sábado, 16 de diciembre de 2017

Reflexión sobre los caminos y veredas de Arafo.


El paisaje que observamos en la actualidad en la isla de Tenerife es un producto social, organizado por el establecimiento desde hace dos milenios de sociedades humanas que han tenido que habitarlo,  que aprendieron de sus disponibilidades para el sustento y cobijo de ellos mismos y de sus animales, y más tarde construyeron edificios, trazaron vías de comunicación, roturaron, parcelaron y cultivaron.
En el Municipio de Arafo no se han conservado bien los trazados de las comunicaciones terrestres con otros pueblos y caseríos. Aunque han sobrevivido los que se encuentran en las medianías, en la zona costera se han visto afectados por la construcción de numerosas infraestructuras y los que permanecen están en muy mal estado de conservación, pero también han sufrido apropiaciones por parte de vecinos, cambios de trazado o, sencillamente, han desparecido, fruto del abandono y la dejadez.
Algunos de estos caminos son llamados popularmente reales, aunque muchos no lo son, y otros de ellos eran caminos de mar a cumbre, cuyo cometido era comunicar los pueblos de las medianías y sus pagos agrícolas, con los pueblos del litoral. Los vecinos de Arafo mantenían importantes relaciones con Playa de Lima, La Viuda, El Socorro y Samarines.

La Calzada.
La mayor parte de estos caminos se encuentran situados en entornos de gran carga cultural, ya que además del valor intrínseco de los trazados, en su recorrido se encuentran numerosos hitos de gran importancia natural y etnográfica: fuentes naturales, barrancos, aprovechamientos tradicionales, hornos, molinos, eras, bosques de castaños, etc.
Es básica la puesta en uso de estos valores patrimoniales que existen en estos espacios, para  acercarlos a la sociedad, siempre con el máximo respeto a los vestigios del pasado y al  medioambiente. Son ejemplos de unos tiempos en los que primaba la adaptación de las comunidades humanas al espacio preexistente, y de un esfuerzo colectivo por el mantenimiento de las escasas infraestructuras públicas.
Los caminos  ejemplifican los sistemas de comunicación que evitaban el aislamiento de los núcleos habitados. Además de estos elementos, se sospecha la existencia de otros que aún no  han sido investigados.
Muchos de los caminos comunales, aprovecharon o se situaron en las cercanías de las rutas guanches, esencialmente, rutas de trashumancia entre los pastos de las Cumbres y de la Costa.

Tramo aún empedrado del Camino de La Calzada, bajando hacia el El Entonado.
Arafo posee un rico patrimonio de caminos y sendas, quizá debido a su posición estratégica entre el Valle de La Orotava y el Valle de Güímar, pero también como también paso fundamental entre la Comarca de Acentejo y el Sur.
Muchos son los caminos que atravesaban Arafo y que nos han llegado por los documentos y por la información oral, con desigual estado de conservación, ya que muchos están bastante desvirtuados (asfaltados, cambios de trazado, destruidos) pero en algunos permanecen algunos tramos empedrados originales.

Tramo del camino de El Rolo o de Afoña, que forma parte de una gran vía vertical que sale de Arafo y culmina en la Cumbre.

  •      Arafo es el punto de partida del camino más importante del Valle de Güímar, porque era el más transitado, para comunicarse sus habitantes con los del Valle de la Orotava; cruza el Monteverde, pasa junto a la Montaña de Arenas Negras, sube por el Lomo del Agua, llega a la cumbre, a la degollada de La Crucita, descendiendo ya desde este punto, a la Villa de la Orotava por Aguamansa.
  •      Otro camino fundamental en las comunicaciones Norte-Sur, y que, además, era bastante rápido, iba de Arafo a La Victoria, subiendo por la Calzada, Los Loros, Afoña y Chivisaya, rodeando la Media Montaña y subiendo a la Cumbre por la Montaña Colorada, y al llegar a Isarda, baja por El Rincón, para terminar en La Victoria. 
  •          El camino que salía de Arafo y que cruzando el Barranco de Yóquina, salía por el Cerrillar hasta Malpaís, Cuevecitas y Araya era muy utilizado por los habitantes de estos pueblos de la medianía de Candelaria para venir a Arafo a moler grano en el molino o para utilizar los lavaderos.
  • Camino de El Portugués, totalmente asfaltado. Este camino servía para ir hasta Candelaria, pero también para bajar hasta la Costa, por Hernando y la Pedrera.
  •       Para ir a Candelaria, desde Arafo se bajaba, bien por El Portugués y la Pared de Felipe, o bien se utilizaba el camino de Chiguergue hasta La Hidalga y luego, por Los Majanitos se descendía hasta Medio Camino, donde se encontraba, ya en El Carretón con el Camino Real y por Iñajo y el Lomo del Caballo, se entraba en Candelaria. Este también era uno de los caminos utilizados para ir a la Costa, aunque otro era el de Las Calles.
Camino Real a su paso por el municipio de Arafo. En tramos está asfaltado y en otros en el estado que se ve.
  •        Dos eran los caminos que nos unían con Güimar: el Camino de El Pico, también llamado Camino Viejo de Arafo, que atravesando El Volcán y Chogo de Arriba, entraba por Chacona de Bajo hasta la Plaza de San Pedro. El otro, menos frecuentado, tras salir de Clara Garcia, cruzaba El Melozar y se unía al anterior en lo que es hoy el Barrio de Fátima.
De todos ellos, el que sigue “soportando” un peso importante como camino pedestre es el de La Orotava, ya que es usado por los romeros que peregrinan anualmente hasta Candelaria.
Por supuesto existen decenas de otros caminos menores, sendas o veredas que conducen al monte, que entran en los barrancos hasta galerías de agua o que unían los sectores agrarios y ganaderos del municipio.
Algunos de estos itinerarios, debido a la marcada verticalidad de sus trazados, así como a algunas características tipológicas, posiblemente, son parte de antiguas rutas trashumantes.

Foto aérea en la que se observan, aún sin asfaltar, dos de los más importantes caminos verticales de Arafo: el camino de Galván, que según los antiguos llegaba hasta el litoral, y el Camino de la Morra de El Tanque y el Pinalete, que forma parte del camino que va hasta La Orotava. Ortofoto del año 1987.
En ellos encontramos tramos excavados en tosca blanca, sectores que aprovechan coladas de lavas basálticas e incluso tramos compuestos por adoquines de piedra toscamente labrados, pero bien encajados y salvando desniveles con escalones de escasa altura pero gran amplitud, lo que facilitaba el caminar por parte de bestias y personas.
Para la construcción de estos caminos empedrados o enlosados, se seguían varios pasos, heredados de la técnica de construcción medieval española, que, con algunos retoques góticos, e incluso la clara influencia árabe en algunos aspectos, como los acabados, poco difería de la técnica romana descrita por Marco Lucio Vitrubio.
Para la construcción del pavimento, en primer lugar, había que abrir dos fosos paralelos, sacando la tierra hasta hallar un firme, que en muchos lugares se encontraba cerca, bajo poca tierra. En otros casos, el suelo, en forma de colada de lava, o losas de tosca pulidas por la erosión, no precisaba de trabajos de excavación.
Después de esto se cubría la zanja con una capa de tierra y una mezcla de piedras  de diferente forma, pero no mayores que cascotes, unidas por mortero o barro, incluso tierra de la zona ligeramente humedecida con agua, que se distribuía de forma uniforme.

Esquema ideal de un camino tradicional de Canarias
Encima se tapaba con otra capa de unos 25 centímetros de pequeñas piedras o incluso barro cernido,  para darle impermeabilidad, y sobre ésta otra nueva capa inerte y elástica de mortero prensado, algo más fina.
Finalmente todo ello se cubría con adoquines, más o menos regulares y más o menos tallados, algunos con morfología de muela o con formas más planas, bien encajadas que formaban la capa visible.
Este empedrado se flanqueaba por dos  muros de paramentos de piedra seca en aquellos lugares que se precisaba, o incluso, en otros sectores, como los vados de los barrancos, se construían paredes de defensa, para nivelar las irregularidades y ofrecer una resistencia a los procesos erosivos naturales.

Algunos caminos están a punto de desaparecer. La construcción de nuevas vías y el abandono de las actividades tradicionales ya no los hace necesarios. Camino de Los Loros, en su tramo de Gorgo.
La fuerza del camino se establecía en el soporte geológico que servía de cimiento a toda la estructura.  En Canarias, con nuestros suelos rocosos, el soporte geológico ayudaba a que los cimientos fueran escasos y en algunos tramos inexistentes, puesto que el camino transcurría directamente sobre el mismo suelo natural.
Especialmente delicados eran los vados de barrancos, que se estropeaban con mucha facilidad, por lo que era necesario, después de las lluvias invernales, realizar trabajos de reafirmación y limpieza de estos trechos. Muchas veces los arrastres del barranco hacían desaparecer por completo el camino, lo que producía que muchos pueblos quedaran aislados durante los episodios de lluvias.
Estos caminos, en sectores propicios y llanos poseían firmes muy pobres, ya que consistían en gravas y arenas apisonadas con herramientas manuales.
La apertura de las sendas en laderas de barrancos, el levantamiento de muros de contención, y el trazado de pequeños puentes que permitieran el paso de vaguadas menores, eran trabajos que precisaban unas inversiones en dinero y mano de obra importantes, por lo que no todos los caminos están hechos con la misma calidad. 

Sendero del Barranco de Añavingo, tras su reciente restauración.
Debemos tener en cuenta que estas obras eran realizadas por las administraciones públicas, que, las más de las veces, ahorraban en materiales y tiempo, a costa de la calidad de los caminos, cuando no dejaban a los vecinos las labores de mantenimiento de los mismos.
Los caminos son vestigios de los sistemas de comunicación que existían entre las cumbres, medianías y las costas, que evitaban el aislamiento  de los núcleos habitados.
Las servidumbres públicas, permiten la libertad de movimientos de los ciudadanos y ciudadanas a los espacios costeros, en el marco de los usos que se permiten en sus respectivas leyes.

Tramo del Camino de La Orotava (ruta de los romeros a Candelaria), atravesando los picones rojos del Lomo del Agua.
Sería recomendable realizar una investigación que actualice los valores  arqueológicos y etnográficos en todos estos entornos ante la posible existencia de yacimientos aborígenes, canteras de explotación de piedra, eras, eres, cruces, canales de agua, fuentes, hornos tradicionales y otros elementos de patrimonio  cultural que pudieran estar presentes.
Acometer la restauración y puesta en uso de mucho de estos caminos es una asignatura pendiente por parte de nuestra sociedad.

Aunque Arafo es un pueblo con escaso litoral, los contactos de sus habitantes con el mar han sido importantes en el tiempo, al contar con importantes asentamientos tradicionales, como Playa de Lima, y La Viuda (situada en el municipio de Candelaria, pero utilizada tradicionalmente por gente de Arafo).

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