lunes, 24 de noviembre de 2014

El enfoque integrado en los estudios geográficos contemporáneos: una necesidad.





A veces, el análisis estrictamente ambiental de un paisaje determinado, nos conduce a conclusiones muy diferentes sobre la evolución e historia de ese paisaje que cuando utilizamos fuentes más vinculadas a la geografía humana, como la entrevista o la revisión de archivos.

Un ejemplo clásico expone esta contradicción científica: el tabaibal dulce que cubre la zona comprendida entre Hoya Fría y Añaza, en las cercanías del Barranco del Muerto. La mera observación de ese lugar nos lleva a pensar en una formación climácica, debido al tamaño de numerosos ejemplares de tabaibas, la alta sociabilidad de la formación y su densidad. La aparición de otras especies, como esparragueras o leña blanca, nos habla de una formación vegetal madura que está en torno a su momento clímax. Sin embargo, la información proporcionada por muchas otras fuentes (orales, documentos), nos sacan del error: esos terrenos se utilizaron durante años como un vertedero de basuras. 

Por lo tanto tenemos un reto importante, que vale la pena asumir: encontrar maneras de integrar estas perspectivas.
El análisis integrado proporciona una cadena independiente de pruebas geográficas que se pueden combinar con los registros escritos y el hallazgo de restos materiales. En conjunto, estas fuentes permiten exámenes de las relaciones humanas con su territorio mucho más profundos y consistentes. 

El geosistema: modelización de lo que subyace tras el paisaje.

Estas evidencias ambientales que encontramos en el paisaje no son elementos opcionales anecdóticos, sino una parte esencial de un enfoque multi-trenzado, donde las diferentes líneas de evidencia y la investigación complementaria entran en un conflicto dialéctico, generando conclusiones más completas y más rigurosas sobre la génesis y evolución de los paisajes contemporáneos.

Actualmente, las principales limitaciones que actúan en contra del enfoque integrado son la escasez de datos y una tradición de escasa cooperación entre las disciplinas sociales y las disciplinas físicas. 

La fotografía aérea nos permite reconocer el territorio, su morfología, pero también nos permite interpretarlo: formas de poblamiento, vías de comunicación, parcelario, tipo de vegetación y cultivos, etc.

La mayoría de los análisis paleo-geográficos se han centrado en el Cuaternario, trabajando asuntos como las glaciaciones o la desertización. El gran horizonte temporal de estos estudios (milenios), no son apropiados para comprender los procesos que precisan de una resolución más fina, como son los cambios producidos desde la Edad Media en los paisajes europeos o las transformaciones generadas desde el comienzo de la Primera Revolución Industrial. No digamos ya, los cambios experimentados desde hace unas cuantas generaciones.

Además, los estudios paleogeográficos se sustentan en técnicas como el análisis de los registros de polen de la vegetación, la dendrocronología o la glaciología, en territorios amplios, como grandes lagos y pantanos, bosques y selvas maduras o glaciares, que proporcionan una combinación de patrones adecuada para una interpretación histórica en el ámbito regional.

La dendrocronología consiste en datar los hechos acaecidos en un lugar utilizando la regularidad de los anillos de crecimiento de un árbol.

Surge entonces la cuestión de las escalas. ¿Qué ocurre cuando abordamos el estudio de un paisaje de carácter más localizado? Pues que algunas técnicas de las citadas anteriormente carecen de la resolución espacial necesaria para una integración significativa.

El primer requisito previo esencial para la integración efectiva de las fuentes ambientales e históricas es una cronología que sea segura. Y eso es una cuestión compleja, puesto que los errores asociados a las técnicas de datación radiométrica (como la datación por radiocarbono) abarcan ente +/- 80 años. 

Varios métodos de datación: capas de hielo glacial, varvas sedimentarias lacustres, dendrocronología y bandas de crecimiento en los arrecifes de coral.

