miércoles, 18 de marzo de 2009

El entorno de la Montaña de Beñamo en El Escobonal, Comarca de Agache.( y 2)



El sector de pumitas está compuesto por el resto del espacio circundante y compone la mayoría del paisaje definidor de esta zona de Agache. Gran parte del mismo está fuertemente transformado por las sorribas que se han realizado para establecer cultivos, que han eliminado los taludes formados por las planchas de pumitas, compensado los desniveles, En estos lugares podemos observar las diferentes columnas estratigráficas en los cortes realizados por las sorribas en los que se aprecian no menos de cinco estratos diferentes de acumulaciones pumiticas, establecidas en el Mapa Geológico del I.G.N. (1:25.000) como de las series II y III. 

 
Muchas zonas de la Montaña están desprovistas de vegetación.

La potencia de las pumitas ha llegado a recubrir por completo el sustrato preexistente hasta el punto de que a pesar de las excavaciones y sorribas no es posible encontrarlo. 
Por encima del Camino Real, una menor transformación de estos lugares de naturaleza sálica nos permite reconocer alguna plancha sálica recubierta por una rala vegetación de crasuláceas que aprovechan las grietas y descamaciones debidas a los procesos de erosión para medrar. 
 
Las pumitas ocupan buena parte del paisaje de esta zona del sur de Tenerife.


Esas tobas y coladas pumíticas forman parte del sistema paisajístico denominado Bandas del Sur, formado por erupciones del antiguo edificio Cañadas, durante la Serie II y Serie III del proceso de construcción de la isla, entre los 700.000 y los 130.000 años B.P. No obstante, y pese a que el volumen más importante de tales materiales parece estar vinculado a este episodio, los depósitos de pómez aparecen prácticamente en toda la columna volcano-estratigráfica, coincidiendo con episodios sálicos y alcalinos de todas las Series, por lo que deben representar fracciones muy gaseadas de los mismos magmas que produjeron, en fases más tranquilas, las emisiones lávicas. 

En algunos lugares se han realizado extracciones de picón y de zahorra que dañan el conjunto paisajístico de la Montaña de Beñamo.

 
Al final de cada Serie se asistiría a un proceso de diferenciación magmática, incrementándose la naturaleza sálica de los materiales. Las coladas piroclásticas se acumulan una sobre otra y se acomodan al relieve preexistente a veces adaptándose, a veces rellenándolo, por lo que su espesor varía, siendo menor en los lomos y mucho más potente en las hoyas y vaguadas, por lo que la estratificación de los depósitos suele ser bastante compleja. Los procesos de abancalamiento, para construir el terrazgo agrario, aunque de una menor intensidad, debido seguramente a ser más antiguos, han eliminado buena parte del sustrato original. 
 
En las tobas se han excavado cuevas que han tenido múltiples usos.


Los depósitos de pómez son una manifestación canónica de los procesos de “ash flow” (coladas piroclásticas y “ash fall” (pómez de caída) vinculadas a procesos eruptivos de alta energía y gran cantidad de gases que confiere mayor explosividad a las erupciones y provocan desalojos de volúmenes destacados de materiales, que forman nubes de gas (vapor de agua, dióxidos de carbono y azufre, monóxido de carbono) en cuyo interior se mueven piroclastos de diferente tamaño y fragmentos del interior de la chimenea del centro de emisión. 
 
Los “ash flow” o flujos piroclásticos, que generan tobas, son avalanchas producidas por una erupción rica en gases que avanzan conjuntamente con una gran cantidad de sólidos de diferente granulometría, y que se comportan como un fluido, a gran velocidad y manteniendo temperaturas altas desde el punto de emisión. 
 
Existen numerosos canteros cuyas paredes de contención están construidas con cantos y bloques de tosca.


Por otro lado, la mayor parte de los acúmulos localizados en este sector de El Escobonal obedecen a procesos de pómez de caída, que se producen cuando los piroclastos son expulsados a gran altura dentro de la atmósfera, y vuelven a caer, yaciendo de tal manera que los fragmentos son patentes y los depósitos más deleznables. Aún así se pueden encontrar fragmentos mayores imbricados con los elementos sueltos. En este caso, la piedra pómez presenta una estructura con un mayor número de alveolos, fruto de su mezcla con los gases eruptivos y su trayectoria por el aire cuando aún estaba caliente.

