martes, 12 de julio de 2016

La Vegetación del Sahara y sus bordes (IV).



El Sahara aloja una comunidad relativamente escasa de plantas silvestres, con las concentraciones más altas localizadas a lo largo de los márgenes norte y sur y cerca de los oasis y los wadis. Las plantas han desarrollado múltiples adaptaciones a las condiciones ambientales descritas en capítulos anteriores.
Cerca de las ramblas y los oasis, plantas como palmeras, tarajales y acacias echan raíces largas para llegar al nivel freático.
En zonas muy áridas, las semillas de los terófitos brotan rápidamente después de una lluvia, echan raíces poco profundas, y completan su ciclo de crecimiento y la producción de nuevas semillas en cuestión de días, antes de que el suelo se seque. Las nuevas semillas pueden permanecer en estado latente en el terreno seco durante años, a la espera de la próxima lluvia para repetir el ciclo. 
Desierto inundado por las intensas lluvias en Mauritania. Las lluvias, irregulares u de gran intensidad horaria, no ayudan a la formación de un sustrato vegetal potente.
En las zonas más severas (por ejemplo Tanezrouft, entre Argelia, Mali y Niger, un mosaico temible de salinas, piedra arenisca y dunas de arena), las plantas se han establecido sólo en aquellos lugares más favorables, dejando gran parte del paisaje prácticamente estéril. 
La comunidad vegetal del centro del Sahara comprende quizá quinientas especies. En comparación, en la selva amazónica de América del Sur (la región con mayor biodiversidad en el Ecosistema Tierra) la comunidad de plantas incluye, de acuerdo con las estimaciones de algunas autoridades, más de 40.000 especies. 
Tanezrouft, uno de los lugares más desolados del desierto del Sahara. Aquí la vegetación es casi inexistente.
Los desiertos subtropicales ubicados cerca de la costa son un ejemplo interesante de la aparente contradicción en el funcionamiento de los procesos atmosféricos.
La parte occidental del Sahara es bañada por el Océano Atlántico. La llegada del aire cargado de humedad marina, aumenta la humedad relativa sobre el desierto, y se podría esperar que se generen precipitaciones, debido a que, la temperatura del aire superficial puede elevarse hasta 50º C durante el día en verano. La elevación del aire caliente húmedo hasta la altitud de la formación de nubes (1-3 km) podría contribuir a desarrollar precipitaciones. 
 
Diagrama ombrotérmico de Murzuq, en el desierto libio. Un clima de tipo árido cálido (Según Köppen), con temperaturas medias por enciam delos 20ºC, y una media anual de precipitaciones de 7 litros por metro cuadrado, con meses absolutamente secos.
Lo que detiene la formación de las precipitaciones en las regiones subtropicales es la fuerte influencia de las células de Hadley que dan lugar a potentes anticiclones dinámicos que generan inversiones térmicas y un descenso del aire frío y seco. Esta misma célula de circulación de Hadley se desplaza hacia el norte durante el verano boreal, aliviando la presión en el borde norte del Sahel, donde se presentan mayores precipitaciones durante el verano.
Esquema del funcionamiento de las diferentes células que forman la máquina climática del planeta. La oscilación en latitud de la Zona de Convergencia Intertropical es lo que permite las lluvias en el Sahel.
El factor que determina en primera instancia la vegetación en los desiertos subtropicales es la precipitación, debido a que la productividad de la vegetación está estrictamente limitada por la baja disponibilidad de agua.
La vegetación no cubre completamente la superficie de la tierra. A mayor sequedad ambiental, más escasa es la vegetación y mayor es la fracción de suelo desnudo.
Las características del suelo desnudo, ya sea rocoso o arenoso (mayor albedo, mayor rugosidad, y menor retención y disponibilidad de agua) generan un balance radiativo en la región negativo, es decir, hay una pérdida de calor por radiación neta sobre el desierto.
Esta pérdida es causada por el albedo alto del desierto, ya que hasta un 40% de la radiación incidente se refleja de vuelta al espacio. En 1977, los mecanismos de radiación en el Sahara fueron estudiados por primera vez por Jule Charney en su artículo A Comparative Study of the Effects of Albedo Change on Drought in Semi–Arid Regions y señaló que la pérdida de calor debido al alto albedo conduce a un gradiente de temperatura horizontal e induce una circulación atmosférica que mantiene el movimiento descendente de las masas atmosféricas secas y suprime las precipitaciones sobre la región.
Stipagrostis plumosa, gramínea típica de vaguadas y zonas con cierta acumulación de finos
Esta retroalimentación positiva no es uniforme en todo el desierto ya que las márgenes presentan diferencias. En el Sahel encontramos pastizales y matorrales enselvados y pradera semidesérticas en el Norte.
La presencia de matorrales  está muy restringida, sobre todo confinada a los afloramientos rocosos. Las laderas superiores de las montañas Gurgeil y  Marrah, (Sudán) en el pasado estuvieron cubiertas de matorrales boscosos, y en la actualidad han sido sustituidos por pastizales secundarios.
Varios tipos de matorrales arborescentes y pastizales enselvados se encuentran en el Macizo de Ennedi y en las Montañas de Aïr. Podemos hallar gramíneas cespitosas de escasa altura sobre arcillas muy antiguas del Pleistoceno, sobre todo en la meseta sudanesa
La presencia de árboles de hoja perenne coincide con las zonas de más lluvia, en la división florística entre el Reino Paleártico y el Reino Afrotrópico, que discurre a través del centro del Sahara.
Bosquetes de acacias en Malí, al pie de la Falla de Bandiagara en la frondosa época de lluvias.
Los elementos florísticos del Norte del Sahara, poseen una mayor afinidad mediterránea, siendo incluso predominantes, mientras que están casi ausentes en el Sur del Sáhara, donde la flora es abrumadoramente tropical. Por lo tanto la flora de la zona central está compuesta por una mezcla de elementos de ambos Reinos.
La vegetación que está presente en las hamadas, y en los bancos de arena de las ramblas está compuesta por elementos mediterráneos, mientras que la vegetación predominante en las ramblas rocosas, caracterizada por Acacia (Vachellia) tortilis y Panicum turgidum, consiste en especies tropicales. 
Acacia ehrenbergiana, sobre una pequeña duna, todavía con un porte arbustivo.
A mayor precipitación, hay más vegetación. Uno de los factores que se relaciona con esto vuelve a ser el albedo. En estas zonas, las formaciones superficiales, incluso los incipientes suelos, son más oscuros, y el albedo es menor, la temperatura de la superficie es mayor, y el gradiente de temperatura entre la tierra y el mar aumenta, lo que amplifica la circulación monzónica y las corrientes térmicas ascendentes de aire caliente. El resultado: la precipitación en verano en estas regiones aumenta. 
Mapa de los Reinos o ecozonas biogeográficas del Planeta Tierra.
Otra retroalimentación positiva vegetación-precipitación se basa en la capacidad de las plantas vasculares para transpirar el agua del suelo, lo que mejora la evapotranspiración en comparación con suelo desnudo, que lleva a un aumento de la humedad atmosférica y por último, a las precipitaciones.
Tamarix boveana, típico de fondos de wadis, zonas costeras y depresiones salinas.
Esta retroalimentación hidrológica ha sido estudiada por la climatóloga australiana Ann Henderson-Sellers Surface albedo data for climatic modeling publicado en 1983 en Reviews of Geophysics,  y por los profesores Yongkang Xue y Jagadish Shukla, en sus artículos The influence of land surface properties on Sahel climate. Parte I: Desertification (1993), y la  Parte II: Afforestation (1996), publicados ambos en Journal of Climate.
FLORA
En general, la flora sahariana se caracteriza por una pobreza acusada, conforme a Pierre Ambrunaz Quézel, en su texto de 1978, Analysis of the Flora of the Mediterranean and Saharan Africa son 1620 especies las que se pueden encontrar en esta zona del planeta, de las cuales casi un 12%  son endémicas. Eso es apreciable en un territorio continental, sin relieves destacados, muy uniforme y que produce en la vegetación un estrés tanto térmico como hídrico. Casi un 23% son elementos compartidos con los desiertos de Arabia y un 21% son elementos de la flora de la Región Mediterránea. Pero el grupo  de mayor presencia, con un 33% son especies de las regiones tropicales. 
Randonia africana, arbusto halófilo con una gran presencia en todo el desierto.
 
GÉNEROS Y ESPECIES ENDÉMICOS.
Los géneros endémicos de la vegetación del Sahara son pocos, y principalmente son monoespecíficos. No existen taxones endémicos por encima del rango de Género, Citando de nuevo a Pierre Quezel, existen 16 géneros endémicos, incluyendo Foleyola,  Monodiella, Nucularia, Tibestina, Warionia, Ammospermum, Amodaucus, Battandiera, Eremophyton, Lifago, Lonchophora, Muricaria, Oudneya y Quezelia.
Existen varios géneros que sin ser endémicos, encuentran en el Sahara su principal región, tales como Agathophora, Anábasis, Anastatica, Neurada, Ochradenus, Rhanterium, Schouwia y Zilla, que se extienden hasta los desiertos del suroeste asiático. 
Panicum turgidum
Casi la mitad de las especies están extendidas en amplias regiones, mientras que las restantes presentan una distribución más restringida. El Sahara atlántico costero (incluyendo el enclave macaronésico) y las montañas son zonas relativamente ricas en especies.
 La zona sur del Sahara es exigua en endemismos debido a la escasez de plantas y a que a menudo se producen procesos de hibridación con otras especies similares, como en el caso de los géneros Phoenix y Tamarix. Al mismo tiempo, la influencia zonal se diluye y aparece la importancia de los diferentes hábitats azonales, tales como sustratos rocosos, arenosos, encharcados, etc.
La vegetación de la costa atlántica y de la costa del Mar Rojo es, a veces, bastante diferente a la del interior, así como la vegetación de la mitad occidental del Sahara (Maghreb) es más diversa y mejor estudida que la mitad oriental (Mashreq). 

Nucularia perrinii.
VEGETACIÓN DEL CENTRO DEL SAHARA.
La vegetación de esta zona, que se puede considerar como el desierto hiperárido, donde no caen más 50 mm anuales, se ve directamente influida por el sustrato y por la existencia de los macizos montañosos centro-saharianos.
En las hamadas (mesetas estructurales de suelos pedregosos) encontramos acacias arbustivas y arbustos rupícolas enanos, como Anabasis aretioides y Limonastrum feei. Entre las hierbas, una gramínea es dominante: Panicum turgidum.
En las zonas arenosas, sobre dunas móviles o estabilizadas, sin importar el lugar geográfico que estudiemos, una importante vegetación psammófila intenta colonizar estos ambientes tan hostiles, compuesta por arbustos como Calligonum azel, Calligonum comosum, Retama retam, o Ephedra alata. Las herbáceas están representadas por especies del género Aristida (A.pennata, A.pungens) y por Stipagrostis plumosa, que tienen una distribución extendida desde el Atlántico hasta Arabia.
En los chotts, que son depresiones intracontinentales de suelos salados y periódicamente encharcados (Solonchaks) encontramos comunidades de arbustos halófilos dispersos, como Tamarix boveana y suculentas, tanto anuales como perennes: Suaeda s.p., Randonia africana y Nanophyton s.p.
Paisaje vegetal típico del desierto sahariano. Pequeños árboles, como acacias y Tarajales, se mezclan con arbustos y, sobre todo hierbas.

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