martes, 13 de febrero de 2018

LEGUMINOSAS (II)




LEGUMINOSAS Y CULTIVOS ASOCIADOS: EL POLICULTIVO.
Se llama policultivo al crecimiento en la misma parcela de dos o más cultivos, coincidiendo al menos durante parte del ciclo. El policultivo es otra forma de restaurar la biodiversidad vegetal y animal en un agroecosistema.
El efecto positivo de cultivar leguminosas y otras especies de plantas al mismo tiempo y en el mismo lugar, se debe a que no existe competencia entre ellos por el nitrógeno, ya que la leguminosa lo obtiene de la atmósfera y la otra planta del suelo. 


Policultivo de habichuelas con millo.

Además, la leguminosa en el policultivo es una fuente de nitrógeno para el sistema como un todo, y no sólo para ella misma, lo que produce una transferencia de este elemento esencial desde la leguminosa al suelo, desde donde es aprovechado por el otro cultivo.
El policultivo mediterráneo es un paisaje típico de la cuenca mediterránea y ha sido el resultado de la coevolución durante miles de años de la comunidad campesina con su medio ambiente. La trilogía mediterránea, sin la cual es difícil de explicar nuestra cultura, se ha basado en los cereales, la viña y el olivo.
Cuando este policultivo se convierte en hortícola, nace el paisaje de las huertas, que era habitual en las vegas y riberas ibéricas, como las del Ebro, Tajo, Segura, Júcar, Turia, Genil, Guadalete y Guadalquivir que han propiciado el desarrollo histórico de ciudades como Zaragoza, Aranjuez, Talavera, Toledo, Murcia, Orihuela, Cullera, Valencia, Granada, Jerez o Córdoba.


Leguminosas asociadas con cereales y olivos.

Cultivar legumbres asociadas a otros vegetales es una práctica común, ya que combinan bien con todos los vegetales (incluidas las pepónides, como pepino, calabaza, bubangos, calabacines o melones), excepto con ajos y cebollas.
Las asociaciones de cultivos tienen numerosos beneficios en los sistemas de producción. Las habichuelas suelen acelerar su desarrollo después de la cosecha del millo, lo que produce un crecimiento por doquier de los residuos del millo. Tras recoger las habichuelas y el millo, en esa tierra se pueden sembrar otras legumbres, pero también trigo o girasoles.

LAS LEGUMINOSAS Y LA ROTACIÓN DE CULTIVOS.

Las nuevas tendencias en agricultura ecológica coinciden en volver a los agrosistemas extensivos, con reducción o eliminación de insumos químicos, el aprovechamiento máximo del agua de riego, e introducir ganado que genere estiércol.
La rotación de especies de diferentes familias y con diferentes necesidades nutricionales es recomendable. Las rotaciones de cultivo incrementan los rendimientos, adicionan materia orgánica al suelo y mejoran su fertilidad.
También previenen enfermedades del suelo (como en el caso de los nematodos de la papa) y de los propios cultivos (el caso de la mariposa blanquita de la col en las crucíferas), al romper los ciclos de las plagas.


Alfalfa cultivada previamente esperando un cultivo posterior de papas.

Aumentar la diversidad de cultivos en rotación (aumentado el número de hojas diferentes y los períodos de tiempo de rotación, en ciclos de cinco años o más), conduce a una diversa flora y fauna del suelo; las raíces excretan diferentes sustancias orgánicas que atraen a diferentes tipos de bacterias y hongos los cuales, a su vez, tienen una función importante en la transformación de esas sustancias en nutrientes disponibles para las plantas
En el planeamiento de una rotación de cultivo se debe alternar un cultivo de cereales con uno de leguminosas y alternar un cultivo que produce gran cantidad de residuos con uno que produce pocos residuos.

Rotación de cultivos de millo con soja.

El millo, las judías, el chocho, el girasol, la cebada, las arvejas, las papas y el trigo, son cultivos que suelen mostrar buenos rendimientos cuando crecen en rotación.
Se recomienda que el millo, el trigo y el girasol crezcan en rotación con leguminosas bien adaptadas a circunstancias frías, como son la arveja, el chocho, el chícharo, o con cultivos de leguminosas tropicales como Crotalaria juncea.
Las judías y las lentejas pueden rotar con cereales como la avena y el centeno. El girasol puede rotarse con leguminosas que mejoran la fertilidad del suelo.
Las leguminosas poseen la capacidad de proporcionar alimento de mejor calidad durante la estación seca (judías, garbanzos, lentejas, todos ellos muy nutritivos), y tienen el beneficio adicional de ayudar a restaurar la fertilidad del suelo agotada por cultivos más intensivos.
Las leguminosas en rotación, se solían incluir dentro de la fase de cultivo, para reducir la tasa de agotamiento de la fertilidad del suelo, o durante la fase de barbecho, para acelerar la tasa de restauración de la fertilidad.

