viernes, 31 de octubre de 2014

Paisajes de las Creencias










En el Sureste de Tenerife, todavía es posible reconocer en el paisaje huellas de las antiguas religiones de nuestros antepasados, como numerosos grabados en rocas basálticas o fonolíticas, y conjuntos de cazoletas y canales labrados en la tosca donde los sacerdotes ancestrales derramaban leche y otros líquidos con fines propiciatorios.

También es posible visitar los dos primeros santuarios cristianos de nuestra isla (y algunos dicen de toda Canarias): Cueva de San Blas (Achbinico para los guanches), Cueva de Chinguaro, lugar de habitación del mencey de Güímar y donde residió Nuestra Señora, la Virgen de Candelaria, la Chaxiraxi guanche.

Capilla de San Agustín Chiquito en el Barranco de Añavingo.

Estos elementos y el paisaje que los rodean ejemplifican los significados culturales complejos asociados a los paisajes modernos y la forma en que el simbolismo del paisaje puede cambiar radicalmente con el paso del tiempo.

La investigación de los paisajes asociados a las creencias humanas, es un exponente de la necesidad de la ciencia de comprometerse con lo intangible, lo ideal y lo sentido, que se concreta en espacios para la creencia, en paisajes mágicos, en lugares sagrados, que ocupaban un nicho vertebral en los paisajes del pasado.

Estos elementos (el patrimonio intangible, los sistemas de creencias) generalmente han sido descartados como irrelevantes o incognoscibles por la epistemología de áreas de conocimiento e investigación que favorecen la observación empírica.

Chinguaro: capilla actual y cuevas del mencey, junto con el ere del Barranco de Las Cruces (o barranco de Chinguaro).

Este sesgo en contra de las investigaciones sobre la plasmación de las creencias en el paisaje fue reconocido hace unos años (gracias a trabajo de grupos de geógrafos como el GORABS)  pero, con excepciones notables, sigue limitando el conocimiento geográfico contemporáneo.

Estos elementos fueron erigidos hace centenas de años, en origen, por sociedades que ya no existen, persistieron a todos los cambios sociales y económicos habidos en Canarias desde entonces, y siguen en pie in situ en la actualidad. Y, quizá más importante, es que los hombres y mujeres del Siglo XXI, siguen acudiendo a Achbinico (San Blas), Chimisay (El Socorro) y Chinguaro, como lo hicieron aquellos guanches del pasado.

Calvario en San Juan del Reparo. Garachico.

Hay, por lo tanto, una conexión demostrable entre lugares de culto guanche y las nuevas creencias desarrolladas tras la Evangelización, tanto la temprana, como la desarrollada tras la Conquista.
Estos sitios, y otros, incluyendo roques y montañas, llanos y playas, barrancos y manantiales sagrados, fueron parte integral de una percepción mágica del paisaje, en la que los campesinos canarios envuelven aquellos hechos inexplicables, oscurecidos por el analfabetismo o la superstición, o que se encuentran más allá de su sencilla capacidad de comprensión, como las luces de Mafasca, San Borondón, brujas de la Laguna Grande, la niña de las peras del Barranco de Badajoz, o las brujas del Llano de Maja.

Todas estas leyendas traspasan el medio ambiente normal, el mundo sensorial habitual, y ya sea por la llegada de la noche o por ciertas condiciones meteorológicas, lo transforman en un mundo alternativo al que sólo pueden acceder algunos elegidos.

Cruz grabada en la pared de un pequeño cuarto en los altos de Candelaria. ¿Devoción particular o restos de una pequeña capilla?. No lo sabemos.

Una segunda dimensión religiosa-mágica de muchos de estos lugares descansa en su asociación con los entierros, ya que muchos de ellos fueron cementerios durante algún tiempo.
La tradición popular habla de esos lugares especiales en los que se enterraba a las personas que, aunque no se normalizan hasta el Siglo XIX, estaban presentes con anterioridad, en lugares de enterramientos masivos asociados a epidemias que desbordaban la capacidad de iglesias y ermitas. Hoy, muchos de estos lugares se encuentran olvidados.

El estudio geográfico de la disposición de los cementerios, aunque se puede abordar desde diferentes áreas de conocimiento, tiene una gran relación con los sistemas de creencias, puesto que son lugares donde los velos del paganismo y de las antiguas doctrinas aún permanecen en forma de usos y costumbres que hemos sincretizado.

Cementerio de El Escobonal.

Por lo general, estos sitios se encuentran asociados con lugares de importancia religiosa, sobre todo antiguos Calvarios, pero no necesariamente iglesias. La particular ubicación de la mayor parte de los cementerios está en consonancia con el uso de sitios de relevancia espacial dentro del devenir cotidiano. Muchos de estos lugares de acogida se sitúan en cruces de caminos y en las afueras de los caseríos. Los cementerios son localizados de manera significativa en el paisaje, y siguen patrones que se repiten en muchos lugares de nuestro contexto sociocultural.

Otro aspecto a estudiar, relacionado con las creencias antiguas, pero también con el cristianismo son los lugares sagrados cerca de lugares con agua, tanto pequeños cursos de agua que fluye (que son raros en estas islas de la sequía, pero quizá no eran tan raros en el pasado), como el mar.

El agua era un elemento esencial, para la vida, y por lo tanto, clave en los ritos de las creencias guanches. Pero también es fundamental para la liturgia cristiana, puesto que, una vez bendecida, se usa para bautizar, para santiguarse y para bendecir mediante la aspersión.  Por lo tanto, vincular santuarios con la presencia de agua quizás pueda referirse a las prácticas de bautismo, y  a lo mejor fue una táctica para la evangelización de los naturales isleños, bautizando a las almas perdidas que acudían a los santuarios de tradición precristiana.  
Por supuesto, todas estas propuestas de hipótesis deben ser refrendadas mediante la elaboración de mapas y pruebas documentales, a través de consistentes campañas de trabajo de campo.

Cruz de la Gorgolana o del Humilladero.

Otro de los elementos reconocibles en el paisaje, y que se han convertido en un foco de historias y creencias, son las cruces y calvarios, mencionados con anterioridad. Es tal su abundancia en el territorio que difícilmente se podrían abarcar todas. Para entender la naturaleza de las cruces, hay que buscar explicaciones en hechos luctuosos, promesas o acciones de gracias.

Son muchas las leyendas tejidas sobre su emplazamiento: lugares donde ocurrían hechos sobrenaturales; lugares donde las personas se refugiaban de las brujas, y también eran lugares donde se podían manifestar los aparecidos, seres que regresaban del Más Allá. En aquellos tiempos, estos seres eran tangibles y caminaban por el mundo, revoloteaban por el paisaje emitiendo sonidos, y podían transmitir desgracias, como accidentes o enfermedades mortales.

Cazoletas y canales. San Miguel de Abona.

Aquellas personas experimentaron y dieron forma en el pensamiento colectivo a esos mundos mágicos, dejando evidencias en las leyendas transmitidas por la tradición oral.
Muchos de estos paisajes eran usados solamente durante ciertos momentos del día, unos eran evitados, otros ni siquiera eran nombrados y algunos no es posible recordarlos. 
El período que va desde la Conquista hasta la actualidad es un tiempo en el que se han forjado los modos vigentes, modernos y racionales, de pensamiento. Sin embargo, sigue existiendo un substrato compuesto por entidades intangibles que compartían el mundo en la psique de nuestros ancestros.

En la actualidad, muchos de estos lugares son difíciles de interpretar, principalmente por un sesgo hacia lo racional, lo que lleva a una falta de interés hacia el estudio de las creencias religiosas en general, y con las creencias “informales” en particular. También por la ausencia de investigación sobre las supersticiones actuales y antiguas a través de los aspectos materiales que han dejado huellas en el paisaje actual.

Playas de Chimisay, donde apareció la Virgen de Candelaria.

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