domingo, 1 de febrero de 2009

El western y el paisaje (2)


 
   
 
PAISAJE COMO DECORADO
 En muchas películas, el paisaje es un mero decorado de la trama que se desarrolla, como en los primeros westerns,como los de Tom Mix, ya que es la acción, (trepidante, pero demasiado simple, porque cae una y otra vez en los mismos tópicos), la que define los argumentos y tramas de las películas. Llega a construir en Edendale (Los Angeles), Mixville,  todo un decorado de casi cinco hectáreas que reproducía una verdadera ciudad fronteriza, con su calle polvorienta, el saloon, la cárcel, el banco, iglesia, además de un desierto simulado, un gran corral y numeroso atrezzo.Incluso en el primer western The Great Train Robbery (1903), la acción es lo que define toda la historia, y ya desde entonces se identifica mayoritariamente el western con un cine donde "pasan cosas".El paisaje comienza a tomar importancia con la llegada de los grandes artesanos del cine: El Caballo de Hierro de John Huston, dirigida en 1924, es un ejemplo de lo fundamental que comienzan a ser los panoramas donde transcurren las tramas, y el gran angular comienza a tener importancia en el maletín del cameraman.

El Caballo de Hierro, pelícua basada en una novela de Zane Grey


 

 
Raoul Walsh dirige, en 1930, The Big Trail, y empiezan a aparecer esos amplios paisajes del medio oeste, de colinas y praderas de grandes hierbas. resaltadas sobre un cielo oscuro remarcado por los grandes cúmulos de un blanco inmaculado, efectos tal vez conseguidos al rodar con película pancromática y filtros rojos sobre el objetivo de la cámara.
Años más tarde el más ambiguo de los subgéneros del oeste, el spaghetti western, manifiesta claramente esta bipolaridad. 
Por un lado, las películas rodadas por Sergio Leone, disfrutan de mostrar los paisajes de un oeste cercano a las tierras mejicanas, con piteras, cactus, casas enjalbegadas y nativos mestizos o con rasgos latinos (no les quedaba más remedio, ya que fueron rodados en su amplía mayoría en Almería). 
 
 
El bueno, el feo y el malo. Es el culmen del spaguetti western. Se rodó en Tabernas, Contreras, Covarrubias, San Pedro de Arlanza y otras localizaciones españolas.
 
Cuando los inventores y maestros del género emigraron a otros lugares, el spaguetti western se convierte en un restaurante de comida rápida donde los tópicos son rumiados y masticados hasta el hartazgo: duelos interminables, excesivas peleas de saloon, cabalgadas donde el caballo pasa una y otra vez por el mismo cactus...
De las decenas de películas "Made in Spain and Italy" que se hacen en aquellos tiempos, se salvan, quizá, Manos torpes, Garringo y Un dólar de recompensa, todas de Rafael Moreno Marchent. 
Entre los realizadores italianos, además de Sergio Leone, merece la pena revisar a Sergio Sollima (1969, Corre, Cuchillo, Corre) , y , por supuesto, a Sergio Corbucci, con obras como 1970, ¡Vamos a matar, compañeros!; 1969, Los especialistas y 1966, Django).



 
Sin embargo, en otras películas, la acción forma parte de un argumento bien trenzado que pretende trabajar el perfil de los personajes o plantear una cuestión social relevante, por lo que el paisaje pasa a ser un elemento narrativo más. En Apache (Robert Aldrich, 1954), Massai debe retirarse a unas montañas estériles y escarpadas porque huye de todos, hasta de su propia raza, y allí, el trabajo y la voluntad logran obtener maíz de una tierra ingrata, y al mismo tiempo lograr la redención personal del protagonista.
También en Flecha Rota (Delmer Daves, 1950), el espacio es muy importante, ya que los apaches viven en un territorio entre montañas, inexpugnable, rodeados de bosques y de riachuelos, que se parece a una especie de Sangri- La donde los nativo americanos se refugian de la “civilización” que les impone el hombre occidental.
 
Apache, interpretada por Burt Lancaster. Una de las primeras películas donde se defiende el modo de vida de los nativos ameraicanos y al necesidad de defender su dignidad humana



 
En Grupo Salvaje (Sam Peckinpah, 1969), las sierras fronterizas entre Estados unidos y Méjico, desérticas, duras, son tan crueles como los hombres que se mueven por ellas, es una naturaleza despiadada, que impone sus normas y que mata a las primeras de cambio. Sin embargo, en La Balada de Cable Hogue (1970), el mismo director nos cuenta otra historia de la voluntad humana, de cómo un hombre, desesperado y solo, perdido en el desierto, encuentra un pozo de agua, y defendiéndolo con la violencia, crea un pequeño imperio de prosperidad, pero es definitivamente derrotado: el automóvil no necesitaba beber agua, y al final, uno de ellos, lo atropella y muere.
 
 



 
Otra película que sería difícilmente comprensible sin los paisajes en que se desarrolla es Las aventuras de Jeremiah Johnson (Sydney Pollack, 1972), ya que cuenta la historia de un desconocido que es iniciado en el conocimiento de la naturaleza por un anciano, hasta el punto que hombre y naturaleza salvaje se confunden. El paso de las estaciones, el comprender a los osos, y el mantener con los indios una relación ambivalente, pero que creo que se debe entender como una adopción a través de los rituales de muerte para dar vida, son ejemplos de cómo el paisaje, en este caso acaba por condicionar definitivamente al hombre.
 
 
Las aventuras de Jeremiah Johnson. El paisaje natural y humano se convierte en uno de los personajes con más peso de la película.

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario