viernes, 16 de agosto de 2013

Geografía de Los Alimentos (Final).





Existen estudios de geografía cultural que abordan la cuestión de los alimentos desde el funcionalismo estructuralista y postestructuralista. Se abordan las diferentes prácticas en el consumo de alimentos (tabúes alimenticios, comida y religión, consumo de diferentes tipos de alcohol), los lugares en los que se come (comedores, cocinas, restaurantes, guachinches) y se estudia la publicidad de los alimentos, el transporte, los alimentos de moda y su interacción con las relaciones sociales, incluidas las de género o las de clase.

Un método para el estudio de la geografía de alimentos que se ha generalizado en los últimos años (desde el pionero estudio de Redcliffe Nathan Salaman Historia E Influencia Social De La Patata, publicado en 1949), se centra en el análisis de la historia, la geografía, la ecología y la economía de un alimento distinto. Se lo emplaza culturalmente y se lo investiga cronológicamente como mercancía, siguiéndolo desde el campo, pasando por el mercado, hasta llegar a la mesa.

Sería imposible entender la historia y geografía alimenticia de Canarias sin
contar con este tubérculo llegado de los Andes en el Siglo XVI.

La globalización también ha influido en los estudios sobre los alimentos, (¡cómo no!), acentuándose a partir de los años ochenta y noventa del pasado siglo, cuando este fenómeno se hizo más acusado. Evidentemente, el mercado de alimentos está globalizado desde hace milenios: los romanos comían garum hecho en Cádiz, la búsqueda de nuevas rutas para las especias impulsó el descubrimiento europeo de nuevos mundos, la caña de azúcar durante el siglo XVI sustentó el comercio mundial y favoreció el esclavismo.

Von Thünen desarrolló un modelo clásico en 1826, sobre el uso agrícola de la tierra. y su relación con los mercados. Su teoría afirma que los productos perecederos y pesados se cultivan más cerca de las zonas urbanas. 
Al observar los cultivos en las áreas metropolitanas, podemos ver que su teoría sigue siendo válida. Es muy común que los vegetales perecederos y frutas se cultivan cerca o incluso dentro de las conurbaciones (el auge del perejil en El Tablero, las huertas de Valencia, el Maresme catalán), mientras que los alimentos que menos se echan a perder (trigo, cebada, millo, café, azúcar, cacao) se producen principalmente en zonas alejadas.

Modelo de Von Thunen

Estos estudios abordan los problemas y cuestiones que surgen del movimiento mundial de los productos básicos, las modas e ideas. Se ha estudiado a Coca Cola, McDonald, Burguer King o Starbucks como factores de homogeneidad alimenticia, y, por lo tanto, cultural.  

La globalización, pero también un cierto bienestar que nos permite elegir qué comer y qué no comer, influyó en que surgiera un interés por la seguridad alimentaria. Surgen así grandes temas como la enfermedad de las vacas locas, la gripe aviar, la peste porcina, el suministro de carne de caballo mezclado con ternera, los alimentos transgénicos, los alimentos sin pesticidas, relacionados todos ellos con la salud personal.


La huerta de Valencia: cebollas plantadas a pocos metros de edificios en
construcción.

A principios del siglo XXI, la geografía de los alimentos sigue evolucionando, y surgen nuevos campos que definen los alimentos como un factor cultural y psicológico, y relacionan directamente el cuerpo y la mente, como son el estudio de los colectivos de alimentos alternativos.

Los cambios en los métodos agrícolas y ganaderos surgidos tras la Revolución Verde, el auge de los organismos modificados genéticamente (transgénicos) y la generalización de una agricultura y ganadería industrial, con uso masivo de pesticidas, fertilizantes y medicamentos, ha generado una reacción en los ciudadanos, y el regreso al concepto de los alimentos orgánicos. Frente a los alimentos globalizados, que tienen un fuerte coste ambiental por su transporte, existe una conciencia de la necesidad de alimentos locales.


La lucha contra el uso excesivo de biocidas químicos en agricultura se ha
convertido en una bandera de muchos movimientos alternativos.

Los colectivos de alimentos alternativos son multifacéticos: el compostaje, la promoción de huertos urbanos, el aprovechamiento de parques y zonas verdes urbanas como zonas de forraje para ganados, los mercadillos del agricultor, el movimiento slow food.

Todo ello refleja las preocupaciones que afectan a grandes capas de la población: la salud nutricional, el multiculturalismo y placer vinculado al alimento, los alimentos sanos y originales, las técnicas de cultivo y de transformación heredadas, los usos locales vernáculos, la biodiversidad de las especies cultivadas y salvajes.

La geografía alimentos también posee, como ya he escrito en la anterior entrada dedicada a este tema, una gran preocupación por la pobreza, el comercio justo y la justicia social. Cada vez se destruyen y se desperdician más alimentos, mientras que el hambre y la malnutrición afectan a millones de personas.


Imágenes como esta deberían desparecer.

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