Desde el punto de vista estratigráfico, los depósitos poseen una gran complejidad, ya que en las zonas de vaguada bajo la carretera general encontramos zonas con capas superpuestas correspondientes a diferentes momentos eruptivos, ya sea dentro del mismo episodio, como incluso de episodios diferentes. En este tipo de piroclastos de caída, la desgasificación se produce velozmente, por lo desagregado de los materiales, lo que produce un enfriamiento súbito y no hay tiempo para la cristalización de los minerales. 
 
La Montaña de Beñamo se sitúa en una vaguada, pero está muy bien definida.


El análisis de una de estas columnas nos muestra un primer estrato, el más cercano al punto cero de la columna, donde difícilmente se reconocen los granos de pómez, muchos de ellos están soldados o convertidos en material terroso, con un color más oscuro y rojizo y una evidente impermeabilidad y capacidad de humectación. El segundo estrato, de mayor potencia, presenta un color más claro, igualmente cementado y sin granulosidad, pero sin muestras de alteración terrosa. Probablemente obedece a un episodio eruptivo con mayor cantidad de cenizas finas. El tercer estrato, el más potente de todos, presenta los granos de pómez claramente diferenciados, con vacuolas de aire en los mismos y bastantes espacios libres.

La matriz está compuesta por detritos sueltos y ligeros, y justo a la mitad del estrato existe un nivel de algunos milímetros de espesor, compuesto por cenizas finas, de color negro y con aspecto chamuscado. Puede deberse a que la propia levedad de las cenizas les confirió una extrema debilidad, por lo que, al quedarse emparedadas entre dos niveles de pómez muy calientes, sufrieron una carbonización extrema. 
Los estratos cuatro y quinto, los más altos de la columna, compuestos por fragmentos de pómez ligeramente más cementados que el anterior, ha sufrido procesos de alteración debido al contacto con los agentes externos, fundamentalmente el aire, agua y vegetación, mostrando un color más aterrado e incipientes procesos de formación de suelo.

Los bloques y cantos extraídos de las tobas se han empleado como material de construcción. En todo el sector se observan conformando los muros y paredes de sustentación de los antiguos canteros, situados sobre el Camino Real, pero también son reconocibles en algunos cuartos de aperos y viviendas de mayor antigüedad. Los huecos dejados por las extracciones de pumitas para construir los canteros han servido en algunos casos de charcas, que una vez impermeabilizadas son utilizadas para retener aguas, bien provenientes de las galerías o algunas de la escorrentía superficial. Sin embargo, el uso más evidente, y por lo que este espacio ha sido transformado, es la utilización de los fragmentos de pómez como suelo para el cultivo, por sus cualidades higroscópicas, fertilidad y albedo. 
 
 
Una roca basáltica corona la Montaña de Beñamo. Posiblemtente fue llevada allí por los seres humanos.

Este espacio está fuertemente alterado por las actividades humanas de todo tipo que se han realizado con el fin de convertir estos sectores en productivos. Aquí se emplazan los terrenos de cultivo, entre los que hay una gran diferencia entre los situados en la Hoya del Tagoro, compuestos por huertas de tipo tradicional, con paredes hechas de la misma roca pumítica, de “piedra seca” según el habla popular, sin mortero ni cemento. En la actualidad muchas están en franco abandono. También existen otro tipo de infraestructuras agrarias excavadas en las pumitas más deleznables, como cuevas, charcas y una red de riego de atarjeas igualmente talladas en la roca, que aún se utilizan en la actualidad. 
 
La potencia y coherencia de las pumitas es tal que no permiten que la vegetación colonice estos sustratos tan duros.


El resto del sector pumítico está configurado por grandes huertas, situados la borde de la carretera que une El Escobonal con El Tablado en las que en la actualidad se cultiva viña y algunos frutales tropicales, como aguacates y que poseen en algunos sectores algunos invernaderos bajo plástico. Están realizadas mediante grandes sorribas y excavaciones en el terreno, que ha creado un relieve invertido, esto es, donde había sectores alomados, hoy existen vaguadas, por lo que solamente algunas tienen taludes visibles.
 
Montaña de Beñamo, vista desde el sureste.
 

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