domingo, 7 de junio de 2009

Normandía


El seis de junio de 1944, soldados norteamericanos, británicos, canadienses, y paracaidistas franceses, se lanzaban al desembarco sobre una serie de playas de la costa atlántica del continente europeo, en Normandía. Las playas de rubia y fina arena, que acabó teñida de sangre, fueron denominadas Juno, Sword, Gold, Omaha y Utah, y ese día fue el comienzo del fin del dominio nazi sobre Europa.
Se forjaron las leyendas de la 101 y 82 aerotransportada, de los Marines y de los Rangers, los ingleses regresaron años después de la evacuación de Dunkerke y los franceses (y republicanos españoles) entrarían en París tan solo un par de meses después.
Gloria a los héroes que lucharon por la libertad, gloria a esos campesinos del Medio Oeste, esos obreros industriales de Manchester, esos profesores de Pennsylvania o esos pastores del Karroo.
Europa no sería la misma sin su sacrificio. El Mundo no sería el mismo sin su lucha.
Si me lo permiten, utilizaré las palabras que William Shakespeare puso en boca de su Enrique V, en la arenga que hace antes de la Batalla de Agincourt:

"Este es el día de la fiesta de San Crispín. El que sobreviva a este día volverá sano y salvo a sus lares, se izará sobre las puntas de los pies cuando se mencione esta fecha, y se crecerá por encima de sí mismo ante el nombre de San Crispín. El que sobreviva a este día y llegue a la vejez, cada año, en la víspera de esta fiesta, invitará a sus amigos y les dirá: «Mañana es San Crispín». Entonces se subirá las mangas, y, al mostrar sus cicatrices, dirá: «He recibido estas heridas el día de San Crispín». Los ancianos olvidan; empero, el que lo haya olvidado todo, se acordará todavía con satisfacción de las proezas que llevó a cabo en aquel día. Y entonces nuestros nombres serán tan familiares como los nombres de sus parientes... serán resucitados por su recuerdo viviente y saludable con copas rebosantes. Esta historia la enseñará el buen hombre a su hijo, y desde este día hasta el fin del mundo la fiesta de San Crispín nunca llegará sin que a ella vaya asociado nuestro recuerdo, el recuerdo de nuestro pequeño ejército, de nuestro feliz pequeño ejército, de nuestro bando de hermanos; porque el que vierte hoy su sangre conmigo será mi hermano; por muy vil que sea, esta jornada ennoblecerá su condición y los caballeros que permanecen ahora en el lecho de Inglaterra se considerarán como malditos por no haberse hallado aquí, y tendrán su nobleza en bajo precio cuando escuchen hablar a uno de los que han combatido con nosotros el día de San Crispín".




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