2002, Tormenta Tropical Delta (2005), lluvias de la primavera de 2006, 1 de noviembre de 2006..., diciembre de 2009...en poco menos de diez años, han ocurrido (cito de memoria), no menos de cinco episodios con daños en infraestructuras y viviendas. ¿Cada 500, 250, 100 años?. No señores, estamos hablando de que, cada vez que ocurre un episodio de lluvias existen daños.

No busquen los culpables en el cielo. Los culpables están aquí, en la tierra, habitando entre nosotros, y se llaman: mala planificación, nula ordenación, pésimo mantenimiento de instalaciones, nula policía de cauces menores, especulación voraz que ha construido hasta el último metro cuadrado de nuestro territorio.

Ya es hora, de una vez, que en estos asuntos, el voluntarismo y la cabezonería política de un paso atrás y nos deje hacer nuestro trabajo a los profesionales... pero me olvidaba de que esto es España, donde todo cambia para que todo siga igual. Somos el país de la chapuza y de la chanferga. Machangos.



No hay comentarios: