miércoles, 30 de agosto de 2017

Sahara Occidental. Breve repaso histórico. (II)






El líder fundador de la temprana organización independentista  nacional saharaui, Mohamed Sidi Ibrahim Bassiri, escribió:
    "El Sáhara nunca ha sido marroquí, el reino de Marruecos no podrá justificar que el Sáhara haya formado parte del citado reino alauita. A lo largo de la Historia, Marruecos nunca envió ningún Gobernador marroquí al Sáhara Occidental, ni tampoco los saharauis han rendido pleitesía a ningún monarca marroquí y solo existían lazos de tipo comercial entre los comerciantes saharauis y marroquíes o de religión del Islam, la cual confesan ambos pueblos."
Ibrahim Bassiri se pasó de la Franja de Tarfaya a Smara porque estas declaraciones lo convirtieron en un objetivo de las represivas fuerzas de seguridad marroquíes y porque en el Sahara Español existía una relativa mayor libertad de movimientos.

Villa Bens (Tarfaya), durante la Campaña del Sahara de 1957-1958.

Tras los acuerdos de Angra de Cintra (2 de abril de 1958), el Estado Español pone fin a los enfrentamientos entre España y tropas irregulares marroquíes (Guerra de Ifni), y cede oficialmente Cabo Juby, y con él Tarfaya, a Marruecos.
Con este primer acto de descolonización desafortunada se entregan  miles de saharauis a Marruecos y se afecta negativamente a los posibles intereses económicos españoles.
Los territorios del África Occidental Española (agrupación de colonias españolas entre 1946 y 1958 y que administraba los territorios de Ifni, Cabo Juby, Saguía el Hamra y Río de Oro) habían generado beneficios comerciales potenciales para España en forma de recursos de pesca y petróleo. 
Su situación estratégica enfrente y muy cerca (98 Km) de las Islas Canarias, las convertía en una plataforma continental que servía a los intereses económicos españoles con gran eficacia.

Mapa de la presencia española en el norte de África.
Además, la zona de Tarfaya-Cabo Juby tenía más en común étnica y culturalmente con el Sáhara español que con Marruecos y se encontraba en una zona geográfica menos sensible que el territorio de Sidi Ifni

Las razones por las que la diplomacia española cede estos territorios sin ningún tipo de contraprestación y con un evidente beneplácito a las exigencias marroquíes quizá pueda residir en un posible acuerdo secreto sobre la liberación de los prisioneros españoles de la Guerra de Ifni.

También existió una clara presión por parte de la administración Eisenhower (en esos momento, tras el Pacto de Madrid de 1953 y la posterior visita del Presidente estadounidense a España en 1959, era el principal valedor internacional del régimen español), que quiere reforzar la monarquía marroquí, como elemento clave para frenar el nacionalismo árabe que se expresaba en la Guerra de Liberación Argelina (1954-1962) o la Revolución Egipcia de 1952.

Otro factor a tener en cuenta es la prometida cooperación marroquí en la lucha colonial que mantiene España en el Sahara Español contra los grupos armados saharauis que siguen actuando en la Saguia El Hamra y Río de Oro. 

Mapa de las operaciones militares y efectivos implicados durante la Campaña del Sahara.
El rey de Marruecos desconfiaba de estos grupos armados, ya que muchos de sus milicianos se habían negado a unirse a la Fuerzas Armadas Reales marroquíes, (FAR) fundadas en mayo de 1956.

Madrid tenía sus propias razones para desear buena relaciones con Marruecos, independientemente de la presión exterior y de los posibles beneficios económicos de la entrega de Cabo Juby.
El personal militar y administración colonial (en general) y el gobierno nacional en Madrid había tenido interés en cultivar buenas relaciones con el vecino recién independizado.

Recordemos el caso del General Mohammed Ben Mezzian Bel-Kassem, un oficial rifeño que había estudiado en la Academia Militar española, y al mando de los tabores indígenas de Regulares del Ejército Español luchó contra sus propios compatriotas en la Guerra de Marruecos y apoyó al bando nacional durante la Guerra Civil. 
Tras ello, fue nombrado comandante general de Ceuta. En 1953, fue ascendido a teniente general y se dio el mando de la Capitanía General de la VIII Región Militar (Galicia). En 1955 fue nombrado Capitán General de Canarias, su último destino en el Ejército Español.
En 1956, al obtener Marruecos la independencia, el rey Mohammed V le pidió que se encargara de la organización del nuevo ejército marroquí, por lo que solicitó su baja en el ejército español, siéndole ésta concedida con fecha 22 de marzo de 1957.

General Mohammed Ben Mezzian Bel-Kassem
En Marruecos ocupó primero el puesto de inspector de las Fuerzas Armadas Reales y en 1957-58, junto con el futuro rey Hassan II, protagonizó la despiadada represión de la sublevación del Rif, cuyos habitantes rebeldes fueron bombardeados con napalm.

La trayectoria de este nativo marroquí, amigo y colega de Franco que lo elevó al rango de teniente general en el ejército español, ilustra las ambigüedades de la posición de Madrid en los conflictos coloniales africanos.

Durante su servicio como Capitán General de las Islas Canarias se produjo la  independencia de Marruecos en 1956. Dada la proximidad de las Islas Canarias y su importancia como un área de preparación para la inminente Guerra de Ifni, Bel-Kassem sirvió durante un tiempo a las dos partes del conflicto, teniendo en cuenta que tenía líneas de comunicación con el gobernador del África Occidental Española y la responsabilidad directa de las tropas de Sidi Ifni.

Ben Mezzian participó en la primavera de 1958 como representante de Marruecos en la entrega por parte de España de la Franja de Tarfaya a Marruecos, hecho que levantó no pocas suspicacias entre sus antiguos colegas españoles, que se cuidaron muy mucho de manifestarlas en voz alta, teniendo en cuenta la amistad fraterna que unía a Bel-Kassem con el Caudillo.

Oficial veterinario de las Tropas Nómadas españolas. 1964.

Este ejemplo clarifica las relaciones que existían entre el ejército español y las embrionarias FAR marroquíes. Incluso una gran parte del personal militar español sirvió como instructor de las mismas  durante varios años mientras duró el período de transición.

El líder del Partido Istiqlal por aquellos años, de tendencia nacionalista, y soporte político de la monarquía alauita desde los años cuarenta del siglo veinte, trató incluso de apaciguar las preocupaciones españolas sobre las bandas armadas saharuis en el Sahara Occidental, haciendo hincapié en los estrechos vínculos entre España y Marruecos. Irónicamente, el Istiqlal emplea el mismo lenguaje de "hermandad española-marroquí" que el franquismo había utilizado tradicionalmente por su cuenta, aunque para propósitos muy diferentes. 

Después de la Guerra de Ifni y la cesión de la Franja de Tarfaya, el gobierno de Madrid declaró inequívocamente su intenciones de mantenerse en el enclave de Sidi Ifni y en el Sáhara español. Designó los dos territorios (junto con Guinea Ecuatorial) como provincias de España. 

Villa Cisneros fue la capital económica del Sahara Español. En esta ciudad se arrió la última bandera española que ondeó en el territorio del Sahara.

De hecho, Madrid espera que su reconocimiento del derecho de  Marruecos a la ocupación de Cabo Juby (Franja de Tarfaya) compraría tiempo y apaciguaría las peticiones anexionistas lanzadas por el Partido Istiqlal. 

Por otro lado, la designación de Ifni y el Sahara como provincias españolas fue pareja con un endurecimiento de la postura diplomática, que se manifestaría como inútil y que derivaría hasta una situación geopolítica insostenible, sobre todo tras la aprobación de la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, aprobada por la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 14 de diciembre de 1960.

Iglesia de San Francisco de Asís, en la época de la colonia española. El Aaiún. Tras la Guerra del Sahara, España aumentó la inversión en los territorios y promovió la emigración, especialmente de canarios y andaluces.

Sin embargo, España responde con un aumento notable en los procesos de colonización, inversión y desarrollo en el Sahara, incluyendo planes de urbanización, desarrollo de infraestructuras, hospitales, escuelas, aeropuertos, embarcaderos, iglesias, mezquitas y hasta un Parador Nacional de Turismo en El Aaiún.

España cedió en enero de 1969 Sidi Ifni a Marruecos por el Tratado de Fez. A cambio, España se había  garantizado privilegios especiales de pesca durante diez años, aunque Marruecos abrogó unilateralmente esta parte del tratado tres años más tarde. 

Mientras tanto, el nacionalismo saharaui, lentamente llegó a ser una fuerza a tener en cuenta. España, como el inicial blanco de la ira de los nacionalistas, respondió, en un principio y eventualmente, concediendo más derechos políticos, incluida la representación de procuradores a Cortes en las Cortes de Madrid, pero estos esfuerzos llegaron a medias y cuando los saharauis iban siempre un paso por delante en sus demandas políticas.

En 1966, Naciones Unidas pide a España organizar un referéndum de autodeterminación. En 1967, España crea una nueva Jama'a o Djemma, una Asamblea General del Sahara, que se supone que representa los intereses saharauis. Sus miembros son líderes tribales que colaboran con las Autoridades españolas. Como resultado, este órgano de autogobierno tendría poca credibilidad entre muchos saharauis, especialmente los nacionalistas más jóvenes. 

Planta de fosfatos de Fos Bucraa. La gran cinta transportadora llevaba a través del desierto toneladas de fosfatos para su embarque en El Aaiún.

Esta maniobra de las autoridades españolas sentó las bases de una estrategia que ha seguido por parte de las autoridades marroquís tras la ocupación: dividir al pueblo saharaui concediendo apoyo financiero, incentivos sociales y puestos de poder a los colaboracionistas, lo que ha provocado una serie de divisiones internas dentro del pueblo saharaui.

Esta repuesta inadecuada de España a la situación que se vivía en el Sahara Occidental no debe sorprendernos, ya que, bajo la dictadura de Franco, España carecía de libertades políticas, por lo que es difícil de imaginar que hubiera implementado un gobierno representativo en un territorio colonial, cuando la metrópoli carecía de democracia.

La capacidad de los gobiernos autoritarios para implementar planes autonómicos regionales significativos siempre es cuestionable, como han señalado los críticos de la última propuesta de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental. 


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