La identificación geográfica e histórica del paisaje requiere, más que nunca de la utilización de mapas topográficos (incluidos los históricos) y de fotografía aérea. A ser posible, dicha cartografía debe contar con información referente a las variables ambientales, tales como geología, clima, geomorfología, vegetación, suelos,  hidrología, usos del suelo (presentes y pasados), asentamientos humanos, organización de la red viaria, toponimia, estructura del parcelario, catastro... Esta información será procesada mediante sistemas de información geográfica (SIG).

La fotointerpretación, en especial la de las fotos aéreas antiguas, y su comparación con las más actuales, nos ofrecerá un panorama de la evolución territorial desde los primeros vuelos (años 50 del Siglo XX) hasta la actualidad. La representación de muchos fenómenos que localizamos en el territorio solamente puede ser analizada a través de los datos obtenidos por  teledetección multiespectral (infrarrojos, blanco y negro, ortoimagen, modelos digitales del terreno).  

Esquema básico de los sistemas de teledetección, 

La utilización de las fuentes documentales de archivo (censos, amillaramientos y catastros, recuentos decimales, libros de viajes, memorias, estadísticas, documentación  notarial, fotos antiguas, pinturas y un largo etcétera) serán el contraste adecuado a la información recogida en el campo y a los datos aportados por el registro arqueológico, paleobotánico y palinológico.

Hoja de amillaramiento. Junto con los catastros y censos agrarios constituyen un documento imprescindible para el estudio de la evolución de la propiedad de la tierra.

La integración de los registros ambientales cuantitativos con fuentes escritas o información oral (en gran medida cualitativos) también requiere un cuidadoso esfuerzo de colaboración entre diferentes disciplinas, que integre la información procedente de la ecología, la etnografía, la geografía, la antropología, la arqueología, la demografía, la economía, o la sociología.

El análisis integrado puede explicar de forma holística por qué el paisaje es lo que es, y cómo ha sido la génesis y evolución del mismo.
En la actualidad, el nuevo fundamento teórico que nos permita comprender las tendencias del paisaje debe ser generado por un cambio de valores. La gestión de los recursos para la investigación nada tiene que ver en la actualidad con la era pre-internet.

Fotografía aérea infrarroja.

Ahora los datos están disponibles en su inmensa mayoría en la Web, desde información cartográfica, a datos estadísticos, documentales o bibliográficos.
Los objetos de investigación geográfica dependen de la variedad de fenómenos observados, que crecen tanto, como los medios técnicos que nos permiten medirlos, por lo que nunca se agotarán. Por otra parte, los nuevos medios técnicos pueden llevar a nuevos descubrimientos.  

Las observaciones de campo son inevitables. El papel destacado en la percepción del paisaje depende de la visión que analiza continuamente el espacio  durante salidas de campo o desde puntos de observación, tales como miradores. Es el trabajo cerebral humano lo que transforma esta  información primaria, al comparar las observaciones con modelos y patrones establecidos a priori. De hecho, el cerebro humano trabaja reconociendo patrones y elaborando hipótesis, demostrándolas o refutándolas y construyendo nuevos y mejores modelos generales, que se desarrollan a través de mecanismos que niegan las contradicciones.  

Las salidas de campo: herramientas, procesos, metodología. Sin ellas, un geógrafo es un mero compilador de gabinete.

Es el verdadero trabajo del científico, el factor humano, aunque los nuevos modelos siempre están encajados dentro de los modelos existentes y concepciones aprendidas durante la educación. Es nuestra base epistemológica.

Cada vez estamos más convencidos de que la herencia histórica y las recientes decisiones de uso del suelo y gestión de los recursos determinan muchos patrones ecológicos actuales y que las recientes leyes proteccionistas han contribuido a los valores actuales de conservación.

Conceptos como biodiversidad, ecología o medio ambiente, indican la relevancia que tiene la investigación integrada en las interacciones humano-ambientales del pasado. Esta investigación sobre el pasado es fundamental para una buena comprensión del presente y para predecir adecuadamente las tendencias y pensamientos futuros y actuar en relación con el futuro del paisaje.

La elaboración de mapas temáticos es una de las herramientas de análisis básica para los estudios de paisaje, pero también es una forma adecuada de presentar las conclusiones de nuestro trabajo.


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