LEGUMINOSAS COMO FORRAJERAS.
El uso de leguminosas como plantas forrajeras es muy antiguo, y siempre se han identificado como altamente nutritivas tanto para humanos como para animales.
La fijación de nitrógeno conduce a niveles altos de proteína en los tejidos de las plantas, siendo mayor en leguminosas templadas, luego en  leguminosas tropicales y, por último, en las forrajeras tropicales.
Debido a los niveles iniciales más altos de proteína en los tejidos de las leguminosas, éstos tardan más en degradarse una vez cosechada la planta.

Ovejas pastando en un campo de veza.

Esto prolonga el período durante el cual su valor como forraje es muy alto, siendo por lo tanto piensos muy convenientes para su secado y ensilado.
Las legumbres tienen raíces primarias potentes, que se engrosan desde las primeras fases de desarrollo y algunas penetran bastante en el suelo. Por lo general se encuentran más profundas que las raíces de las gramíneas, aprovechando recursos del suelo que se encuentran a mayor profundidad y a menudo, permanecen verdes más tiempo.
Los animales rara vez desentierran esas raíces, segando solamente la parte aérea y permitiendo a la planta volver a brotar otra vez, como sucede con la tedera (Bituminaria bituminosa).

Vacas pastando entre alfalfa bastante densa y alta.

Las semillas son otra fuente adicional de alimento de alta calidad, sobre todo en climas subtropicales. Sin embargo, el pastoreo tardío sobre el terreno, (uso muy común en el mundo subtropical, debido a los largos veranos y otoños secos y cálidos), interfiere con frecuencia en la siembra y puede reducir la cantidad de semilla disponible para restablecer las leguminosas en la temporada siguiente.
Otro modelo que implica animales, es desarrollar bancos de forraje en rodales puros de alfalfa, trébol, veza, esparceta o soja, como recurso de pastoreo suplementario de verano, lo que supliría el bajo valor nutricional de la mayoría de los pastos y forrajes para animales durante la estación seca.

Ensilados de alfalfa para su utilización posterior como forraje seco.

LEGUMINOSAS Y ABONO VERDE.
El abono verde proveniente de plantas leguminosas tiene como objetivo conservar o restaurar la productividad de la tierra mediante la incorporación en el suelo de materia vegetal no descompuesta.
En la agricultura convencional el abono verde crece por un periodo específico y luego se incorpora en el suelo con la labranza, con el propósito de descomponer el material.
El resultado es un incremento de la actividad microbiana con una súbita liberación de altas cantidades de nutrientes que no pueden ser capturados por las plántulas del siguiente cultivo y por lo tanto desaparecen del sistema.
Las especies de leguminosas más usadas como abono verde son la veza, alfalfa, mielga negra y trébol, entre otros. 

 
Mielga negra (Medicago lupulina), muy utilizada como abono verde, dada su rusticidad y escasas exigencias.

LEGUMINOSAS Y CULTIVOS DE COBERTURA.
La calidad y el contenido de proteína del forraje también determinan la efectividad del material como mulching. Son plantas muy fibrosas cuya hojarasca y el mantillo consiguiente se descompone muy lentamente, incluso en condiciones de alta temperatura y humedad, lo que las hace ideales para ser utilizadas como mulching o cobertura muerta.
Los residuos de cultivos dejados en la superficie del suelo en agricultura con labranza cero conducen a una más alta agregación del suelo, una porosidad más alta y a un número superior de macroporos, y por lo tanto propician una mayor infiltración del agua.
La selección de los cultivos de cobertura depende principalmente de altos niveles de lignina y de ácidos fenólicos que tengan las posibles especies que se pueden utilizar. 

Papas sembradas bajo un mulching proveniente de un cultivo previo de soja.
Tanto la lignina como los ácidos fenólicos dan a los residuos una más alta resistencia a la descomposición y por lo tanto resulta en una protección del suelo por un periodo más largo.
El uso de leguminosas como cobertura viva, está especialmente indicado en regiones semiáridas. Sembrar especies tolerantes a la sequía tales como la veza (Vicia  sativa) o el yero (Vicia ervilia), proporcionan cobertura viva al suelo dos a tres meses después de que las lluvias han cesado, de otra forma el suelo permanecería desnudo hasta la próxima temporada de cultivo.
Bajo riego, la alfalfa (Medicago sativa) y el trébol fresa (Trifolium fragiferum) son cultivos de cobertura viva útiles. La alfalfa provee una buena cobertura del suelo en cítricos de regadío en suelos alcalinos o neutros, mientras que el trébol es una buena cobertura de invierno y alimento animal. También durante el verano es un cultivo de relevo en los sistemas de arroz inundado.

Yero o chícharo, planta rústica, usada en el pasado como alimento de ganado o de pobres.

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